Colaboradora del blog.
miércoles, 28 de febrero de 2018
domingo, 25 de febrero de 2018
DEMONIOS – Por Cornelio Á Lápide. (Parte IX)
El demonio es el dios del Siglo.
El
dios de este siglo, dice San Pablo, ha cegado el entendimiento de los incrédulos: (II.
Cor. IV. 4).
El dios de este siglo es el demonio, qne es
el dios de los que viven según la corrupción del siglo. Es el dios de este
siglo, no por derecho de creación, sino por su perversidad, sus escándalos, sus
sugestiones, su imperio y su tiranía...
Lo propio del orgullo,
dice el elocuente Obispo de Meax, es atribuirlo todo a sí mismo; y por esto los
soberbios se consideran los dioses de ellos mismos, sacudiendo el yugo de la
autoridad soberana. Por esta razón, habiéndose henchido el
demonio con una arrogancia extraordinaria, las Escrituras han dicho que había
aspirado a la divinidad. Escalaré el
cielo, dijo, colocaré mi trono encima de los astros, y seré semejante al
Altísimo. (Isai XIV. 13-14). Arrojado del cielo, y precipitado en el abismo,
y reunidos con él todos los compañeros de su insolente empresa, conspiró con
ellos para sublevar contra Dios a todas las criaturas. Pero, no contento con sublevarlas,
concibió entonces el insolente designio de someterlo todo en el mundo a su
tiranía: atacó a Adán, y
le hizo su esclavo: enorgullecido con este éxito feliz, y no olvidando su
primer designio de igualarse a la naturaleza divina, se declaró abiertamente
rival de Dios; y tratando de revestirse de la majestad divina, como no tiene poder
de hacer nuevas criaturas para oponerlas a su dueño, ¿qué hizo? Por lo menos
adulteró todas las obras de Dios, dice el grave
Tertuliano: enseñó a los hombres el modo de corromper su
uso; y los astros, y los elementos, y
las plantas, y los animales, todo lo hizo servir de idolatría; abolió el conocimiento
de Dios, y por toda la redondez de la tierra se hizo adorar en lugar suyo,
según lo que dijo el Salmista: Los dioses de las naciones son los demonios: (XCV. 5).
Por esto el Hijo de Dios lo llama el príncipe
del mundo: (Juan. XIV. 30). Y el
Apóstol el dios de este siglo: (II. Cor. IV. 4).
¿Y con qué insolencia se ha portado este
rival de Dios? ¡Siempre ha tratado de hacer lo que Dios hacía, afectando
la misma pompa. Dios tiene sus vírgenes que le están consagradas ¿No ha tenido
el diablo sus vestales? ¿No ha tenido sus altares y sus templos, sus misterios
y sus sacrificios, y ministros de sus impuras ceremonias que hizo tan
semejantes como pudo a las de Dios, porque tiene envidia de Dios, y en todo
quiere parecer su igual?
Cuando Jesucristo vino a la tierra, añade
Bossuet (Hist. universal), todo era dios menos el mismo Dios, y el universo no
era más que un vasto templo de ídolos.
Como las pasiones y el pecado son hijos del
demonio, este padre hace también adorar a sus hijos, o más bien se hace adorar
en las pasiones y en el pecado. Asi es que el avaro
adora el oro, el borracho a Baco; el impúdico adora a Cupido y a Venus, etc. He
aquí pues a todos los hombres amantes de sus depravadas pasiones adoradores de
los demonios; son idólatras: y he aquí al demonio adorado en las pasiones, en
los crímenes y en los escándalos...
El demonio no se cansa nunca es muy perseverante en perseguirnos.
viernes, 23 de febrero de 2018
jueves, 22 de febrero de 2018
La estatua en su hornacina – Por San Francisco de Sales.
Si una estatua, que
hubiera sido colocada en una hornacina en medio de una sala, pudiera hablar y
se le preguntara: ¿Por qué estás ahí?
Respondería: “Porque
el escultor, mi maestro, me ha puesto aquí”.
“¿Por qué no te mueves?”. “Porque él
quiere que permanezca inmóvil”. “¿Para qué sirves estando ahí? ¿Qué
provecho sacas con estar así?”. “Yo no estoy aquí para mi propio provecho; estoy para
servir y obedecer a la voluntad de mi maestro”. “Pero tú no le ves nunca”. “No —responderá la estatua— pero él me ve y le causa
placer que yo esté donde él me ha puesto”. “¿Y no querrías tú disponer de movimiento para ir cerca de él?”. “En absoluto, a menos que él me lo mandara”. “Así pues,
¿no deseas nada?”. “No, porque yo estoy donde me ha puesto mi maestro, y su
voluntad es el único contento de mi ser”.
