viernes, 29 de abril de 2022

MEDITACIÓN DE LA FE


 


PUNTO PRIMERO.

   Considera que la fe viva nos une con Jesucristo. El justo vive de la fe, y el alma sin ella es como el sarmiento separado de la vid, que solo sirve para el fuego. Pero ¿piensas si cuando venga a juzgar el Hijo del hombre encontrará mucha fe sobre la tierra? ¿Hallaría mucha si viniera a juzgar el día de hoy? Es cierto que hay muchos cristianos; pero ¿hay muchos verdaderos fieles? Aquella fe que venció al mundo, disipando los errores, desterrando el vicio, corrigiendo las costumbres, aquella fe tan poderosa en obras, tan fecunda en virtudes, tan eficaz en milagros; aquella fe que dió a la Iglesia más de diez y siete millones de mártires, que pobló los desiertos con un número casi infinito de solitarios; esta fe, digo, ¿vive verdaderamente en mí? ¿Mis máximas, mis costumbres, mi conducta dan a conocer esta fe? El que solo tuviese una noticia especulativa del verdadero cristiano, ¿se persuadiría que yo lo era solo con verme y observarme?

   ¡Mi Dios, qué contrariedad tan monstruosa se nota en lo que creo y en lo que hago! Creemos que solamente fuimos criados para Dios; esto es, que no fué mas criado el sol para alumbrar, ni el fuego para arder, que nosotros lo fuimos para amar a Dios y para servirle. Están contados todos nuestros días, y ni el mismo Dios puede dispensarnos por una sola hora de la estrecha obligación que tenemos de servirle y amarle. Todo aquello a que se nos antojó dar el título de grande, negocios importantes, proyectos magníficos, empresas arriesgadas, todo es bagatelas, todo es nada, cuando Dios no es el motivo de ello. Esta es la verdad fundamental de nuestra religión; esta es la base sobre que estriba todo el edificio del cristianismo, a saber, el persuadirnos y creer firmemente que ningún objeto creado nos puede hacer felices, y que la posesión sola de Dios puede satisfacer aquella vehemente ansia que tenemos de serlo; que, hablando con propiedad, no hay otro bien sólido y verdadero sino solo Dios, y que el único medio de poseerle es vivir según las máximas del Evangelio; finalmente, que si Dios no es nuestra suma felicidad, de necesidad ha de ser nuestra suma desdicha.

   Creemos que el pecado es el mayor mal del hombre, o por mejor decir, que es el único verdadero mal; convenimos también en que sola la virtud nos puede hacer dichosos aun en el mundo, y en que nuestro gran negocio, nuestro único negocio es salvarnos. Tampoco se puede decir que ignoramos la dificultad que ha de haber en salvarse, ni las terribles consecuencias que se siguen de perderse. Creemos que después de esta vida se sigue una eternidad feliz, o una eternidad infeliz, y que la muerte, aunque sea la más imprevista, es el momento decisivo de nuestra suerte eterna. Creemos que hay infierno, y creemos que la espantosa infelicidad y eternidad de tormentos que se padecen en él, es justo castigo de un solo pecado mortal. Este es un compendio de las verdades más esenciales que creemos, esto es lo que hacemos profesión de creer, y lo que es menester creer indispensablemente, esto es, mi Dios, lo que yo creo. Pero ¿cómo se compone con esto mi desordenada vida?

PUNTO SEGUNDO.

jueves, 28 de abril de 2022

AYUDENOS A MEJORAR NUESTROS APOSTOLADOS.


 


Hermanos católicos necesitamos de tu humilde limosna, para poder seguir con nuestra labor. La cuenta de banco está en pesos ($) Argentinos.

 

BANCO DE LA NACIÓN ARGENTINA. (BNA)

N° DE CUENTA

CA $ 16302210758151

CBU

0110221730022107581515

TITULAR DE LA CUENTA: Ibarra Fátima Esther.

Desde ya muchas gracias y cuenten con nuestras oraciones. Si nos envían una limosna, me comunican por correo. Pedro-romano@live.com

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WSP: +543794631659 Este es el WhatsApp de mi hija.

Si alguien quiere dar su limosna en especie, es decir no en dinero efectivo (un equipo de segunda mano, un libro etc.), se comunican conmigo. Todo es útil. Les dejo es mismo correo:

pedro-romano@live.com

Dios les bendiga y la Virgen les guarde. Nicky Pío.


Un Rosario por Cinco Céntimos – Una historia real, sencilla y bellísima en verdad. Espero la imitemos.


 

   Es la historia de una pobrecita. Cada día, a eso de las ocho, con toda exactitud llega cojeando.

