miércoles, 26 de junio de 2019

La Masonería contra la Virgen dé Fatima – Por el Pbro. Virgilio Filippo.





   NOTA: ¿Alguien se preguntó que fue del pequeño árbol (encina) donde se aparecía Nuestra Señora? Y otros elementos que se construyó para iluminar el lugar y colar cruces etc.

   Escribe William Thomas Walsh, respecto de las apariciones de la Virgen del Rosario de Fátima que “en cuanto a la posición liberal, el primer silencio de estupefacción de los carbonarios duró sólo pocos días”.

   Al cabo de una semana, la Gran Logia Oriente, de Santarém se había recuperado lo bastante para planear no sólo una defensa sino un contraataque. En la noche del 23 de octubre, varios “hermanos”, incluyendo uno conocido por “Cementerio Franco”, acudieron a Ourem, donde fueron reforzados por ciertos secuaces del administrador Santos. Todos ellos prosiguieron en automóvil a Cova da Iria, con intención de destruir lo que quedaba de la carrasca, planta de encina sobre la que apareció la Virgen Santísima, matando así el culto, al privarle de un punto de reunión y de la reliquia principal.

   Unos llevaban linternas, otros hachas. Algunos golpes dados a las raíces y el arbolito cayó al suelo. Junto a él estaban otros objetos de devoción; la mesa de María Carreira con flores y monedas encima, y un cuadro de Nuestra Señora, el arco rústico que los peregrinos habían levantado con dos palos largos y otro cruzado sobre ellos, para soportar una pareja de faroles y algunas cruces.

   De todos estos objetos se apoderaron los invasores, transportándolos a Santarém. Los exhibieron como a monstruosidades medievales en una casa próxima al Seminario, estableciendo un modesto estipendio para examinarlos, y ofreciendo lo recaudado al administrador de la Misericordia, quien declinó aceptarlo. A la siguiente tarde llevaron en procesión por las calles, todo lo expuesto, cantando letanías blasfemas con acompañamiento de tambores.

   Cuando un grupo de católicos educados en Santarém publicaron indignados una protesta, la Federación de Pensadores Libres portugueses, replicó con uno de los más curiosos documentos de la historia de Portugal, un manifiesto dirigido a todos los liberales, contra el “vergonzoso espectáculo” representado cual comedia ridícula en Fátima, que atribuían a un complot eclesiástico “para unir la Iglesia con el Estado y restablecer las relaciones diplomáticas con el Vaticano”. En su apasionamiento llegaba el escritor hasta el extremo de declarar, que los milagros debían ser castigados como “transgresiones de las ordenanzas municipales”, ya que eran “violaciones de las leyes de la naturaleza”. Estaba especialmente irritado porque “el Milagro del Sol” había sido inventado y perpetrado en el XX Aniversario del libre pensador Francisco Ferrer. Exigiendo rápida acción pública contra todos aquellos “culpables” de volver a traer a la luz del siglo XX tales “hechos de “medioevalismo”, terminaba con las frases: “larga vida para la República (masónica) abajo la reacción. Larga vida para la libertad”. (Nuestra Señora de Fátima. De William Thomas Walsh Capítulo 14, páginas 195 y 196). (…)


Fragmento tomado de la obra: “Imperialismos y Masonería” (año 1967)

martes, 25 de junio de 2019

LA DOCTRINA DE LA VERDAD – Por Santa Catalina de Siena. (Parte 1 de 3)





TRES LUCES NECESARIAS.


  a) Luz general sobre las cosas del mundo, b) Luz perfecta sobre el abandono del mundo, c) Luz perfectísima sobre la presencia de Dios en el mundo. —La doctrina de la pureza.

   La luz de la razón es necesaria a cualquier alma que de veras quiera servir a Dios. — Primero sobre la luz general.