¡Dios mío, querida Hija, qué oración tan
buena, y qué modo más excelente de mantenerse en la presencia de Dios, de
permanecer en su voluntad y en su agrado! Según mi
parecer, la Magdalena era
una estatua en su hornacina, cuando, sin
pronunciar palabra, sin moverse y, tal vez, sin siquiera mirarlo, escuchaba lo
que decía Nuestro Señor, sentada a sus pies. Cuando Él hablaba, ella escuchaba;
cuando Él dejaba de hablar, ella cesaba de escuchar; y sin embargo, ella seguía
allí. Un niño pequeño que está en el regazo de su
madre mientras ésta duerme se encuentra verdaderamente en el mejor lugar y en
el más apetecible, aunque ella no le dirija palabra, ni él a ella.
“Carta
a Santa Juana Francisca Fremiot de Chantal, (16 de enero de 1610)”
AYUNO Y ABSTINENCIA – Por Cornelio Á Lápide (III parte) y final de esta publicación.
EL BUEN SAMARITANO.
COMENTARIO DEL BLOG: Creo
que lo que está escrito en esta publicación pocos lo saben, y si lo saben, no
en el sentido que estos Santos les dan al ayuno acompañado de las buenas obras
y mortificación de las pasiones. Ayunar solamente no basta para agradar a Dios,
si no se hace lo que se explica en la segunda parte de esta publicación. El que
no lo lee corre el riesgo de ayunar mal. De más está decir que este comentario
no va dirigido a los que saben. Yo no lo sabía. Ahora puedo decir que entiendo
el verdadero sentido del ayuno. Dios nos conceda la gracia de practicarlo.
Falsos pretextos que se alegan para no ayunar.
Alegamos mil
razones falsas para librarnos de la ley del ayuno: la edad, la debilidad
de estómago, las ocupaciones, la rigidez de la ley etc.
Los pecadores no pueden ayunar, es decir, no
tienen fuerza para salvarse, y la tienen para condenarse; pero es más costoso
ir al infierno que ir al cielo El mundo tiene tormentos, sacrificios, privaciones,
exigencias, Ordenes mil veces más penosas qne el Evangelio...
¿Y no ha de haber ninguna energía para el
bien, habiendo tanta fuerza para el mal?... ¡Los que se creen demasiado débiles
para ayunar y hacer abstinencia, saben perfectamente imponerse privaciones cuando
se trata aunque no sea más que de ganar una corta cantidad de dinero; y cuando
se les asegura que obtendrán la gracia, el cielo y la gloria eterna con algunos
días de ayuno, son demasiado débiles!...
¡Ah! no es la debilidad del temperamento la
verdadera causa de la violación de una ley tan santa y tan ventajosa;
las verdaderas, causas de este desorden,
son la perdida de la fe, la indiferencia, la gula y la impiedad.
¿Creéis que vuestra salud sea débil?;
pero ¿no tenéis la culpa de haber
perdido vuestra salud? ¿No la destruís con la avaricia, la lujuria, la vanidad,
la gula, la embriaguez, la cólera, los juegos y otros excesos?
Muchas veces la salud sólo está alterada por el desorden
de las pasiones ¡Oh! ¡Cuántos hay que abusan de esta, salud, don tan precioso de Dios!...
Hay varias especies de ayuno.
Hay el ayuno de la voluntad. Hemos ayunado, dicen algunos, y ¿por qué no ha tenido Dios en cuenta
nuestros ayunos? Porque dice Isaías,
seguís vuestros caprichos y voluntades en los días de ayuno: (LVIII. 3) ¿Acaso el ayuno que yo estimo, dice el Señor por medio
de; Isaías,
no es más bien el que tú deshagas los injustos contratos, que canceles las obligaciones usurarias que
oprimen, que dejes en libertad a los que
han quebrado, y quites todo gravamen? (LVIII.
6 ). ¡Qué partas tu pan con el
hambriento, y que a los pobres y a los que no tienen hogar los acojas en tu casa,
y vistas al que veas desnudo, y no desprecies tu propia carne, o a tu prójimo!