   Se sienta al borde de un camino por donde pasan los veraneantes, y espera, con el rostro lleno de paz que se le dé una limosna.

   De sus dos ojos, de sus dos brazos, de sus dos piernas no tiene más que uno; le falta un ojo y tiene paralizados un brazo y una pierna. Con todo, cuenta con fuerzas suficientes para llevar un cestito que deja a su lado, en donde están todas sus provisiones, y además, UN ROSARIO.

   — Pasaba por allá casi cada día — refiere el que esto relata le daba regiamente... cinco céntimos.

   Como se ve, esta realeza es poco ruinosa.

   Cierto día; después de haber dado a la pobrecita la moneda tradicional, sobrevino una ligera maniobra, que ya había observado varias veces: tomó una piedra y la colocó en su cestita. Ya los años anteriores, me había sorprendido semejante maniobra; no la hacía siempre pero sí con bastante frecuencia.

   Trabando conversación con ella, le pregunté la razón de aquella.

   — Es para los rosarios, señor.

   — ¿Para los rosarios?

   — Sí.

   — ¿Cómo?

   — Cada vez que me dan algo rezo un rosario. Es muy justo ¿no es verdad? Pero sucede a veces que no puedo rezarlos todos de una vez, especialmente cuando la estación es buena y los bañistas son caritativos, entonces con las piedras de mi cestito llevo cuenta de los que he de rezar por la noche, y a veces aún en invierno.

   — ¿En invierno?

   — En invierno, sí, claro está, entonces naturalmente me quedo en casa. Por aquí no pasa ni un alma. Mire, el año pasado, me quedaron más de cien rosarios por rezar para el tiempo de las nieves. Los he rezado todos sin faltar uno.

   ¡Un rosario por cinco céntimos! ¡Oh! compremos por cinco céntimos, compremos las Avemarías. No demos jamás una limosna sin decir a quien la recibe: Ruegue por mí.

   Puede olvidarse el pobre de rogar por nosotros, mas no lo olvidará ciertamente el Ángel de la Guarda.

 

“El Faro de la Costa” Año 1931.

 


COMPRA DE ESTAMPITAS Y ROSARIOS CON LA LIMOSNA QUE RECIBIMOS. ADJUNTAMOS BOLETA.


 





   Desde que empezamos esta campaña en el mes de marzo, la primera limosna llegó el 25/03/22 y la última limosna de pesos argentino ($) 600 llegó el 18/04/22 (anónimamente). 

   Lo anterior ya se rendido cuenta con fechas montos y nombres en mi perfil de Facebook. Es decir que el total sumó pesos argentinos ($) 3.800.

   Dado que el banco nos descuenta y también el cajero (por sus servicios), y sobre todo por la creciente inflación, decidimos utilizar el dinero ayer antes que sigan subiendo los precios.

   Lo que ven en la foto es lo que se pudo comprar. 400 estampitas y 35 Rosarios. Agradecemos desde ya a “Santa María del Camino” por el descuento que nos hizo.

   Quiero contarles con gran alegría que su limosna empezó a rendir frutos, esta mañana después que el sacerdote bendijo las estampitas y los Rosarios, una estampita (de la Virgen del Carmen, patrona del Hospital que visitamos) la recibió de manos del padre la directora que mañana se opera. Y un Rosario ya fué entregado a un paciente en terapia intensiva. En la próxima visita al hospital se empezaran a distribuir entre los enfermos y profesionales esta gran bendición.

   Gracias por su confianza, su generosidad y gran corazón. Quiero recordar que  “LA CAMPAÑA SIGUE” y Dios nos dará lo que considere en su infinita providencia.

   “Buena es la oración con el ayuno, y mejor la limosna que acumular tesoros de oro; porque la limosna libra de la muerte, y es ella que borra pecados y hace hallar misericordia y vida eterna.” (Tobías XII 8-9)

 

   Nota aclaratoria: El Rosario de color marrón, es por el manto de la Virgen del Carmen. Y el Rosario de color Negro, es por la orden de Santo Domingo de Guzmán, que lo utiliza en su hábito y es quien recibió del cielo este instrumento de salvación.

 

 

     

 



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MEDITACIÓN SOBRE LAS CADENAS DE LOS PECADORES



 



I. Nuestro cuerpo es una prisión que mantiene cautiva a nuestra alma y le impide emprender vuelo hacia el cielo. Los santos han conocido y deplorado esta cautividad: ¡tú la conoces y la amas! Los placeres, los honores, las riquezas son las cadenas que te sujetan al mundo y te retienen lejos de Dios. Señor, romped mis cadenas; son agradables en apariencia, pero crueles en realidad. Los bienes de este mundo tienen verdadera amargura, falsa dulzura; dolor cierto, placer incierto (San Agustín).

