lunes, 31 de enero de 2022

¡GUERRA DE FRENTE! - Contra la masonería - P. Félix Sardá y Salvany (Para descargar en PDF desde MediaFire)


 



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La masonería es religión a su modo. —Confesiones y ceremonias. —Corolario. – Presbítero Nicolás Serra y Caussa.


 BODA MASÓNICA.


I

 

   Esta calificación emplea el Congreso antimasónico para marcarla con este primer sello, para poner de relieve una de sus notas esenciales. La beneficencia en su recto sentido, el estudio de ciencias y artes no existen en la masonería; mal pueden caracterizarla. El mutualismo, supuesto, no concedido, que se ejercite en su mayor amplitud, no pasaría de ser cosa accidental en ella, no da cuenta cumplida de su varia y extensísima acción, ni siquiera de su existencia. La política misma que ella mantiene continuamente en juego, por la calidad de ser medio, bien que imprescindible, pero al cabo medio para ulteriores fines, no forma su distintivo, no explica su naturaleza ni su historia. Luego en su raíz no es sociedad benéfica, ni científica, ni mutualista, ni política, sino sociedad netamente religiosa.

   Efectivamente la masonería es una religión. En términos formales lo pregonan las lumbreras del Arte Real. Salga el primero a testificar el eximio Ragon:

   El cual dice, “la masonería, no es una religión al corte de las que hoy se estilan. Anterior a ellas, es el principio de toda religión, puesto que enseña la unidad de Dios denominado G.A.D.U Y de aquí no se pasa. Déjese a la voluntad del iniciado la elección del culto que le acomode tributar a este ser supremo.” (Cours phil. p. 128).

   No tomando en consideración por el momento el desatino de una masonería anterior a las demás religiones, de un Dios que se desdeña o no cuida de enseñar a sus clientes el culto de su agrado, a riesgo de verse vilipendiado o escarnecido con fórmulas o ceremonias indignas de su majestad, y el jeroglífico del G.A.D.U, ciertamente el autor sagrado ensalza la secta como la religión de las religiones. Ni hay que hacerle caso por haber afirmado en la Introducción de este Curso filosófico: “La masonería no es una religión.” ¿Qué dices, Ragon de mis pecados? —El mismo se explica y desdice más abajo, en la iniciación del Rosa-Cruz, pág. 313, con estas palabras: “El primer hombre que al contemplar el orden del universo, concluyó de ahí la existencia de un Dios, fué el bienhechor del mundo; más el que hizo hablar a este Dios, fué un impostor.” — ¡Ah! te entiendo: por esto negabas que la masonería fuese religión, por cuanto no admite hablar de Dios, desprecia la revelación y sólo consiente una religión puramente natural. No esta mala religión, aunque para nuestro intento, son preciosas una y otra confesión por lo francas.  Más ¿hacían falta? ¡Qué, si los dos famosos libros, Curso y Ortodoxia, se reducen a un amasijo de patrañas, blasfemias, negaciones é impiedades vomitadas contra el verdadero Dios y Nuestro Redentor Jesucristo! Que así entienden la religión esos perdidos; pero dando con esos mismos iracundos reniegos y maldiciones clamoroso testimonio de que su única pesadilla y tormento, la espada que traen sin cesar atravesada, es nuestra religión santa, cuyo exterminio han jurado; a la cual por todos los medios y caminos persiguen sin tregua; contra la cual alzan bandera de otra falsa y abominable religión, y por esta causa sólo de religión o de asuntos con ella conexos saben hablar en sus fórmulas, juramentos, símbolos y ceremonias, en sus libros, discursos y programas, desde el principio al fin; porque es el pensamiento que embarga su alma, el veneno que sin cesar corroe sus vísceras, el móvil único de sus crímenes y empresas.