(LVIII.7). Sí esto haces, amanecerá tu
luz, como la aurora, y llegará presto tu curación; y delante de ti, irá siempre
tu justicia, y la gloría del Señor te acogerá en su seno. (LVIII. 8.) Entonces invocarás al Señor, y él te oirá
benigno: Clamarás, y él te dirá: Aquí estoy. (LVIII. 9).
Notad aquí que el Señor
enseña y explica cuál debe ser el ayuno de los cristianos durante la cuaresma y
los demás días de ayuno. Es
preciso: 1°. Que el alma se abstenga de los vicios, así como el cuerpo se
abstiene del alimento, dice San
Jerónimo: Porque el
objeto del ayuno es humillar el cuerpo y
sujetarlo al alma, sujetar el alma a la
razón, la razón a la virtud y al espíritu, y el espirita a Dios; y sí no os
encamináis a este fin, en vano emplearéis el remedio de los ayunos, de la misma
manera que el enfermo toma inútilmente el remedio, si no se abstiene de lo que
puedo dañarle, dice San Crisóstomo: (In Gen. I, homil. VIII).
martes, 20 de febrero de 2018
TENTACIONES – Por Cornelio Á Lápide. (Parte 3)
David y Goliat.
TENTACIONES
– Por Cornelio Á Lápide. (Parte 3)
Pueden vencerse las tentaciones con el auxilio de Dios.
Si
Dios está por nosotros, ¿quién con ventaja luchará contra nosotros? dice el gran
Apóstol: (Rom. VIII. 31). Todo lo puedo
en el que me mortifica: (Philipp, IV.
13).
Dios
nos asiste en lo fuerte del combate. El que da la voluntad, da el poder para
ser cooperadores de sus obras; y podemos decir con el Salmista: Dios es mi luz
y mi salvador; ¿a quién he de temer? Dios es el protector de mi vida; ¿quién me
hará temblar? (XXVI. 1).
Deseo,
dice el gran Apóstol a los corintios, que no os sucedan más que tentaciones humanas
y ordinarias. Dios es fiel, y no sufrirá que seáis tentados sobre vuestras
fuerzas, sino que hará también que salgáis de la tentación para que podáis
permanecer firmes: (I, X. 13).
Todas las naciones, dice el Real Profeta, se
han armado contra mí; y en nombre del Señor venceré: Se han arrojado sobre mí
como un enjambre de abejas: y en nombre del Señor venceré: Mis enemigos me han
empujado para precipitar mi caída; pero el Señor me ha sostenido: El Señor es
mi fuerza y mi gloria, y ha venido a ser mi salvador: Gritos de alegría y de
victoria resuenan en la tienda de los justos: La diestra del Señor ha
desplegado su fuerza la diestra del Señor me ha llevado, la diestra del Señor
ha señalado su poder: (Psal. CXVII. 10)
Marchareis, dice en otra parte el mismo
profeta, sobre el áspid y el basilisco, y humillareis a vuestros pies al león y
al dragón: (XC. 13).
No tenemos un pontífice que no pueda
participar de nuestras enfermedades, dice el gran Apóstol, sino un pontífice
que ha sido tentado y experimentado en todo para ser semejante a nosotros, si
se exceptúa que está libre del pecado: (Hebr. IV. 15).
El Señor, dice el apóstol San Pedro, sabe
librar a los justos de tentaciones: (II.
II. 9). Son Noé, Lot, Abraham, Jacob, José. Moisés, David, Susana, Daniel, Esther y
Mardoqueo, Judith, Jael, Tobías, Judas Macabeo, Pedro, etc...
viernes, 16 de febrero de 2018
TENTACIONES – Por Cornelio Á Lápide. (Parte 2)
LA TENTACIÓN DE SAN HILARIÓN
La tentación es una prueba que distingue al bueno del malo.
La Escritura compara la tentación a un
tamiz. (Luc. XXII. 31). El tamiz separa el trigo del mal grano y de la paja; el
buen grano se queda, el grano malo cae y desaparece; asi los verdaderos fieles,
los justos resisten a las tentaciones, mientras que los cobardes, los pecadores
y los impíos sucumben y caen en el infierno...
Hay varias clases de tentaciones: son frecuentes y muchas veces
terribles.
Las tentaciones se suceden como las olas a
las olas, los vientos a los vientos, el eslabón de una cadena a otro eslabón; y
muchas veces se experimentan varias tentaciones á la vez...
La
tentación comprende también las aflicciones, las tribulaciones y las pruebas...