   Entonces, el Dios se alegró de la sed y hambre de aquella alma y de la rectitud de corazón, y queriendo atender al favor que le pedía, volvió sus ojos de piedad y misericordia hacia ella, diciendo:

   –– ¡Oh amadísima y queridísima hija y esposa mía! Levántate sobre ti misma y abre los ojos del entendimiento para verme a mí, Bondad infinita, y el amor inefable que te tengo a ti y a los demás servidores míos. Abre el oído de tu deseo, porque de otro modo, si no vieses, no podrías oír, o sea, que el alma que no mira con su entendimiento en el objeto de mi verdad, no puede oír ni conocer mi verdad. Por eso, para que la conozcas mejor, quiero que te levantes sobre todo lo sensible, y yo, que me deleito en tu petición y deseo, te complaceré. No es que el deleite pueda crecer en mí por vuestra intervención, puesto que yo soy quien lo hace crecer en vosotros, sino que me gozo en el mismo gozo que doy a las criaturas ––

   Entonces aquella alma obedeció, y, elevándose sobre sí misma para conocer la verdad de lo que le preguntaba, Dios eterno le dijo:

   –– Para que mejor puedas entender lo que voy a decir, volveré al principio de lo que preguntas: a las tres luces que salen de mí, verdadera Luz.

   La primera es una luz común que se halla en los que están en caridad común. Aunque te he dicho que tienes de una y otra luz (natural y sobrenatural), te repetiré muchas cosas ya dichas para que tu pobre entendimiento entienda mejor lo que quisiere saber. Las otras dos corresponden a aquellos que se han elevado sobre el mundo y quieren la perfección. Además de esto, te explicaré lo que me has preguntado, respondiéndote en concreto a lo que te interesa sobre la iluminación general.

   Sabes que te dije que sin luz nadie puede andar por el camino de la verdad, es decir, sin la luz de la razón. Esta la recibís de mí, verdadera Luz, por el entendimiento y por la luz de la fe que os he dado en el santo bautismo, si no la quitáis por vuestros pecados. En el bautismo, mediante y en virtud de la sangre de mi Hijo unigénito, recibisteis la forma de esta fe. Ella, ejercitada en la virtud por la luz de la razón —la cual se halla iluminada por la luz de la fe—, os da vida y os hace andar por el camino de la verdad. Con ella me conseguís a mí, verdadera Luz, y sin ella conseguiréis las tinieblas.

lunes, 24 de junio de 2019

LA CARIDAD HACIA LAS ALMAS DEL PURGATORIO y la Comunión de los Santos – Por el P. REGINALDO GARRIGOU-LAGRANGE, O. P.





¿CÓMO EJERCITAR ESTA CARIDAD?


   Mediante los sufragios, esto es, mediante nuestros méritos de conveniencia, nuestras oraciones, nuestras obras satisfactorias, nuestras limosnas, lucrando indulgencias y, sobre todo, mediante el Santo Sacrificio de la Misa, ofrecido por el descanso de esas almas.

   La misma Iglesia nos da el ejemplo, porque en todas las Misas nos hace orar por ellas en el Memento de los difuntos, y abriendo ampliamente para ellas el tesoro de los méritos de Cristo y de los Santos con las indulgencias que les son aplicables.

   “Las indulgencias—dice Santo Tomás— aprovechan principalmente a aquel que hace una buena obra a la que está aplicada una indulgencia; pero ayuda también, secundariamente, a aquellos por los cuales se hace esa buena obra; y nada impide a la Iglesia aplicarlas a las almas del Purgatorio.”

   El Santo Doctor se pregunta: “Los sufragios ofrecidos por un difunto ¿son más provechosos para él que para los demás difuntos?” Y responde: “A causa de la intención son más ventajosos, tocante a la remisión de la pena, para el difunto por quien se ofrecen, pero a causa de la caridad, que no debe excluir ninguno, son más ventajosos para otros difuntos que tienen una mayor caridad y les proporcionan sobre todo un mayor consuelo. Estos reciben más porque están mejor dispuestos. Se distingue, por lo tanto, el fruto especial de la Misa para la persona a quien la Misa es especialmente aplicada, y el fruto general, en el que participan todos los fieles difuntos, y que no es ciertamente mermado, por muy grande que sea el número de los que participan de él.”