   En esta persistencia de celo y rabia impía, en la obstinada propaganda de la religión nueva masónica compiten con Ragon los demás comentadores sectarios, poniendo así de realce, de suerte que a nadie quede el más mínimo reconcomio de duda, que la nota característica y la divisa propia de la secta es la religión. Sobre este punto no se atreverá a buen seguro a armarnos pleito el buen Rebold, el cual sin el hinchado magisterio del doctor canónico, por sí se basta y se sobra para disparatar de lo lindo a este tenor: “La masonería, que es religión universal, comprende todas las demás y las une con el vínculo de lo que a todas es común: no ha menester sacerdotes, porque cualquiera de sus alumnos sin fatiga ni misterio la alcanza, tan sencilla es al par que sublime. Todos pueden y deben hacerse apóstoles suyos; desde luego para instruir a los faltos de conocimiento, y después para interpretar y aplicar a sí y a sus semejantes las leyes que ella intima.” (Historia de las Tres Grandes Logias, pág. 310).

   Draeseke en su discurso pronunciado en la logia Ramo de olivo, 1849, no se anda por las ramas de ese olivo y se va derecho al tronco en tal conformidad:

   “Ante todo nosotros juzgamos la masonería como una institución emanada de la divinidad... Nuestros símbolos no son frívolos juguetes hechos para matar el tiempo o para entretener a chicuelos, sino los vasos sagrados, en que el santo de los santos se guarda y expone a las miradas de los iniciados... no son en sí el objeto representado, sino alusiones y reminiscencias por medio de las cuales se excita la mente y se esfuerza por pasar de lo visible a lo invisible.”

   Daba también su brochazo en 1879 el hermano tres puntos Goblet d'Aviella, uno de los sobresalientes de la cofradía belga y aún europea, con estas frases:

   “La masonería da muestra de que fuera de ser una filosofía, la filosofía del progreso, es a la par una religión, la religión del ideal... se asocia para dedicar templos al culto que sobrevivirá a todos los cultos, por estar basada en la concepción progresiva de la naturaleza.”

   El hermano tres puntos Bazot, secretario general del G. O., franceses, en su Cuadro histórico, filosófico y moral de la masonería, es más rasgado y con más denuedo planta la bandera:

   “Nuestra religión, clama, es la religión natural, primitiva, la religión única, universal e inmutable: esta es la francmasonería.”

El hermano tres puntos Calógero Klein nos hace saber en su ritual (Génova, 1865, pág. 54) que en los Estados Unidos “la masonería es la religión predilecta.”

   El hermano tres puntos Pavia en el ritual del primer grado (Roma, 1874, p. 36) pregunta, si la masonería es una religión, y responde:

   “¿Cómo no?... es la más clara, la más sencilla de las religiones, y cuidado en no confundirla con otras.”

   Del grado del Gran Pontífice, que es el 13, se lee en los rituales:

   “Este grado por entero está dedicado al Pontífice de la religión universal y regenerada.”

   Por fin, no hay en la confraternidad grado alguno, en que más o menos detenidamente, de más cerca o más lejos, con más o menos camándulas o desvergüenza, no se saque a relucir la religión con teorías, máximas, o emblemas o formalidades impías, en que por fas o por nefas no se aluda al Dios sacrosanto para ultrajarle, a las cosas y personas sagradas para arrastrarlas por el lodo, a la Iglesia para calumniarla y llenarla de improperios, al falso Dios masónico, que es demonio verdadero, para exaltarle y engrandecerle.

   Cargada de razón exclama la Civiltá Cattolica (Vol. 12, ser. 15, p. 545):

    “¿Cómo escatimar a esta sociedad su carácter religioso, si lo predica con todos sus actos oficiales?