La prosperidad es también una tentación peligrosa; la
elevación, el honor y la alabanza son tentaciones terribles... (Nuestra
nota: cuidado querido hermano con estas tentaciones, tan comunes en estas
épocas, tentaciones de las cuales ya ni se hablan ni se predican contra ellas)
Hay tentaciones del demonio, del mundo y de
la carne...
Se llama propiamente tentación todo lo que
solicita al hombro al pecado...
Hay tentaciones que no hacen cometer más que
un solo pecado; otras hacen
Cometer muchos a la
vez, como la tentación de Adán y de Eva,
que contenía en sí el orgullo, el
descontento, la curiosidad, la fe en las palabras de la serpiente, la
desobediencia y la gula.
Siempre
que hemos vencido a semejantes enemigos, dice San Gregorio, hemos de
estar necesariamente dispuestos a vencer a otros. (In Job.)
Dice
el Apocalipsis que el dragón, es decir, Satanás,
se fué, lleno de rabia, dispuesto a hacer una guerra cruel e incesante. (XII.
17).
Cobardía, mentira, habilidad, promesas, furor,
crueldad y malicia, todo lo emplea el maligno espíritu...
Cuando solo, o con todas sus legiones, no puede triunfar,
Satanás llama en su auxilio a los demonios encarnados, es decir, a los
escandalosos y corruptores... Llama en su auxilio a las tres concupiscencias
de que habla San Juan. (1San Juan. II. 16).
Necesidad de las tentaciones.
Nuestra
vida en este destierro no puede pasar sin tentaciones, dice San Agustín
porque nuestro adelanto espiritual se verifica por la tentación; no podemos
conocernos sino por la tentación; no podemos ser coronados sin haber vencido;
no podemos vencer sin combate, y no podemos combatir sin enemigos ni
tentaciones.
No hay victoria sin combate, dice San Cipriano.
(Lib. de Mortalitate).
No
hay grandes obras de virtud sin las pruebas de las tentaciones, dice San León; la
fe se confirma con las agitaciones, no hay combate sin enemigo, y no hay
victoria sin llegar a las manos. Si queremos triunfar, es preciso combatir.
Soldados
de Jesucristo, sois demasiado delicados,
dice San Crisóstomo, si creéis vencer sin lucha y triunfar sin
batiros. (Serm de Mart.)
El
humo precede a la llama, dice San Crisóstomo; y el combate procede a la victoria antes del triunfo de Jesucristo en el último día,
habrá la tentación del Anticristo. (Serm de Mart.)
Porque erais agradable al Señor, dijo el
ángel a Tobías, ha sido preciso que fuéseis experimentado por la tentación.
(Tob. XII. 13).
El reino de los Cielos sufre violencia, dice
Jesucristo, y sólo por violencia puede arrebatarse. (Mateo. XI. 12).
Por muchas tentaciones hemos de entrar en el
reino de Dios, dice el gran Apóstol. (Act. XIV. 21).
El verdadero valor y la verdadera fuerza, consisten en vencer
las tentaciones.
¿Quién
es poderoso y valiente? El qne combate las tentaciones y las vence...
El bienaventurado Pablo. Dice San Crisóstomo, veía
cada día que montañas de tentaciones se desplomaban sobre él, y se alegraba, se
conducía como si se hubiese hallado en medio del Paraíso.
El mejor y el más grande de los reyes es el
que puede mandar a sus pasiones, dice Sócrates. Heroísmo en vencer las tentaciones... Hay
vergüenza y cobardía en dejarse vencer...
“Tesoros
de Cornelio Á Lápide”
jueves, 15 de febrero de 2018
TENTACIONES – Por Cornelio Á Lápide. (Parte 1)
¿Por qué a permitió Jesucristo que el demonio le tentase?
Jesús, dice el evangelista San Mateo,
fué conducido por el Espíritu al desierto, para que el demonio le tentase. (San
Mateo. IV. 1).
Quiso Jesucristo
ser tentado: 1)
Para enseñarnos a resistir a las tentaciones, y convencernos de qne hemos de
ser experimentados para salvarnos. 2) Para enseñarnos que la tentación no es un
pecado. 3) Para probamos
que con la gracia se pueden vencer todas la tentaciones. 4) Para manifestarnos que es nuestro hermano. 5) Para
patentizarnos que ha cargado con nuestras miserias. 6) Para decirnos que hemos de preparamos a
todas las tentaciones y esperarlas. 7) Quiso
ser tentado para vencer al demonio. Jesucristo ha sido tentado, dice San Agustín, para que el cristiano no fuese vencido por el
tentador, y vencedor Jesucristo, fuésemos nosotros también vencedores (In Psal.
