jueves, 22 de abril de 2021

La mala confesión – Por San Antonio María Claret. (Ejemplos): Una lectura terrible, pero cierta (Primera parte).


 



   Hasta ahora te he propuesto, amado cristiano, el camino que debes seguir y el modo de poderte levantar, si por desgracia cayeres, que es el sacramento de la Penitencia. Exige, sin embargo, este Sacramento mucha disposición para acercarse a él debidamente, porque, de otra suerte, en lugar de levantarte te hundirás más en la iniquidad, añadiendo a tus pecados el peso enorme del sacrilegio; y si así, mal confesado, te acercases a la Sagrada Mesa, ¡ay de ti!, ¡qué otra nueva maldad cometerías! Te harías reo del Cuerpo y Sangre de Jesucristo, y te tragarías, como dice San Pablo, la condenación. A fin, pues, de apartarte de tan enorme delito, voy a referirte algunos ejemplos de varios estados, copiados de San Alfonso María de Ligorio en su libro titulado Instrucción al pueblo.

 


   1°) Ejemplo: de un hombre que hacía malas confesiones, y después, cuando quiso confesarse debidamente, no pudo; porque bien lo expresa el mismo Dios cuando dice: Me buscaréis y no me hallaréis y moriréis en vuestro pecado. Dice San Alfonso María de Ligorio que en los anales de los Padres Capuchinos se refiere de uno que era tenido por persona de virtud, pero se confesaba mal. Habiendo enfermado de gravedad, fue advertido para confesarse, e hizo llamar a cierto Padre, al cual dijo desde luego: – Padre mío: Decid que me he confesado, mas yo no quiero confesarme. – ¿Y por qué?, replicó admirado el Padre. – Porque estoy condenado – respondió el enfermo –, pues no habiéndome nunca confesado enteramente de mis pecados, Dios, en castigó, me priva ahora de poderme confesar bien. Dicho esto comenzó a dar terribles aullidos y a despedazarse la lengua, diciendo:¡Maldita lengua, que no quisiste confesar los pecados cuando podías! Y así, haciéndose pedazos la lengua y aullando horriblemente, entregó el alma al demonio, y su cadáver quedó negro como un carbón y se oyó un rumor espantoso, acompañado de un hedor intolerable.

 


   2°) Ejemplo: de una doncella, que murió también impenitente y desesperada. – Cuenta el Padre Martín del Río que en la provincia del Perú había una joven india llamada Catalina, la cual servía a una buena señora que la redujo a ser bautizada y a frecuentar los Sacramentos. Confesábase a menudo, pero callaba pecados. Llegado el trance de la muerte se confesó nueve veces, pero siempre sacrílegamente, y acabadas las confesiones, decía a sus compañeras que callaba pecados; éstas lo dijeron a la señora, la cual sabía ya por su misma criada moribunda que estos pecados eran algunas impurezas. El confesor, el cual volvió para exhortar a la enferma a que se confesase de todo; pero Catalina se obstinó en no querer decir aquellas sus culpas al confesor, y llegó a tal grado de desesperación, que dijo por último: – Padre, dejadme, no os canséis más porque perderéis el tiempo y volviéndose de espaldas al confesor se puso a cantar canciones profanas. Estando para expirar y exhortándola sus compañeras a que tomase el Crucifijo, respondió: – ¡Qué Crucifijo, ni Crucifijo! No le conozco ni le quiero conocer. Y así murió. Desde aquella noche empezaron a sentirse tales ruidos y fetidez, que la señora se vio obligada a mudar de casa, y después se apareció Catalina, ya condenada, a una compañera suya, diciendo que estaba en los infiernos por sus malas confesiones.

UNA CONVERSIÓN RELATADA – POR SAN ANTONIO MARÍA CLARET

 



   


Una tarde pasaba por la calle de una de las ciudades más grandes de España. Se me acercó un Niño a besarme la mano, y me pidió una estampa y se la di. Al día siguiente fui muy temprano a celebrar Misa en la Iglesia que acostumbraba y ponerme luego en el confesionario, porque siempre tenía mucha gente que me esperaba. Al concluir la misa me hinqué en el presbiterio para dar gracias. Al cabo de un rato se me acercó un hombre alto, gordo, con largos bigotes y poblada barba, con la capa que tenía tan ajustada en las manos, que no se le veía más que la nariz y la frente; los ojos tenía cerrados y lo demás de la cara estaba cubierto del pelo de las patillas, bigotes y barba, y además con el cuello de la capa, que también era peludo y alto; y con una voz trémula y ronca me dice si le haré el favor de oírle en confesión. Le contesté que sí, que entrase en la sacristía, que luego iba en acabando de dar gracias. Si bien en el confesionario ya había otros hombres y mujeres que esperaban para lo mismo, pero creí que a éste le debía oír separadamente de los demás, porque su aspecto me reveló que así convenía, y en efecto fue así. Entré en la sacristía, en que no había nadie sino aquel Señor, y aun le conduje a un lugar más retirado.

