NOTA
DE NICKY PÍO: Por qué un pesebre Inca para este 2021. Si los Incas sacrificaban
niños y niñas en un ritual llamado CAPAC COCHA, y en un libro que estoy
consultando se cita a “niños enterrados vivos”. Actualmente los arqueólogos
encontraron vestigios de estos rituales (momias, altares, etc). Estos
sacrificios no eran otra cosa que sacrificios AL DEMONIO literalmente. ¿Cómo es
posible entonces? Que el vaticano mezcla, estos horribles sacrificios de niños
con el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo. Vamos a leer un pequeño informe
del año 2014. Estoy analizando este diabólico pesebre. No se dejen engañar como
tantos católicos que se inclinan cada vez más por lo satánico. Pido perdón por
no haber publicado un estudió que hice del pesebre del año pasado, otra
blasfemia contra Dios, y en honor a lucifer. Pues la investigación, me arrojo
un informe muy extenso para publicarlo en las redes. Tendría que haber dado una
conferencia para explicarlo y así no me alcanzaría el tiempo.
El sacerdote jesuita Miguel Manzanera ha
publicado en el medio digital Iglesia Viva, órgano informativo de la Iglesia
católica en Bolivia, un artículo titulado “El diablo ronda buscando a quien
devorar”, en el que afirma que, al igual que en los tiempos de la primera
evangelización de América, actualmente “se siguen haciendo sacrificios no sólo
de animales, sino también de seres humanos” en honor del demonio.
Según explica el padre Manzanera, “el
demonio quiere que en su honra y servicio se derrame toda la sangre posible”, y
da algunos detalles de los ritos ocultos que se celebran en su país, además de
alertar contra el ocultismo y las prácticas espiritistas. Reproducimos su
artículo a continuación.
El diablo ronda buscando a quien devorar
En una entrevista sobre exorcismos,
publicada el 19 de octubre en Opinión, Cochabamba, Sección Informe, la
periodista Dayana Flores ponía en duda mi afirmación de que en los tiempos de
la colonia los indios hacían ofrendas al diablo para ser librados de amenazas o
desgracias. Mencionaba al cronista Guamán
Poma de Ayala quien relata que los indios hacían ofrendas a la Pachamama para
que fuese bendecida la producción agrícola.
Se trataría únicamente de un rito de
reciprocidad de dar de beber a la tierra al menos una vez al año, de lo
contrario las cosechas serán malas. Cita al sociólogo Hugo Cordero: “Si la
tierra me da de comer por qué no le voy a dar de comer yo a la tierra”. Otro
sociólogo, José Antonio Rocha, asegura que en la cultura andina de Bolivia no
existe una concepción sobre los términos demonio o exorcismo. En el caso del
“tío de las minas” o “supaya” se trataría de un espíritu benigno (Opinión
2014.10.21).
Tenemos sin embargo cronistas fidedignos que
informan sobre frecuentes cultos idolátricos de sangre. Los indios hacían
ofrendas al diablo para ser librados de amenazas o desgracias provocadas por el
mismo espíritu maligno.
El agustino Fray Alonso Ramos Gavilán en su
documentada obra La historia del celebérrimo santuario de Copacabana menciona
cómo los indios “en negocios grandes y de importancia usaron casi todo el Perú
y en particular en el Cuzco y en Tititica, sacrificar niños de edad de seis
hasta doce años”. “Poníanlos sobre una losa grande, los rostros hacia el cielo,
vueltos al Sol y tirándolos del cuello ponían sobre él una teja o piedra lisa
algo ancha y con otra daban encima tantos golpes que le quitaban en breve la
vida y así muertos los dejaban dentro de la misma Guaca (oratorio); con esto se
daba el demonio por servido y luego en los retretes y lugares oscuros les
hablaba, acudiendo a darles respuesta a gusto de quien los escuchaba y muchas
veces en daño de los mismos indios”.
Esa idolatría diabólica fue una de las
principales razones para que los misioneros extremasen su esfuerzo en la
evangelización y salvación de los indios. La devoción a la milagrosa Virgen de
Copacabana contribuyó a liberar a aquellos pueblos de la esclavitud del diablo.
Hoy también, según informan testigos
presenciales tal como puede verse en internet, se siguen haciendo sacrificios
no sólo de animales, sino también de seres humanos. Al construir cimientos de
puentes o de edificios altos o en diversas celebraciones se sacrifican llamas y
también pordioseros embriagados como ofrendas de sangre al diablo. Alonso Ramos
Gavilán desvela que el demonio quiere que en su honra y servicio se derrame
toda la sangre posible.
Ya esto es un argumento suficiente para
evitar cualquier práctica de ritos, aparentemente inocentes como la ouija y
otros juegos en los que se invoca al maligno. En Bolivia lamentamos el reciente
caso en Paurito, Santa Cruz de la Sierra, donde estudiantes adolescentes
volvieron histéricos y perturbados después de haber practicado juegos
espiritistas y ofrendas diabólicas. No raras veces estas personas terminan
ingresando en sectas consagradas al diablo. Ha crecido el número de personas
infestadas o poseídas por el demonio. Para contrarrestar ese crecimiento
idolátrico la Iglesia Católica ha incrementado la capacitación de sacerdotes
exorcistas.
Porque el príncipe de este mundo –el diablo–
no quiere nuestra santidad, no quiere que nosotros sigamos a Cristo. Alguno de
ustedes, tal vez, no sé, podría decir: –Pero, Padre, ¡qué antiguo es usted:
hablar del diablo en el siglo XXI–. Pero ¡miren que el diablo existe! El diablo
existe. ¡También en el siglo XXI! Y no debemos ser ingenuos, ¡eh! Debemos
aprender del Evangelio cómo se hace para luchar contra él” (2014.11.04).
Concluimos con la
advertencia del apóstol Pedro: “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario
el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar; resistidle
firmes en la fe, sabiendo que vuestros hermanos en todo el mundo soportan los
mismos padecimientos” (1 Pe 5, 8s).
Visto en “RIES”