martes, 28 de noviembre de 2017

DE LAS DISPOSICIONES NECESARIAS PARA BIEN COMULGAR - Tomado del Catecismo Mayor de San Pío X



Colaboradora del blog.


 629.- ¿PRODUCE SIEMPRE EN NOSOTROS SUS MARAVILLOSOS EFECTOS EL SACRAMENTO DE LA EUCARISTÍA?
- El sacramento de la Eucaristía produce en nosotros sus maravillosos efectos CUANDO LO RECIBIMOS CON LAS DEBIDAS DISPOSICIONES. CATECISMO MAYOR DE SAN PIO X.

630.- ¿CUÁNTAS COSAS SON NECESARIAS PARA HACER UNA BUENA COMUNIÓN?
- Para hacer una buena Comunión son necesarias tres cosas:

1ª., estar en gracia de Dios;
2ª., guardar el ayuno debido;
3ª., saber lo que se va a recibir y acercarse a comulgar con devoción.

631.- ¿QUÉ QUIERE DECIR ESTAR EN GRACIA DE DIOS?
- Estar en gracia de Dios quiere decir tener la conciencia pura y limpia de todo pecado mortal.

632.- ¿QUÉ DEBE HACER ANTES DE COMULGAR EL QUE SABE QUE ESTÁ EN PECADO MORTAL?
- El que sabe que está en pecado mortal debe hacer una buena confesión antes de comulgar, pues no le basta para comulgar como conviene el acto de contrición perfecta sin la confesión.

633.- ¿POR QUÉ, PARA PODER COMULGAR NO BASTA NI AUN EL ACTO DE CONTRICIÓN PERFECTA, AL QUE ESTÁ EN PECADO MORTAL?
- Porque la Iglesia ha establecido para mayor reverencia de este sacramento que quien está en pecado mortal no se atreva a comulgar si primero no se ha confesado.


1. CORINTIOS 11,27. “De manera que cualquiera que comiere este pan, o bebiere el cáliz del Señor indignamente, reo será del cuerpo y de la sangre del Señor. 28. Por tanto, EXAMÍNESE A SÍ MISMO EL HOMBRE; y de esta suerte coma de aquel pan, y beba de aquél cáliz. 29. Porque QUIEN LO COME Y BEBE INDIGNAMENTE, SE TRAGA Y BEBE SU PROPIA CONDENACIÓN, NO HACIENDO EL DEBIDO DISCERNIMIENTO DEL CUERPO DEL SEÑOR.”


634.- ¿RECIBIRÍA A JESUCRISTO EL QUE COMULGASE EN PECADO MORTAL?
- El que comulgase en pecado mortal recibiría a Jesucristo, más no su gracia; antes bien, cometería un sacrilegio y sería merecedor de la sentencia de condenación.

635.- ¿QUÉ AYUNO DEBE GUARDARSE ANTES DE LA SAGRADA COMUNIÓN?
- Antes de la Sagrada Comunión debe guardarse el ayuno eucarístico, que consiste en abstenerse de alimento sólido o bebida alcohólica tres horas antes de comulgar, y de alimento líquido o bebida no alcohólica, una hora antes de la comunión. El agua natural puede tomarse a cualquier hora y en cualquier caso. Los enfermos pueden tomar verdaderas medicinas, sólidas o líquidas, y bebidas no alcohólicas en cualquier tiempo y sin ninguna limitación.
* Desde el 21 de noviembre de 1964, el ayuno eucarístico ha quedado reducido a una hora antes de la Comunión, tanto para alimentos sólidos como líquidos. Sólo el agua natural puede tomarse a cualquier hora y en cualquier caso (N. de la R.)

637.- ¿QUÉ QUIERE DECIR: SABER LO QUE SE VA A RECIBIR?
- Saber lo que se va a recibir quiere decir: conocer las cosas que se enseñan en la Doctrina cristiana acerca de este sacramento y creerlas firmemente.

638.- ¿QUÉ QUIERE DECIR: COMULGAR CON DEVOCIÓN?
- Comulgar con devoción quiere decir acercarse a la sagrada Comunión con humildad y modestia, así en la persona como en el vestido, prepararse antes y dar gracias después de la sagrada comunión.

639.- ¿EN QUÉ CONSISTE LA PREPARACIÓN ANTES DE LA COMUNIÓN?
- La preparación antes de la Comunión consiste en gastar algún tiempo en considerar lo que vamos a recibir y quiénes somos nosotros y en hacer actos de fe, esperanza, caridad, contrición, adoración, humildad y deseo de recibir a Jesucristo.

640.- ¿EN QUÉ CONSISTE LA ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA COMUNIÓN?
- La acción de gracias después de la Comunión consiste en recogernos interiormente y honrar al Señor dentro de nosotros mismos, renovando los actos de fe, esperanza, caridad, adoración, agradecimiento, ofrecimiento y petición, sobre todo de aquellas gracias que son más necesarias para nosotros o para las personas de nuestra mayor obligación.