   También se pregunta Santo Tomás: “Los sufragios ofrecidos por varios difuntos a la vez, ¿les son tan provechosos como si fuesen ofrecidos por uno solo? Por ejemplo, ¿si una Misa es dicha por veinte o treinta o por muchísimos más?” Y contesta: “A causa de la caridad que los inspira, estos sufragios son tan provechosos para muchos como si fuesen ofrecidos por uno solo, porque la caridad no es mermada por esta subdivisión, y así, una sola Misa alivia lo mismo a diez mil almas que a una sola. Pero estos sufragios, como satisfacción (y remisión de la pena), que nosotros tenemos intención de aplicar a los difuntos, son más provechosos para aquel para quien son singularmente ofrecidos.”

martes, 18 de junio de 2019

COMO ACONSEJABA A LOS PARROCOS – San José Cafasso (Parte 1 de 3)





   Sería cosa útil y muy del agrado de todos los párrocos el que recogiéramos aquí en pocas páginas, los consejos que el Santo dió a esta rama tan importante del clero, que tiene confiada a su cuidado la cura de las almas. Séame permitido referir algunos sabios consejos que pueden servir de norma, tanto a los sacerdotes que aceptan el desempeño de una parroquia, como a los obispos que la confieren.

   ¿Qué edad es de preferirse para la entrega y aceptación de una parroquia?: “Es mucho mejor, enseñaba Don Cafasso, recibir la parroquia cuando joven más bien que en edad madura. El párroco joven tendrá tiempo para ver crecer en virtud sus feligreses, gracias a sus trabajos y a su predicación. Cuando se puede decir a alguno, yo te bauticé, yo te enseñé las primeras verdades de la fe, cuánto amor, cuánto respeto y cuánta docilidad se aseguran”.

   ¿Se deben escoger las parroquias más ricas o es preferible el total abandono en la Divina Providencia? Sobre este punto Don Cafasso recomendaba absoluto desinterés, exhortando a no ambicionar las parroquias dotadas de más cuantiosa renta, sino buscar en todo la gloria del Señor. Y a uno de sus alumnos, que acaso poco satisfecho por tal consejo, observaba que al fin de cuentas, para un párroco es “siempre mejor que le sobre y no que le falte”, respondió el maestro: “Sí, sí, pero mientras no se haga buen uso de eso que sobra, nadie puede asegurar su eternidad”.

   ¿Se puede aspirar a la parroquia que nos vió nacer y crecer? Don Cafasso jamás aprobó tales aspiraciones recordando las palabras de Jesús: NEMO PROPHETA ACCEPTUS EST IN PATRIA SUA. Decía que los parientes, amigos y compañeros nos recordarían los defectos de nuestra juventud y la familiaridad que habíamos tenido para con ellos mismos, y estos son escollos poderosos para cumplir satisfactoriamente el sagrado ministerio. “Cuántas veces a un párroco en tales condiciones, podría recordarse el Medíce cura teipsun y entonces vería que sus sermones son menos escuchados y su confesonario rodeado con poca confianza. Y oírse luego tutear y llamar con los nombres de hijo de fulano o de sultano sería cosa que disminuiría mucho su prestigio”.

   ¿Cómo conducirse con las personas del servicio y en sus relaciones con los parroquianos? Pague a la criada su salario a fin de cada mes, y no le permita entrometerse en los asuntos de los parroquianos. El párroco debe amar su casa, y mantenerla con decoro, pero sin lujo. No entable amistades innecesarias ni busque entretenimientos profanos. No haga fácilmente confidencias a nadie con la ilusión de que los secretos tan inconsideradamente comunicados han de ser guardados. No vaya a otras casas sino cuando lo exigían la gloria de Dios, el deber y las obligaciones de cortesía. Aun en las más íntimas fiestas, se requiere mucha prudencia. Con ocasión de matrimonios y bautizos, en la iglesia, sí; en la casa, no, al menos por aquel día.

