lunes, 30 de agosto de 2021

El arma de destrucción masiva del Nuevo Orden Mundial – Publicado en el año 2009 (Centros Cívicos Patrióticos)


 


   OBJETIVO: reducir el 50% la población mundial MEDIO: La gripe

   Según fuentes de: Henry Makow, François Marginean, Léonard G. Horowitz, Spencer Delane, Paul Joseph Watson y Pierre Sumac.

 

   En abril de 2003, ya habíamos conocido la SRAS (Severe Acute Respiratory Disease, SRAS en francés) o neumonía atípica. Esta enfermedad nos llegaba de Asia, y atacó fuertemente la región de Toronto. Se dijo entonces que la SRAS era la última en llegar de toda una serie de nuevas enfermedades, provocadas por una serie de misteriosos “súper gérmenes” mutantes que debían afectar a la humanidad.

 

Génesis de futuras pandemias.

   Un atento estudio científico de las características médico-sociológicas y de los antecedentes de esta epidemia, ha revelado algo mucho más insidioso que la SRAS propiamente dicha. Dicha epidemia poseía todas las características de un nuevo experimento social conducido por “bioterroristas” de guardapolvo blanco. Esta manipulación humana sin precedente, estaba destinada al adoctrinamiento de las masas populares y a manipularlas sutilmente para que, frente a la llegada de una pandemia masiva, ellas apoyen una política de salud pública completamente inadecuada, a pesar de toda la legislación existente. A lo largo de la epidemia de “neumonía atípica” los medios no han cesado de hacer referencia a los nuevos “agentes bacteriológicos”, que podían provocar la desaparición de un tercio a la mitad de la población mundial. Cuando se estudia todo lo que ha sido publicado recientemente en materia de control de la población, así como los objetivos actuales de las principales sociedades industriales multinacionales, se puede notar que esas “predicciones” corresponden estrictamente a ciertos objetivos oficiales concernientes a la reducción de la población mundial.

   En 2003, la lucha llevada a cabo en Canadá contra la SRAS, por primera vez en la historia de ese país, fue directamente dirigida por las Naciones Unidas y por la Organización Mundial de la Salud (OMS). La familia Rockefeller, la Fundación Carnegie, y los principales dirigentes de la industria farmacéutica mundial, han controlado la investigación canadiense y la lucha contra esta epidemia en Canadá. Nunca una gran pandemia, o epidemia a escala mundial, ha podido ser separada de su contexto económico y político. La epidemia de neumonía atípica ha hecho avanzar el programa político del Nuevo Orden Mundial con mayor celeridad que cualquier otro problema de salud pública. Si los responsables políticos de la salud pública quisieran realmente prevenir esas nuevas epidemias que se producen regularmente, o si verdaderamente quisieran tratarlas en su origen, no podrían dejar de notar que esos agentes bacteriológicos devastadores aparecen siempre misteriosamente en el seno de estructuras secretas que asocian a ciertos medios militares, médicos y de la biotecnología. Basta simplemente con estudiar la sociología médica para darse cuenta.

   Hace ya décadas que algunos “expertos” nos predicen la próxima llegada de una súper epidemia devastadora. La neumonía atípica sobrevino en el mismo momento en que se lanzaba la guerra total contra el terrorismo, y la guerra anglo-estadounidense contra Irak. ¿No era ésa la ocasión propicia para “distraer” a la opinión pública por el hecho de que la administración Bush había acusado a Saddam Hussein de acumular un arsenal impresionante de armas bacteriológicas, entre ellas el ántrax y el virus del Nilo?

   Cierta modalidad de “bioterrorismo” de Estado es perfectamente compatible con una guerra bacteriológica oficialmente manejada por un Estado. El mismo Saddam Hussein había hecho sufrir, a algunas poblaciones de Irak y de sus estados vecinos, los efectos destructores de las armas químicas y bacteriológicas. Es obvio que la neumonía atípica, como la gripe aviaria actual, son producidas con el consentimiento y apoyo de ciertos medios de la industria médica, farmacéutica, petroquímica y militar, que operan de manera ilegal. Las epidemias emergentes completan los efectos de la guerra política contra el terrorismo, y corresponden a nuestra cultura actual influenciada por el bioterrorismo. Tal programa secreto responde a dos objetivos esenciales: la búsqueda del provecho, y la reducción de la población mundial.

 

“Boletín del CCP N° 141 – Año XV – Octubre de 2009.”

 


"VIDA DE SANTA ROSA DE LIMA" Por LEOPOLDO MARECHAL (AÑO 1945) Para descargar en PDF. Libro escaneado.


 


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domingo, 29 de agosto de 2021

Santa Rosa de Lima (audio en mp3 para escuchar y descargar desde IVOOX)


 

¿A quién creéis, a la Iglesia o a la masonería? (Año 1950)


 


   En una reciente Pastoral de Su Eminencia el Cardenal Juan Gualberto Guevara, Arzobispo de Lima, fechada el día siete de febrero del presente año, se recuerdan de nuevo los graves peligros que para el dogma y la moral, y, por ende, para la sociedad, encarna la masonería.