641.- ¿QUÉ DEBE HACERSE EL DÍA QUE SE HA COMULGADO?
- El día que se ha comulgado debe estar uno recogido en cuanto le sea posible, ocuparse en obras de piedad y cumplir con mayor diligencia las obligaciones del propio estado.

lunes, 27 de noviembre de 2017

MEDITACIÓN SOBRE LA FELICIDAD DE LOS MALOS Y LAS AFLICCIONES DE LOS JUSTOS



Colaboradora del blog.



   I. Aquí abajo los malos a menudo nadan en prosperidad y abundancia. Dios previendo que serán condenados por sus crímenes, les concede esta felicidad temporal para recompensar algunas buenas acciones que han hecho. ¡Dichosos de este mundo, temblad y llorad! Dios os trata como a un enfermo desahuciado a quien el médico permite todo lo que desea. Son víctimas que se prepara y que se corona de flores antes de inmolarlas (Minucio Félix).


   II. Los justos, por el contrario, a menudo son afligidos en este mundo, porque su Padre celestial no quiere que los bienes de la tierra les arrebaten los del cielo. Alegraos, pues, vosotros que sois pobres y estáis afligidos, porque las aflicciones que os hacen gemir señal son de predestinación. Os apegaríais a los placeres de la tierra, no pensaríais en las delicias del paraíso, si en este mundo tuvieseis todo lo que deseáis. Los males que nos abruman aquí nos urgen ir a Dios (San Gregorio).



   III. El teatro cambiará de escena tanto para el justo como para el impío. El impío ha gozado durante su vida: una tristeza eterna sucederá a este gozo de un momento. Justos, habéis vivido en la tribulación: consolaos. Dios os colmará de un gozo eterno; necesariamente hay que sufrir en este mundo o en el otro. Las cosas deben cambiar de faz; ellos gozan y nosotros estamos en la tristeza; lloremos, pues, mientras ellos están alegres, a fin de estar alegres cuando ellos viertan lágrimas (Tertuliano).

miércoles, 22 de noviembre de 2017

Qué anchurosa debe ser la inmensidad de nuestro corazón




   ¡Qué anchurosa debe ser la inmensidad de nuestro corazón, que aun vaciando en él las maravillas todas que Cristo depositó en sus Sagrarios, todavía queda hambriento!

   La Comunión tiene estas dos propiedades: extingue y adormece el afán por las cosas de la tierra y despierta el hambre por las celestiales. El que de veras ha gustado el sabor eucarístico, siente náuseas por cualquier alimento que no sea Cristo.


Padre Fr. Bernardino Izaguirre
De Orden de los Menores.



El CASO DE LOS ESPOSOS CELOSOS




Colaboradora del blog.





CONSTANTEMENTE, SU ESPOSA, DEBE SOPORTAR SUS ACCESOS DE CELOS INJUSTIFICADOS, Y MALTRATOS YA QUE LA ACUSA DE ACTOS IMPUROS. DICE LA PALABRA DE DIOS: EL (ECLESIÁTICO 9.1.) “NO SEAS CELOSO DE TU QUERIDA ESPOSA; PARA QUE NO SE VALGA CONTRA TI DE LAS MALAS IDEAS QUE TÚ LE SUGIERES”

   EL HOMBRE CELOSO Y ACUSADOR FALTA EN PRIMER LUGAR A DOS DE LOS MANDAMIENTOS DE DIOS: 8º MANDAMIENTO: NO DIRÁS FALSOS TESTIMONIOS NI MENTIRÁS

   ¿Qué manda este mandamiento? Manda decir siempre la verdad y respetar la fama y el honor del prójimo.

   ¿Qué prohíbe este mandamiento? Prohíbe la mentira, la calumnia, la murmuración, la difamación, el falso testimonio, la maledicencia y toda lesión contra la fama y el honor del prójimo.

   ¿El que quitó la fama y el honor de su prójimo, con murmuraciones y falso testimonio, qué debe hacer para que se le perdonen sus pecados? Además de confesarse debe, en la medida de lo posible, devolver la fama y el honor al prójimo y reparar los daños.

   ¿Por qué debemos rechazar la mentira? Porque es un gran mal. Es una profanación de la palabra cuyo objeto es comunicar o decir a otros la verdad conocida. Y además, la mentira destruye la confianza entre los hombres al romper el tejido de las relaciones sociales.

   9º MANDAMIENTO: NO CONSENTIRÁS PENSAMIENTOS IMPUROS

   ¿Qué manda este mandamiento? Nos manda que seamos limpios y puros en nuestros pensamientos y deseos.

   ¿Es pecado que se nos ocurra algo impuro? Sólo pecamos cuando nos detenemos voluntariamente en los pensamientos. La voluntad debe rechazarlas siempre de inmediato.

SANTA BIBLIA. CAUTELA EN EL TRATO DE MUJERES.

martes, 21 de noviembre de 2017

MEDITACIÓN SOBRE EL RESPETO HUMANO



Colaboradora del grupo.