II. El pecador duerme tranquilo en sus cadenas, no conoce su cautiverio, no piensa en él, ama sus cadenas, porque son de oro y seda. Si consideras el estado de tu alma, verás que está encadenada por todos lados; con todo, duermes, descansas a tus anchas, nada haces por el cielo. Despierta de una vez por todas, y te asombrarás, como San Agustín, del lastimoso estado a que te han reducido tus crímenes. Estaba encadenado y no aborrecía mis cadenas; tenía por dulce lo que es amargo y por amargo lo que es dulce.

III. El Ángel despertó a San Pedro y rompió sus cadenas; San Pedro siguió al Ángel y le obedeció. Para obrar tu conversión dos cosas son necesarias: el auxilio del cielo, a fin de despertarte del sueño en el que estás sumido y romper tus cadenas que te atan al pecado; y una obediencia pronta, para responder al llamado del Señor. Nada puedes hacer sin la gracia y nada hace la gracia sin tu cooperación.

La huida del pecado. Orad por los cautivos.


miércoles, 27 de abril de 2022

San Pedro Armengol, mártir. — 27 de abril. (+ 1284.)


 


El glorioso redentor de los cautivos y mártir de la caridad San Pedro Armengol nació en la Guardia de los Prados, villa del arzobispado de Tarragona, y su apellido queda todavía en la muy ilustre familia de los barones de Rocafort, descendientes de los condes de Urgel y emparentados con los antiguos condes de Barcelona, y reyes de Francia, condes de Flandes y reyes de Castilla y Aragón. Hallóse presente en su nacimiento el venerable padre Bernardo Corbera, religioso de la Merced, el  cual profetizó del niño recién  nacido diciendo: “A este niño un patíbulo ha de hacerle santo.” Crióle su padre Arnoldo como a mayorazgo, noble, rico y deseado: pero ¡oh fuerza de las malas compañías y cuántas torres de virtud has derribado! El ilustre mancebo que parecía un ángel por su piedad e inocentes costumbres, con el ejemplo de otros mozos desenvueltos, bravos y valientes con quienes jugaba y como brioso caballero de su edad probaba con las armas en la mano la destreza y el valor, vino a desenfrenarse de manera, que hacía gala de sus desórdenes y oscurecía su linaje capitaneando una cuadrilla de ladrones. Por este tiempo determinó el rey Don Jaime pasar de Valencia a Mompeller y entendiendo que los Pirineos estaban infestados de salteadores, mandó a Arnoldo que con dos compañías de infantes y algunos caballos limpiase aquellos caminos de bandoleros. Entonces lucharon cuerpo a cuerpo Arnoldo y su hijo Pedro hasta que después de haberse herido, se reconocieron, y el hijo, llenos de lágrimas los ojos, se echó a los pies del padre, con grande arrepentimiento de su mala vida. Partióse de allí a Barcelona y después de hacer una confesión general de todas sus culpas, pidió el hábito de los religiosos de la Merced, y comenzó una vida llena de admirables y extraordinarias virtudes. Ordenándole de sacerdote, y todos los días celebraba la misa con tantas lágrimas que hacía llorar de devoción a todos los que la oían. Rescató en Murcia doscientos cuarenta cautivos, convirtió al bey Almohazen Mahomet, el cual se hizo Mercedario y se llamó Fray Pedro de santa María. Pasando después el santo de Argel a Bugía con Fr. Guillermo, florentino, rescató ciento y diez y nueve cautivos, y para sacar de la esclavitud a diez y ocho niños se quedó en rehenes de mil escudos que ofreció por ellos. Ocho meses estuvo encerrado en un calabozo, padeciendo cada día palos y azotes; y como no llegasen los mil escudos a su tiempo, le condenaron a la horca. Vino ocho días después del suplicio su compañero Guillermo con los mil escudos, y con grande espanto le halló vivo todavía y pendiente de la horca, en la cual dijo el santo: que la santísima Virgen le había sostenido en sus manos. Finalmente después de haber convertido con estupendos pródigos a muchos infieles a nuestra santa fe, entregó su bendita alma al Señor en su mismo convento de Nuestra Señora de los Prados.

 

   Reflexión: La vida admirable de este santo nos manifiesta cuan poderosa es la gracia de nuestro Señor Jesucristo para trocar los corazones de los hombres, hasta hacer de un capitán de bandidos un perfectísimo religioso, un celoso misionero y un gloriosísimo mártir de la caridad. Esta es una excelencia propia de nuestra santa Religión: porque ninguna fuerza ni convicción humana sería bastante para trocar con tan extraña mudanza el ánimo y las costumbres de los hombres, si no interviniera en ello la mano poderosa de Dios.