   ¿Cuál debe ser la residencia habitual del párroco? Además de la casa cural, la iglesia. ¡Qué hermoso, decía, cuando la gente va a buscar a su pastor y oye contestar: “voy a llamarlo, está en la iglesia”! Y en la iglesia el párroco debe portarse devotamente. Al verlo los fieles rezando en la iglesia el Oficio Divino, ante Jesús Sacramentado, celebrando la Santa Misa con piedad edificante, se sentirán movidos a frecuentar los Santos Sacramentos y a imitar su devoción.

   ¿Cómo corregir y amonestar a los hijos espirituales? Es deber de los párrocos, enseñaba el Santo, velar por la conducta de sus feligreses para advertir y corregir a los pecadores; y esto no sólo acerca de los defectos conocidos sino averiguando también los ocultos, tanto para la enmienda del delincuente como para edificación de los demás. Para que la corrección produzca frutos y no se tome mal, debe hacerse amablemente y de improviso para que cause más profunda impresión. Jamás se use el púlpito para reprender los pecados privados que se cometen en el pueblo.


“Vida de San José Cafasso” Ediciones Paulinas (año 1948)

lunes, 17 de junio de 2019

LA CARIDAD HACIA LAS ALMAS DEL PURGATORIO y la Comunión de los Santos – Por el P. REGINALDO GARRIGOU-LAGRANGE, O. P.





Fundamento y excelencia de esta caridad

   Santo Tomás enuncia el principio de esta doctrina relativa a los sufragios por los muertos, diciendo: “Todos los fieles en estado de gracia están unidos por la caridad y son miembros de un solo cuerpo, el de la Iglesia. Ahora bien, en un organismo cada miembro es ayudado por los demás. Sin duda —dice—sólo Jesucristo, constituido cabeza de la humanidad, ha podido merecer en justicia por nosotros, pero todo justo puede ayudar a su prójimo con el mérito de conveniencia (Este mérito de conveniencia está fundado no en la justicia, sino en la caridad, que nos une a Dios. A causa de nuestra caridad, El concede una ayuda a los que nosotros amamos…), las obras satisfactorias y la oración. Y lo que se dice del prójimo es cierto también por lo que respecta a las almas del Purgatorio, porque las tales pertenecen a la Iglesia purgante”

   Es un deber de caridad amar a Dios, autor de la gracia, sobre todas las cosas, y amar como a sí mismo a los hijos de Dios, y a los que están llamados a la misma bienaventuranza eterna, que un día gozaremos nosotros. Ahora bien, las almas dolientes del Purgatorio son, por la gracia santificante, hijas de Dios, lo son siempre: la Santísima Trinidad habita en ellas. Jesús vive en ellas íntimamente. Debemos, pues, amarlas como a nuestro prójimo, tanto más cuanto que algunas son de nuestra misma familia terrena, y tenemos deberes especiales de caridad para con las almas de nuestros parientes difuntos.

   Esta caridad debe practicarse tanto más cuanto que esas almas dolientes no pueden hacer nada por sí mismas; no pueden ya ni merecer, ni satisfacer, ni recibir los sacramentos, ni ganar indulgencias; no pueden más que aceptar y ofrecer sus sufrimientos o satisfacción. Por eso es muy necesario ayudarlas. Este deber fué especialmente entendido por la fundadora de las Auxiliadoras del Purgatorio. Muchacha aún, decía a sus amigas: “Si una de nosotras estuviese en una prisión de fuego y nos fuese posible sacarla de allí diciendo una palabra, ¿no es verdad que la diríamos inmediatamente?... He aquí lo que es el Purgatorio: las almas están en una prisión de fuego, pero Dios, que las tiene encerradas, no pide más que una oración para librarlas, y nosotros no decimos esa oración” La reverenda (Ya Santa) madre María de la Providencia, fundadora de la Sociedad de las Auxiliadoras del Purgatorio, 1825-1871 (Notice. París, Gabalda, 1828, pág. 7). Esta joven llegó poco a poco a esta intuición: “La liberación de las almas del Purgatorio para mayor gloria de Dios: hay que entregarle esas almas, que El llama a sí.” Algunos años más tarde el cura de Ars encargaba decir a esta jovencita: “Hará bien en fundar una Orden para las almas del Purgatorio: es Dios el que la ha inspirado para una obra tan sublime..., esta Orden tomará rápido incremento dentro de la Iglesia”.

