jueves, 29 de septiembre de 2022

NOVENA EN HONOR A SAN MIGUEL ARCÁNGEL. DÍA NOVENO.

 



Adaptación de la Novena compuesta en 1827 por el padre fray Miguel Antonio Escalante OH, capellán del convento de San Juan de Dios; aprobada por Mons. Fernando Caicedo y Florez, Arzobispo de Santa Fe de Bogotá, el 6 de Noviembre de 1827, y por Mons. Juan Manuel González Arbeláez, Arzobispo coadjutor de dicha sede, en Octubre de 1936.

 

 

NOVENA EN HONOR A SAN MIGUEL ARCÁNGEL, PRÍNCIPE DE TODA LA MILICIA CELESTIAL, PROTECTOR UNIVERSAL DE LA SANTA IGLESIA Y ABOGADO PODEROSÍSIMO PARA PRESENTAR LAS ALMAS FIELES ANTE EL DIVINO TRIBUNAL.

 

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

ACTO DE CONTRICIÓN

 

 

Altísimo Señor y Dios eterno, uno en esencia y trino en personas, yo el más indigno, miserable y delincuente pecador, postrado ante vuestra divina y adorable Presencia, y la de todos los angélicos espíritus celestiales, Santos y Santas de la Corte del Cielo, y justos de la tierra, confieso, mi Señor y mi Dios, que os he ofendido un sin número de veces, mereciendo por tan graves y enormes ofensas los más terribles y justos castigos, como los que han sentido y sentirán eternamente en el Infierno el soberbio Lucifer y sus secuaces, en cuya infeliz compañía, mucho tiempo a que estaría yo padeciendo, a no haber mediado vuestra infinita piedad y misericordia, que no ha permitido que yo me pierda eternamente, sino que aún me esperáis para que arrepentido de tanta culpa y ofensa como ingratitudes he cometido contra Vos mi Dios, al fin las llore y haga por ellas la necesaria e indispensable penitencia. Y esta es, Señor, la que protesto hacer desde ahora, pidiéndoos como os pido de todo mi corazón me perdonéis todas mis culpas, delitos y pecados, pues de todos ellos me arrepiento, los detesto y aborrezco; y os doy palabra de no volver a ofenderos. Perdonadme, Señor, pues de verdad me pesa el haberos ofendido, y aquí me estaré, mi Dios, postrado ante vuestra divina Presencia, hasta que compadecido de mí os dignéis concederme por los méritos de la Pasión y muerte de vuestro divino Hijo mi Señor Jesucristo, también por los de su santísima Madre María, y por los ruegos de vuestro Arcángel San Miguel, el perdón de todos mis pecados, con vuestra amistad y gracia, para serviros y amaros fielmente hasta el fin de mi vida. Amén.

  

 

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

 

 

Glorioso y humildísimo Arcángel San Miguel, primer ministro del Altísimo, Príncipe supremo de las milicias de los ángeles, poderosísimo protector del Catolicismo, celosísimo defensor y fiel custodio de la Santa Iglesia, enemigo poderoso de la culpa y herejía, sustentáculo el más firme de la fe Católica, abogado de las almas fieles para presentarlas ante el divino tribunal, abanderado que llevaréis en vuestras manos la Santísima Cruz en el día grande del Juicio de Dios (Ofertorio, Misa de Difuntos), Ángel enviado de Dios para significar los misterios contenidos en su divina voz y santa palabra, compañero perpetuo de los Santos Arcángeles Gabriel, Rafael, y las otras cuatro lumbreras que con vos arden continuamente ante el trono de Dios; yo os suplico humildemente seáis nuestro intercesor para que vuestros devotos que os tributamos este humilde culto, consigamos por vuestra poderosa intercesión los bienes espirituales y corporales que os pedimos en esta novena, si ha de ser para mayor honra y gloria de Dios y salvación de nuestras almas. Amén.

 





 DÍA NOVENO – 29 DE SEPTIEMBRE

 


 

Dios y Señor de los Serafines, los cuales empleados siempre en amaros y cantar vuestras alabanzas alternativamente en todo tiempo, diciendo: «Santo, Santo, Santo es el Señor, Rey de los ejércitos: llenos están los cielos y la tierra de la majestad de vuestra gloria» (Himno Te Deum). «Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo», cántico solemne y de santa alegría que llena de amor ardentísimo a todos los bienaventurados, cántico que la Iglesia Católica repite a vuestra Divina Majestad como un homenaje de reconocimiento y adoración por todos los beneficios que diariamente dispensáis a todos los hombres.