 

   Oración: Oye, Señor, benignamente las súplicas que te hacemos en la solemnidad de tu glorioso confesar el bienaventurado Pedro, para que consigamos por la intercesión del que tanto te agradó lo que no podemos esperar de nuestros merecimientos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

 

 FLOS SANCTORVM.

MEDITACIÓN SOBRE LA VERDADERA GLORIA.


 


I. Cristiano, ¿en qué haces consistir la verdadera gloria? Si tienes el espíritu del mundo, me responderás: “La verdadera gloria consiste en las riquezas, en las dignidades, en los honores, en el saber”. Para adquirir esta falsa reputación, se expone los bienes, la salud, la vida, el alma. ¿Para qué te servirá esta gloria después de la muerte? ¿Qué importa a los condenados que los alaben donde ya no están, si son torturados dónde están? (San Agustín).

II. La verdadera gloria procede de Dios; servir a un tan grande Señor es ya ser rey. ¡Qué dicha contar con la aprobación de Dios y de la corte celestial y esto por toda una eternidad! Además, ¿qué gloria humana puede compararse con la que los santos reciben aquí abajo durante su vida y después de su muerte y con la que gozan en el cielo? Ambicioso, he aquí algo con qué contentarte: el mundo no tiene sino un falso esplendor, Jesucristo tiene para ti honores y recompensas sólidas y eternas; búscalos, si amas la gloria. Si nos seducen las riquezas y los honores, que sean las verdaderas riquezas y los verdaderos honores (San Euquerio).

III. Para adquirir esta gloria es preciso despreciar la del mundo, es menester hacer grandes cosas y soportar grandes sufrimientos por Jesucristo. He ahí los tres grados por donde se ha de subir a la gloria. ¿Has despreciado tú la gloria del mundo? ¿Qué cosa grande has emprendido por Jesucristo? ¿Qué has sufrido? Comienza por las cosas pequeñas: no te faltarán ocasiones, no faltes tú mismo en las ocasiones.

 

La humildad. Orad por el acrecentamiento de esta virtud.


martes, 26 de abril de 2022

MEDITACIÓN SOBRE LA DESCONFIANZA EN UNO MISMO


 


I. Nada hay más frágil que el hombre; abandonado a su debilidad, es capaz de cometer los mayores crímenes. San Pedro prometió al Salvador que habría de morir antes que abandonarlo y, por unas palabras de una sirvienta, por tres veces renegó de su divino Maestro. ¿Qué más apto para hacernos temblar y para inspirarnos una saludable desconfianza en nosotros mismos? ¿Si han caído las columnas de la Iglesia, qué no nos sucederá a nosotros, que somos débiles como cañas? Señor, he caído por mi propia flaqueza; sólo por vuestra bondad me he levantado (San Agustín).

 

II. Si has caído en alguna falta, aunque fuese el más horrible de todos los crímenes, no te desanimes por ello; la bondad de Dios sobrepuja infinitamente a tu malicia. Vuelve a tu Padre; Él te espera, te llama y está preparado para recibirte; antes te cansarías de ofenderle que Él de perdonarte.

 

III. ¿Quieres corregirte de tus faltas? Prevé y huye de las ocasiones en las cuales has sucumbido; si no lo haces, las mismas causas producirán los mismos efectos. Examina tu vida y verás que las ocasiones y las compañías peligrosas son las que, todos los días, te hacen recaer en los mismos pecados. Un piloto no se acerca sino temblando al escollo donde antes naufragó; un convaleciente no se atreve siquiera a tocar el fruto que lo enfermó; solamente el pecador busca las ocasiones en las que se perdió. ¿Qué necesidad hay de ir a tal parte, donde cada día es preciso vencer o perecer? (San Jerónimo).

 

La desconfianza en uno mismo. Orad por el Papa.


lunes, 25 de abril de 2022

Los Novísimos - La muerte. (Vïdeo) - Por Nicky Pío.

 




La palabra “Novísimos” (del latín novíssimus — último, postrero) o Postrimerías, significa las últimas cosas que a todos nos aguardan, y son cuatro: Muerte, Juicio, Infierno y Gloria. La meditación seria y frecuente de estas cuatro verdades es el medio mejor para evitar el pecado como dice el Espíritu Santo: En todas tus acciones acuérdate de tus postrimerías, y nunca jamás pecarás (Eccli; VII, 40).


No es Cristo en la Cruz, porque ni es Cruz ni es Cristo, es Lucifer.



 




domingo, 24 de abril de 2022

Rosario “memento mori” engaño del demonio. III vídeo de Nicky Pío. Para “Nicky pío Te explica”.


