…Es preciso tener en
cuenta que el enemigo infernal se disfraza a veces de ángel de luz, y sugiere
al principio buenas cosas para disimular por cierto tiempo sus arteras
intenciones y asestar mejor la puñalada en el momento oportuno cuando el alma
esté más desprevenida. Por eso hay que proceder con cautela, examinando los
movimientos del alma en sus orígenes y derivaciones y no perdiendo nunca de
vista que lo que empezó aparentemente bien puede acabar mal, si no se corrigen
y enderezan en el acto las desviaciones que empiecen a manifestarse.
La labor del director para con todas estas
almas ha de consistir principalmente en tres cosas: 1ª
hacerles entender que son juguete del demonio y que es menester que se armen prontamente
para defenderse contra él; 2ª sugerirles que
se encomienden mucho a Dios y le pidan continuamente y de corazón la gracia
eficaz para vencer los asaltos del espíritu de las tinieblas, y 3ª que al sentir el asalto diabólico le rechacen
rápidamente y con desprecio, haciendo actos contrarios a los que trataba de
impulsarles.
He aquí las señales manifiestas del espíritu
diabólico:
ACERCA DEL ENTENDIMIENTO.
1º Espíritu de falsedad. A
veces sugiere la mentira envuelta en otras verdades para ser más fácilmente
creído.
2º Sugiere cosas inútiles,
curiosas e impertinentes para hacer perder el tiempo en bagatelas, distrayendo
y apartando de la devoción sólida y fructuosa.
3º Tinieblas, angustias,
inquietudes; o falsa luz en la sola imaginación, sin frutos espirituales.
4º Espíritu protervo,
obstinado, pertinaz. No da nunca el brazo a torcer. Gran señal.
5º Indiscreciones continuas.
Excita, por ejemplo, a los excesos de penitencia para provocar la soberbia o
arruinar la salud (Cuando Dios pide al alma grandes austeridades, se nota
claramente ser ésa su divina voluntad por el conjunto de circunstancias. Y
siempre da, a la vez, las fuerzas suficientes para llevarlas a cabo); no guarda
el debido tiempo (v.gr., sugiere alegrías el Viernes Santo o tristezas el día de
Navidad), ni el debido lugar (grandes arrobamientos en público, jamás en
secreto), ni las circunstancias de la persona (v.gr., impulsando a los
solitarios al apostolado, y a los apóstoles al retiro y soledad, etc.). Todo lo
que vaya contra los deberes del propio estado viene del demonio o de la propia
imaginación, jamás de Dios.
6º Espíritu de soberbia. Vanidad, preferencia sobre los demás, etc.