domingo, 15 de marzo de 2020

LOS SACERDOTES CAMILIANOS Y LA PESTE – De la Vida de San Camilo de Lelis. (Todo un ejemplo de valor y caridad) Estos sacerdotes tenían fuego en su corazón, que les abrazaba el alma en caridad por el prójimo enfermo.






San camilo de Lelis, en la noche de Navidad de 1598, salva de la inundación del Tiber a los casi 300 enfermos del hospital "Santo Espíritu" de Roma. Cuadro de Pierre Subleyras (1699-1749)

   “Una vez en Nápoles se encontraron con que, por petición del Virrey, el padre Blas había enviado siete de nuestros sacerdotes a Nola, en 1600, pues en esta ciudad, por causa de las aguas de los alrededores, había surgido una gran infección y mortandad, hasta tal punto que casi no había quedado gente con vida. Y como habían muerto también los sacerdotes y religiosos del lugar o estaban enfermos o habían huido, la gente moría miserablemente sin la necesaria ayuda de los sacramentos. Al llegar los nuestros (sacerdotes camilianos) se les heló el corazón por el aspecto que ofrecía la ciudad, desprovista y abandonada por casi todos sus ciudadanos y habitantes.

   La mayoría de las puertas y ventanas estaban cerradas, las calles solitarias, las iglesias vacías y los pocos habitantes que quedaban estaban tan escuálidos y llenos de miseria que parecían más muertos que vivos. Los nuestros (sacerdotes camilianos) comenzaron a servir a aquellas pobres gentes, confesando, dando el viático, administrando la unción, recomendando las almas y transportando, sobre las propias espaldas, a los muertos para sepultarlos, ya que no quedaba persona sana que lo pudiese hacer. Ante tanta deficiencia se vieron obligados, más de una vez, a ir solos por los caseríos vecinos... Y sucedió, en más de una ocasión, que al llegar a casa, uno solo, sin ayuda de ningún otro ministro, al mismo tiempo atendía, confesaba al enfermo, le daba la comunión, lo ungía con el óleo, le recomendaba el alma y después lo transportaba fuera de casa para sepultarlo.

   Bautizaron a muchos niños y unieron en matrimonio a algunos que vivían en concubinato, pues en una misma cama yacían el hombre y sus amantes, y así morían. Encontraron a muchos, muertos no sólo de cuatro días, sino hasta de ocho, tendidos en sus propios lechos; en los que, además, yacían otros enfermos, muy próximos a la muerte por el intolerable hedor de aquellos cadáveres.

   Estas y parecidas obras de caridad prestaban los nuestros, tanto de día como de noche, yendo bajo los rayos caniculares del sol, tal como se lo urgía la necesidad, a buscar de casa en casa a los enfermos y a llevarles algo para comer y reconfortarlos. Y, oprimidos por las fatigas y aplanados por la contaminación y olor de aquellos aires pestilentes, enfermaron todos. Como no podían ya tenerse en pie, fueron a buscarlos y lo condujeron a Nápoles, donde cinco de ellos (sacerdotes camilianos) pasaron a mejor vida. Murieron con gran paciencia y fortaleza, tanto que unos a otros se exhortaban a morir con alegría, teniéndose por dichosos al haber expuesto la vida por amor de Dios y por la salud del prójimo.

   San Camilo quiso cuidarles con sus propias manos y hacer de enfermero suyos, recomendándoles el alma y cerrándoles los ojos él mismo”.

domingo, 8 de marzo de 2020

PEQUEÑO MES DEL SEÑOR SAN JOSÉ: Pensamientos piadosos para el mes de marzo – Por el Presbítero Gerardo Herrera. Año 1893.






DÍAS V, VI; VII Y VIII.




DIA V.

   Súplica: Gracia para desagraviar a Dios por todos los pecados que se cometen en este instante.

PIEDAD DE SAN JOSÉ EN LA ORACIÓN.

   Por la mañana, por la tarde y con frecuencia entre día, José llamaba a Jesús y a María para elevar unidos su oración a Dios. . . Jesús presidía, María y José respondían. . .  ¡Oh! ¡Qué atención, qué modestia, qué piedad y qué delicias! . . . Si hubiéramos estado allí presentes habríamos orado también nosotros con perfección. . .

   ¿Y no podemos hacerlo ahora?