Yo os suplico, Dios y Señor mío, por los méritos de vuestro fidelísimo Arcángel San Miguel nos concedáis su asistencia con  vuestra divina gracia, para guardar y cumplir vuestros santos mandamientos, para amaros sobre todas las cosas y amar al prójimo como a nosotros mismos, y logrando amaros con ferviente amor en esta vida, consigamos alabaros después de nuestra muerte, en compañía de los Santos Ángeles repitiendo con gozo: «Santo, Santo, Santo es el Señor, Rey de los ejércitos: llenos están los cielos y la tierra de la majestad de vuestra gloria. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo». Amén.

 

—Aquí se rezan tres Padrenuestros y Avemarías en honor a San Miguel Arcángel.

 

 

ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN

 

 

¡Oh Purísima e Inmaculada Virgen María!, Madre de Dios, Soberana Reina de los Ángeles y de los hombres, a vuestros sagrados pies se postra también este tan abominable e inmundo pecador que por la gravedad de mis culpas no merezco llegar a ver el rostro de vuestro divino hijo mi Señor Jesucristo, ni tampoco el vuestro, ¡oh Emperatriz de los cielos y tierra! Acordaos que sois el refugio de los pecadores, la esperanza de los que en Vos confían, y la luz que alumbra las conciencias para hacer buena confesión de todos los pecados: haced, Señora, que tanto en mí como en mis prójimos no se malogre el fruto preciosísimo de la Pasión y Muerte de vuestro Hijo Jesucristo, mi Señor y Dios. Esta gracia os la pido, por los dolores de vuestro corazón, y por los merecimientos de vuestro fiel siervo el Príncipe San Miguel. También os suplicamos que miréis se conserve la paz entre todos los cristianos, para la exaltación de nuestra fe Católica y conversión de los pecadores a verdadera penitencia, que protejáis al soberano pontífice, Vicario de Cristo en la tierra y a todos los miembros de la Santa Iglesia, y pues ella os elogia diciendo «Regocíjate, Virgen María, pues tú sola has dado muerte a todas las herejías en el mundo entero» (Oficio parvo de la Bienaventurada Virgen María), exterminadlas todas, ¡oh Reina poderosísima!, y no permitáis que ninguna de ellas, ni la que actualmente nos inquieta, de ningún modo prevalezcan: para que logrando vivir y morir en aquella Fe santa y Católica religión que en el sagrado Bautismo profesamos, y llegando todos al conocimiento de Jesucristo, podamos guardar la ley de Dios y ser felices eternamente en la gloria en compañía vuestra y de todos los santos. Amén.

  

 

—Aquí se pedirá a Dios nuestro Señor, que por los méritos de su Madre santísima y los de San Miguel Arcángel se digne oír nuestras humildes súplicas, y socorrer las necesidades de la Santa Iglesia y las de todos los Católicos.

 


NOVENA EN HONOR A SAN MIGUEL ARCÁNGEL. DÍA OCTAVO.

 




Adaptación de la Novena compuesta en 1827 por el padre fray Miguel Antonio Escalante OH, capellán del convento de San Juan de Dios; aprobada por Mons. Fernando Caicedo y Florez, Arzobispo de Santa Fe de Bogotá, el 6 de Noviembre de 1827, y por Mons. Juan Manuel González Arbeláez, Arzobispo coadjutor de dicha sede, en Octubre de 1936.

 

 

NOVENA EN HONOR A SAN MIGUEL ARCÁNGEL, PRÍNCIPE DE TODA LA MILICIA CELESTIAL, PROTECTOR UNIVERSAL DE LA SANTA IGLESIA Y ABOGADO PODEROSÍSIMO PARA PRESENTAR LAS ALMAS FIELES ANTE EL DIVINO TRIBUNAL.