   I. Ejecuta todos tus actos para agradar a Dios y ten cuidado de que la vanidad no te arrebate todo el mérito de tus buenas obras. Si trabajas para brillar ante los ojos de los hombres o para agradarlos, no esperes de Dios ninguna recompensa. Es por mí, oh mi divino Salvador, por quien vinisteis a este mundo, trabajasteis durante vuestra vida y moristeis en una cruz; por Vos también quiero yo morir.

   II. No te tomes el trabajo de contentar al mundo; es intentar lo imposible. Cada persona tiene su opinión: ¿cómo conciliar sentimientos tan diversos? Que los juicios y las burlas de los hombres jamás te detengan en el cumplimiento de tus deberes. No puedes resistir una palabra de burla, ¿cómo harás para resistir los halagos, las amenazas y los suplicios de los tiranos?

   III. Guárdate, con tus burlas, de desviar a los demás del servicio de Dios. Es hacer oficio de demonio; es privar a Dios de grandísima gloria, y a la creatura de una gracia que le habría sido dada como recompensa de su buena acción. Y si alguien quiere impedirte servir a Dios, míralo como a un emisario del demonio, búrlate de él; haz el bien y deja a los hombres que digan lo que quieran. No te inquietes por sus vanos discursos: la Santísima Trinidad misma no ha podido escapar a la crítica de los insensatos; tampoco tú escaparás (San Gregorio Nacianceno).


   La pureza de intención. Orad por los impíos

LAS ALMAS EUCARÍSTICAS (pensamientos sobre la Eucaristía, para cada día del año) – 21 de Noviembre.









Es una gran verdad y pocos lo creen:

   No es menos recibir la palabra de Dios que el cuerpo de Cristo. Al descansar la Hostia divina en nuestro corazón, Cristo no permanece mudo, sino que entabla con el alma confidencias tiernas y misteriosas, que tal vez no las percibimos a causa del murmullo y agitación extraños a su amor.

   Aprovechad bien este rato de sobremesa que sigue a la comunión, donde Cristo gusta de comunicarse a sus amigos fieles. ¡Tiene Jesús tantas cosas que decirnos!...

   Es de noche: voy al sagrario.—Jesús, amor mío: yo te adoro en esta hora silenciosa en que todos se entregan al descanso, mientras que tú, siempre amante y bueno, velas por cada uno sin cesar en el Sagrario. —Dime, Jesús: ¿qué haces ahí? ¿En qué piensas? ¿A quién amas? ¿Qué esperas?—Aquí estoy dice Jesús: por tí, pienso en tí, te amo con amor el más delicado y tierno, y espero me tributes las adoraciones, alabanzas y ternuras de tu corazón.

Padre Fr. Bernardino Izaguirre
De Orden de los Menores.



lunes, 20 de noviembre de 2017

De las enfermedades, en cuanto son purgatorio de nuestros pecados y ocasión de grandes merecimientos - Por el Padre Luis de Lapuente.




   Como las penas del infierno se mudan con otras que se han de pagar en el purgatorio, si no se pagan en esta vida, has de considerar, para tu consuelo, que Dios nuestro Señor tiene dos purgatorios: uno debajo de la tierra, y otro de enfermedades y trabajos en este migado, y que cada uno excede al otro en algo. El purgatorio de la otra vida excede en que es pura pena, sin temor de impaciencia, ni de nueva culpa o mezcla de ella. Y esto es de grande estima, pero es de grande fatiga, porque tampoco hay merecimiento, ni aumento de gracia, ni esperanza de subir a mayor gloria con la pena que se padece; y en cierto modo está allí la caridad muy violentada, más que en esta vida, porque su inclinación es o estar unida con Dios, viéndole claramente en la gloria y allí descansar como la piedra en su centro, o subir y crecer siempre, procurando amar más y más, hasta lo sumo que puede, porque de suyo no tiene tasa señalada. Y como en el purgatorio no ve a Dios, ni crece para verle más, está fuera de su centro violentada y afligida, porque pena y no medra.

   Mas el purgatorio de esta vida, por el contrario, tiene peligro y temor de impaciencias y culpas que suelen mezclarse con las enfermedades y aflicciones, aunque no faltan ayudas de Dios para preservarse de ellas. Pero tiene otras grandes excelencias para pagar y purgar las culpas cometidas; porque en la enfermedad, el tormento pequeño en breve tiempo satisface mucho más que el tormento largo y grande del purgatorio, y el ardor de la calentura de un día podrá rescatar el fuego del purgatorio de un mes o un año; pues no solamente paga padeciendo, sino satisfaciendo y mereciendo con actos heroicos de caridad, haciendo de la necesidad virtud y ofreciendo a Dios lo que padece por el amor que le tiene. Así como en el mundo es de menos estima la satisfacción que da el reo obligado por el juez a restituir la honra que quitó, que cuando él se humilla por su voluntad y se desdice por hacer lo que debe. Y de aquí es que en el purgatorio cada alma paga por sí sola, sin poder aplicar nada a la otra; más en esta vida es tanta la riqueza del que padece, que muchas veces paga todo lo que debe, y de lo que le sobra puede aplicar a otros vivos o difuntos, y enriquecer con su mérito los tesoros de la Iglesia. De suerte, que si padeces un día de calentura fuerte y quieres aplicar tu satisfacción por un alma que está ardiendo en el purgatorio, pagas por ella su deuda; y en tal coyuntura, puedes hacer que con tu fuego salga ella libre del suyo y se vaya al cielo, en donde rogará a Dios por quien tanto bien la hizo. Todo esto ha de serte motivo de gran consuelo, alabando a Dios, que te da aquí tal modo de | purgatorio que puedas pagar por ti y por otro, y quitar los estorbos de las manchas que impiden la entrada en el cielo, para que tu caridad siempre siga su inclinación, o subiendo sin parar a su fin último, o gozando de él con eterno descanso.