 


Este vídeo trata de echar luz sobre la oscuridad. Verdad sobre la mentira. Hacer el bien ante los que hacen el mal. Pues engañar a los católicos, tratar con el demonio para comerciar y obtener ganancias, ofendiendo al Santo Rosario y a la Virgen María es algo que no podemos callar. Este vídeo  busca darles reglas de discernimiento (a los católicos) para que sepan diferenciar lo que es del demonio y lo que es de Dios, y así no caigan en sus sutiles trampas, favorecida por la ignorancia respecto de nuestra religión Católica.


miércoles, 20 de abril de 2022

ROSA ENCARNADA. (A los pecadores) – Por San Luis María Grignion de Montfort.


 


   A vosotros, pobres pecadores, uno más pecador todavía os ofrece esa rosa enrojecida con la sangre de Jesucristo a fin de que florezcáis y os salvéis. Los impíos y pecadores empedernidos gritan a diario: Coronémonos de rosas (Sab 2 8). Cantemos también nosotros: Coronémonos con las rosas del santo rosario.

   ¡Ah! ¡Qué diferentes son sus rosas de las nuestras! Las suyas son los placeres carnales, los vanos honores y las riquezas perecederas, que pronto se marchitarán y consumirán. En cambio, las nuestras —es decir, nuestros padrenuestros y avemarías bien dichos—, unidos a nuestras buenas obras de penitencia, no se marchitarán ni agostarán jamás y su brillo será, de aquí a cien mil años, tan vivo como en el presente.

   Sus pretendidas rosas sólo tienen la apariencia de tales. En realidad son solamente espinas que los punzarán durante su vida a causa de los remordimientos de conciencia, que los taladrarán a la hora de la muerte con el remordimiento y los devorarán durante toda la eternidad a causa de la rabia y desesperación.

   Las espinas de nuestras rosas son las espinas de Jesucristo, que El convierte en rosas. Nuestras espinas punzan, pero sólo por algún tiempo y para curarnos del pecado y darnos la salvación.

   Coronémonos a porfía de estas rosas del paraíso recitando todos los días un rosario, es decir, las tres series de cinco misterios cada una o tres pequeñas diademas de flores o coronas:

   1°) para honrar las tres coronas de Jesús y de María (la de gracia de Jesús en la encarnación, su corona de espinas durante la pasión y la de gloria en el cielo, y la triple corona que María ha recibido en el cielo de la Santísima Trinidad);

   2°) para recibir de Jesús y María tres coronas: la primera, de mérito, durante la vida; la segunda, de paz, en la hora de la muerte, y la tercera, de gloria, en el cielo.

   Creedme que recibiréis la corona inmarcesible (I Pedro 5,4.), que no se marchitará jamás, si os mantenéis fieles en rezarlo devotamente hasta la muerte, no obstante la enormidad de vuestros pecados. Aunque estuvierais ya al borde del abismo, aunque estuvierais ya con un pie en el infierno, aunque hubierais vendido vuestra alma al demonio como un mago, aunque fuerais herejes tan endurecidos y obstinados como demonios, os convertiréis tarde o temprano y os salvaréis, siempre que —lo repito, y notad bien las palabras y términos de mi consejo— recéis devotamente, todos los días hasta la muerte, el santo rosario con el fin de conocer la verdad y alcanzar la contrición y el perdón de vuestros pecados. (…)

   Dios sólo.

 

“El secreto admirable del Santísimo Rosario”


lunes, 18 de abril de 2022

De la Maledicencia - San Francisco de Sales.

 



 

Produce el juicio temerario inquietud y menosprecio del prójimo, orgullo y complacencia de sí mismo, con otros muchos y perniciosos efectos, entre los cuales, uno de los más notables es la maledicencia, verdadera peste de las conversaciones. ¡Ojalá tuviera yo en mi mano un carbón encendido del altar santo para tocar los labios de los hombres y purificarlos de su iniquidad y pecado, como lo hizo el serafín con el profeta Isaías, pues quien quitase del mundo la maledicencia quitaría gran parte de los pecados y de la maldad!