   Es preciso considerar, además, con el padre Faber, que al ofrecer sufragios por estas almas se obra con seguridad de éxito, porque serán seguramente liberadas; lo que se hace por ellas nunca es en balde.

   Por fin, la caridad ejercida para con ellas es excelente, porque contribuye a dar a Dios almas que El atrae a sí y a dar a esas almas el mayor de todos los dones: Dios contemplado cara a cara, a obtenerles más pronto la eterna bienaventuranza. Al mismo tiempo se acrecienta el gozo accidental de Nuestro Señor, de su Santísima Madre y de los Santos.


“LA VIDA ETERNA Y LA PROFUNDIDAD DEL ALMA”


jueves, 13 de junio de 2019

SAN ANTONIO DE PADUA “CONTRA EL VICIO DE LA USURA”




(NOTA: Recomendamos esta lectura para quienes estudian doctrina social de la Iglesia).


   Después de Ferrara, Antonio se volvió nuevamente a Bolonia, y de aquí a Florencia, si bien esta ciudad no pertenecía a la Provincia que le estaba confiada.

   Allí sucedió el milagro, que narra San Buenaventura, del usurero que fué hallado sin corazón.

   Antonio, lo mismo en Florencia, como también en otras partes; y particularmente en Padua, atacó el vicio de la usura.

   Florencia y Padua tenían la primacía en este pecado. Los ricos banqueros de estas ciudades se habían hecho tan poderosos, que prestaban dinero, no sólo a los particulares, sino también a las casas reinantes, que, por sus continuas guerras, tenían necesidad de dinero. Los pequeños banqueros se contentaban con consumir al pobre pueblo poniendo una tasa que en ciertas determinadas circunstancias alcanzaba casi el cincuenta por ciento. Añádase a esto los abusos que el acreedor podía cometer con el deudor cuando éste no podía satisfacer sus compromisos y se comprenderá bien el motivo de las grandes alabanzas que merecen las invectivas del Santo contra los usureros, y las buenas disposiciones legislativas que algunas veces obtuvo a favor de los deudores insolventes.

   He aquí algunos de los fragmentos de los discursos del Santo sobre esta materia: “La maldita raza de los usureros se ha extendido por toda la redondez de la tierra, y sus dientes son voraces como los de los leones; con ellos mastican el dinero, cenagoso alimento; trituran y devoran continuamente los bienes de los pobres, de las viudas y de los huerfanitos.”

   “Los hay de tres clases. Algunos practican la usura en privado. Son como las serpientes, que se arrastran escondidas, y son innumerables. Otros ejercen la usura abiertamente, contentándose con una compensación menor, con lo que se engañan como si hiciesen una obra de misericordia. Y hay, por fin, una tercera parte, que es la peor, compuesta de pérfidos, desesperados, enfurecidos usureros, que cobran públicamente el tráfico de su oficio. Son estos los animales grandes de que habla el Salmo, porque son más feroces que los otros. Son presa más segura del gran cazador de las almas, que es el demonio. Y son pasto más abundante de la eterna ruina, si no restituyen todo aquello de que ilícitamente se han apoderado y no hacen la conveniente penitencia. Para incitarlos a esto surcan su mar los cazadores de las verdades eternas, y lo surcan con sus naves, y siembran la buena palabra en sus corazones. Más, por justo castigo de Dios, las espinas de las riquezas cobijan a los feroces animales de la usura, y viene a ser sofocada la palabra de Dios, que con tanto cuidado ha sido sembrada; y por esto es por lo que su penitencia resulta infructuosa.”

El milagro de la mula y la Eucaristía – Un pasaje de la vida de San Antonio de Padua.