MEDITACIÓN SOBRE LA IRA




Colaboradora del blog.


   I. Considera los efectos de la ira y aborrecerás este vicio. La ira o cólera te vuelve insoportable a ti mismo, turba la paz de tu alma y arruina la salud de tu cuerpo; además, te hace odioso a tu prójimo, porque nadie quiere conversar con un hombre que se arrebata por las cosas más insignificantes. ¡He merecido yo el infierno por mis crímenes y no quiero sufrir nada para expiarlos! ¡Los santos soportaron el martirio por Jesucristo y yo me irrito por una palabra! Si consideras que lo que te contraría te sucede por la permisión de Dios, te someterás a sus órdenes sin quejarte y sin dejarte llevar por la cólera. Los bienes y los males, la vida y la muerte, la pobreza y la riqueza, vienen de Dios (Eclesiastés).

   II. ¡Cuántas faltas no arrastra consigo la cólera! Las injurias, las calumnias, las enemistades, las muertes y las guerras, son los funestos efectos de este vicio. Para corregirte de él, acuérdate de la paciencia que Jesucristo te ha enseñado con sus palabras y con sus ejemplos. ¿Acaso Dios echa mano del rayo todas las veces que lo ofendes? Nada emprendas, nada resuelvas en el momento de la ira; deja que primero se calme la tempestad.

   III. Alguien te ha ofendido; vete a buscarlo cuando se ha calmado tu cólera, hazle ver su falta con dulzura y caridad: te escuchará infaliblemente y reconocerá sus yerros. Reconcíliate con él lo antes posible; cuando tuviere falta, no vaciles en prevenirlo. Si falta a su deber, ¿no faltas tú al consejo que Jesucristo te da?; perdónalo, no sea que te vuelvas tú malo como él. ¿Has recibido una injuria? Perdona a fin de que no haya dos culpables.


   La mansedumbre. Orad por los que os hacen mal

LAS ALMAS EUCARÍSTICAS (pensamientos sobre la Eucaristía, para cada día del año) – 20 de Noviembre.





Padre mío: ¡qué alegría se experimenta en abandonarlo todo en los brazos de Jesús!


   ¡Se está tan bien con Jesús a solas! El alma fiel hácese de Jesús hija queridísima, y le abre los brazos y la estrecha contra su corazón. ¡Oh Jesús, siento mucha necesidad de vuestro amor! No es posible pasar un instante delante de Jesús en el tabernáculo, sin experimentar la mayor de las fieldades. ¿Por ventura no estoy en el paraíso, cuando Jesús me hace penetrar en el sagrado recinto, donde se hallan su cuerpo y su sangre presentes en el pan eucarístico?

   Esta tarde no podré hacer mi visita a Jesús. ¡Qué pena! Jesús adorado: te ofrezco desde ahora el sacrificio de no estar en hora tan querida contigo, sino en casa, ocupándome en cosas tan distintas. Jesús, que sepa hacer tu voluntad.


Padre Fr. Bernardino Izaguirre
De Orden de los Menores.



domingo, 19 de noviembre de 2017

LAS ALMAS EUCARÍSTICAS (pensamientos sobre la Eucaristía, para cada día del año) – 19 de Noviembre.


San Tarsicio mártir de la Eucaristía


Desagraviemos a Cristo.

   Cuando el mundo le hace una tan cruda guerra, todas las almas piadosas debemos agruparnos al pie del altar. ¿Para qué? Para desagraviarle con nuestras fervorosas comuniones, con nuestras adoraciones, con las expresiones de nuestro más sentido afecto.

   Solo subió al Calvario: ¡qué vergüenza para sus discípulos, para los que tantos beneficios recibieron de sus manos! No le abandonemos nosotros ahora, y si nos tocase morir, muramos por El.



Padre Fr. Bernardino Izaguirre
De Orden de los Menores.

sábado, 18 de noviembre de 2017

Conoce Usted perfectamente el derecho. Pero ¿sabe Usted también el Catecismo? Un rasgo de García Moreno.




   El presidente del Ecuador, deseoso de formar una buena magistratura, asistía personalmente a los exámenes de la facultad de Derecho y dirigía preguntas a los discípulos.

