¿CÓMO EJERCITAR ESTA CARIDAD?
Mediante los sufragios, esto es, mediante
nuestros méritos de conveniencia, nuestras oraciones, nuestras obras
satisfactorias, nuestras limosnas, lucrando indulgencias y, sobre todo,
mediante el Santo Sacrificio de la Misa, ofrecido por el descanso de esas
almas.
La misma Iglesia nos da
el ejemplo, porque en todas las Misas nos hace orar por ellas en el Memento de los difuntos, y abriendo
ampliamente para ellas el tesoro de los méritos de Cristo y de los Santos con las
indulgencias que les son aplicables.
“Las indulgencias—dice Santo Tomás—
aprovechan principalmente a aquel que hace una buena obra a la que está
aplicada una indulgencia; pero ayuda también, secundariamente, a aquellos por
los cuales se hace esa buena obra; y nada impide a la Iglesia aplicarlas a las
almas del Purgatorio.”
El Santo Doctor se pregunta: “Los sufragios ofrecidos por un difunto
¿son más provechosos para él que para los demás difuntos?” Y responde: “A causa de la intención son más
ventajosos, tocante a la remisión de la pena, para el difunto por quien se
ofrecen, pero a causa de la caridad, que no debe excluir ninguno, son más
ventajosos para otros difuntos que tienen una mayor caridad y les proporcionan sobre
todo un mayor consuelo. Estos reciben más porque están mejor dispuestos. Se
distingue, por lo tanto, el fruto especial de la Misa para la persona a quien
la Misa es especialmente aplicada, y el fruto general, en el que participan
todos los fieles difuntos, y que no es ciertamente mermado, por muy grande que
sea el número de los que participan de él.”
También se pregunta Santo Tomás: “Los sufragios ofrecidos por varios difuntos a
la vez, ¿les son tan provechosos como si fuesen ofrecidos por uno solo? Por
ejemplo, ¿si una Misa es dicha por veinte o treinta o por muchísimos más?” Y
contesta: “A causa de la caridad que los
inspira, estos sufragios son tan provechosos para muchos como si fuesen ofrecidos
por uno solo, porque la caridad no es mermada por esta subdivisión, y así, una
sola Misa alivia lo mismo a diez mil almas que a una sola. Pero estos sufragios,
como satisfacción (y remisión de la pena), que nosotros tenemos intención de
aplicar a los difuntos, son más provechosos para aquel para quien son
singularmente ofrecidos.”