   Los patarinos, que eran más fuertes en aquella ciudad que en otra parte, habían, entre ellos, desfigurado completamente el dogma de la presencia real, reduciendo la Eucaristía a una simple cena conmemorativa. Con esto, como fácilmente se comprende, herían a la Iglesia en lo que le era más vital, ya que la Eucaristía es precisamente el centro y el corazón de la Iglesia, y de este Sagrado Corazón le fluye la sangre y la vida, se irradia la luz de la Verdad, la llama del amor y se derivan todas las gracias.

   Antonio, en su predicación en Rímini, tuvo bien en cuenta este error particular de los herejes, e ilustró plenamente la realidad de la presencia de Jesús en la Hostia Santa: más los jefes de la herejía daban, por su parte, muestras de tenacidad en sus negaciones, y tal vez en presencia de los más sencillos intentaban rebatir los razonamientos del Santo. Hubo, entre otros, uno que se hacía el sabihondo, aduciendo todas las más mezquinas razones del hombre que no cree en las explícitas palabras de Jesucristo.

   Intentó Antonio iluminarle tanto en público como en privado, aduciéndole, entre otras cosas, que en una diminuta semilla se encuentra en embrión todo el cuerpo futuro,, tanto en el reino animal como en el vegetal; los muchos cambios de que hablan las Escrituras: el agua de las bodas de Cana trocada en vino y, más que todo, el infinito poder de Dios, el cual nos lo ha asegurado con aquellas palabras de Cristo: —Este es mi cuerpo: ésta es mi sangre—, que no admite discusión.

   Bonvillo, así se llamaba el hereje, replicaba siempre que no quería entender tantas razones y sofismas, y una vez añadió: —Si quieres que yo crea en este misterio no tienes más remedio que mostrármelo con un milagro. Te juro que después del milagro estoy dispuesto a creerte y a convertirme.

   —Elige —respondió el Santo— el milagro que quieras, porque yo confío en Dios que lo verás realizado.

miércoles, 12 de junio de 2019

EL TEMOR AL ESCÁNDALO NO DEBE CALLAR LA VERDAD – El ejemplo de San Antonio de Padua.






…El pequeño señor cruel y despótico, del prelado vicioso nada tenían que temer, estos prelados eran incapaces de atreverse a levantar la voz contra el vicio, cuando éste aparecía personificado en el poderoso del mundo.

   El Santo intuyó en seguida este grave achaque y he aquí por qué hallamos en sus sermones las más encendidas invectivas aún contra las personas eclesiásticas y contra los oradores de su tiempo.

   Antonio era del temple de aquel San Juan Gualberto, que algún siglo antes no había titubeado en denunciar en la plaza pública de Florencia a su propio abad y a su propio obispo, tenidos hasta entonces en concepto de hombres de bien.

   A éstos, dice nuestro Santo: “El que predica la verdad da buen testimonio a Cristo, mientras que se lo niega el que la calla. Como la verdad suele atraerse el odio, algunos, para no incurrir en este injusto odio ajeno, cierran sus labios con un riguroso silencio. Si dijeran la verdad como debieran hacerlo, si siguieran la recta razón y el mandamiento del Señor, incurrirían en el odio de aquellos que viven según las máximas falaces y las costumbres perversas del mundo, que han abandonado. Mas como tales predicadores pertenecen a la misma masa de los carnales, e imitan sus costumbres, tienen por esto miedo de escandalizar al mundo, descubriendo sus torpezas, siendo así que ni aún por este escándalo debe callarse la verdad. Cuando los discípulos refirieron a Jesús que los fariseos se habían escandalizado de sus palabras, la Verdad encarnada respondió: “-Lo que no ha sido plantado por mi Padre será exterminado y destruido. No os preocupéis, pues, de ellos, que son ciegos y guías de ciegos.” ¡Oh predicadores ciegos como lo fariseos: porque teméis, las iras de los mundanos incurrís en el mismo castigo que es la ceguedad!