   “El lugar de sus aquelarres es el templo y éste adornado de altares, delante de los cuales se postran, oran, prestan juramentos y oyen el sermón que con nombre de catecismo les echa el oficiante. Además del altar mayor levantan algunas veces otros colaterales, el del holocausto por ejemplo, o el de los perfumes para ciertas iniciaciones distinguidas, y doblan la rodilla delante de la efigie de la Verdad que a veces es de carne y hueso vestida con traje de Diosa Razón a la moda parisiense. En el templo se remedan el bautismo, la confirmación, la confesión (estas dos las pasa en blanco la Civiltá), la comunión con tortitas de pan dulce, el matrimonio y las exequias por los difuntos. Los nuevos templos se inauguran con ceremonias religiosas. En algunas logias de mopsas se canta el Veni Creator contrahecho y desfigurado, se inciensa como consagradas a la divinidad a ciertas hermanas sostenidas en alto, púdicamente cubiertas por todo vestido o cendal con las insignias del grado. El hermano tres puntos Rosa – Cruz ejerce de sacerdote o ministro ordinario y reconoce por prelados suyos al Jefe del Tabernáculo y al Gran Sacrificador, en las funciones rituales ornado éste de mitra, asistido de ministros revestidos de sobrepelliz y estola, Hermanos Levitas que los llaman. Tienen además un Sumo Pontífice con tantas ínfulas, que mira sobre el hombro al Pontífice de la Santa Iglesia.

   “Por prescripción ritual se inciensa al Bafomet, que es una deforme estatua con cuernos, hocico y miembros de chivo, y para que nada falte, se dice la Misa... sí, porque el remate de la iniciación del Rosa – Cruz es una Misa celebrada por el iniciante en una mesa, dígase altar, cubierta de un mantel, y sobre éste colocados el pan y el vino, contenido éste en una copa grande dicha el cáliz. El celebrante, hace, ademán de consagrar el pan y el vino y en seguida los distribuye diciendo: Comed y dad a los que tienen hambre; bebed y dad a los que tienen sed. Y de esta suerte comulga a los concurrentes.”

   Hasta aquí la Civiltá.

   ¿No bastan los testimonios calificados que acabamos de hilar, sin los que nos dejamos en el tintero en obsequio de la brevedad? ¿No bastan las acotaciones urgentes de los ceremoniales para evidenciar, que la secta no solamente está empapada de religión de punta a punta, sino que en hecho de verdad es ante todo y sobre todo religiosa? ¿Qué dirán a esto los fulleros taimados, qué los poco advertidos que se empeñan en darle por exclusivo lema y oficio la política? Si bien a los segundos aminora su culpa su ignorancia supina de las interioridades sectarias, sin limpiarlos empero de la nota de liviandad y precipitación en sentenciar tan de plano.

 

 

 

 

 

 

 

domingo, 30 de enero de 2022

Fin supremo de la masonería, el satanismo – Presbítero Nicolás Serra y Caussa.


 


   ¿Cuál es de una vez el fin supremo de la orden?

   No ha de ofrecer dificultad la respuesta (…) El fin, especifica la naturaleza de una sociedad y esta naturaleza en la definición viene estampada. (…): la masonería es satánica. Satánico por consiguiente debe de ser su fin. ¿En qué consiste este satanismo? En el triunfo de Satanás sobre el Dios verdadero, procurado por la secta.

   ¿Cómo se demuestra la realidad de este fin satánico? Muy sencillamente. La secta es maniquea por su origen gnóstico-maniqueo, por la historia de su propagación y desarrollo, por sus doctrinas y prácticas: bien asentados dejamos estos extremos en nuestros “Orígenes de la masonería”. Por maniqueísmo se entiende la coexistencia y lucha de dos principios adversos de las cosas, uno bueno y otro malo, el Dios verdadero y Satanás. Ahora bien, comienza la masonería por trastrocar los términos, convirtiendo al Dios bueno, al único y verdadero Dios, en Dios malo, y a Satanás en Dios bueno: luego despoja a aquel (Dios verdadero) de sus inconmutables atributos y real soberanía, le carga de todos los oprobios, le hace guerra mortal como a Creador, como a Salvador, le hace guerra a su nombre y adoración,  y persigue a sus fieles servidores; mientras por el contrario enaltece al rey de los demonios, le pide inspiraciones, ejecuta sus mandatos, promueve sus intentos, se le rinde a guisa de vil esclavo y pugna por sojuzgar bajo sus plantas la humanidad entera. ¿Esto no se llama trabajar en pro de su gloria y reino universal?