   Propósito: Me imaginaré que estoy en medio de la Sagrada Familia y estaré atento en la oración como si Jesús la hiciera conmigo estaré con recogimiento y responderé sin apresurarme, con pausa, sin levantar demasiado la voz y sin omitir una sola palabra



DÍA VI.

   Súplica: La de unir nuestras oraciones a la de los religiosos que se levantan a orar a la media noche.

SILENCIO DE SAN JOSÉ.

   Todos los santos han sido amantes del silencio. . . Señor San José amó el silencio por dos motivos principalmente: 1°)  Por su asiduidad en el trabajo: se había señalado su tarea para cada hora del día y nunca se apartaba de ella. 2°)  Por su cuidado para con Jesús que llenaba su corazón y su alma.

   Hablar hubiera sido distraerse, hubiera sido no ejecutar debidamente la tarea fijada, hubiera sido olvidarse de que estaba en la presencia de Jesús.

   Propósito: Difícil es el silencio en todo tiempo, pero yo quiero señalar algunos minutos de este día durante los cuales no hablaré sino lo estrictamente necesario.



DÍA VII

   Súplica: Hagámosla fervorosa por las infelices almas que sienten grande repugnancia a obedecer

SUJECIÓN DE SAN JOSÉ A LAS ORDENES QUE SE LE DABAN.

   Sometióse Señor San José al Gobernador que le obligó a marchar a Belem y le obedeció a pesar de la pena que le causaba ver fatigada a María.

   Sometióse al Angel que le mandó huir a Egipto y le obedeció no obstante la pérdida que iba a sufrir en su trabajo; “¡Dios lo quiere!” dice, cada vez que recibe una orden, “cumplamos su voluntad.”

   Propósito: De cuantas cosas se nos mandan, ninguna ha tenido para nosotros los penosos resultados que experimentó en su vida Señor San José. A su imitación digamos: Este precepto me desazona, me molesta, me fatiga: pero Dios lo quiere, hágase su voluntad.


DIA VIII.

   Súplica: Hagámosla por las personas que se dejan dominar del deseo de los placeres.

AMOR DE SAN JOSÉ A LA POBREZA.

   Amó Señor San José la pobreza por ser esta el estado en que a la Bondad divina plugo colocarse y San José quiso siempre lo que quiso Dios; la amó, además, porque por efecto de una gracia particular conoció claramente los grandes tropiezos y las muchas inquietudes que acarrean las riquezas. Jesús en sus coloquios íntimos le dijo: “que el pobre que trabaja y se resigna encuentra con suma facilidad el camino del cielo.”

   Amemos asimismo, nosotros el puesto en que nos hallamos; pongamos coto a los deseos de riqueza y honores que acaso por ahora son poco impetuosos, pero que se convertirán más tarde en tormento para nuestro corazón si no los sofocamos con la energía que debemos oportunamente: si carecemos de alguna cosa exclamemos con alegría como lo hiciera San José: Dios mío, de vuestra Providencia espero mi pan de cada día.

   Propósito: Sigamos la conducta de un tierno niño que rogaba a Dios por sus padres diciendo: “¡oh mi Dios! dadnos no más que lo necesario cada día.”




miércoles, 4 de marzo de 2020

Origen de la medalla de San Benito – Por Dom Prosper Guéranger O.S.B. Abad de Solesmes





   Aclaración: En esta publicación se hace mención de un manuscrito más precisamente a un Evangeliario, pero no dan su nombre, por lo que me puse a investigar hace varios años atrás y  me llevo hasta la llamada Biblia de los pobres, o Evangelio pauperum (aclaro que se lo llama “Evangelio”, pero en realidad es un “Evangeliario” que no es lo mismo) En ella encontraron los monjes de la abadía de Metten, la forma de interpretar las letras hasta entonces desconocidas de la Medalla de San Benito. Subo dos imágenes del manuscrito original que los monjes encontraron en la biblioteca de la antigua abadía de Metten. No dejen de leer este post, me dijeron que quieren saber más sobre San Benito y su Medalla. Entonces a leer.