 

   Cita el eminentísimo Prelado las diversas condenas dictadas contra la secta por diversos Pontífices, a partir de Clemente XII, y hace constar que en el Concilio de los Obispos americanos celebrado en Roma en el año 1899 –año de la Consagración del género humano al Sagrado Corazón de Jesús , se previno a los fieles que no se dejasen sorprender “con el engaño de que la masonería no es peligrosa en todas partes ni en todos los tiempos, y, por lo tanto, es necesario distinguir entre masonería y masonería. El Concilio –añade el Cardenal Guevara–, poniendo atajo a este falso rumor, afirma categóricamente que la masonería fué y continúa siendo perniciosa para la humanidad, hoy como ayer, y en cualquier parte donde se establezca”.

   Resume Su Eminencia en siete apartados lo que sobre la masonería han enseñado los Papas, y pone de manifiesto cuán grande es el delito de ser masón, y cuánto han de temerse los estragos de la secta, cuando la Iglesia lo sanciona con la pena máxima que es la excomunión.

 

   Termina la Pastoral con las siguientes palabras: “No abrigamos prevención contra nadie, simplemente defendemos la verdad y ponemos un atajo al error y a la materia. A vosotros toca ahora cumplir vuestro deber. ¿A quién creéis, a la Iglesia o a la masonería? ¿Quién es vuestra Maestra en este intrincado asunto en el que se juega la suerte de la Religión y de la Patria? ¿La Iglesia, respondéis? Bien está; pues seguid las normas de la Iglesia, escuchad su voz y someteos a sus mandatos.”

   J. O. C.

 

“CRISTIANDAD” N° 148 Año VII

15 de mayo de 1950


MEDITACIÓN SOBRE SAN JUAN, MÁRTIR DE LA CASTIDAD, DE LA CARIDAD Y DE LA VERDAD.


 


I. San Juan vivió y murió de la castidad. Para conservar esta virtud angelical, dejó, a edad tierna, la casa de su padre, y se retiró al desierto, donde sujetó su cuerpo mediante continuas austeridades. Si comprendieses tú la belleza de esta virtud, la amarías e imitarías a San Juan. Pero, para conservar la castidad hay que huir del mundo, amar la soledad, practicar la mortificación. Si no puedes morir mártir de la castidad como San Juan, vive como él en inviolable castidad. Algo más grande es vivir en la castidad que morir por ella (Tertuliano).

 

II. San Juan fue también mártir de la caridad. El celo que tenía por la salvación de las almas le hizo dejar la soledad, puesta la mira en convertir a Herodes. ¡Cuán feliz serías tú si pudieses, como el santo precursor, derramar tu sangre por la salvación del prójimo! Si no puedes imitarle, reza al menos por los pecadores, exhórtadlos a penitencia, haz abundantes limosnas para obtener su conversión.

 

III. San Juan fue también mártir de la verdad: reprochó intrépidamente a Herodes sus escandalosos desórdenes, y prefirió morir antes que traicionar la verdad. Aunque tuvieses que perder la vida nunca debes disfrazar tus sentimientos, ni tolerar el vicio por cobarde complacencia cuando tu deber sea corregirlo. Los hombres aman la verdad cuando ella los halaga, pero sienten aversión por ella cuando les reprende sus defectos (San Agustín).

 

La castidad. Orad por las vírgenes.

 

ORACIÓN: Haced, os lo suplicamos, Señor, que la piadosa solemnidad del bienaventurado Juan Bautista, vuestro precursor y mártir, nos obtenga gracias eficaces de salvación. Vos que, siendo Dios, vivís y reináis en unidad con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos.


sábado, 28 de agosto de 2021

SAN AGUSTÍN Y EL MISTERIO DE LA TRINIDAD.


 


Un día San Agustín paseaba por la orilla del mar, dando vueltas en su cabeza a muchas de las doctrinas sobre la realidad de Dios, una de ellas la doctrina de la Trinidad. De repente, alza la vista y ve a un hermoso niño, que está jugando en la arena, a la orilla del mar. Le observa más de cerca y ve que el niño corre hacia el mar, llena el cubo de agua del mar, y vuelve donde estaba antes y vacía el agua en un hoyo.

Así el niño lo hace una y otra vez. Hasta que ya San Agustín, sumido en gran curiosidad se acerca al niño y le pregunta: “Oye, niño, ¿qué haces?” Y el niño le responde: “Estoy sacando toda el agua del mar y la voy a poner en este hoyo”. Y San Agustín dice: “Pero, eso es imposible”.

Y el niño responde: “Más imposible es tratar de hacer lo que tú estás haciendo: Tratar de comprender en tu mente pequeña el misterio de Dios, el misterio de la Trinidad”.


viernes, 27 de agosto de 2021

MEDITACIÓN SOBRE LA INSTRUCCIÓN DE LOS POBRES.