   Con gran sabiduría el Congreso antimasónico celebrado en Trento, en cabeza de sus acuerdos y como base fundamental de los mismos, puso la siguiente declaración: “La francmasonería es una secta religiosa (es decir, de carácter religioso en buena o mala parte) y maniquea, y la última razón de sus secretos y misterios es el culto de Lucifer o Satanás adorado en las traslogias como el Dios bueno en oposición al Dios de los católicos, a quien los iniciados blasfemos apellidan el Dios malo.”

   Luego si la última razón de los secretos y misterios de la masonería, o digamos, lo sumo y extremo de ella, su perfección y coronamiento, la síntesis y expresión de sus sentimientos se cifra en el culto y adoración de Satanás, ineludiblemente infiérese que su conato perseverante, su único anhelo y colmo de sus ansias lo constituye el triunfo del ángel rebelde.

   Este argumento general se descompone en dos y con todo rigor a dos equivale. Uno es de autoridad y descansa en el sufragio de los eminentes varones que después de concienzudas pesquisas votaron la declaración del Congreso antimasónico. ¿Quién osará tener en menos este unánime fallo? El otro argumento brota de las entrañas mismas de la declaración y sin socorro extraño por sí se defiende. Tres conceptos encierra: 1. La masonería es de carácter religioso; 2. Es maniquea; 3. Adora a Satanás: los cuales una vez convenientemente expuestos, de ellos espontáneamente se desprende la conclusión. Vamos por partes.

(Estos tres puntos lo ire publicando en forma independiente) Si Dios quiere.

 

 

 


sábado, 29 de enero de 2022

LOS TRES ESTADOS DEL ALMA – Por San Antonio María Claret.


 



ESTADO PRIMERO.

Alma en gracia.

 

   Vosotros sois el templo de Dios vivo, como dice Dios: que yo moraré en ellos. (II ad Cor. VI, 16). Mis delicias son estar con los hijos de los hombres. (Prov, VIII, 31).

 

DIÁLOGO.

   Alma. ¡Qué bueno sois, o Señor y Dios mío!

   No contento con haberme criado y redimido, y con haberme preparado un cielo de eterna dicha, aun aquí en la tierra me llenáis de contentos y de gustos inexplicables.

   Jesús. Alma querida, grande es el amor que te profeso, y lo conocerás por mis obras, si con atención las reflexionas. Haz atención, alma estimada, que te crié a mi imagen y semejanza, para que, dándome pruebas de tu fidelidad aquí en la tierra, pudieras venir un día a gozar en mi compañía de mi misma felicidad allá en la gloria; para tí he criado el universo; te doté de potencias y sentidos; en todos los momentos te conservo, y además de esto te di un príncipe de mi corte para que te guie y te custodie. No me he contentado con llenarle de gracias naturales, sino que te he colmado de dones sobrenaturales: por tí bajé del cielo a la tierra y me hice hombre; por tí viví treinta y tres años en este mundo, sufrí muchas humillaciones, y finalmente espiré en una cruz; por tí instituí los santos Sacramentos para darte o aumentarte la gracia, que vale más que el mundo entero: y por no separarme de tí, cuando la voluntad de mi Padre me llamaba al cielo, me quedé en el santísimo Sacramento del altar, haciendo mis delicias de estar en tu compañía.

   Alma. ¡Ah, Señor! ¿Quién soy yo para que me dispenséis tanta honra? Vos me llamáis amiga... esposa... hija... y hasta me obligáis a que os llame Padre... ¿qué es lo que de mí queréis, o Jesús mío?  Hablad; que vuestra hija os escucha.

   Jesús. Lo que te digo y quiero de tí es, que “no peques”, que observes mis mandamientos, y por más tentaciones que te presente el demonio, no te olvides jamás de mi santa ley.

