viernes, 18 de noviembre de 2016

REMEDIOS CONTRA LA LUJURIA (Gran devoción a la Virgen María)




   6°) El sexto medio es la devoción y recurso a la Virgen María, especialmente en el misterio de su purísima Concepción. San Buenaventura afirma que la soberana Reina ama y favorece a todos los que con deseo de ser castos se acogen a su amparo. A todos invita como árbol celestial, diciendo: Pasad a mi todos los que me apetecéis… que mis Flores son frutos de honor y de honestidad (Eccles. XXIV, 26). San Ambrosio escribe que la Virgen María, no sólo fué purísima sino que comunicaba la castidad y pureza a cuantos la miraban, y lo mismo hace ahora desde el cielo con los que acuden a su patrocinio. De san Edmundo, Arzobispo cantuariense se lee, que combatido fuertemente de la liviandad, se acogió a María santísima, y puso en el dedo de una imagen suya un anillo que llevaba, y volviéndolo a tomar lo trajo en su dedo en señal de fidelidad, siendo este remedio tan poderoso, que aunque fué terriblemente combatido por el demonio, y muy solicitado de perversas criaturas, salió siempre triunfante conservando toda su vida la pureza de alma y cuerpo. De san Bernardino de Sena escribe san Antonio, que logró singulares triunfos en la virtud dé la castidad con la protección de María santísima.  Santa Justina se halló muy afligida en los combates de la castidad, cuando el mago Cipriano por medio del demonio le hacía terrible guerra; pero invocando la santa joven el patrocinio de María santísima, no solo salió victoriosa, sino que ganó para Dios al turbador de su corazón, el que juntamente con Santa Justina padeció después el martirio. De semejantes hechos están llenas las Vidas de los Santos.

   El Pontífice Inocencio III escribe, que “todo el que sienta la impugnación de los enemigos, ya del mundo, o de la carne, o del demonio, mire el escuadrón de batallones ordenado, solicite la ayuda de María, y ella, por su hijo enviará desde el santuario el auxilio, y desde Sion guardará.”

   En figura de esto, dos veces pelearon los hijos de Israel contra la tribu de Benjamín, para castigar la espantosa liviandad de que en ella se habían hecho culpables; y en ambas fueron vencidos; pero cuando salieron la tercera vez favorecidos con el arca de la alianza, entonces quedaron vencedores y triunfantes, para significar que no tenemos seguridad de obtener la victoria en los combates contra la carne, mientras no tengamos de nuestra parte a la que saludamos en sus Letanías con el mismo nombre de Arca de alianza, María, Señora nuestra. Compárase también con el cedro y con la mirra, cuando la Iglesia en el Oficio Parvo le aplica estas palabras: Como el cedro he sido exaltada en el Líbano; como la mirra escogida he exhalado olor de suavidad, (Eccles. XXIV, 17 al 20) sobre cuyas palabras dice un piadoso autor: “Compárase á la mirra y al cedro, porque así como el olor de la mirra destierra a los gusanos, y el del cedro a las serpientes, así el olor de su virginidad destierra y arroja de los corazones los apetitos y pasiones brutales”.

   Especialmente la devoción a la Purísima Concepción de nuestra Señora, tiene particular virtud contra la impureza, y el P. Maestro Ávila, en el capítulo 14 del Audi filia, dice haber visto provechos notables, por medio de esa devoción, en personas molestadas de tentaciones impuras. Y hoy, extendidísima esa devoción después de la declaración dogmática de ese misterio, y de la aparición de la santísima Virgen en Lourdes, ha venido a ser su remedio específico, universalísimo y casi infalible en esa materia.


R. P. FR. ANTONIO ARBIOL

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