   Un día cierto aspirante al doctorado contestó a los examinadores de la manera más satisfactoria.

   —“Conoce Usted, perfectamente el Derecho—le dijo García Moreno;— pero ¿sabe Usted, también el Catecismo? Un magistrado debe conocer ante todo la ley de Dios para administrar justicia.”

      Y preguntó en este sentido al examinando, que se quedó mudo.


   —Caballero—le dijo gravemente el mártir del Ecuadorsois doctor; pero no ejerceréis vuestra profesión hasta que hayáis aprendido la Doctrina cristiana. Id unos cuantos días al convento de Franciscanos para aprenderla.

¿Por qué preocuparme por el futuro?




   Dios se conforma con una mirada, con un suspiro de amor. (Santa Teresa de Lisieux)

   Ni ayer, ni mañana... Y dejo el tormento del pasado, para dejar paso a otro fantasma. Cuanta fantasía dirigida hacia el futuro… cuánta paz robada; cuanto miedo, cuánta congoja.

   ¿Por qué rechazo la serenidad el momento presente? No hago más que angustiarme por lo que será mañana. Todo se convierte en problema: la salud, la casa, el trabajo, la vejez, los hijos, los parientes, la política… ¿por qué ese empeño en vendarse antes de que la herida se produzca?

   ¿Cómo puedo saber lo que ocurrirá mañana? Cuando cada evento será determinado por factores que hoy son imprevisibles y desconocidos. No quiero perder el tiempo buscando en el laberinto de tantas combinaciones posible. Tengo que pensar en el hoy.

   ¿No es más real, vivir con empeño y paz cada hora, como si fuese la primera, como si fuese la única, como si fuese la última? Para el afán de esta jornada, ¿acaso Dios, no está cerca de mí, con una providencia que se adapta y es proporcional a mi necesidad del momento?… En el presente, no hay fantasmas.

   El evangelio me garantiza esta presencia providencial, que me invita a confiar sobretodo en Dios, que es padre. Me asegura que nada podrá faltarme si sé buscar, antes que nada “sus cosas”.

   Tengo que aprender a llamar a Dios, ¡Padre! Sobre todo en la hora del dolor, en el que tengo solo dos caminos para escoger: uno en bajada, que lleva a la desesperación y al rechazo. El otro en subida, que con dificultad conduce a su regazo.

   Nada es más importante, nada es más precioso en mi vida de sufrimiento, como que éste sea aceptado con humildad, soportado con paciencia, ofrecido con amor. El señor está cerca, aunque aún tal vez no lo sepa. Nada en mi vida ocurre por casualidad: todo es personalmente, querido y permitido, por Dios. “sabemos, además, que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, de aquellos que él llamó según su designio” (Rom VIII, 28)

   Dios no es ajeno a mi dolor, que ha previsto para mí, que con sabiduría sostiene de una forma providencial adaptada al momento. Quien sufre con Cristo, vence siempre. Quien sufre sin él está solo para llorar. ¡Alabado sea Jesucristo!



AMOR A MARÍA – PARTE PRIMERA - I




MARÍA AMABLE
I
María amable por su excelencia y dignidad.


   Para amar a María es preciso conocerla Nunca será nuestro amor a la excelsa Señora tan grande e ilustrado, tierno y profundo, como, debe ser, si no conocemos, según la cortedad de nuestro entendimiento, lo que María es respecto de Dios y de los hombres, el puesto que ocupa en el plan y consejo divino y lo muchísimo que le debemos.

   “María aparece en las Escrituras como una mujer prodigiosa, vestida del sol, calzada de la luna y coronada de estrellas (Apoc. XII, 1). Yo—dice ella misma–salí de la boca del Altísimo, engendrada primero que existiese ninguna criatura. Yo hice nacer en los cielos la luz indeficiente, y, como una niebla, cubrí toda la tierra. En los altísimos cielos puse mi morada, y el trono mío sobre una columna de nubes. Yo sola circuí el ámbito del cielo, y penetré por el profundo del abismo, me paseé por las olas del mar y puse mi pie en todas las partes de la tierra; y en todos los pueblos y en todas las naciones tuve el supremo dominio... Entonces el Criador de todas las cosas dió sus órdenes... y me dijo: Habita en Jacob, y sea Israel tu herencia, y arráigate en medio de mis escogidos... Y me arraigué en un pueblo glorioso y en la porción de mi Dios, la cual es su herencia; y mi habitación fué en la plena reunión de los santos. Elevada estoy cual cedro sobre el Líbano, y cual ciprés sobre el monte de Sión... Extendí mis ramas como el terebinto, y mis ramas llenas, están de majestad y de hermosura. Yo, como la vid, broté pimpollos de suave olor, y mis flores dan frutos de gloria y de riqueza. Yo, madre del amor hermoso, y del temor, y de la ciencia de la salud y de la santa esperanza. En mí está toda la gracia para conocer el camino de la verdad: en mí toda esperanza de vida y de virtud. Venid a mí todos los que os halláis presos de mi amor, y saciaos de mis dulces frutos; porque mi espíritu es más dulce que la miel, y más suave que el panal de miel mi herencia. Se hará memoria de mí en toda la serie de los siglos. Los que de mí comen, tienen siempre hambre de mí, y tienen siempre sed los que de mí beben. El que me escucha, jamás tendrá de qué avergonzarse; y aquellos que se guían por mí, no pecarán. Los que me esclarecen o dan a conocer a los demás, tendrán la vida eterna (Eccli. XXIV, 5-31.).”