   Alma. ¡Ah, mi Jesús! no temáis, no, que yo os abandone jamás. Ya sabéis que os he hecho dueño de todo mi corazon, y que deseo amaros con todo el afecto de que es capaz una pura criatura: y así descansad, Señor, en mi corazon como en un trono, que desde este momento ya os ofrezco todo lo que haré y todo lo que sufriré en todo el curso de mi vida. ¡Oh Señor, cuán grande es la abundancia de vuestras dulzuras, que tenéis preparadas para los que os temen y aman! y ¡con cuánta profusión las derramáis sobre ellos! ¿Quién será el ingrato que no os amará? ¿Quién el insólenle que pecando os ofenderá?

   En verdad parece imposible que peque el que ha gustado de vuestras delicias. “Muy bien lo comprendió aquel joven, de quien escribe un misionero de las Indias que despues de haberle convertido, catequizado, y dándole la sagrada Comunion, se fué á otros pueblos a predicar. Un año despues volvió el misionero a visitar al joven neófito, quién corrió gozoso hacia su padre espiritual, pidiéndole con instancias que le diese la sagrada Comunion. — Con gusto, le dijo el buen Padre, satisfaré tu deseo; pero antes debes confesarte de los pecados que hayas cometido en este año. — ¡Cómo, le dijo admirado el joven! ¿Cómo es posible que un cristiano, que recibió a Jesucristo en la sagrada Comunion, lo eche por el pecado, y ceda su lugar al demonio? Dígame Usted; padre mío, ¿es posible tanta ingratitud? ¿Tanta iniquidad? ¿Tanta maldad?”

   Por cierto que si bien se considerase, no habría corazon que fuese capaz de tanta maldad.

 

“OPÚSCULOS”


martes, 25 de enero de 2022

De la privación de todo consuelo – Por Tomás de Kempis.

 




No es difícil despreciar los consuelos humanos cuando se tienen los divinos.

Lo que sí es cosa grande y muy grande es poder vivir sin consuelo alguno, ni humano ni divino; padecer alegremente por el honor de Dios ese destierro del corazón; no buscarse en nada, ni atender al propio mérito.

¿Te parece mucho el estar alegre y sentir devoción cuando te visita la gracia? ¿Quién no suspira por esa hora?

Alegre y ligero camina aquel a quien lleva la gracia de Dios. ¿Es de admirar que no pese la carga a aquel que es llevado en brazos por el Omnipotente y es conducido por el Altísimo Guía?

Nos gusta tener algo que nos consuele; y difícilmente se desnuda el hombre de sí mismo.

Aquel santo mártir, San Lorenzo, triunfó del mundo y del amor que a su obispo tenía; porque despreció todos los engañosos placeres de la vida, y sufrió mansamente por Cristo que también lo separasen del papa San Sixto, a quien entrañablemente amaba.

De modo que por el amor del Creador triunfó del amor a la criatura, y en vez del consuelo humano prefirió hacer la voluntad divina. Así tú también aprende a despegarte por amor de Dios de algún amigo, por íntimo y querido que sea.

Tampoco te duela mucho cuando algún amigo te abandone, porque ya sabes que al cabo nos hemos de separar todos sin remedio.

Larga y terrible lucha tiene que sostener el hambre contra sí mismo hasta lograr la completa victoria sobre si, y la total concentración de sus afectos en Dios.                 '

Cuando el hombre se apoya en sí mismo, fácilmente se inclina a la tierra en busca de consuelos humanos.

Quien ama de veras a Cristo y se esfuerza por practicar la virtud no desciende a buscar consuelos, ni quiere tales dulzuras sensibles, sino hacer vigorosa gimnasia espiritual y sufrir por Jesús rudos trabajos.

Cuando Dios te dé consuelos espirituales recíbelos con gratitud, pero sin olvidar que no los mereciste tú, más El por bondad te los dio.