 

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

ACTO DE CONTRICIÓN

 

 

Altísimo Señor y Dios eterno, uno en esencia y trino en personas, yo el más indigno, miserable y delincuente pecador, postrado ante vuestra divina y adorable Presencia, y la de todos los angélicos espíritus celestiales, Santos y Santas de la Corte del Cielo, y justos de la tierra, confieso, mi Señor y mi Dios, que os he ofendido un sin número de veces, mereciendo por tan graves y enormes ofensas los más terribles y justos castigos, como los que han sentido y sentirán eternamente en el Infierno el soberbio Lucifer y sus secuaces, en cuya infeliz compañía, mucho tiempo a que estaría yo padeciendo, a no haber mediado vuestra infinita piedad y misericordia, que no ha permitido que yo me pierda eternamente, sino que aún me esperáis para que arrepentido de tanta culpa y ofensa como ingratitudes he cometido contra Vos mi Dios, al fin las llore y haga por ellas la necesaria e indispensable penitencia. Y esta es, Señor, la que protesto hacer desde ahora, pidiéndoos como os pido de todo mi corazón me perdonéis todas mis culpas, delitos y pecados, pues de todos ellos me arrepiento, los detesto y aborrezco; y os doy palabra de no volver a ofenderos. Perdonadme, Señor, pues de verdad me pesa el haberos ofendido, y aquí me estaré, mi Dios, postrado ante vuestra divina Presencia, hasta que compadecido de mí os dignéis concederme por los méritos de la Pasión y muerte de vuestro divino Hijo mi Señor Jesucristo, también por los de su santísima Madre María, y por los ruegos de vuestro Arcángel San Miguel, el perdón de todos mis pecados, con vuestra amistad y gracia, para serviros y amaros fielmente hasta el fin de mi vida. Amén.

  

 

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

 

 

Glorioso y humildísimo Arcángel San Miguel, primer ministro del Altísimo, Príncipe supremo de las milicias de los ángeles, poderosísimo protector del Catolicismo, celosísimo defensor y fiel custodio de la Santa Iglesia, enemigo poderoso de la culpa y herejía, sustentáculo el más firme de la fe Católica, abogado de las almas fieles para presentarlas ante el divino tribunal, abanderado que llevaréis en vuestras manos la Santísima Cruz en el día grande del Juicio de Dios (Ofertorio, Misa de Difuntos), Ángel enviado de Dios para significar los misterios contenidos en su divina voz y santa palabra, compañero perpetuo de los Santos Arcángeles Gabriel, Rafael, y las otras cuatro lumbreras que con vos arden continuamente ante el trono de Dios; yo os suplico humildemente seáis nuestro intercesor para que vuestros devotos que os tributamos este humilde culto, consigamos por vuestra poderosa intercesión los bienes espirituales y corporales que os pedimos en esta novena, si ha de ser para mayor honra y gloria de Dios y salvación de nuestras almas. Amén.

 




 

DÍA OCTAVO – 28 DE SEPTIEMBRE

 

 

 

Dios y Señor de los Querubines, a los cuales adornasteis de perfecta sabiduría e inteligencia, y sobre cuyas alas, como dice el profeta y rey David, estáis sentado y sois conducido en ellos (Salmo 98, 1), yo os ofrezco los méritos de estos sapientísimos espíritus y los de vuestro Arcángel San Miguel, el cual, según enseña la Iglesia Católica, aplicándole las palabras del primer capítulo del Apocalipsis, él es el Ángel enviado por Vos mismo a vuestro siervo San Juan Evangelista para significarle lo que convenía hacer prontamente, y darle la voz revelada de profecía para todos los tiempos (Apocalipsis 1).

Os suplicamos, Dios y Señor nuestro, por los méritos de vuestro humilde y sapientísimo Arcángel San Miguel, para que aspirando agradar a Jesucristo crucificado haciendo en todo su Voluntad divina, en cuyo cumplimiento consiste la verdadera sabiduría, y que no aspirando (como lo aconseja vuestro Apóstol San Pablo) a saber más de lo que con sobriedad nos conviene saber, logremos hacer al fin acá en la tierra vuestra divina Voluntad como lo hacen los Ángeles en el Cielo y los justos en la tierra; y lo demás que os pedimos en esta novena, si es para la gloria de Dios y salvación de las almas. Amén.

 

 

—Aquí se rezan tres Padrenuestros y Avemarías en honor a San Miguel Arcángel.