   Es imposible fijar con precisión la época en que se comenzó a usar la medalla (de San Benito); pero podemos determinar las circunstancias que favorecieron su propagación y anticiparon su expresa aprobación por la Santa Sede. Nota: Se pretendió atribuir mayor antigüedad a nuestra medalla, interpretando erróneamente el siguiente verso de Paulo Diácono en su himno sobre San Benito: “Aether pluit numismata”. En realidad, tales palabras aluden simplemente a un milagro referido por San Gregorio Magno, en la vida de San Benito, cap. XXVII.

   En 1647, en Nattremberg, Baviera, unas hechiceras, acusadas de haber hecho maleficios contra los habitantes de la región, fueron encarceladas por orden de la autoridad pública. En la instrucción del proceso, declararon que sus supersticiosas maquinaciones siempre quedaban sin resultado en los lugares en que la imagen de la Santa Cruz estaba suspendida, o aun oculta en el suelo; agregaron que nunca habían podido ejercer poder alguno sobre la abadía de Metten, de donde concluían que tal impotencia se debía a alguna cruz que protegía aquel monasterio.

   Las autoridades consultaron a los benedictinos de Metten sobre tal particularidad. La búsqueda llevada a cabo en la abadía permitió constatar que en las paredes había muchas representaciones de la Santa Cruz, acompañadas con los caracteres… Aquellas señales eran de épocas remotas, y hacía ya mucho tiempo que nadie les prestaba más atención. Cumplía explicar tales caracteres, cuyo sentido se había perdido; sólo los monjes podrían revelar la intención con que habían sido trazadas allí dichas cruces.

   Finalmente, después de muchas investigaciones, se encontró en la biblioteca de la abadía un manuscrito. Era un Evangeliario, notable por su encuadernación enriquecida con reliquias y piedras preciosas, cuya primera página incluía trece versos que indicaban que el volumen había sido escrito y adornado por orden del Abad Pedro, en el año 1415.
Ese mismo manuscrito transcribía, a continuación, el libro de Rábano Mauro sobre la Cruz, y varios dibujos a pluma, ejecutados por un monje anónimo de Metten. Uno de los diseños representaba a San Benito, revestido con la cogulla monástica, sosteniendo en la mano derecha un bastón terminado por una cruz. Sobre el bastón se leía este verso:
Crux sacra sit m lux n draco sit michi dux
De la mano izquierda del santo Patriarca pendía una flámula con estos dos versos:
Vade retro sathana nuq suade m vana.
Sunt mala que libas ipse venena bibas.

  Nota: La descripción del manuscrito de Metten fue publicada en 1721 por el docto Dom Bernardo Pez, en el tomo primero de su Thesaurus Andedoctorum novíssimus, donde mandó grabar el diseño que comentamos.

   Así pues, ya en el siglo XV, San Benito era representado con una cruz; y ya existían los versos cuyas iniciales se leen hoy en la medalla. Esos versos deben haber sido, en aquella época, objeto de una devoción particular, porque se veía la imagen de la Santa Cruz en las paredes de la abadía de Metten, rodeada por las iniciales de cada una de las palabras que los componen. Se debe reconocer que la piadosa intención que había inspirado la erección de aquellas cruces había caído en el olvido, y poco caso se había hecho del precioso Evangeliario cuya descripción hacemos siguiendo a Dom Bernardo Pez, hasta que una circunstancia inesperada llevó a los religiosos a buscar la interpretación de los misteriosos caracteres.
Tal incuria es más que explicable a causa de las vicisitudes atravesadas por los monasterios alemanes más de un siglo antes, como consecuencia de las agitaciones religiosas y políticas de que fuera teatro la región, y que provocaron la destrucción de muchos de ellos, dejando otros en estado próximo a la ruina.

   Si ahora quisiéramos investigar en qué época se comenzó a representar a San Benito con la Santa Cruz, podríamos descubrir algún origen de esa costumbre en los hechos tan característicos que citamos de las vidas de San Plácido y San Mauro, primeros fundadores de las tradiciones de la Orden. Vemos allí que ambos realizaron sus obras milagrosas asociando al poder de la Santa Cruz los méritos de su maestro San Benito.

   Por otro lado, un hecho narrado en la vida del Papa San Leon IX, quien gobernó a la Iglesia de 1049 a 1054, nos traerá alguna luz para el esclarecimiento de la cuestión. Ese santo Pontífice, nacido en 1002, tuvo al principio el nombre de Bruno, y fue confiado, de pequeño, al cuidado de Bertoldo, obispo de Toul.