 

Yo me senté, él se hincó y empieza a llorar tan sin consuelo, que no sabía qué más decirle para acallarle. Le hice varias preguntas para saber la causa, y finalmente, entre lágrimas, suspiros y sollozos, me contestó: Padre, Ud. ayer tarde pasó por mi calle, y, al pasar frente a la puerta de la casa en que yo estoy, salió un Niño a besarle la mano, le pidió una estampa y Ud. se la dio. El Niño vino muy contento, y, después de haberla tenido un rato, la dejó encima de la mesa y se fue a la calle con otros niños a jugar. Yo quedé solo en casa, y, picado de la curiosidad y pasar el tiempo, cogí la estampa y la leí; pero ¡hay Padre mío!, yo no puedo explicar lo que sentí en aquel momento; cada palabra era para mí un dardo que se clavaba en mi corazón; resolví confesarme y pensé: ya que Dios se había valido de él para hacerte entrar en verdadero conocimiento, con él irás a confesarte. Toda la noche la he pasado llorando y examinando mi conciencia, y ahora me tiene aquí para confesarme, Padre. Soy un grande pecador; tengo cincuenta años, y desde niño que no me he confesado y he sido comandante de gente muy mala. Padre, ¿habrá perdón para mí? –Sí, señor, sí; ánimo, confianza en la bondad y misericordia de Dios. El buen Dios le ha llamado para salvarle, y Ud. ha hecho muy bien en no endurecer su corazón y en poner luego por obra la resolución de hacer una buena confesión. – Se confesó, le absolví y quedó muy contento y tan alegre, que no acertaba a expresarse.



 

 



lunes, 19 de abril de 2021

VIDA DE “SAN ANTONIO DE PADUA” PARA DESCARGAR EN PDF – AÑO 1952


 



La digitalización de este libro lo comencé en marzo, pero los altibajos en mi salud y los problemas que me dio la misma obra, pues no es un libro fácil de digitalizar dado el deterioro del mismo, me llevo a que con ayuda de mi hija Fátima lo terminara hoy 19 de abril. Esta obra ya no se reedita más, sólo se la consigue en librerías de  “segunda mano”, y fue impresa por la extinta “Pía Sociedad de San Pablo” que público excelentes libros. Perdonen si ven alguna imperfección. El libro es una joya de fácil lectura, y muy piadoso. Todo sea A.M.D.G. Salvación de las almas y honor de  “San Antonio de Padua.”

Este libro lo pueden descargar en “PDF” desde los servidores de “Mediafire” y de “Mega”. Con un peso de sólo “5,34 MB”. Super liviano. Espero disfruten de su lectura.   


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DESCARGAR DESDE MEDIAFIRE: AQUÍ.


domingo, 18 de abril de 2021

A EJEMPLO DE CRISTO, DEBEMOS SUFRIR SERENAMENTE LAS MISERIAS DE LA VIDA – Por Tomás de Kempis.


 



Cristo. Hijo mío, bajé del cielo para salvarte, abrazando tus miserias movido de amor, no obligado de necesidad, para enseñarte a sufrir con paciencia y sin repugnancia los males de la vida.

 

Desde el punto en que nací hasta expirar en la cruz no me faltaron dolores. Fui muy pobre en bienes de fortuna; oía con frecuencia quejas de mí; con paciencia soportaba confusiones y oprobios; recibía ingratitud por mis beneficios; blasfemias, por los milagros, y censuras, por mi doctrina.

 

El discípulo. Señor, puesto que tú fuiste tan sufrido en tu vida cumpliendo así perfectamente el mandato de tu Padre, justo es que también yo, pobrecillo pecador, sufra con paciencia conforme a tu voluntad y que por mi salvación lleve el peso de esta vida mortal hasta que tú quieras.

 

Pues, aunque se sienta el molesto peso de la vida presente, ya tu gracia la hizo muy meritoria, y tu ejemplo y el de los santos la hacen más tolerable a nuestra fragilidad y más llena de luz. Pero, además, se tienen ahora muchos más consuelos que bajo la antigua ley, cuando las puertas del cielo estaban siempre cerradas, el camino que conduce a él no se veía tan claro, y eran tan pocos los que querían ganar el reino de Dios.

sábado, 17 de abril de 2021

DEBEMOS CONFIAR A DIOS TODAS NUESTRAS INQUIETUDES – Por Tomás de Kempis.

 



Cristo. Hijo mío, déjame hacer de ti lo que quiera, pues yo sé lo que te conviene. Tú piensas como hombre, y sientes en muchas ocasiones como tu humano corazón te inclina.

 

El discípulo. Es verdad lo que dices, Señor. Tú tienes mayor solicitud de mí que todo el cuidado que yo puedo tener. Demasiado inseguro está quien no te confía todos sus cuidados.