 



I. Hombres apostólicos, aprended de San José Calasanz a instruir a los pobres. Esta función no es brillante a los ojos de los hombres, pero es grande ante los de Dios y digna de todo vuestro celo. Es fecunda en méritos y en consuelos para vosotros, y en frutos de salvación para esas pobres almas, ¡ay! muy a menudo abandonadas. No se os ama, Señor, porque no se os conoce; si el mundo os conociese, os amaría (San Agustín).

 

II. Padres de familia, velad por la instrucción de vuestros servidores. Enviadlos a la Iglesia para que aprendan en ella el camino del cielo; instruidlos vosotros mismos sobre los deberes que la religión les impone. Una palabra de vuestra boca hará mucha impresión en su corazón; no toleréis sus vicios y demostrad bondad especial a los que son más virtuosos. ¡Qué gloria para vosotros, si ganáis para Dios el alma de vuestro servidor! No repeláis a vuestros servidores, poseen la misma naturaleza que vosotros (San Ignacio).

 

III. Si tu posición no te permite trabajar en la instrucción y edificación de tu prójimo, por lo menos ora a Dios por la conversión de los pecadores. Tus oraciones atraerán acaso más almas a Dios que los trabajos de los hombres apostólicos. Mientras ellos riegan la tierra con su sudor y su sangre, tú obtendrás del Cielo la gracia, ese rocío celestial que la debe hacer fértil. ¿Qué haces tú por la conversión de los pecadores? Por lo menos humíllate: y si nada puedes hacer por la salvación de los demás, trabaja seriamente por salvar tu alma.

 

El buen ejemplo. Orad por la educación cristiana de los niños.

 

ORACIÓN: Oh Dios, que por San José de Calasanz, vuestro confesor, habéis dado a la Iglesia un nuevo auxilio para formar a la infancia en el espíritu de inteligencia y de piedad, concedednos, por sus ejemplos e intercesión, la gracia de practicar y enseñar vuestra doctrina, de modo que merezcamos las recompensas eternas. Por J. C. N. S.

 


miércoles, 25 de agosto de 2021

MEDITACIÓN SOBRE SAN LUIS, EL REY CRISTIANÍSIMO

 



I. San Luis fue verdaderamente rey, pues supo mandar a sus pasiones, sujetar su cuerpo a la razón, y su razón a Dios. Ayunar, llevar cilicio, vivir en medio de la corte una vida tan santa como la de un cenobita, ¿no es acaso ser dueño de sí mismo? Mira a este santo, mira si lo imitas, si tus pasiones están tan sometidas como las de él a la razón. ¿Qué hay más real que un alma sometida a Dios y dueña de su cuerpo? (San León).

 

II. San Luis fue el padre de su pueblo. A todo el mundo amaba, hasta a sus enemigos; no podía tolerar a los detractores; él mismo juzgaba en los procesos de los pobres, nada tomaba más a pecho que el trabajar en la salvación de sus súbditos. Agradece a Dios, si te ha dado superiores semejantes a este santo rey. Si tú mismo eres superior, acuérdate que debes ser el padre de tus inferiores. ¿Cómo ejerces la caridad con tu prójimo?

 

III. Es preciso ser servidor de Dios para ser buen rey. La piedad de San Luis, la honra que tributaba a las santas reliquias, el celo que lo inflamaba por la conversión de los bárbaros, la generosidad cristiana y heroica que puso de manifiesto combatiendo contra los enemigos de Jesucristo, muestran que olvidaba su título de rey para no acordarse sino del de servidor de Dios. Príncipes de la tierra, si no servís a Dios, ¿qué provecho obtendréis en la otra vida de haber aquí empuñado el cetro? La muerte os arrebatará todas vuestras dignidades: la sola gloria que sobrevive a la tumba es la de haber servido bien al Señor. Servir a Dios es reinar.

 

La piedad. Orad por los jefes de estado.

 

ORACIÓN: Oh Dios, que hicisteis pasar al rey San Luis de un reino temporal a la gloria del reino eterno, haced, os lo suplicamos, que, por sus méritos y su intercesión, participemos un día con él de la gloría del Rey de reyes, vuestro Hijo Jesucristo, que vive y reina con Vos en unidad con el Espíritu Santo, por todos los siglos de los siglos.

 


lunes, 23 de agosto de 2021

MEDITACIÓN SOBRE EL CONOCIMIENTO DE SÍ MISMO


 


I. Pocas personas se conocen, porque pocos estudian su interior. Y sin embargo el conocimiento de sí mismo es el más importante de todos los que se pueden adquirir. Mira, pues, hoy, al pie de tu crucifijo, lo que eres en el fondo de tu alma. ¿Qué bien has hecho? ¿Qué pecados has cometido? ¿Qué virtudes has practicado? ¿Qué defecto domina en ti? Examina con cuidado todas estas cosas.