   Sucedió que, habiendo ido a visitar a sus padres al castillo de Eginsheim, en la noche del sábado al domingo, mientras dormía en el cuarto que le habían preparado, un sapo horrible se instaló sobre su rostro. El inmundo animal apoyaba sus patas delanteras sobre la región de la oreja y debajo del mentón, y apretaba con fuerza el rostro del joven, chupándole la piel. La presión y el dolor despertaron a Bruno. Aterrado con el peligro, se levantó inmediatamente del lecho, y sacudió con un movimiento de la mano el horrendo bicho, que pudo distinguir perfectamente a la luz de la luna.

   Al verlo, soltó un grito de terror; acuden muchos criados, trayendo luces; pero a su llegada, desaparece venenoso.

PEQUEÑO MES DEL SEÑOR SAN JOSÉ: Pensamientos piadosos para el mes de marzo – Por el Presbítero Gerardo Herrera. Año 1893.





DIA IV.

   Súplica: Pidamos la conversión de los perezosos y sensuales.

LABORIOSIDAD DE SAN JOSÉ.

   El trabajo de Señor San José era necesario a Jesús. Él lo sabía y por tanto disfrutaba la dicha de exclamar a cada paso: Esto es para Jesús. ¡Esto es para María! . . .

    Igualmente puede servir a Jesús nuestro trabajo si así lo queremos.

   Cada renglón que estudiemos, cada palabra que escribamos, cada obligación, cada acto material que ejecutemos, por insignificante que parezca, puede convertirse en manos de nuestro ángel de guarda en tesoro espiritual que comprará nuestras almas a Jesús, del mismo modo que el trabajo de José se trasformaba en moneda con que compraba pan a Jesús.

   Propósito: Ofreceré hoy todas mis acciones a Dios por la conversión de los pecadores.

martes, 3 de marzo de 2020

PEQUEÑO MES DEL SEÑOR SAN JOSÉ: Pensamientos piadosos para el mes de marzo – Por el Presbítero Gerardo Herrera. Año 1893.





DIA III.

   Suplica: Auxilio para satisfacer por nuestras infidelidades a la inspiración de la gracia.

FIDELIDAD DE SAN JOSÉ A LA GRACIA.

   Señor San José conoció ser inspiración del Cielo el empeño que sentía por agradar a Jesús; y cualquiera trabajo, por grande que fuese lo hacía gustoso si lo consideraba útil a Jesús.

   No pensemos que la vida de José haya estado exenta de turbaciones y sacrificios.

   Si Dios exigiera de nosotros lo que exigió de San José, comprenderíamos la grandeza de su mérito y fidelidad.

   Como San José, también nosotros percibimos una voz que nos dice: Agradaríais a Jesús si procediérais de esta o de aquella manera; si le ofreciéseis tal o cual sacrificio.

   Propósito: A imitación vuestra oh fidelísimo José, ejecutaré hoy todo aquello que la conciencia me dicte que agrada a Jesús.

lunes, 2 de marzo de 2020

PRIMER GRADO DE HUMILDAD – Por San Benito de Nursia.





   Consiste en que uno tenga siempre delante de los ojos el temor de Dios, y nunca lo olvide. Recuerde, pues, continuamente todo lo que Dios ha mandado, y mídete sin cesar en su alma cómo el infierno abrasa a causa de sus pecados, a aquellos que desprecian a Dios, y cómo la vida eterna está preparada para los temen a Dios. Guárdese a toda hora de pecados y vicios, esto es, de los pensamientos, de la lengua, de las manos, de los pies y de la voluntad propia, y apresúrese a cortar los deseos de la carne. Piense el hombre que Dios lo mira siempre desde el cielo, y que en todo lugar, la mirada de la divinidad ve sus obras, y que a toda hora los ángeles se las anuncian.