El que injustamente roba a su prójimo la fama, además de pecar, queda obligado a la restitución; bien que de diversos modos, según la diversidad de murmuraciones, porque nadie puede entrar en el cielo llevando los bienes del otro, y entre los bienes exteriores, la fama es el más precioso. Es la maledicencia una especie de homicidio. Tenemos tres géneros de vida: espiritual, que consiste en la gracia de Dios; corporal, que proviene del alma, y civil, que se mantiene con la buena fama. La primera se pierde por el pecado; la segunda, por la muerte, y por la maledicencia la tercera. Pero el murmurador hace, de ordinario, tres homicidios con sólo una estocada de su lengua, dando muerte espiritual a su alma y a la de quien le escucha y muerte civil a la persona de quien murmura, pues como dice san Bernardo, el que murmura y el que escucha la murmuración tienen en sí al demonio, uno en la lengua y otro en el oído. “Aguzarán sus lenguas como la de la serpiente”, dice David de los murmuradores; y si la serpiente, como enseña Aristóteles, tiene la lengua dividida y con dos puntas, tal es la del murmurador, que con un golpe solo hiere y envenena el oído de quien le escucha y la reputación de la persona de quien habla.

Sobre manera te encargo, amada Filotea, que jamás hables mal de persona alguna, ni directa ni indirectamente. Guárdate de imputar al prójimo crímenes y pecados falsos, de manifestar los ocultos, de ponderar los públicos, de dar siniestra interpretación a las obras buenas, de negar lo bueno que sabes de alguno, de disimularlo maliciosamente o de disminuirlo con tus palabras, porque todas estas cosas son grande ofensa a Dios, pero mucho mayor acusar a alguno con falsedad o negar la verdad en perjuicio de tercero, en lo cual hay dos pecados: la mentira y el daño del prójimo.

LA FUERZA DE LA MALA COSTUMBRE – Por San Agustín.


 

La costumbre se llama ordinariamente segunda naturaleza, porque es como una naturaleza añadida.


I. DAÑOS DEL PECADO COMETIDO POR COSTUMBRE.

Es tanta la fuerza de la costumbre, que, cuando ésta es inveterada, constituye tu mayor enemigo. Una cosa es pecar y otra hacerlo por costumbre. Si uno ha cometido algún pecado y se ha enmendado inmediatamente, pronto revive; porque, aunque muerto, no está sepultado, no está atenazado por la costumbre. Pero si ha caído en la mala costumbre, ya le considero enterrado, y con razón puedo decir que despide mal olor, porque empieza a tener mala fama, que es como un olor pestilencial. Gastas miserablemente el tiempo cuando le dices: «No debes obrar así». Porque, ¿cómo quieres que te haga caso el que está como enterrado y en estado de putrefacción, y hasta oprimido por la lápida sepulcral de la mala costumbre?


II. EL PECADO COMETIDO POR LA MALA COSTUMBRE, SIMBOLIZADO EN LA MUERTE DE LAZARO.

En los tres muertos resucitados corporalmente por el Señor puedes descubrir un símbolo y una figura de las resurrecciones espirituales. Resucitó a la hija del jefe de la sinagoga cuando ésta estaba aún en casa. Volvió a la vida al hijo de la viuda cuando le llevaban ya fuera de la ciudad, camino de la sepultura. Y resucitó a Lázaro después de estar cuatro días en el sepulcro. Aplica esto a tu alma, porque tú, cuando pecas, mueres, pues el pecado es la muerte del alma.

A veces pecas de pensamiento, te deleitas advertidamente en lo que es malo: ese consentimiento te mata, pero la muerte es interior, porque el mal pensamiento no se ha traducido en actos. La resurrección de esta alma está simbolizada en la muerte de aquella niña que no había sido aún sacada de casa, aunque ya estaba muerta: estaba oculta, como el pecado de pensamiento.

Si además de consentir en el mal pensamiento, has realizado la maldad, se puede decir que has sacado ya el muerto fuera de la puerta; le tienes ya fuera de casa, camino del cementerio. También el Señor resucitó a este muerto y le devolvió con vida a su madre. Si has pecado, arrepiéntete; el Señor te resucitará y te devolverá a tu santa Madre la Iglesia.

El tercer resucitado fue Lázaro. He aquí el último grado de muerte, que es lo que se llama la fuerza de la mala costumbre. La piedra que cerraba el sepulcro es la opresora fuerza de la costumbre que oprime el alma, impidiéndole levantarse y aun respirar. Vino el Señor, para quien todo es fácil, y aun encontró alguna dificultad. Afligióse su espíritu, exhaló un suspiro ante el sepulcro y clamó, para indicar que se requieren grandes motivos para despertar a los hombres endurecidos en la mala costumbre. Sin embargo, a la voz del Señor se rompen los vínculos de una tiránica costumbre. Tiemblan a esa voz las potestades del infierno, y sale Lázaro vivo del sepulcro. Fíjate en los detalles de la resurrección: salió vivo del sepulcro y no podía andar. Entonces el Señor ordenó a los Apóstoles: «Desatadle y dejadle andar» (Jn. 11 44). Resucitó Cristo al muerto, y los discípulos desligaron las ataduras. Es necesario, por consiguiente, que el muerto resucitado pueda verse libre de estos lazos y obtenga permiso para andar. Esta es la misión que Cristo encomendó a sus discípulos, cuando les dijo: «Todo lo que desatéis en la tierra será desatado en el cielo» (Mt. 17 18).