 

II. Tienes buena opinión de ti mismo porque crees fácilmente a los que elogian tus virtudes. Una falsa apariencia puede engañar a los hombres; pero Dios, que escruta los corazones, no puede ser engañado. Además, comparas tu vida con la de los impíos y te tienes por santo, porque no eres autor de crímenes monstruosos. Examina el fondo de tu conciencia, compara tu vida con la de los santos, y te resultará fácil la humildad. Muchas cosas se conocen y uno se ignora, se examina a los otros y se tiene miedo de mirarse a uno mismo.

 

III. Ve lo que Dios aprueba o desaprueba en ti. Esas brillantes cualidades que te atraen la atención de los hombres, tal vez te hacen incurrir en la desgracia de Dios. ¿Trabajas únicamente por amor a Dios? ¿Cumples tus deberes de estado? ¿Juzgas tú mismo de tus acciones como juzgarías las de otro, sin prevención y sin amor propio? Colócate frente a ti mismo como si estuvieras frente a otro, y llora sobre ti mismo (San Bernardo).

 

La penitencia. Orad por los pecadores.

 

ORACIÓN: Oh Dios, que habéis proporcionado un modelo admirable de humildad en la persona del bienaventurado San Felipe Benicio, vuestro confesor, concedednos la gracia de despreciar como él los bienes de la tierra para no aspirar sino a las cosas del cielo. Por J. C. N. S.


sábado, 21 de agosto de 2021

MEDITACIÓN SOBRE LAS CONSOLACIONES DIVINAS


 


I. Dios ha consolado a los mártires y a los penitentes en medio de sus suplicios y austeridades. Ha querido con ello hacerles gustar, ya desde esta vida, una partícula de los gozos que les preparaba en el cielo. Si tuviste tú la dicha de gozar de estas consolaciones alguna vez, reconocerás la verdad de estas palabras de San Agustín: Las lágrimas que se derraman en la oración aventajan sobremanera al gozo de los espectáculos profanos.

 

II. Si nunca experimentaste cuán dulce es el Señor para con aquellos que desprecian los placeres del mundo, haz la prueba. Pero recuerda siempre que, para gustar el placer que hay en pertenecer a Dios, es preciso renunciar a las vanas satisfacciones del mundo. No te puedes regocijar con el mundo y con Dios; hay que renunciar a uno o a otro.

 

III. Si después de haberte dado a Dios enteramente no experimentas consuelos sensibles, que Él da o retira a su voluntad, no te aflijas. Dios te ha concedido esas dulcedumbres para atraerte a su servicio: Él te las retira porque te has hecho indigno de ellas por tu vanidad o por tu negligencia en sacar provecho de sus gracias. Por tu bien Jesús te consuela; también por tu bien te retira sus consuelos. Viene a ti y se retira; viene para tu consuelo, se retira por tu interés, no sea que la grandeza de las consolaciones te enorgullezca (San Bernardo).

 

La resignación. Orad por las almas afligidas.

 

ORACIÓN: Oh Dios omnipotente y misericordioso, que, después de haber abrasado con vuestro amor a la bienaventurada Juana Francisca, la habéis dotado de admirable fortaleza para recorrer la vida por el sendero de la perfección, y habéis querido, por su intermedio, enriquecer a la Iglesia con una nueva familia, haced, por sus méritos e intercesión que, convencidos de nuestra debilidad y confiados en vuestro poder, lleguemos, con vuestra gracia a vencer todos los obstáculos que se oponen a nuestra salvación. Por J. C. N. S.


jueves, 19 de agosto de 2021

MEDITACIÓN SOBRE LA MODESTIA

 




   I. La modestia es una virtud que regula el exterior del hombre; debes practicarla, porque no conviene a un cristiano, que debe ser la imagen y copia de Jesucristo, ser descompuesto en sus palabras o en sus actos. Dios está en todas partes; tu buen Ángel te ve; los hombres son testigos de tus inmodestias y se escandalizan de ellas. Todos estos motivos deberían persuadirte a amar esta hermosa virtud, que tanta gloria procura a Dios y tanto bien hace al prójimo. ¡Qué hermoso es dar buenos ejemplos! (San Ambrosio).

 

   II. Para practicar la modestia, es necesario que consideres tu edad, tu condición, tu género de vida, el tiempo, el lugar y las ocasiones en que te encontrares. Tus miradas deben ser modestas, tanto como tus palabras, tus acciones y todo tu exterior; en una palabra, debes comportarte de tal modo que se pueda decir de ti: “Así es como andaba Jesucristo, así es como obraba y conversaba con los hombres”. Quien profesa creer en Jesucristo, debe regular su conducta según la de su Maestro (San Jerónimo).

 

   III. La modestia exterior depende de la interior; el rostro no es sino el reflejo de los sentimientos del alma. Si tus pasiones están bien mortificadas, si tu corazón está continuamente ocupado con el pensamiento de Dios, no tendrás mucho trabajo en ser modesto. Tu alma, encontrando su contento en el interior de sí misma, no lo buscará en el exterior. Los sentimientos se manifiestan en nuestro continente, y el rostro es el espejo del alma y la expresión de las costumbres (San Isidoro).