XC).
Los santos no están exentos de tentaciones; Quienes están más
tentados que los otros.
Se ha
dado a mi carne un aguijón, el ángel de Satanás, que me abofetea, dice el gran Apóstol: (II.
Cor. X II. 1). Y exclamaba: ¡Qué desgraciado soy! ¿Quién me librará de este
cuerpo de muerte? (Rom. VII. 24). Veo
en mis miembros otra ley que combate la ley de mi espíritu, y me cautiva bajo
la ley del pecado, que está en mis miembros. (Rom. VII. 23).
Los justos son tentados como los demás
hombres, dice la Sabiduría. (XVIII. 20). No son los buques vacíos los que temen a
los piratas, dice San Crisóstomo, sino los que están cargados de oro de plata
y de piedras preciosas: de la misma
manera el demonio no atormenta fácilmente al pecador, sino más bien al justo, en quien se
hallan grandes riquezas en virtudes y en méritos.
El arte de aprovechar nuestras faltas – Primera parte: Capítulo I - V
1. La estimación exagerada de nosotros mismos produce
impaciencia y turbación. —No hay que confundirse tristemente y con inquietud; el amor
propio es el que produce esas confusiones, porque estamos pesarosos de no ser
más perfectos, no tanto por amor a Dios, sino por amor a nosotros mismos. ¡Nos causa tanto bien llorar por nuestros
defectos, y esto contenta tanto al amor propio!
Nada hay como el
demasiado cuidado de nosotros mismos que nos haga perder la tranquilidad de
nuestro espíritu, llevándonos a rarezas y desigualdades de carácter. Porque
cuando sufrimos algunas contradicciones, con sólo advertir algún vestigio de
nuestra inmortificación, o cuando incurrimos en algún leve defecto por pequeño
que sea, nos parece que todo está perdido.
Nuestro primer mal es la estimación que
tenemos de nosotros mismos; si incurrimos en algún pecado o imperfección, henos
ya asombrados, turbados, impacientes, porque creemos ser alguna cosa buena, resuelta,
sólida, y, por tanto, al ver que no es así, y que hemos caído de bruces en tierra,
nos turbamos enfadados y descontentos por habernos engañado en nuestros
cálculos.
Tened gran cuidado de no turbaros cuando cometáis
alguna falta, ni dejaros llevar de dulces enternecimientos respecto de vosotros
mismos, pues todo esto no procede más que del orgullo.
2. Después de una
caída, corrijamos nuestro corazón con dulzura y compasivamente.
— Tal es la línea de conducta que nuestro dulce Santo opone a las agitaciones y
solicitudes estériles engendradas por el amor propio. Parece haber tomado partido
a favor del corazón que ha claudicado, y tanta conmiseración siente hacia él,
que en lugar de recriminarle y turbarle más, he aquí cómo quiere que se le
trate:
No atormentéis
vuestro corazón, aun cuando se haya extraviado algo; tomadlo con suavidad y
conducidle nuevamente a su camino.
Querida hija mía, cuando incurrimos en defectos,
examinemos nuestro corazón inmediatamente y preguntémosle si conserva siempre
viva y entera la resolución de servir a Dios; espero que nos responderá que sí,
y que antes sufriría mil muertes que separarse de esta resolución.
Preguntémosle de nuevo: — ¿Por qué, pues, tropiezas ahora? ¿Por qué eres tan
cobarde? —Responderá: —He sido sorprendido, no sé cómo; pero estoy de ello
pesaroso ahora. — ¡Ay! querida hija, Es necesario perdonar: no ha faltado por infidelidad,
sino por enfermedad. Hay que corregirle suavemente, tranquilamente, y no
encolerizarle y turbarle más”
“Preparad vuestra alma a la tranquilidad desde
la mañana; tened gran cuidado durante el día de recordárselo y de tomarla en
vuestra mano. Si sentís algún movimiento de disgusto, no os espantéis por ello;
pero al reconocerlo, humillaos suavemente delante de Dios y procurad dominar
vuestro espíritu en actitud de suavidad. Decid a vuestra alma: Nada, ¡adelante!,
hemos dado un paso en falso; marchemos ahora gallardamente y tengamos cuidado
de nosotros. Y todas y cuantas veces cayereis, haced lo mismo.”