Como consecuencia de este discurso, aprende a conservar la vida si estás vivo, y a resucitar si estás muerto.

viernes, 15 de abril de 2022

Blasfemia y satanismo en el arte moderno - Por Nicky Pío - Para Nicky Pío Te explica II Vídeo.


 


Cierto arte llamado “moderno” se infiltro en las iglesias católicas, y son feas, deformes, e informes, ya no son nexo entre los fieles y las cosas elevadas, ya no cumplen su función de puente entre nuestra oración y Dios. Por lo que no cabe duda en llamarlas, blasfemas, y satánicas, para nada inofensivas pues, profanan el lugar santo donde se encuentran. En cuanto a satánicas, ya no buscan la adoración a Dios ni la devoción a los santos, todo lo opuesto, busca sin saber los católicos, la adoración del príncipe de este mundo. Y tristemente este arte es promocionado desde dentro de la Iglesia, por hombres que ya perdieron la fe.


CORTO ES EL NÚMERO DE LOS QUE AMAN LA CRUZ DE CRISTO


 


Tiene ahora Jesús muchos que quieren poseer su reino de los cielos, pero pocos qne quieran llevar su cruz.

Halla muchos amigos de su consolación; pocos, de su tribulación.

Halla muchos compañeros de su mesa; pocos, de su ayuno.

Todos quisieran gozar con Él; pocos quieren padecer algo por Él.

Muchos siguen a Jesús hasta partir el pan; pocos, hasta beber el cáliz de la pasión.

Muchos admiran sus milagros; pocos siguen la ignominia de la cruz. Muchos aman a Jesús mientras ninguna adversidad les sucede. Muchos le bendicen y alaban cuando de Él reciben consuelos.

Pero si se les esconde o por corto tiempo los abandona, luego se quejan o caen en grande abatimiento.

 

Más los que aman a Jesús por Jesús mismo, no por los consuelos que les da, le bendicen igualmente en las angustias y tribulaciones de espíritu, por terribles que sean, como en las más dulces consolaciones.

Y si nunca les diera consuelos, no por eso dejarían de darle gracias y alabarle continuamente.

 

¡Oh, qué poderoso es el amor de Jesús cuando es puro y sin mezcla de amor propio y de interés personal!

¿No deben llamarse mercenarios cuantos andan siempre buscando consuelos? ¿No es claro que quienes viven pensando en su bienestar e interés a sí mismos se aman más que a Cristo?

¿Dónde se hallará a alguien que quiera servir a Dios de balde? Rara vez se halla a alguien tan espiritual que esté desprendido de todo.

¿Quién hallará un verdadero pobre de espíritu; uno que se haya desnudado enteramente del afecto a las criaturas? «Tal persona vale mas que rubíes» (Prov 31, 10).

Si diera el hombre todas sus riquezas, no sería nada todavía. Si áspera penitencia hiciera, sería nada todavía.

Si abarcara toda la ciencia, aún estaría lejos.

Si fuera muy virtuoso, piadoso y fervoroso le faltaría mucho todavía: una sola cosa, pero absolutamente necesaria.

Y ¿cuál es esa cosa? Que, abandonadas todas las cosas, también se abandone a sí mismo y se salga de sí mismo sin llevarse nada del amor propio; y que, una vez hecho cuanto sepa que debe hacer, sienta que aún no ha hecho nada.

 

Que no crea grande lo que grande pudiera creerse; sino que con toda sinceridad se llame siervo inútil, como dice la Verdad: «Cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid: siervos inútiles somos» (Lc 17, 10).

Entonces podrá ser de veras pobre de espíritu y desnudo, y decir con el profeta: «Estoy solo y desvalido» (Sal 24, 16).

Sin embargo, no habrá nadie más rico, poderoso y libre que quien haya sabido abandonar todas las criaturas, y aun a sí mismo, y ponerse en el último lugar.

 

 

“LA IMITACIÓN DE CRISTO”


miércoles, 6 de abril de 2022

“¡No quisieron escuchar mi pedido!... Como el rey de Francia, se arrepentirán de ello lo harán, pero será tarde.

 




 “¡No quisieron escuchar mi pedido!... Como el rey de Francia, se arrepentirán de ello lo harán, pero será tarde. Rusia habrá difundido ya sus errores en el mundo provocando guerras y persecuciones contra la Iglesia. El Santo Padre tendrá mucho que sufrir.”