 

   La modestia. Orad por la pureza en la juventud.

 

   ORACIÓN: Haced, oh Dios omnipotente, que esta venerable solemnidad del bienaventurado Luis, vuestro confesor y pontífice, aumente en nosotros el espíritu de piedad y el deseo de la salvación. Por J. C. N. S.

 

 


martes, 17 de agosto de 2021

MEDITACIÓN SOBRE EL BUEN EMPLEO DEL TIEMPO

 




I. El tiempo pasado no existe ya sino en tu recuerdo. ¿Dónde están los dorados años de tu juventud? ¿Qué te queda de ellos, sino el triste recuerdo de los placeres criminales que gustaste, o bien el gozo de las acciones virtuosas que practicaste? ¡Ah! mi vida ha corrido como un torrente, ha pasado como un sueño; de mí dependió acumular tesoros para el cielo, ¡Y no lo hice! ¿Dónde están ahora esos seguidores del mundo a quienes vi en las riquezas y en los placeres? Pasaron ya, y ahora, acaso, estén en el infierno.

 

II. El tiempo presente está en nuestras manos; utilicémoslo más santamente que en el pasado. Este tiempo es solamente un momento, y en este momento debemos merecer una eternidad de dicha o de desgracia. Dios no me pide más que este momento: ¿se lo negaré? Aun cuando fuese necesario sufrir una eternidad para gozar de Dios, ¿qué motivo tendríamos para quejarnos?

 

III. El tiempo por venir es incierto; ignoras cuánto te queda en el reloj que debe medir tu vida. No puedes asegurarte ni un solo momento más de vida. ¡Desventurado! No te queda sino una resolución para adoptar: emplear bien el tiempo que tienes; pasa esta hora como si hubiese de ser la última de tu vida; penétrate de este pensamiento todas las mañanas y no te costará concebir un gran dolor por tus pecados y emplear bien tu tiempo.

 

El buen empleo del tiempo. Orad por los misioneros.

 

ORACIÓN: Oh Dios, que todos los años nos proporcionáis un nuevo motivo de gozo con la solemnidad del bienaventurado Jacinto, vuestro confesor, concedednos, por vuestra bondad, imitar los ejemplos de aquél cuyo nacimiento al cielo celebramos. Por J. C. N. S.

 


domingo, 15 de agosto de 2021

ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA EN SU “ASUNCIÓN”


 



“¡Oh Virgen Inmaculada, Madre de Dios y Madre de los hombres!

 

Nosotros creemos con todo el fervor de nuestra fe en vuestra Asunción triunfal en alma y en cuerpo al cielo, donde sois aclamada Reina por todos los coros de los ángeles y por toda la legión de los santos; y nosotros nos unimos a ellos para alabar y bendecir al Señor, que os ha exaltado sobre todas las demás criaturas, y para ofreceros el aliento de nuestra devoción y de nuestro amor.

 

Nosotros sabemos que vuestra mirada, que maternalmente acariciaba la humanidad humilde y doliente de Jesús en la tierra, se sacia en el cielo a la vista de la humanidad gloriosa de la Sabiduría increada y que la alegría de vuestra alma, al contemplar cara a cara a la adorable Trinidad, hace exultar vuestro corazón de inefable ternura; y nosotros, pobres pecadores, a quienes el cuerpo hace pesado el vuelo del alma, os suplicamos que purifiquéis nuestros sentidos el fin de que aprendamos desde la tierra a gozar de Dios, sólo de Dios, en el encanto de las criaturas.

 

Nosotros confiamos en que vuestros ojos misericordiosos se inclinen sobre nuestras angustias, sobre nuestras luchas y sobre nuestras flaquezas; que vuestros labios sonrían a nuestras alegrías y a nuestras victorias; que sintáis la voz de Jesús, que os dice de cada uno de nosotros, como de su discípulo amado: «Aquí está tu hijo»; y nosotros, que os llamamos Madre nuestra, os escogemos, como Juan, para guía, fuerza y consuelo de nuestro vida mortal.

 

Nosotros tenemos la vivificante certeza de que vuestros ojos, que han llorado sobre la tierra regada con la sangre de Jesús, se volverán hacia este mundo, atormentado por la guerra, por las persecuciones y por la opresión de los justos y de los débiles, y entre las tinieblas de este valle de lágrimas esperamos de vuestra celeste luz y de vuestra dulce piedad, alivio para las penas de nuestros corazones y para las pruebas de la Iglesia y de la patria.

 

Nosotros creemos, finalmente, que en la gloria, donde reináis vestida del sol y coronada de estrellas, Vos sois, después de Jesús, el gozo y la alegría de todos los ángeles de todos los santos; y nosotros, desde esta tierra donde somos peregrinos, confortados por la fe en la futura resurrección, volvemos los ojos hacia Vos, vida, dulzura y esperanza nuestra. Atraednos con la suavidad de vuestra voz para mostrarnos un día, después de nuestro destierro, a Jesús, fruto bendito de vuestro seno, ¡oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!”.