 

Con tal que mi voluntad permanezca firme y recta en tu amor, haz conmigo lo que quieras, Señor. Porque sólo bueno puede ser lo que de mí hicieres.

 

Si quieres que esté en tinieblas, bendito seas. Y si quieres que esté en la luz, seas igualmente bendito.

 

Si te dignas consolarme, bendito seas. Y si quieres que sufra, seas también bendito eternamente.

 

Cristo. Si quieres andar conmigo, debes estar en esta disposición: tan pronto a sufrir como a gozar; tan contento en la pobreza y escasez como en la riqueza y abundancia.

 

El discípulo. Señor, sufriré con gusto por ti cuanto quieras que me venga.

 

Con igual contento quiero recibir de tu mano los bienes que los males, lo dulce que lo amargo, las alegrías que los pesares, y agradecerte igualmente cuanto me suceda.

 

Guárdame de todo pecado, y no temeré la muerte ni el infierno.

 

Ninguna tribulación que me venga podrá dañarme, con tal que no me destierres para siempre, ni me borres del libro de la vida.

 

 

“LA IMITACIÓN DE CRISTO”


sábado, 10 de abril de 2021

TRATADO DE LA VERDADERA DEVOCIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN - Por San Luis María grignion de Montfort. (Para descargarlo en PDF)


 


Con la ayuda de mi hija Fátima digitalizamos esta obra “EN HONOR DE MARÍA SANTÍSIMA” Esta obra lo compré hace varios años atrás en una librería de segunda mano, y con este libro toda mi familia se “Consagro a la Virgen María”. ¿Por qué es tan importante esta obra? Primero: porque San Luis María Grignion de Montfort nos habla bellamente de María. Segundo: Por que ella contiene los

“EJERCICIOS PREPARATORIOS PARA LA

CONSAGRACIÓN SOLEMNE”

Según el método de San Luis María

Grignion de Montfort. (Pág. 159)

 Muy buscado por personas católicas, e incluso familias enteras que quieren consagrar sus vidas a la virgen María.

Tercero: Y esto se les escapa incluso a los mejores lectores de San Luis María Grignion de Montfort. No digo todos. “LA ORACIÓN ABRASADA” que lo pueden encontrar en la (pág. 175) de este libro.

Cuarto: Lo más importante, “Nuestra Madre del Cielo” está siendo combatida como nunca en la historia. Talvez esta lectura mariana nos haga tomar conciencia de la importancia de la devoción a María en estos tiempos, y el papel que Dios le dio a María en la batalla final.

Nos llevó muchas horas y mucho sacrificio digitalizar esta obra. Nuestras máquinas son viejas, y mi hija me tuvo que ayudar, pues no veo bien y me cansa mucho, lo que antes era un juego de niños para mí, hoy es una tarea dura. “PERO TODO SEA  A.M.D.G. PARA GLORIA DE MARÍA Y SALVACIÓN DE LAS ALMAS”


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jueves, 1 de abril de 2021

EL BESO DE JUDAS. — EL ARRESTO. — Por el R. P. BERTHE. De la Congregación del Santísimo Redentor


 



   El desgraciado Judas no había perdido tiempo desde su salida del cenáculo. En una entrevista con los principales miembros del gran Consejo, hízoles saber que Jesús se dirigiría con sus apóstoles al monte de los Olivos, que pasaría la noche en un lugar solitario perfectamente conocido del traidor y que por consiguiente, sería muy fácil aprehenderle durante la noche sin excitar ningún rumor en el pueblo.

 

   Los príncipes de los sacerdotes adoptaron con júbilo el plan propuesto y formaron una cuadrilla de gente armada para ponerlo inmediatamente en ejecución. Componíase aquella de un destacamento encargado de montar la guardia del templo, de satélites o sirvientes del gran sacerdote y de una banda de gente del pueblo, provistos todos de picas y bastones, de antorchas y linternas. Algunos miembros del Sanhedrín acompañaban a la expedición nocturna para tomar las medidas reclamadas por las circunstancias.

 

   Colocado a la cabeza de la columna, Judas, le servía de guía. Gomo los soldados no conocían a Jesús, recibieron la orden de detenerse a la puerta del jardín de Getsemaní, mientras que Judas avanzaría solo hacia su Maestro y le mostraría a todos por una señal inequívoca: “Aquel a quien yo besare, les había dicho el infame, ese es. Aseguradle bien y llevadle con gran cuidado, porque muy bien podría escaparse.” Dada la señal, Judas debía reunirse con los apóstoles como si ninguna participación hubiera tomado en el nefando crimen que se iba a consumar. De esta manera, evitaba la odiosa mancha de haber hecho traición a su Maestro y los príncipes de los sacerdotes no tendrían que soportar la vergüenza de haber recurrido a un vil expediente para satisfacer su venganza. Pero todo estaba calculado sin tomar en cuenta la sabiduría y el poder de Dios.