   Según los Santos Padres, María es, entre todas las criaturas, la obra maestra que ha salido de las manos de Dios; el gran negocio de todos los siglos; reparadora del orbe, verdadera madre de los vivientes, como Eva lo fué de los que habían de morir; alba alegrísima, precursora del sol de justicia, que baja de los collados eternos, pacificadora, del mundo, en cuyo virginal seno se obraron los reales desposorios de la naturaleza divina con la humana en la persona del Verbo...

   Con razón se expresaban así los Santos Padres. Porque sabían muy bien que María, en la mente y decretos del Altísimo, ocupa un lugar muy superior a todas las simples criaturas, que la eleva hasta introducirla en el mismo orden divino; por manera que, subiendo de las criaturas al Criador, más arriba de la Virgen sólo se encuentra la divinidad, y, bajando de Dios a las criaturas, la primera es María, encumbrada sobre todos, ya que no por naturaleza, que en esto es inferior a los ángeles, pero sí por gracia, por dignidad, por la incomparable grandeza a que Dios la levantó.

   Es sabido que el misterio de los misterios, la obra portentosa que Dios puso en medio de los siglos, fué la encarnación del Verbo. Jesucristo es el alpha y omega, principio y fin de todas las cosas, centro hacia el cual converge toda la creación. Él es la cabeza del cuerpo de la Iglesia: Él restableció la paz entre el cielo y la tierra por medio de la sangre que derramó en la cruz.

LAS ALMAS EUCARÍSTICAS (pensamientos sobre la Eucaristía, para cada día del año) – 18 de Noviembre.




La Eucaristía es la caridad inagotable de Cristo.


    ¿Habéis visto alguna vez sus límites?

   Si os acercáis alegres, también llega gustoso a nosotros.

   Si vais frías, aun se deja comer de nosotros.

    Si vais con miserias, aun se llega a vuestro corazón.

   Y si fuerais con ánimo de venderle, aun llegaría a vuestro corazón, sin mostrar los estremecimientos de su santidad ultrajada.

   ¿Habéis visto que se agote la caridad de Cristo en la Eucaristía?


Padre Fr. Bernardino Izaguirre

De Orden de los Menores.

viernes, 17 de noviembre de 2017

MEDITACIÓN SOBRE LA BUENA Y LA MALA CONCIENCIA





COLABORADORA DEL BLOG.


   I. No hay en este mundo placer comparable al que nos proporciona una buena conciencia. Si tienes esta dicha, ningún tormento es capaz de afligirte; si no la tienes, ninguna diversión puede verdaderamente regocijarte. Que se acuse al justo; que se lo maltrate: su conciencia le procurará más consuelo que el que podrían darle los aplausos del mundo entero.

   II. No hay suplicio comparable al de la mala conciencia: es un acusador, un juez, un verdugo que persigue en todo lugar al culpable y que no perdona a nadie; la conciencia ataca a Herodes, a Nerón, a Teodorico, y los hace temblar en medio de sus guardias. Nada es capaz de apaciguarla: te perseguirá hasta el fin de tu vida, si no la descargas del peso que la agobia.

   III. La mala conciencia continúa, después de esta vida, atormentando al pecador; lo sigue al juicio de Dios, lo acusa, lo confunde, desciende con él al infierno. Uno de los más grandes suplicios de los condenados es el gusano roedor que nunca muere. ¿Quieres evitarlo? Nada hagas en este mundo contra tu conciencia, escucha los reproches que te hace y sigue sus advertencias; nada podrá afligirte en este mundo ni en el otro. Nada más agradable, nada más seguro que una buena conciencia. Aunque el cuerpo sufra, aunque el mundo nos tiente, aunque el demonio nos espante, ella permanece tranquila.


El examen de conciencia
Orad por los pecadores

MEDITACIÓN SOBRE LAS MISERIAS DEL MUNDO





COLABORADORA DEL BLOG



   I. Sólo engaño hay en el mundo. No se encuentra fidelidad entre los amigos, ni caridad entre los parientes; por todas partes reina el disimulo; todos disimulan sus sentimientos, ocultan sus proyectos, buscan sus intereses y sus placeres. ¿En quién se podrá uno confiar? ¿De quién no se habrá de desconfiar? Sin embargo, ¡oh Dios mío! ¡Nos fiamos en el mundo que tan a menudo nos ha engañado y no en Vos, que siempre habéis sido fiel a vuestras promesas!