   Esto es lo que nos muestra el Profeta cuando declara que Dios está siempre presente en nuestros pensamientos, diciendo “Dios escudriña los corazones y los riñones” (Sal 7, 10). Y también: “El Señor conoce los pensamientos de los hombres” (Sal 93, 11), y dice de nuevo: “Conociste de lejos mis pensamientos” (Sal 138, 3). Y: “El pensamiento del hombre te será manifiesto” (Sal 75, 11). Y para que el hermano virtuoso esté en guardia contra sus pensamientos perversos, diga siempre en su corazón: “Solamente seré puro en tu presencia si me mantuviera alerta contra mi iniquidad” (Sal 17. 24)

   En cuanto a la voluntad propia, la Escritura nos prohíbe hacer cuando dice: “Apártate de tus voluntades” (Ecli 18, 30). Además pedimos a Dios en la oración que se haga en nosotros su voluntad. Justamente, pues, se nos enseña a no hacer nuestra voluntad cuidándonos de lo que la Escritura nos advierte: “Hay caminos que parecen rectos a los hombres, pero su término se hunde en lo profundo del infierno” (Prov 16, 25), y temiendo también lo que se dice de los negligentes: “Se han corrompido y se han hecho abominables en sus deseos” (Sal 13, 1).

   En cuanto a los deseos de la carne, creemos que Dios está siempre presente, pues el Profeta dice al Señor: “Ante ti están todos mis deseos” (Sal 37, 10). Debemos, pues, cuidarnos del mal deseo, porque la muerte está apostada a la entrada del deleite. Por eso la Escritura nos da este precepto: “No vayas en pos de tus concupiscencias” (Ecli 18, 30).

   Luego, si “Los ojos del Señor vigilan a buenos y malos” (Prov 15, 3) y “El Señor mira siempre desde el cielo a los hijos de los hombres para ver si hay alguno inteligente y que busque a Dios” (Sal 13, 2), y si los ángeles que no están asignados anuncian día y noche nuestras obras al Señor, hay que estar atentos, hermanos, en todo tiempo, como dice el Profeta en el Salmo, no sea que Dios nos mire en algún momento y vea que nos hemos inclinado al mal y nos hemos hecho inútiles, y perdonándonos en esta vida, porque es piadoso y espera que nos convirtamos, nos diga en la vida futura: “Esto hiciste y callé” (Sal 49, 21).

“LA SANTA REGLA”
San Benito de Nursia

PEQUEÑO MES DEL SEÑOR SAN JOSÉ: Pensamientos piadosos para el mes de marzo – Por el Presbítero Gerardo Herrera. Año 1893.





DIA II.

   SUPLICA: Gracia para no dejarnos llevar del mal humor en este día.

AFECTO DEL SEÑOR SAN JOSÉ PARA CON TODOS.

   Cuán acendrado amor debieron profesarse los moradores de aquella casita de Nazareth. Oh, y que cuadro tan encantador se ofrece a nuestra vista María procurando todas cuantas cosas pueden agradar a Jesús; Jesús adivinando todo lo que puede satisfacer a María; José esmerándose porque ninguno padezca. Oh delicias del hogar, cuán fácilmente podemos disfrutaros...En qué, pues, empleamos nuestra facultad de amar si no la hacemos servir para la felicidad de los que nos rodean.

   Propósito: A imitación vuestra oh amantísimo José, haré hoy cuanto de mí parte fuere para evitar todo sufrimiento a mis prójimos.


domingo, 1 de marzo de 2020

PEQUEÑO MES DEL SEÑOR SAN JOSÉ: Pensamientos piadosos para el mes de marzo – Por el Presbítero Gerardo Herrera. Año 1893.





DÍA I.

   Súplica: Que durante este mes no se cometa ningún pecado mortal en nuestra familia.

PROTECCIÓN DEL SEÑOR SAN JOSÉ EN FAVOR DE LOS NIÑOS.

   Señor San José al ver a los niños hace gratos recuerdos de los años juveniles de Jesús, de aquellos placenteros días en que le era permitido acariciarlo, cuidarlo y consagrarle sus servicios con la mayor solicitud. Si queréis, oh niños, conservar vuestra inocencia procurad estar en vuestras ocupaciones, en vuestra oración, en vuestros juegos, bajo la mirada paternal de Señor San José. Figuraos a este bondadoso Patriarca atento a vosotros, para alejar al demonio, para escuchar vuestras súplicas que él mismo presenta a Jesús: a Jesús que nada niega al que fué su Padre putativo en la tierra,... Cada año en el mes de Marzo se verifican conversiones que nos manifiestan los singulares favores alcanzados por San José.

   Propósito: Cuidaré hoy de escribir las gracias que deseo alcanzar por intercesión de Señor San José: se las recordaré todos los días y me impondré algunas pequeñas prácticas piadosas en honor suyo.