No te envanezcas, ni presumas de ellos con orgullo, ni te alegres demasiado; al contrario: sé más humilde por el don recibido, y más cauto y circunspecto en todos tus actos: porque esa hora pasará, y luego la tentación vendrá. No pierdas luego la esperanza cuando te prive Dios de sus consuelos.

Espera humilde y paciente la celestial visita. Quizá te dé Dios después consolación más dulce que la anterior.

Eso no es cosa extraña o desacostumbrada para hombres experimentados en el camino de Dios. Los grandes santos y los profetas del antiguo testamento sufrían a menudo tales alternativas.

Así dijo uno de ellos al visitarle la gracia: Sintiéndome seguro exclamé: “Jamás me turbaré” (Sal 29, 7). Pero luego dice lo que al retirarse la gracia sintió: “Apartaste de mi tu rostro, y todo me perturbé” (ibid. 8).

A pesar de eso, de ningún modo pierde la esperanza en semejante estado, antes ruega más ardientemente a Dios con estas palabras: “Clamaré a ti, Señor; suplicaré a mi Dios” (ibid. 9).

Dice luego cómo su oración fue al fin escuchada, y lo que pedía, otorgado: “Me oyó el Señor, se apiadó de mí, y vino en mi ayuda” (ibid. 11).

¿Y cómo le ayudó? Así: “Mi llanto, Señor, trocaste en alegría; inundaste de júbilo mi corazón” (ibid. 12).

Si a los grandes santos eso les sucedía, nosotros, miserables y pobres, no debemos perder la esperanza porque a veces nos sintamos fervorosos y a veces tibios: porque el Espíritu de Dios va y viene como le place.

Por eso dice el Santo Job: “Por la mañana visitas al hombre, y de repente lo pruebas” (Job 7, 18).

¿En qué, pues, esperaré o confiaré, sino en la gracia celestial y en la gran misericordia de Dios?

Porque aunque viva entre hombres buenos, religiosos virtuosos y amigos leales; aunque lea libros santos y bellos tratados; aunque escuche himnos y cánticos dulces; ¡cuán poco me consuela todo eso, cuán poco me deleita cuando me abandona la gracia, dejándome en la propia miseria sumido!

No hay más remedio entonces que la paciencia y resignación de sí mismo a la voluntad de Dios

Nunca he conocido persona tan religiosa y devota que a veces no haya sufrido esta privación de consuelo, o no se haya sentido con menos fervor.

Ningún santo ha sido arrebatado tan alto, ni tan iluminado, que antes o después no haya sido tentado.

Porque no es digno de la sublime contemplación de Dios, quien por Dios no haya sufrido alguna tribulación.

Pues la tentación puede ser preludio de consolación.

La celestial consolación se promete a los que hayan sufrido la prueba de la tentación. Así leemos en el Apocalipsis: “Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida” (Ap 2, 7).

Se da al hombre la consolación divina para infundirle fuerza para sufrir adversidades.

Y le asalta después la tentación  para que  no se enorgullezca del bien.

El diablo no duerme, ni la carne está bien muerta todavía. Vive, pues, preparado para la batalla, porque a diestra y siniestra hay enemigos en continua actividad.

 

“LA IMITACIÓN DE CRISTO”

 

 


martes, 18 de enero de 2022

¿Qué es la Deep Ecology? (Ecología profunda)


 


Comentario de Nicky Pío: Ya voy explicar en otras publicaciones las vinculaciones que tiene con la Pachamama, el marxismo, la Wicca, etc,…les dejo por el momento un artículo que explica en forma sencilla  ¿Qué es Ecología Profunda?

Una de las filosofías más radicales de la “cultura” de la muerte” la constituyen los partidarios de la deep ecology (Peter Singer, Devall/Sessions, Guattari, Serres), para los que la reducción o aún eliminación de vidas humanas es indispensable para la subsistencia de la vida en general. En ellos hay una exaltación de la naturaleza salvaje, y el olvido de la naturaleza cultivada por el hombre.