   II. No hay paz en el mundo; por todas partes reinan la división y la turbación: los hombres guerrean unos contra otros y se rebelan contra Dios con sus pecados; ¡concedednos esa paz que dais a vuestros servidores y que el mundo no puede darnos! Imita a los santos, que viven sin turbación en medio del mundo, porque no están animados por el espíritu del mundo, sino por el de Jesucristo.

   III. No existen en el mundo verdaderos bienes. Sus favores son emboscadas que nos tiende para perdernos. Sus bienes no son sino aparentes. Sus placeres siempre están mezclados de hiel y de amargura: nunca han contentado ni a uno solo de sus partidarios; cuanto más se tiene, más miserable se es. Renunciemos a un mundo poco fiel y siempre sospechoso: los pequeños son en él presa de oprobios, y los grandes de la envidia (San Euquerio).


El desprecio del mundo.

Orad por los jefes de Estado.

LAS ALMAS EUCARÍSTICAS (pensamientos sobre la Eucaristía, para cada día del año) – 17 de Noviembre.




   Nos llegamos a comulgar todos los días y jamás se niega a venir a nosotros.

  Nos acercamos al Tabernáculo para contarle nuestros desfallecimientos, nuestras alegrías, nuestros más grandes cariños; y jamás se cansa de escucharnos.

   ¡Si supiéramos toda la bondad que atesora Cristo en su santísimo Corazón!


Padre Fr. Bernardino Izaguirre

De Orden de los Menores.

jueves, 16 de noviembre de 2017

Con verdad un hombre desengañado escribía en un cráneo humano: “Cogitanti vilescunt omnia... Al que en esto piensa todo le parece vil...”




   Quien medita en la muerte no puede amar la tierra... ¿Por qué hay tanto desdichado amador del mundo? Porque no piensan en la muerte... ¡Míseros hijos de Adán!, nos dice el Espíritu Santo (Salmo 4, 3),

   “¿Por qué no desterráis del corazón los afectos terrenos, en los cuales amáis la vanidad y la mentira?” Lo que sucedió a vuestros antepasados os acaecerá también a vosotros; en vuestro mismo palacio vivieron, en vuestro lecho reposaron; ya no están allí, y lo propio os ha de suceder.

   Entrégate, pues, a Dios, hermano mío, antes que llegue la muerte. No dejes para mañana lo que hoy puede hacer (Eclesiastés, 9, 10); porque este día de hoy pasa y no vuelve; y en el de mañana pudiera la muerte presentársete, y ya nada te permitiría hacer.

   Procura sin demora deshacerte de lo que te aleja o pueda alejarte de Dios. Dejemos pronto con el afecto estos bienes de la tierra, antes que la muerte por fuerza nos los arrebate. ¡Bienaventurados los que al morir están ya muertos a los afectos terrenales! (Apocalipsis, 14, 13). No temen éstos la muerte, antes bien, la desean y abrazan con alegría, porque en vez de apartarlos de los bienes que aman, los une al Sumo Bien, único digno de amor, que les hará para siempre felices.


“PREPARACIÓN PARA LA MUERTE”

San Alfonso María de Ligorio

viernes, 10 de noviembre de 2017

De las enfermedades que nos vienen por nuestros pecados, en la que resplandece la divina justicia con su misericordia. – Por el Padre Luis de Lapuente.




Aunque es verdad que algunas enfermedades son enviadas por algunos fines de la gloria de Dios, como después veremos, a ti te conviene considerar que las tuyas son castigo de tus pecados, o de los que conoces, porque sabes bien que has ofendido a Dios, o de los ocultos que no conoces, pero conócelos el juez, que justamente te castiga por ellos. Los muy santos, dice San Dionisio, padecen estas cosas por la gloria de Dios solamente, porque han sido inocentes y están libres de culpas graves; pero yo, miserable pecador, padezco las enfermedades por mis pecados, y confieso que merezco estos castigos, y en mí se cumple lo que dijo David: Por su maldad castigaste al hombre, e hiciste que su vida se secase como una araña. Vuelve, pues, los ojos a lo que padece tu cuerpo flaco y desvirtuado, y por ello sacarás lo que eres en el alma. Y ¿qué ha sido tu alma, sino una araña ponzoñosa, cuya ocupación era desentrañarse, tejiendo telas de vanidad que se lleva el viento, y urdiendo telas de codicia para cazar a los prójimos con engaño, y sustentarte de la sangre inocente, o quitándoles la hacienda o la fama y honra? ¿Qué araña hay tan seca como tu espíritu? El cual, habiendo de ser como abeja que coge miel de las flores, es como araña sin jugo, ni devoción o ternura, y seca como una arista. Luego justo es que Dios castigue a tal alma, poniendo su cuerpo también enfermo, flaco y seco como araña. Pues ¿de qué te turbas, miserable, si te dan lo que mereces y te ponen el cuerpo como tú has puesto el alma? Por esto añade David: Verdaderamente en vano se turba el hombre cuando está enfermo y atribulado, pues él ha dado la causa para ello. Por tanto, Señor, yo me vuelvo a ti, y te suplico que oigas mi oración y atiendas mis lágrimas y pongas fin a mis miserias.