 

 

ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN

 

 

¡Oh Purísima e Inmaculada Virgen María!, Madre de Dios, Soberana Reina de los Ángeles y de los hombres, a vuestros sagrados pies se postra también este tan abominable e inmundo pecador que por la gravedad de mis culpas no merezco llegar a ver el rostro de vuestro divino hijo mi Señor Jesucristo, ni tampoco el vuestro, ¡oh Emperatriz de los cielos y tierra! Acordaos que sois el refugio de los pecadores, la esperanza de los que en Vos confían, y la luz que alumbra las conciencias para hacer buena confesión de todos los pecados: haced, Señora, que tanto en mí como en mis prójimos no se malogre el fruto preciosísimo de la Pasión y Muerte de vuestro Hijo Jesucristo, mi Señor y Dios. Esta gracia os la pido, por los dolores de vuestro corazón, y por los merecimientos de vuestro fiel siervo el Príncipe San Miguel. También os suplicamos que miréis se conserve la paz entre todos los cristianos, para la exaltación de nuestra fe Católica y conversión de los pecadores a verdadera penitencia, que protejáis al soberano pontífice, Vicario de Cristo en la tierra y a todos los miembros de la Santa Iglesia, y pues ella os elogia diciendo «Regocíjate, Virgen María, pues tú sola has dado muerte a todas las herejías en el mundo entero» (Oficio parvo de la Bienaventurada Virgen María), exterminadlas todas, ¡oh Reina poderosísima!, y no permitáis que ninguna de ellas, ni la que actualmente nos inquieta, de ningún modo prevalezcan: para que logrando vivir y morir en aquella Fe santa y Católica religión que en el sagrado Bautismo profesamos, y llegando todos al conocimiento de Jesucristo, podamos guardar la ley de Dios y ser felices eternamente en la gloria en compañía vuestra y de todos los santos. Amén.

  

 

—Aquí se pedirá a Dios nuestro Señor, que por los méritos de su Madre santísima y los de San Miguel Arcángel se digne oír nuestras humildes súplicas, y socorrer las necesidades de la Santa Iglesia y las de todos los Católicos.

 


martes, 27 de septiembre de 2022

NOVENA EN HONOR A SAN MIGUEL ARCÁNGEL. DÍA SÉPTIMO.

 



Adaptación de la Novena compuesta en 1827 por el padre fray Miguel Antonio Escalante OH, capellán del convento de San Juan de Dios; aprobada por Mons. Fernando Caicedo y Florez, Arzobispo de Santa Fe de Bogotá, el 6 de Noviembre de 1827, y por Mons. Juan Manuel González Arbeláez, Arzobispo coadjutor de dicha sede, en Octubre de 1936.

 

 

NOVENA EN HONOR A SAN MIGUEL ARCÁNGEL, PRÍNCIPE DE TODA LA MILICIA CELESTIAL, PROTECTOR UNIVERSAL DE LA SANTA IGLESIA Y ABOGADO PODEROSÍSIMO PARA PRESENTAR LAS ALMAS FIELES ANTE EL DIVINO TRIBUNAL.

 

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

ACTO DE CONTRICIÓN

 

 

Altísimo Señor y Dios eterno, uno en esencia y trino en personas, yo el más indigno, miserable y delincuente pecador, postrado ante vuestra divina y adorable Presencia, y la de todos los angélicos espíritus celestiales, Santos y Santas de la Corte del Cielo, y justos de la tierra, confieso, mi Señor y mi Dios, que os he ofendido un sin número de veces, mereciendo por tan graves y enormes ofensas los más terribles y justos castigos, como los que han sentido y sentirán eternamente en el Infierno el soberbio Lucifer y sus secuaces, en cuya infeliz compañía, mucho tiempo a que estaría yo padeciendo, a no haber mediado vuestra infinita piedad y misericordia, que no ha permitido que yo me pierda eternamente, sino que aún me esperáis para que arrepentido de tanta culpa y ofensa como ingratitudes he cometido contra Vos mi Dios, al fin las llore y haga por ellas la necesaria e indispensable penitencia. Y esta es, Señor, la que protesto hacer desde ahora, pidiéndoos como os pido de todo mi corazón me perdonéis todas mis culpas, delitos y pecados, pues de todos ellos me arrepiento, los detesto y aborrezco; y os doy palabra de no volver a ofenderos. Perdonadme, Señor, pues de verdad me pesa el haberos ofendido, y aquí me estaré, mi Dios, postrado ante vuestra divina Presencia, hasta que compadecido de mí os dignéis concederme por los méritos de la Pasión y muerte de vuestro divino Hijo mi Señor Jesucristo, también por los de su santísima Madre María, y por los ruegos de vuestro Arcángel San Miguel, el perdón de todos mis pecados, con vuestra amistad y gracia, para serviros y amaros fielmente hasta el fin de mi vida. Amén.