El término deep ecology aparece en una célebre conferencia pronunciada por el filósofo noruego Arne Naess en Bucarest en 1972, en la que contraponía tal término al de shallow ecology. Pero el libro más significativo en esta dirección es el publicado con este título por Devall y Sessions, en 1985.

La oposición al monoteísmo va unida a la oposición a la agricultura y su visión del tiempo como lineal, y no circular, y en general la concepción de las relaciones hombre-naturaleza como algo basado en el cuidado y la administración. Por ello, para la deep, la idea de administración es inadmisible en cuanto se basa en la jerarquía hombre-tierra, que está totalmente fuera de lugar.

La deep dirige contra el monoteísmo la misma acusación que contra el humanismo: el dualismo – con olvido de que ¡somos y debemos pensar como una montaña! O como una serpiente – y el chovinismo humano – con olvido del igualitarismo biocéntrico. En esta posición, el humanocentrismo es visto como chovinismo humano.

Se trata de defender ante todo la diversidad de todas las especies, teniendo en cuenta no sólo la diversidad genética, sino también la diversidad regional, que incluye el respeto al hábitat, así como la diversidad de culturas. A tal efecto, resulta esencial la defensa de la vida salvaje, en cuanto que los animales salvajes deben servir de ejemplo al hombre para su mejor hominización. A su vez, “la diversidad de las especies y el proceso de su evolución no pueden ser mantenidas conservando plantas y animales en zoos y laboratorios”, como pretende la mentalidad tecnocrática, ya que lo importante es la evolución de la relación de las especies en el ambiente. Para ello hay que tratar de volver al modo de vida propio del paleolítico, con la caza y pesca, como único modo de conservar la biodiversidad regional (aquí puede verse la convergencia con el darwinismo social).

La «deep ecology», es en el fondo una cierta forma de paganismo, o una vuelta a la sociedad precristiana. Los germanos y los bárbaros adoraban a bosque y al árbol, y ahora se vuelve un poco a esto. De hecho hay también, en el fondo, un rechazo a la cultura moderna, que tiene unas raíces cristianas, y que ha causado según ellos una crispación de la naturaleza. Se quiere volver a un estado pre-cristiano, de supuesta «armonía» con la naturaleza. Detrás de estas propuestas e iniciativas hay un cierto odio al hombre, al que se culpabiliza de ese deterioro de la naturaleza. No hay que olvidar que la primera legislación ecológica fue la que promulgó Hitler, y además era para él un asunto muy personal. En los años 30 se legisla en la Alemania nazi para proteger la naturaleza, y por primera vez en la historia de Occidente se considera a los animales como sujetos de derechos. En la tradición occidental grecorromana, cristiana e incluso ilustrada, el animal no es sujeto de derechos sino que el hombre tiene deberes hacia el mundo animal, debe respetarlo, cuidarlo… se pueden matar animales con un motivo justificado, no se acepta matar o maltratar gratuitamente. El hombre que hace tales cosas se hace indigno, pero por la naturaleza de sus actos, no porque los animales tengan derechos. Desde este planteamiento nuevo, el hombre ya no es un ser privilegiado, que es lo que afirma el sentido común y la fe cristiana, sino una especie más entre otras. Es más, con frecuencia se dice que el hombre es un depredador y un destructor de la naturaleza. En todo este planteamiento hay una gran incoherencia, porque la idea de «equilibrio natural» es algo que se ha inventado el hombre, en la naturaleza lo que hay es una sucesión de estadios, lucha por la supervivencia, catástrofes, evolución… ¿quién dice que un estadio es mejor que otro? Esa es una idea exclusivamente humana.

 

Visto en el blog no matarás.


“En la ociosidad, el demonio mete la uña de la tentación”


 

Después de una excursión por la tierra a caza de almas, entró Satanás muy alborotado en el infierno un día, o, mejor dicho, una noche—porque en el infierno siempre es de noche—y llamó inmediatamente a sus más adictos y fieles servidores. Reunidos todos en infernal conciliábulo, con voz de trueno y escupiendo víboras: “Ya no servís de nada, rugió Satanás, dándose a sí mismo, es decir, dándose a todos los demonios”.