jueves, 9 de noviembre de 2017

CUÁL DEBE SER NUESTRO AMOR A MARÍA. (Segunda parte final)









MARÍA AMADA DE LA IGLESIA MILITANTE

   Esta confianza filial, de que vamos tratando, debe ser además FIRME Y UNIVERSAL, de suerte que nada sea capaz de enflaquecerla, y al propio tiempo se extienda a todas las eventualidades y tropiezos de la vida. Nada, ni las cosas prósperas o adversas que nos sobrevengan, ni la malicia de los hombres o de los demonios, ni nuestras propias caídas, por graves o vergonzosas que sean, ni las mismas pruebas de Dios, a que según su beneplácito se digne someternos, deben ser parte para entibiar nuestra inquebrantable confianza en nuestra bondadosa Madre, María. Especialmente debemos recurrir a ella, como los niños corren al regazo de su madre cuando se ven acosados por enemigo más poderoso, en las ocasiones siguientes:

  PRIMERA, cuando nos asalta la tentación. María es el terror del infierno.

   Y nada sienten tanto los demonios como verse vencidos y arrollados por el poder de María. Al fin, ella fue la que aplastó la cabeza del dragón infernal; y esa derrota y la herida mortal que entonces recibió le llenan de confusión, y quiere desahogar en nosotros su rabia, ya que contra la Virgen es impotente. Y por eso mismo, María que ve que el infierno pretende vengar en nosotros el daño que Ella le hizo, vuela presurosa en nuestro auxilio siempre que la invocamos. Sigamos, pues, el consejo de San Bernardo. “¡Oh tú, cualquiera que seas, que te crees fluctuar con grande riesgo entre los huracanes y tempestades de este siglo, más bien que andar a pie firme sobre la tierra! no apartes tus ojos del esplendor de esta Estrella, si no quieres morir entre borrascas. Si se enfurecen los vientos de las tentaciones, si tropiezas en escollos de adversidades, vuelve los ojos a esta Estrella, invoca a María.  Si te mirares impelido fuertemente por las olas de la soberbia, de la ambición, de la detracción o envidia, vuelve los ojos a la Estrella, invoca a María. Si la ira o avaricia, o el estímulo de la carne agitaren la navecilla del alma, vuelve los ojos a María. Si turbado por la enormidad de los crímenes, confuso por la fealdad de la conciencia, aterrado por el horror del juicio futuro, comienzas a ser sepultado o como absorbido en el báratro de la tristeza, en el abismo de la desesperación, acuérdate de María. En los peligros, en las angustias, en las perplejidades de la vida, piensa en María, a María invoca. No se aparte de tus labios, no se aparte de tu corazón; y para lograr el favor de sus plegarias, no ceses de seguir el ejemplo de su vida. Siguiéndola, no te extravías; llamándola, no desesperas; acordándote de Ella, no yerras; si ella te sostiene, no caes; si te protege, no hay por qué temas; si encamina tus pasos, no te fatigas, y con su favor llegas a la eterna felicidad”.

   SEGUNDA.  La segunda ocasión en que hemos de recurrir especialmente a María, ha de ser cuando se trata de la elección de estado, ya propia, ya de aquellos que dependen de nosotros.

   Este es un negocio de suma importancia, íntimamente ligado con la eterna salvación y aun con la felicidad y dicha temporales. Muchos se condenan o viven vida infeliz, porque erraron en este punto, y siguiendo el ímpetu de la pasión o el egoísmo de la naturaleza, no tomaron a María por Madre y consejera.

   TERCERA. Hemos de recurrir en tercer lugar al patrocinio de María, siempre que nos asalte la enfermedad o nos veamos en peligro de muerte.

   ¡Ah! en este último trance, sobre todo, nos hemos de acordar de María y llamar muy de corazón a las puertas de su maternal misericordia, recordándole de una parte lo mucho que nos ama y padeció por nosotros al pie de la cruz, y por otra los años de nuestra infancia y el amor que le teníamos cuando niños, para que nos alcance perfecta contrición de las culpas y extravíos que cometimos después. Invoquémosla, si no podemos con los labios, con gemidos del corazón; pidamos a tiempo los santos sacramentos, que es error muy perjudicial guardar cosas tan importantes para cuando uno ya no sabe lo que se hace; roguemos que nos repitan con frecuencia los dulcísimos nombres de Jesús y María; besemos con filial cariño su imagen y escapulario, y las cuentas del rosario, objetos para nosotros de más estima que rico collar de perlas y brazaletes de oro, y... muramos, en fin, con la muerte de los justos que mueren en el Señor, cerrando los ojos a la luz de este mundo para abrirlos en la risueña alborada del día de la gloria. ¡Oh, dichoso el que muere besando la imagen de María o pronunciando su dulcísimo nombre!