  

 

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

 

 

Glorioso y humildísimo Arcángel San Miguel, primer ministro del Altísimo, Príncipe supremo de las milicias de los ángeles, poderosísimo protector del Catolicismo, celosísimo defensor y fiel custodio de la Santa Iglesia, enemigo poderoso de la culpa y herejía, sustentáculo el más firme de la fe Católica, abogado de las almas fieles para presentarlas ante el divino tribunal, abanderado que llevaréis en vuestras manos la Santísima Cruz en el día grande del Juicio de Dios (Ofertorio, Misa de Difuntos), Ángel enviado de Dios para significar los misterios contenidos en su divina voz y santa palabra, compañero perpetuo de los Santos Arcángeles Gabriel, Rafael, y las otras cuatro lumbreras que con vos arden continuamente ante el trono de Dios; yo os suplico humildemente seáis nuestro intercesor para que vuestros devotos que os tributamos este humilde culto, consigamos por vuestra poderosa intercesión los bienes espirituales y corporales que os pedimos en esta novena, si ha de ser para mayor honra y gloria de Dios y salvación de nuestras almas. Amén.

 






 

DÍA SÉPTIMO – 27 DE SEPTIEMBRE

 



Dios y Señor de los Tronos, en quienes descansáis como en el Trono de vuestra gloria, yo os ofrezco los méritos de estos altísimos servidores y los de vuestro Arcángel San Miguel, quien después de cuidar en esta vida de las almas cristianas y humildes, él es quien las conduce y presenta ante el Tribunal divino cuando salen de sus cuerpos, exponiendo en su favor los méritos que adquirieron por las buenas obras que practicaron mientras permanecieron en este mundo (Oficio de San Miguel Arcángel, antífona del III Nocturno), hasta declararse su fiel intercesor y abogado, librándolas de las penas terribles merecidas por sus pecados e intercediendo por ellas a la divina Justicia.

Yo os suplico, mi Dios y Señor, concedáis que en esta vida tenga tanta devoción a este sagrado Arcángel, que por la imitación de sus virtudes, principalmente de su humildad, celo de la gloria de Dios y salvación de las almas, logre el que sea mi abogado, cuando mi pobre alma sea presentada en el Tribunal del Justo Juez; y vos, glorioso Arcángel San Miguel, Príncipe de los ejércitos de nuestro Dios, defiende a la Santa Iglesia Católica y a todos sus hijos, del contagio de la revolución, que anda en todo el mundo propagando todos los errores y herejías en contra de la luz del Evangelio, os suplico en esta novena que aumentéis nuestra fe y nos libréis de todos los asaltos de nuestros enemigos que nos rodean en esta vida, para que no perezcamos en el Juicio tremendo (Misa de San Miguel Arcángel, verso aleluyático); y nos concedáis honrar vuestro santo Nombre, por los méritos de vuestro Santo Arcángel y los demás espíritus bienaventurados, con lo demás que os pedimos en esta novena, si es para mayor gloria de Dios y bien de nuestras almas. Amén.

 

—Aquí se rezan tres Padrenuestros y Avemarías en honor a San Miguel Arcángel.

 

 

ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN

 

 

¡Oh Purísima e Inmaculada Virgen María!, Madre de Dios, Soberana Reina de los Ángeles y de los hombres, a vuestros sagrados pies se postra también este tan abominable e inmundo pecador que por la gravedad de mis culpas no merezco llegar a ver el rostro de vuestro divino hijo mi Señor Jesucristo, ni tampoco el vuestro, ¡oh Emperatriz de los cielos y tierra! Acordaos que sois el refugio de los pecadores, la esperanza de los que en Vos confían, y la luz que alumbra las conciencias para hacer buena confesión de todos los pecados: haced, Señora, que tanto en mí como en mis prójimos no se malogre el fruto preciosísimo de la Pasión y Muerte de vuestro Hijo Jesucristo, mi Señor y Dios. Esta gracia os la pido, por los dolores de vuestro corazón, y por los merecimientos de vuestro fiel siervo el Príncipe San Miguel. También os suplicamos que miréis se conserve la paz entre todos los cristianos, para la exaltación de nuestra fe Católica y conversión de los pecadores a verdadera penitencia, que protejáis al soberano pontífice, Vicario de Cristo en la tierra y a todos los miembros de la Santa Iglesia, y pues ella os elogia diciendo «Regocíjate, Virgen María, pues tú sola has dado muerte a todas las herejías en el mundo entero» (Oficio parvo de la Bienaventurada Virgen María), exterminadlas todas, ¡oh Reina poderosísima!, y no permitáis que ninguna de ellas, ni la que actualmente nos inquieta, de ningún modo prevalezcan: para que logrando vivir y morir en aquella Fe santa y Católica religión que en el sagrado Bautismo profesamos, y llegando todos al conocimiento de Jesucristo, podamos guardar la ley de Dios y ser felices eternamente en la gloria en compañía vuestra y de todos los santos. Amén.