 

PAPA PÍO XII.


sábado, 14 de agosto de 2021

HISTORIA DE LA VIGILIA DE LA ASUNCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN.


   Sabiendo la Iglesia que la abundancia de gracias que la bondad de Dios quiere repartir a los fieles con tanta liberalidad en las mayores festividades, depende por lo regular del modo con que ellos se disponen; destina a la oración, al ayuno, a las vigilias y a la penitencia el dia inmediato que las precede, para que, purificada y preparada el alma con estos santos ejercicios, se halle en estado de tener más parte en estos divinos favores. Regocijémonos, mostremos nuestra alegría, y demos la gloria al Señor Dios nuestro, dice el ángel del Apocalipsis, porque se llegó el dia de las bodas del Cordero, y ya está ataviada la esposa: Diósele licencia para que se vistiese de un lino blanquísimo y delicado; porque este lino representa las buenas obras de los santos. Este es con propiedad el motivo y el fin para que fueron instituidas las vigilias en las festividades más solemnes.

 

   Nota san Agustín que la costumbre de comenzarse la solemnidad del domingo y de las fiestas, desde las primeras vísperas, esto es, desde la tarde precedente, pasó de la sinagoga a la Iglesia, fundándose en las mismas órdenes que intimó Dios a Moisés en favor del pueblo escogido. Observemos, hermanos míos, dice el santo doctor, el dia de domingo y las demás fiestas, y santifiquemos estos santos días desde la víspera, como el Señor lo había ordenado ya en la ley antigua.

Celebraréis vuestras fiestas de un dia a otro, como se lee en el Targun de Jerusalén, esto es, en la glosa, o paráfrasis caldaica de la Escritura. Así se contaban entre los judíos de una tarde a otra, no solo las fiestas, sino también los ayunos; y la Iglesia retiene aun esta costumbre en el oficio divino y la solemnidad de las fiestas grandes, comenzándola desde las primeras vísperas; es decir, desde la tarde precedente.

 

   Por eso se daba principio a la pascua de los hebreos, que era la mayor de sus solemnidades, por el sacrificio del cordero, que se hacía, según la Escritura, el dia precedente hacia la tarde o entre las dos tardes, como se explica el texto hebreo: Inter duas vesperas. Por estas dos tardes se entiende todo el tiempo que corre desde un poco después de mediodía hasta ponerse el sol; de suerte que cuando el sol comienza a bajar hacia el ocaso, es la primera tarde; y cuando se pone, es la segunda. Refiriendo san Mateo el milagro de los cinco panes que bastaron para dar de comer y para hartar a cinco mil hombres, dice que, llegada ya la tarde, advirtieron los discípulos a su divino Maestro que podía despedir al pueblo que le seguía; pero que el Salvador mandó que todos se sentasen, y que se les distribuyesen los cinco panes, con que todos quedaron satisfechos, después de lo cual los despidió. Inmediatamente se retiró el Salvador a un monte para orar; y añade el evangelista que, Habiendo llegado ya la tarde, vespere autem facto, se encontró solo. En este texto están bien señaladas las dos tardes, y entre ellas comenzaba la solemnidad de la fiesta. De la misma manera los días que David consagraba al servicio de Dios, los comenzaba desde la tarde del dia precedente: Vespere et mane, et meridie, narrabo et annuntiabo. Por la tarde, por la mañana y a mediodía cantaré las alabanzas al Señor. 

 

   Siendo el mismo Espíritu Santo el que anima la santa Iglesia, siguió el mismo orden en sus solemnidades. Desde el tiempo de los apóstoles, esto es, desde, aquellos primeros siglos y días de fervor, comenzaron los fieles a celebrar las fiestas desde el día precedente, pasando toda la noche en oración y en otros devotos ejercicios. Por razón de estas sagradas vigilias, cuyo mérito y cuya santidad ignoraban los gentiles, llamaban a los cristianos gente enemiga de la luz y amiga de las tinieblas (Cels.); Gens lucífuga, natío tenebrosa: hombres que gustan de hacer sus oraciones y de celebrar sus misterios en la oscuridad de la noche: Soliti statutc die ante lucem convenire, carmen Christo quasi Deo dicere secum invicem, escribía Plinio el Menor en su célebre carta al emperador Trajano sobre las costumbres de los cristianos. Acostumbran, dice, en ciertos días señalados a levantarse antes de nacer el sol, y cantar a coros ciertos himnos en honor de Cristo a quien tienen por su Dios. De donde se infiere que el pasar las noches en oración y en devociones los primitivos cristianos, no era por la persecución, ni por el miedo de los tormentos, sino por práctica constante de aquellos primeros fieles; y que las sagradas vigilias de aquellos tiempos eran la principal parte de las fiestas más solemnes, como las primeras vísperas son el dia de hoy la parte principal del oficio divino en las mayores solemnidades. Por eso, Tertuliano, Minucio Félix, san Cipriano, san Ambrosio y san Agustín exhortan mucho a los fieles a la observancia de estas vigilias (Canon 1). El segundo concilio de Macón, celebrado el año de 585, cuenta la noche del sábado al domingo como si fuera parte de este, suponiendo se debe pasar toda en oración y en vigilia. Noctem quoque ipsam spiritualibus exigamus excubiis, porque solo serán cristianos de nombre, añade el concilio, los que no velaren y oraren en las noches que preceden a las fiestas: Nomine tenus christiani esse noscuntur; sed oremus et vigilemus. Teodulfo, obispo de Orleans, que floreció en el noveno siglo, ordena que todos los cristianos concurran a la iglesia el sábado para celebrar el domingo y la vigilia de las festividades mayores; Conveniendum est sabbato die cuilibet christiano. De esa manera siempre comenzaba la fiesta desde el dia precedente. Los obreros y todos los oficiales dejaban su trabajo, y asistían a las primeras vísperas; concluidas estas, se retiraban a sus casas, y pocas horas después se volvían a juntar en la iglesia para hallarse presentes a las Vigilias y a los maitines. Acabados los maitines, se iban a tomar algún descanso, y después asistían a la misa solemne, y comulgaban en ella. Por la noche, durante la vigilia, se celebraba otra misa, y era la que se llamaba missa vespertina, de la que se hace tan frecuente mención en los sagrados cánones. A los fieles que no podían pasar la noche en la iglesia, los exhortan mucho los santos padres que a lo menos la pasen en oración dentro de sus casas, para santificar las vigilias de las mayores solemnidades.