EL
ARTE DE APROVECHAR NUESTRAS FALTAS. SEGÚN SAN FRANCISCO DE SALES. POR EL M. R.
P. JOSÉ TISSOT. OBRA DEL SIGLO XIX.
AYUNO Y ABSTINENCIA – Por Cornelio Á Lápide (II parte)
COMENTARIO DEL BLOG: Esta parte de Cornelio Á Lápide constituye todo una joya sobre el ayuno, jamás, y lo digo en sentido literal, leí algo tan bello y profundo sobre el ayuno como lo constituye este fragmento.
Excelencia del ayuno, sus admirables efectos y sus ventajas.
El
ayuno, dice San León, engendra los pensamientos castos, las voluntades razonables
y rectas, y los más saludables consejos: con esta aflicción voluntaria, la
carne muere para, las concupiscencias, y el espíritu se renueva con las virtudes.
Oíd a
San Ambrosio: ¿Qué es el ayuno, dice, sino la imagen del cielo
y el precio con que puede adquirirse? El ayuno es el alimento del alma, el alimento
del espíritu. El ayuno es la vida de los ángeles; el ayuno es la muerte del
pecado, la destrucción de los crímenes, el remedio de la salvación, el manantial
de la gracia, el fundamento le la castidad. Por medio del ayuno se llega pronto
a Dios.
El
ayuno, dice San Efrén, es el carro que conduce al cielo. El ayuno suscita
profetas, y enseña sabiduría a los legisladores. El ayuno es el guarda perfecto
del alma, cohabita con el cuerpo sin dañarle.
El
ayuno es un alma a toda prueba para los soldados valientes y los intrépidos
atletas. El ayuno resiste a las tentaciones; da unción a la piedad. El ayuno apaga
la violencia del fuego, cierra las fauces de los leones, y encamina las oraciones
al cielo. La abstinencia es madre de la santidad, disciplina de la juventud y adorno
de la vejez. No sólo es el ayuno una
virtud perfecta, sino el cimiento de las demás virtudes; es la santificación,
la pureza, la prudencia, virtudes sin las cuales nadie puede ver a Dios.
El hambre, dice San Ambrosio, es amiga
de la virginidad, y enemiga de la lujuria; pero los excesos en la mesa ahogan
la castidad y alimentan las pasiones: (Serm, de Quadrag.)
Asi como el soldado no es nada sin armas,
dice San Crisóstomo, y las armas no son tampoco nada sin el
soldado, de la misma manera la oración no es nada sin el ayuno, ni el ayuno sin
la oración. (In Matth., c. VI).
miércoles, 14 de febrero de 2018
AYUNO Y ABSTINENCIA – Por Cornelio Á Lápide (I parte)
Necesidad del ayuno y la abstinencia.
Ya en la antigua ley,
ya en la nueva, Dios ordena el ayuno... La Iglesia hace de él un precepto Quitad la leña del fuego, si queréis que mengüe
la llama, dice un poeta.
Más, la concupiscencia es un fuego
devorador: es pues preciso hacer ayunar la carne...
Vale
mucho mejor para vosotros, dice San Jerónimo, que padezca más bien vuestro estómago que vuestra
alma; vale mucho más mandar a la carne, que obedecerle, vacilar con pié
incierto y débil que caer en impurezas. Es con el rigor de los ayunos y de las vigilias: que pueden rechazarse
los dardos envenenados del demonio: muerto está el que vive en medio de las
delicias.
El mismo Platón prohibía comer
carne dos veces al día, y saciarse. (Lib. De legib).
Necesidad del ayuno y de la abstinencia para
evitar el pecado…
Necesidad del ayuno y de la abstinencia para
expiar los pecados cometidos
Necesidad del ayuno y de la abstinencia para
vencer y rechazar al demonio.
¿En
qué consiste que no hemos podido arrojar a este demonio? decían los discípulos a Jesucristo. Él les
respondió: Estos
demonios: no pueden ser arrojados sino por medio de la oración y del ayuno. (Marco
IX. 27-28)
Es imposible ser casto si uno no se
mortifica… El ayuno es
obligatorio.
Ejemplos de ayuno y abstinencia.
Del ayuno y tentación –– Por Fray Luis de Granada.
Después del sacro misterio del Bautismo y
del magnífico testimonio del Cielo, es llevado Jesús por el Espíritu Santo al
desierto, para que allí sea tentado del enemigo.