  

 

—Aquí se pedirá a Dios nuestro Señor, que por los méritos de su Madre santísima y los de San Miguel Arcángel se digne oír nuestras humildes súplicas, y socorrer las necesidades de la Santa Iglesia y las de todos los Católicos.

 


lunes, 26 de septiembre de 2022

NOVENA EN HONOR A SAN MIGUEL ARCÁNGEL. DÍA SEXTO.

 



Adaptación de la Novena compuesta en 1827 por el padre fray Miguel Antonio Escalante OH, capellán del convento de San Juan de Dios; aprobada por Mons. Fernando Caicedo y Florez, Arzobispo de Santa Fe de Bogotá, el 6 de Noviembre de 1827, y por Mons. Juan Manuel González Arbeláez, Arzobispo coadjutor de dicha sede, en Octubre de 1936.

 

 

NOVENA EN HONOR A SAN MIGUEL ARCÁNGEL, PRÍNCIPE DE TODA LA MILICIA CELESTIAL, PROTECTOR UNIVERSAL DE LA SANTA IGLESIA Y ABOGADO PODEROSÍSIMO PARA PRESENTAR LAS ALMAS FIELES ANTE EL DIVINO TRIBUNAL.

 

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

ACTO DE CONTRICIÓN

 

 

Altísimo Señor y Dios eterno, uno en esencia y trino en personas, yo el más indigno, miserable y delincuente pecador, postrado ante vuestra divina y adorable Presencia, y la de todos los angélicos espíritus celestiales, Santos y Santas de la Corte del Cielo, y justos de la tierra, confieso, mi Señor y mi Dios, que os he ofendido un sin número de veces, mereciendo por tan graves y enormes ofensas los más terribles y justos castigos, como los que han sentido y sentirán eternamente en el Infierno el soberbio Lucifer y sus secuaces, en cuya infeliz compañía, mucho tiempo a que estaría yo padeciendo, a no haber mediado vuestra infinita piedad y misericordia, que no ha permitido que yo me pierda eternamente, sino que aún me esperáis para que arrepentido de tanta culpa y ofensa como ingratitudes he cometido contra Vos mi Dios, al fin las llore y haga por ellas la necesaria e indispensable penitencia. Y esta es, Señor, la que protesto hacer desde ahora, pidiéndoos como os pido de todo mi corazón me perdonéis todas mis culpas, delitos y pecados, pues de todos ellos me arrepiento, los detesto y aborrezco; y os doy palabra de no volver a ofenderos. Perdonadme, Señor, pues de verdad me pesa el haberos ofendido, y aquí me estaré, mi Dios, postrado ante vuestra divina Presencia, hasta que compadecido de mí os dignéis concederme por los méritos de la Pasión y muerte de vuestro divino Hijo mi Señor Jesucristo, también por los de su santísima Madre María, y por los ruegos de vuestro Arcángel San Miguel, el perdón de todos mis pecados, con vuestra amistad y gracia, para serviros y amaros fielmente hasta el fin de mi vida. Amén.

  

 

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

 

 

Glorioso y humildísimo Arcángel San Miguel, primer ministro del Altísimo, Príncipe supremo de las milicias de los ángeles, poderosísimo protector del Catolicismo, celosísimo defensor y fiel custodio de la Santa Iglesia, enemigo poderoso de la culpa y herejía, sustentáculo el más firme de la fe Católica, abogado de las almas fieles para presentarlas ante el divino tribunal, abanderado que llevaréis en vuestras manos la Santísima Cruz en el día grande del Juicio de Dios (Ofertorio, Misa de Difuntos), Ángel enviado de Dios para significar los misterios contenidos en su divina voz y santa palabra, compañero perpetuo de los Santos Arcángeles Gabriel, Rafael, y las otras cuatro lumbreras que con vos arden continuamente ante el trono de Dios; yo os suplico humildemente seáis nuestro intercesor para que vuestros devotos que os tributamos este humilde culto, consigamos por vuestra poderosa intercesión los bienes espirituales y corporales que os pedimos en esta novena, si ha de ser para mayor honra y gloria de Dios y salvación de nuestras almas. Amén.