 

 


 

   Duraron por mucho tiempo estas vigilias tan santamente instituidas; pero después se introdujeron en ellas tantos abusos, que fué preciso prohibirlas a las personas legas. Primero se prohibieron a las mujeres por el concilio de Elvira en España; pero el de Auxerre en Francia las prohibió a todo el pueblo generalmente. San Bonifacio, obispo de Maguncia, se queja de aquellos que, después del oficio de la noche, se iban a comer y a beber, profanando con su intemperancia la santidad de las vigilias. No es lícito beber después de la media noche, ni en la vigilia de Navidad, ni en las otras de las fiestas más solemnes.

 

   De todas ellas solo conservó la Iglesia la referida vigilia de Navidad. No obstante, se continuó por largo tiempo la de Pascua, hasta que, en fin, se suprimió enteramente, contentándose con celebrar el oficio la mañana del sábado santo, como lo muestran aquellas palabras del prefacio que se canta en la misa: In hac potissimum nocte; y el Exullet jam angélica turba coelorum, que antiguamente solo se cantaba a media noche. Pero, aunque la Iglesia prohibió dichas vigilias nocturnas, no por eso fué su intento privar a los fieles del mérito que pueden tener, celebrando las de las mayores solemnidades. Fuera del ayuno que intima en los días que las preceden, desea que en estos mismos días se multipliquen las buenas obras, las penitencias y las oraciones. Aunque siempre indulgente con sus hijos, cuando les dispensa el velar, no les dispensa los saludables rigores de la mortificación. Quiere que se supla el silencio de la noche con el recogimiento interior que se debe observar entre dia, y que se disponga el alma para santificar el dia siguiente con devotos ejercicios, con aumento de fervor, con la meditación y la oración. Ya en los primitivos tiempos de la Iglesia se comenzaba a celebrar el domingo desde las vísperas del sábado, y todas las demás fiestas solemnes desde sus primeras vísperas. Observad cuidadosamente el ayuno, dice san Ambrosio, porque es eficaz medio para celebrar la fiesta con provecho. Esta es la misa que se llamaba vespertina, porque no se separaba de las vísperas, y aun se retiene hoy alguna memoria de esta antigua rúbrica el sábado santo, en que las vísperas están como incorporadas con la misa.

 

   Los verdaderos fieles, dice san Bernardo, que quieren celebrar en espíritu y en verdad las fiestas de los santos, deben celebrar también sus vigilias. Porque las vigilias se hicieron para que nos despabilemos, si acaso estamos dormitando, amodorrados con algún pecado, o con alguna culpable negligencia. Pasemos las vigilias, prosigue el mismo santo, en ejercicios de devoción y de penitencia, si en el dia de la fiesta queremos estar dispuestos para recibir las gracias que por los méritos y por la intercesión de los santos derrama Dios en un corazón puro y preparado. Es cierto que, entre todas las solemnidades de la Iglesia, después de los principales misterios de Jesucristo, la que más nos interesa, y la más célebre es la fiesta de la Asunción de la santísima Virgen; esto es, aquella fiesta que celebra la santa Iglesia en honor de haber sido milagrosamente elevada en cuerpo y alma a los cielos: fiesta no menos solemne en la iglesia de Oriente que en la de Occidente, cuyo rito es el mismo que el de Navidad y el de Pascua.