   Ya no me servís de nada; os habéis vuelto unos diablillos, ni más ni menos. Vengo de la tierra, en la que encuentro que se os ha olvidado el oficio; que no sabéis tentar, que nadie cae en vuestras redes, que ni siquiera os tienen miedo ciertas gentes, a quienes no acecháis en el momento oportuno. Y esto para vosotros es una vergüenza, ¿Qué se ha hecho de vuestra habilidad?

   Acordaos de la serpiente del Paraíso, vuestra hermana; en cuanto vió a Eva descuidada, se le echó encima; pero no bruscamente, sino con suavidad, con dulzura, con palabras melosas, y, sobre todo, con malicia. Rara vez deja de conseguirse el triunfo cuando la tentación va cubierta con estas envolturas. Hay que dorar la píldora para que el hombre la trague sin recelo, y, sobre todo, espiar el momento oportuno. En acecho. ¡Siempre en acecho! En cuanto veáis un resquicio, por allí sin pérdida de momento. Si no tenéis en cuenta lo que digo, se pierde el tiempo y el trabajo.

   Todos los demonios escuchaban aterrados las palabras de su dueño y señor, cuando Belial se atrevió a interrumpirle, diciendo: —Encárgame una comisión y prometo desempeñarla con el celo que siempre me ha distinguido en los asuntos de tu servicio.

   Si—dijo Satanás; — vas A desempeñar una comisión difícil, muy difícil, pero no imposible para tí que cuentas en grado eminente con malicia, constancia y oportunidad. Los hombres dicen: “Plaza sitiada, plaza tomada” Los diablos debemos decir: “Alma, tentada, alma condenada.”

Una de las cosas que me han dado más enojo en este mi último viaje a la tierra, ha sido ver un convento, ninguno de cuyos individuos ha sucumbido hasta ahora, y ni ha sido siquiera una vez vencido por la tentación. Esto es una mengua para vosotros, que habéis vencido a tantos que se tenían por invencibles, y ahora no podéis con unos miserables frailes, Acordaos de aquello que tengo miedo de pronunciar, y que dijo Aquél a quien, poniendo en juego toda mí sabiduría, no pude hacerle caer; “No nos dejes caer en la tentación”, porque bien sabía lo que decía. Caer en la tentación y seguirse casi siempre la obra culpable, es seguro, segurísimo. Con que tentad, tentad siempre, y dejad lo demás, que la tentación dará su fruto.

   —Vamos, pues, Belial, al convento que te, indico. ¡A ellos! A ver si dentro de ocho días me tientas aunque no sea más que tres o cuatro frailes.

   Y Belial parte como una flecha a dar gusto a su señor, poniendo en juego todas sus artimañas y diablescas asechanzas.

   A los ocho días volvió al infierno con el rabo entrepiernas, cariacontecido y con los ojos bajos y todo temeroso y compungido –– ¡Cómo! –– aulló Satanás en cuanto lo vió y conoció que venía con las garras limpias, — ¿Qué has hecho? ¿En qué has empleado estos ocho días? ¿En qué te has entretenido? ¿Es que se te ha olvidado el oficio? ¿Es que no has puesto cuidado? Habla, contesta pronto...

—Pero, señor —respondió todo angustiado Belial¿por dónde quería vuestra diablura que les entrara para tentarles? ¡Si aquellos malditos hombres siempre están ocupados!

 

POR EL OCIO ENTRA LA TENTACIÒN, POR LA TENTACIÒN EL PECADO Y POR EL PECADO LA PERDICIÒN.

APRENDAMOS DE ESTOS SABIOS MONJES A ESTAR SIEMPRE OCUPADOS A FIN DE NO CAER EN TENTACIÒN, Y ASI EVITAR EL PECADO. PARA TRIUNFAR DE NUESTROS ENEMIGOS, LOS DEMONIOS.

 

“LECTURA DOMINICAL”