 



 



DÍA SEXTO – 26 DE SEPTIEMBRE

 

 

Dios y Señor de las Dominaciones, que preceden a todos los Ángeles ministros de vuestra adorable Providencia, los cuales hacen vuestra divina Voluntad, yo os ofrezco los méritos de estos excelentes espíritus y los de vuestro Arcángel San Miguel, que siendo Príncipe y Jefe de toda la milicia del universo, humillándose al mismo tiempo a beneficio de los hombres, no ha rehusado dejarse ver de ellos en distintas ocasiones y lugares, como se apareció sobre una peña llamada “La Tumba del mar” (hoy Mont Saint-Michel) en Normandía, donde obrando un suceso memorable muy semejante al del Monte Gargano, como no se diese crédito por el ordinario diocesano, Auberto de Avranches, a la aparición del Santo Arcángel en aquel sitio, siendo gravemente castigado, y reconociendo por la pena que San Miguel quería ser allí particularmente venerado; al fin el obispo sucesor hizo edificar un templo en honor del Santo Arcángel, donde se efectuaron muchas conversiones (Juan Croisset SJ, Año Cristiano, tomo V, día 8 de Mayo).

Yo os suplico, Dios y Señor mío, que concedáis por los méritos de este Supremo Príncipe, me dirija por el camino de la verdadera humildad, para hacer de mi corazón un altar en que, ofreciéndoos diariamente sacrificios de oración, mortificación y contemplación, tribute también los más rendidos obsequios de gratitud por vuestro Sacrificio; con lo que he pedido en esta novena, para mayor gloria de Dios y salvación de las almas. Amén.

 

 

—Aquí se rezan tres Padrenuestros y Avemarías en honor a San Miguel Arcángel.

 

 

ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN

 

 

¡Oh Purísima e Inmaculada Virgen María!, Madre de Dios, Soberana Reina de los Ángeles y de los hombres, a vuestros sagrados pies se postra también este tan abominable e inmundo pecador que por la gravedad de mis culpas no merezco llegar a ver el rostro de vuestro divino hijo mi Señor Jesucristo, ni tampoco el vuestro, ¡oh Emperatriz de los cielos y tierra! Acordaos que sois el refugio de los pecadores, la esperanza de los que en Vos confían, y la luz que alumbra las conciencias para hacer buena confesión de todos los pecados: haced, Señora, que tanto en mí como en mis prójimos no se malogre el fruto preciosísimo de la Pasión y Muerte de vuestro Hijo Jesucristo, mi Señor y Dios. Esta gracia os la pido, por los dolores de vuestro corazón, y por los merecimientos de vuestro fiel siervo el Príncipe San Miguel. También os suplicamos que miréis se conserve la paz entre todos los cristianos, para la exaltación de nuestra fe Católica y conversión de los pecadores a verdadera penitencia, que protejáis al soberano pontífice, Vicario de Cristo en la tierra y a todos los miembros de la Santa Iglesia, y pues ella os elogia diciendo «Regocíjate, Virgen María, pues tú sola has dado muerte a todas las herejías en el mundo entero» (Oficio parvo de la Bienaventurada Virgen María), exterminadlas todas, ¡oh Reina poderosísima!, y no permitáis que ninguna de ellas, ni la que actualmente nos inquieta, de ningún modo prevalezcan: para que logrando vivir y morir en aquella Fe santa y Católica religión que en el sagrado Bautismo profesamos, y llegando todos al conocimiento de Jesucristo, podamos guardar la ley de Dios y ser felices eternamente en la gloria en compañía vuestra y de todos los santos. Amén.

  

 

—Aquí se pedirá a Dios nuestro Señor, que por los méritos de su Madre santísima y los de San Miguel Arcángel se digne oír nuestras humildes súplicas, y socorrer las necesidades de la Santa Iglesia y las de todos los Católicos.