¿Qué
consecuencia tienen entre sí estos misterios? ¿Cómo dicen en uno los trabajos y
soledad del desierto con los pregones del Cielo? ¿Y las tentaciones del enemigo
con los favores del Espíritu Santo?
Primeramente por aquí entenderemos que el
regalar Dios a sus siervos no es para asegurarlos, sino para esforzarlos y
disponerlos a mayores trabajos. Así cura
y da de comer el caminante a su caballo, para esforzarlo en el camino, y así
arma y favorece el Capitán a su soldado, para ponerle en el mayor peligro. Y por esto, el
que así se viere visitado de Dios no por eso se tenga por más seguro, sino
antes por citado y emplazado para el mayor peligro.
Donde también es de considerar cómo antes
que el Salvador diese principio a la predicación del Evangelio, se aparejó con
ayuno de cuarenta días, y con la soledad y ejercicios del desierto; para que tú
por aquí entiendas cuán grande sea el negoció de la salud de las almas; pues
aquel Señor, que era sumamente perfecto, sin tener de eso alguna necesidad, se
dispuso para él con tan grandes aparejos. Y por aquí
también entenderán los oficiales de este oficio en qué género de ejercicios se
han de ejercitar antes que comiencen este negocio.
Porque ninguno debe salir a lo público de la
predicación si primero no se hubiere ejercitado en secreto de la contemplación;
pues, como dice San Gregorio Lib. 23 Mor. C. 21, “ninguno sale seguro
fuera si primero no está ejercitado de dentro”.
MIÉRCOLES DE CENIZA. Día de ayuno y abstinencia.
El
ayuno obliga a todo los mayores de edad hasta los cincuenta y nueve.
La
abstinencia obliga a partir de los catorce años cumplidos (aunque es
aconsejable iniciarla desde los 7 años, como antes se acostumbraba).
El
ayuno es realizar sólo una comida fuerte (completa) al día.
La
abstinencia prohíbe comer EN NINGÚN MOMENTO DEL DÍA, carne y caldo de carne de
animales terrestres o que vuelan (res, carnero, cerdo, pollo, codorniz,
pájaros, etc.). Se permite la carne de pescados o mariscos. En algunas regiones
existe el error generalizado de que se permite el pollo o el caldo de pollo,
pero esto no es así.
DEMONIOS – Por Cornelio Á Lápide. (Parte VIII)
Crueldad y furor del Demonio contra los hombres
El demonio, como león rugiente, anda girando
alrededor de vosotros en busca de presa que devorar, dice el apóstol
San Pedro, (1Pedro V, 8)… No dice el Apóstol
que el demonio trata de morder, sino que traía de devorar...
¡Ay de la tierra y del mar!
dice el Apocalípsis, porque el diablo
bajó a vosotros arrojado del cielo y está lleno de furor, sabiendo que le queda
poco tiempo (Apoc. XII. 12).
Simón, Simón, dijo Jesucristo a Pedro, mira
que Satanás va tras de vosotros para zarandearos como el trigo cuando se criba:
Simón,
Simón. (Luc. XXIL 31).
El dragón, dice el Apocalípsis, se irritó, y
marchóse a guerrear: ( Apoc XII. 17).
La crueldad y la rabia del demonio, dice el
Salmista, le llevan a perseguirme, A apoderarse de mí, y a hundir en el polvo
mi gloria. (Salmo VII. 6). Mis enemigos, añade, me tienen cercado por todas partes; tienen puestas
sus miras para dar conmigo en tierra; están acechándome como el león preparado a
arrojarse sobre su presa, o como el leoncillo qne en lugares escondidos está en espera: levántate, o
Dios mío; prevén el golpe, y arrójalos por el suelo, libra mi alma de las
garras del impío. (Salmo. XVI. 11-13). El
jabalí del bosque todo lo ha destruido, y se apacentó en ella esa fiera
singular o solitaria: (Salmo LXXIX. 14).
Serviréis á dioses extraños, que no os darán
descanso ni de día ni de noche, dice el profeta Jeremías (XVI. 13).
Estos pretendidos dioses, que son tan
crueles, son los demonios...
Cada vez
que pecamos, dice San Jerónimo, caemos bajo el imperio del demonio, que jamás nos da
descanso, pues nos impele siempre a añadir un crimen a otro crimen hasta hacer
de ellos una montaña.
Devastaciones producidas por los demonios
lunes, 12 de febrero de 2018
De las enfermedades por comparación a los premios del cielo que esperamos – Por el Padre Luis de Lapuente.