   Comunicación íntima de Nuestro Señor Jesucristo a Sor Lucía en tono de queja.

 

   Nicky Pío: Esos errores son el marxismo o comunismo o socialismo o cómo quieran llamarlo, es lo mismo. Y ya se esparcieron por todo el mundo. ¡Ay de lo que se viene! por no escuchar y cumplir lo que se pide en Fátima.

AFECTOS DESORDENADOS – Por Tomás de Kempis.

 



   Siempre que el hombre desea cosas desordenadas, pierde al punto la paz del corazón.

   El soberbio y el avaro nunca están tranquilos, mientras que el humilde y el pobre de espíritu viven en profunda paz. El hombre que aún no está bien muerto a sí mismo es a menudo tentado y vencido en cosas pequeñas y viles.

   El hombre débil de espíritu, y todavía un poco carnal e inclinado a las cosas sensibles, con dificultad se abstiene totalmente de terrenales deseos. Por eso suele entristecerse cuando los reprime, y fácilmente se irrita cuando alguien le contraría.

   Pero, si hace lo que deseaba, se siente al punto abrumado del peso de su mala conciencia: porque cedió al impulso de la pasión, lo cual de nada sirve para hallar la paz que buscaba.

   Resistiendo, pues, a las pasiones es como se encuentra la paz verdadera del alma, y no haciéndose su esclavo.

   Por tanto, no hay paz en el corazón del hombre carnal ni en el del que vive entregado a las cosas exteriores; pero sí la hay en el corazón del hombre fervoroso y espiritual.

 

“LA IMITACIÓN DE CRISTO”


DE LAS TRIBULACIONES – Por San Felipe Neri.

 


   



  No se ha de pedir a Dios que envíe tribulaciones ni tentaciones presumiendo poderlas soportar, debiendo en eso andar con mucha cautela, porque el hombre bastante hace con sobrellevar aquellas que Dios a diario le envía; pero sí se ha de pedir con humilde y confiado afecto gracia y fortaleza para sufrir con alegría todo cuanto le pluguiere enviarnos.

   Cuando venga sobre nosotros las tribulaciones, las enfermedades y contrariedades, no se han de huir con temor, sino vencerlas con valor.

   El que huye de una tribulación le vendrá otra, al que huye de la escarcha le caerá encima la nieve, y el que huye del oso se encontrará con el león.

   Si uno tiene una tribulación enviada por Dios y la falta la paciencia se le puede decir: Tú no eres digno de que Dios te visite, ni mereces tanto bien.

   La vida del que sirve a Dios no es más que un consuelo y luego un trabajo, otro consuelo y enseguida otro trabajo.

   Si alguno preguntare cuál es la mayor tribulación que puede tener un verdadero siervo de Dios, se le podría responder: La mayor tribulación que existe es no tener tribulación alguna.

   Por fin, a los que se hallaban agobiados por los trabajos de la presente vida, daba como remedio que rezasen con devoción y atención el Credo.

   A un cristiano no le puede acontecer cosa más gloriosa que el padecer por Cristo.

   No existe más cierto ni más grato argumento del amor de Dios que la adversidad.

   No hay cosa que más rápidamente cause el desprecio del mundo y produzca la unión del alma con Dios como el verse trabajado y angustiado, y pueden ser llamados desdichados aquellos que no son admitidos a esta escuela.

   En la vida presente no hay Purgatorio, sino Infierno o Cielo, porque al que sirve a Dios de veras, todo trabajo y adversidad se le convierte en consuelo, e interiormente tiene el Cielo aún en este mundo, en toda suerte de incomodidad; el que hace lo contrario y quiere atender a lo sensual, tiene el Infierno en este mundo y en el otro.

   El P. Pedro Consolino, conforme a la mente de San Felipe, acostumbraba a decir: Que conviene buscar a Cristo donde no está, queriendo indicar el santo que Cristo Señor nuestro, al presente, está en la Gloria, pero el que lo desee búsquelo en las penas y en los trabajos.

   Para consuelo de los atribulados referiré lo que cuenta el Cardenal Federico Borromeo. Vínole a cierta persona una gran tribulación, tal, que pocas se encontrarían de mayor peso, y duró algún tiempo. Al cabo de siete u ocho días, el Santo P. Felipe le dijo que veía su cara del todo mudada y que ya no era la suya, sino otra; y decíale a esa persona: Mira, tú no habías tenido nunca esa cara. Da gracias a Dios por la tribulación, pero mucho, que yo también se las quiero dar. Paréceme ver tu rostro resplandeciente como el de un ángel.

 

Como debemos portarnos en las enfermedades del cuerpo.