Enseñanzas varias y cortas de San Antonio de Padua





Sobre la usura.

   “Oh ciegos, avaros y usureros, ¿por qué no reflexionáis sobre vosotros mismos? Vosotros sois tierra y es tierra vuestro corazón, tierra todo lo que adoráis. Semejantes a las serpientes del Génesis, estáis condenados a devorar tierra por todo el tiempo de vuestra vida. Vosotros mismos seréis dados en pasto al diablo, y vuestra alma es la comida de la serpiente: —Avarus, cibus est diáboli; y ¿no es un puñado de tierra lo que vosotros adoráis? Y vosotros ¿no sois tierra y fango?

Sobre la soberbia.

   ¡Oh soberbio, tu corazón está hinchado como mar tempestuoso; descompasados, como las olas del mar, son los movimientos de tu soberbia! ¡Hínchate, pues, y enorgullécete! Pero ten en cuenta que no tendrás parte en el Reino de Dios. Este está prometido a los humildes, y el Señor aparta de sí a los soberbios, y les  resiste.

Sobre la lujuria.

¡Oh lujurioso, te has convertido en objeto de burla en manos del demonio! ¡Mira lo que él ha obrado en tu alma, en tu cuerpo! A tu alma ha despojado de la gracia y de todas las hermosas virtudes; a tu cuerpo ha despojado de toda fuerza y de toda energía. Ha disipado en ti todo manantial de virtud; te ha despojado, oh miserable, de toda la hermosura de hijo de Dios, y ha apagado en el fuego de la lujuria toda acción viril, virtuosa y perfecta;¡ qué desgracia!

Sobre la vanidad.

   ¡Oh vanaglorioso, tú llevas contigo aquel fuego que deseca en tu corazón toda semilla de virtud, y le despoja de todo manantial de mérito! Tú soportas todas las incomodidades del virtuoso; tú sientas todas las fatigas de la vida del justo; mas todo lo pierdes por la maldita vanagloria. ¿Con que tú, oh necio, buscas tu gloria, tú que no eres sino polvo y ceniza? Escucha. El espíritu es el que vivifica; mas no el suyo, sino el de Dios. ¿Y te perderás por ir tras una ligera y despreciable gloria mundana?

Sobre la envidia.

   ¡Oh envidioso, has preparado un hermoso nido en tu corazón! un nido al demonio. Yo sé dónde moras dice el Señor en el Apocalipsis: tú moras en la sede de Satanás. Tu corazón es la sede del demonio. La bestia, dice Job, entrará en la caverna y morará en ella. El corazón del envidioso es la cueva del demonio, y todo en ella está oscurecido por el hollín de la envidia. ¡Oh qué cosa más fea, es, pues, la envidia!

martes, 11 de junio de 2019

El demonio del dinero – Por San Juan Crisóstomo.





Y así es que no hay demonio más violento que la codicia del dinero, y muchos obedecen más fielmente a ésta que otros a sus ídolos. Los idólatras se hacen los sordos en muchas cosas; mas aquí se cede en todo y lo que la avaricia manda se cumple puntualmente.

   ¿Y qué manda? Sé enemigo —dice— de todo el género humano, desconoce la naturaleza, menosprecia a Dios, entrégate a mí. Y en todo se lo obedece. A los ídolos se les sacrifican bueyes y ovejas; la avaricia, empero, dice: Sacrifícame tu alma, y convence a su adorador. ¿Veis qué altares tiene y qué sacrificios recibe? Los avaros no poseerán el reino de Dios; pero ni aun así sienten temor alguno.

   Y, sin embargo, esta concupiscencia es la más flaca de todas. Y no es ingénita ni natural; de serlo, hubiera existido desde el principio.

   Pero lo cierto es que, originariamente, no había dinero, ni lo codiciaba nadie.

   Si os place, yo os voy a explicar el origen de este mal. El origen está en que cada uno, emulando a su antecesor, propaga esa enfermedad, y el que va delante incita al que sigue, por más que éste no quiera.


“SOBRE RICOS Y POBRES”