Lo primero has de considerar, que la
sabiduría de nuestro gran Dios y Señor, como dispone todas las cosas de esta
vida mortal en número; peso y medida, del modo que se ha visto, así también
ordena las que pertenecen a la vida eterna; pero de tal manera, que el número,
peso y medida de los trabajos de esta vida, es breve, finito y moderado: más el
de los premios tiene un modo de inmensidad e infinidad eterna con tanto exceso,
que quien los conoce abraza con sumo gusto cualesquiera trabajos, por grandes y
largos qne sean, pareciéndoles muy pequeños y breves como expresamente lo
enseñó el Apóstol cuando dijo: Las aflicciones de este tiempo
no son dignas de la gloria que se descubrirá en nosotros, y nuestra tribulación
momentánea y ligera en esta vida produce sobre toda medida un peso eterno de
gloria en el cielo; de donde claramente puedes sacar, que si tus trabajos
te parecen largos y grandes, es porque no tienes la estima y amor que debes de
los premios eternos; porque si estimaras el premio en mucho, tuvieras los
trabajos en poco; y si amaras mucho a Dios, sintieras poco el trabajo con que
se busca; y si el amor de Raquel hizo
que el trabajo muy largo y penoso le pareciese a Jacob corto y suave, también
el amor de la vista clara de Dios y de su amorosa contemplación te endulzaría
la enfermedad de tal manera que aunque fuese larga, te pareciese breve; y
aunque fuese penosa, la tuvieses por suave. ¿Quién de los apóstoles padeció más
trabajos que San Pablo? ¿Quién más tribulaciones y persecuciones? ¿Quién más necesidades
y enfermedades, hasta darle de bofetadas el ángel de Satanás con el aguijón de
su carne, ora este aguijón fuese algún dolor agudo de ijada, o alguna tentación
fuerte de la carne, o alguna persecución terrible de la gente de su linaje?
Pero esto, y todo lo que padeció por largos años, le pareció tan breve, y tan ligero,
que lo llama momentáneo cosa que
dura un momento, y se pasa en un instante, y apenas es sentido, cuando ya se ha
ido; porque la grandeza del amor de Cristo, y la grande estima del premio
eterno, se lo hacía llevadero todo.
sábado, 3 de febrero de 2018
MEDITACIÓN SOBRE CÓMO HAY QUE VENCER LA TRISTEZA
Colaboradora del blog.
I. Cuando estamos agobiados bajo el peso de la
tristeza, cuando la malicia de nuestros enemigos, la infidelidad de nuestros
amigos, los sufrimientos de nuestro cuerpo y tantos otros acontecimientos
desfavorables nos colman de amargura, buscamos un amigo fiel para descargar
nuestro corazón en el suyo. ¿Dónde
encontrar un amigo más fiel que Jesús? Vayamos, pues, al pie de los
altares, confiémosle el motivo de nuestras lágrimas, roguémosle que nos libre
de nuestras penas. Interroguémosle, escuchemos lo que nos diga en el fondo del
corazón, y pronto seremos consolados. Me acordé de ti, Señor, y me alegré (El Salmista).
II.
Para disipar la tristeza, consideremos que existen personas más desventuradas
que nosotros. ¡Tantos
pobres en los hospicios, tantos enfermos en su lecho sufren mucho más que
nosotros! Las benditas almas del purgatorio, los condenados en el
infierno, sufren tormentos incomparablemente más crueles que los que nos hacen
gemir a nosotros. Aceptemos de buen grado esta tristeza para expiar nuestras faltas.
Si una hora de pena te resulta intolerable, ¿cómo sufrir los suplicios eternos del infierno? Piensa en esta
verdad y ya no derramarás lágrimas sino para borrar tus pecados.
III.
Piensa en la tristeza que se apoderó del corazón de Jesucristo en el huerto de
los Olivos; piensa en los tormentos que por ti soportó en la cruz, y di con Él:
“Padre mío, que se haga vuestra
voluntad; si queréis que gima durante toda mi vida, me someto a vuestra santa
voluntad”. Después de todo, no debemos esperar estar siempre alegres y
contentos, puesto que Jesucristo y los santos han estado siempre en aflicción y
lágrimas. Señor,
quiero llorar con Vos, porque nadie puede gozarse en la tierra con el rico Epulón y reinar con Dios en el cielo. Los cristianos deben temer los gozos de
la vida presente y desear los sufrimientos con ardor (San Juan
Crisóstomo).
La
oración.
Orad
por las órdenes religiosas.
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