 

   En el misal gótico todas las fiestas de la Virgen se comprenden en la de su Asunción: Assumptio sanctæ Mariæ matris Domini nostri. En el leccionario galicano se llama por excelencia la fiesta de santa María: Festivitas sanctæ Mariæ. En el orden romano se asigna en este dia una procesión solemne, que se dice instituida por el papa Sergio en el séptimo siglo. Se celebraba de noche; las calles estaban adornadas y las ventanas de las casas iluminadas con faroles; se llevaba una imagen de la santísima Virgen, cantándose himnos en honor suyo, y repitiéndose cien veces el Kyrie, eleison, y otras tantas el Christe, eleison. En el sacramentarlo de san Gregorio el Magno, que ocupaba la silla apostólica en el sexto siglo, se lee la vigilia de esta gran fiesta: Vigilia Assumptionis beatæ Mariæ, con misa propia. El papa Nicolao I, que floreció en el siglo nueve, escribiendo a los búlgaros, habla de la vigilia de la Asunción como de costumbre antigua, haciendo también mención de una cuaresma que precedía a esta festividad; la que muchos santos y santas observaron después muy religiosamente, y muchas comunidades religiosas observan aún en el dia de hoy para disponerse mejor a celebrarla, como la cuaresma de la Iglesia es disposición para la solemnidad de la resurrección del Señor. El gran padre san Francisco y su hija santa Clara se disponían para la fiesta de la Asunción con una cuaresma de cuarenta y seis días, que comenzaban el último dia de ayuno. No pide hoy tanto a los fieles la santa Iglesia; solamente los obliga a ayunar la vigilia, y es el único ayuno de obligación que impone en todas las fiestas de la Virgen. ¿Pues qué se podrá pensar de los que sin justo motivo se dispensan en él? No se puede dudar, dice san Jerónimo, que todo lo que se hace en honra de la Madre de Dios, cede en gloria de Jesucristo. “Abre María a todos los hombres, dice san Bernardo, su seno misericordioso, para recibirlos en él como en seguro asilo. El cautivo halla en María su rescate; el enfermo, la salud; el triste, el consuelo; el justo, la gracia; el pecador, la misericordia y el perdón. En ella enviamos desde la tierra al cielo una abogada, continúa el mismo padre, que, siendo madre de nuestro juez y madre de misericordia, tratará eficazmente el negocio de nuestra salvación”. El que encontró a María, dice el sabio Idiota, encontró en ella todo el bien; porque no solo ama a los que la aman, sino que ella misma sirve a los que la sirven. Este es el concepto que tienen hecho todos los santos y todos los fieles verdaderos. Si en los tres o cuatro primeros siglos de la iglesia se mostraron los santos padres menos celosos, y al parecer un poco reservados en hablar de la devoción a la Madre de Dios; y si los primeros cristianos no se dieron priesa a erigir muchos templos en su honor, ni a celebrar con aparato sus festividades, fue porque en aquellos tiempos temía prudentemente la Iglesia que los nuevos fieles, como criados en las supersticiones de la idolatría, no tuviesen a la Madre de Dios por alguna diosa, principalmente si se les hablara mucho de su Asunción al cielo en cuerpo y alma, y de todas sus excelentes prerrogativas. Adoraban los paganos una máquina de diosas, como madres de sus falsos dioses, y era de recelar que los cristianos adorasen como tal a la Madre del verdadero Dios; por lo que era razón proceder en este punto con tiento y con cautela. Por la misma razón, había prohibido Dios a los israelitas tener imágenes de escultura ni pintadas para adorarlas; porque era fácil que con esta ocasión se deslizase en la idolatría un pueblo nacido y criado en Egipto entre tanta multitud de ídolos. Sabemos la precaución con que se hablaba de la Eucaristía y de la Trinidad en aquellos primeros tiempos de la Iglesia, en los cuales se echaba mano de todo para hacer burla, y para desacreditar a los cristianos, dando siempre la más maligna interpretación a nuestros más sagrados misterios. Pero luego que cesaron las persecuciones, y se tuvo libertad para predicar descubiertamente las mayores verdades de nuestra religión, sin temerse el contagio de la idolatría, ¡con qué elocuencia, con qué franqueza y efusión de corazón se extendieron los santos en las alabanzas de la Madre de Dios, y en el culto que se debía a la santísima Virgen! Entonces se publicaron sin miedo la gloria y las maravillas de su admirable Asunción. ¡Cuántos templos se consagraron a Dios con la advocación de su nombre! ¡cuántas fiestas se instituyeron en su honor! ¡qué elogios tan magníficos no le tributaron para excitar a los pueblos y los corazones a la confianza en María! No porque esta confianza ni esta devoción no fuesen tan antiguas como la misma Iglesia; pues desde la misma cruz la recomendó el Salvador a todos los fieles en la persona de san Juan, como dicen los padres, Ten continuamente el nombre de María en la boca; grábale en el corazón, dice san Bernardo; invócala, y ten en ella una entera confianza.

 

 

 

AÑO CRISTIANO

POR EL P. J. CROISSET, DE LA CAMPAÑÍA DE JESÚS.