domingo, 30 de abril de 2023
sábado, 29 de abril de 2023
MEDITACIÓN SOBRE LA VIDA Y MUERTE DEL PECADOR.
I.
El pecador vive en tinieblas y en ceguera.
Las
pasiones oscurecen en él las luces de la razón y de la fe. No consulta como a
regla de su conducta, sino su placer, su interés y los deseos de su corazón
desordenado.
Si
siguiese las luces de la razón, ¿se
expondría acaso a suplicios eternos por placeres tan breves y tan vanos? ¿Si se
comportase según las luces de la fe, buscaría por ventura con tanto afán las
riquezas, que son tan grande obstáculo para la salvación de muchos?
II.
El
pecador recobra en el momento de la muerte estas hermosas luces de la razón y
de la fe que durante su vida se habían oscurecido.
Entonces
la razón le hace ver cuán insensato fue en trabajar toda la vida para amontonar
riquezas perecederas, para hacerse de amigos que no quieren o no pueden
socorrerlo. La fe le representa, en todo su horror, los suplicios del infierno
en los cuales no quiso pensar cuando gozaba de perfecta salud. Se despabila
entonces del profundo adormecimiento en el que vivió; abre los ojos a esta
horrible realidad que no quiso prever.
III.
En
esta diferencia
que existe entre la muerte y la vida del pecador, hay sin embargo un punto en
que concuerdan: ha
vivido como impío, muere como impío.
Los
santos mueren santamente, porque han vivido santamente; los malvados perseveran
en el crimen en el momento de la muerte porque en él perseveraron durante la
vida.
¿Quieres
saber cómo morirás?
Mira
cómo vives.
La constancia.
Orad por las órdenes
religiosas.
jueves, 27 de abril de 2023
MEDITACIÓN SOBRE LA MENTIRA
I.
Nunca se debe mentir, bajo ningún pretexto; pues siempre la mentira es pecado
que nos asemeja al demonio, padre de la mentira, y borra de nuestra alma la
cualidad de hijos de Dios y hermanos de Jesucristo, que es la Verdad misma.
Hemos de sufrir la muerte, como San
Antimio, antes que consentir en una mentira, por leve que parezca. Una
mentira no es cosa de poca importancia, pues ofende a Dios infinito y
omnipotente. No
mires como leve nada que ofenda a Dios. (Salviano).
II.
Perjudicas a tu prójimo cuando le hablas contra tu pensamiento; lo engañas,
introduces, en cuanto de ti depende, la discordia en la sociedad. Si todos los
hombres fuesen mentirosos, ¿a qué extremos no llegaríamos? Injurias a
Jesucristo, que es testigo de tu mentira, pues los cristianos, al decir de San
Agustín, no sólo son los miembros de Jesucristo, sino que deben ser
también los órganos de su voz. ¿Dices
tú muchas mentiras? Examínate sobre este punto.
III.
Hay
personas cuya vida es una mentira continua; engañan a todo el mundo mediante su
hipocresía. ¡Oh! ¡Cuán raros son aquellos que quieren parecer lo que son! Dios
te ve tal cual eres; en vano te ocultas a los ojos de los hombres, Dios es tu
juez. Al final todo se descubrirá, se conocerán tus imposturas, a luz plena se
verá la verdad. Se
puede ocultar la verdad por un poco de tiempo, no se la puede hacer
desaparecer, la iniquidad puede triunfar por un instante, pero no reinar
siempre. (San Agustín).
Huir de la mentira.
Orad por la conversión
de los pecadores.
miércoles, 26 de abril de 2023
MEDITACIÓN SOBRE LA DESCONFIANZA EN UNO MISMO
LA NEGACIÓN DE PEDRO - Por Caravaggio.
I. Nada
hay más frágil que el hombre; abandonado a su debilidad, es capaz de cometer
los mayores crímenes. San
Pedro prometió al Salvador que habría de
morir antes que abandonarlo y, por unas palabras de una sirvienta, por tres
veces renegó de su divino Maestro. ¿Qué
más apto para hacernos temblar y para inspirarnos una saludable desconfianza en
nosotros mismos? ¿Si han caído las columnas de la Iglesia, qué no nos sucederá
a nosotros, que somos débiles como cañas?
Señor, he caído por
mi propia flaqueza; sólo por vuestra bondad me he levantado (San
Agustín).
II. Si
has caído en alguna falta, aunque fuese el más horrible de todos los crímenes,
no te desanimes por ello; la bondad de Dios sobrepuja infinitamente a tu
malicia. Vuelve a tu Padre; Él te espera, te llama y está preparado para
recibirte; antes te cansarías de ofenderle que Él de perdonarte.
III.
¿Quieres
corregirte de tus faltas? Prevé y huye de las ocasiones en las cuales
has sucumbido; si no lo haces, las mismas causas producirán los mismos efectos.
Examina tu vida y verás que las ocasiones y las compañías peligrosas son las
que, todos los días, te hacen recaer en los mismos pecados. Un
piloto no se acerca sino temblando al escollo donde antes naufragó; un convaleciente
no se atreve siquiera a tocar el fruto que lo enfermó; solamente el pecador
busca las ocasiones en las que se perdió.
¿Qué
necesidad hay de ir a tal parte, donde cada día es preciso vencer o perecer? (San
Jerónimo).
La desconfianza en uno
mismo.
Orad por el Papa.
lunes, 24 de abril de 2023
MEDITACIÓN SOBRE LAS BUENAS Y MALAS COMPAÑÍAS
I. Huye de las malas compañías; insensiblemente se insinúa el vicio e
insensiblemente desaparece el amor a la virtud. Acaso resistas en un principio,
pero terminarás siendo arrastrado. Te familiarizarás con el vicio y no te
avergonzarás ni de decir, ni de hacer lo que dicen o hacen los demás. ¡Desdichado!
¿Acaso tu misma experiencia no te ha demostrado ya cuán peligrosas son las
malas compañías?
Mira
las faltas ajenas como una vergüenza, nunca como un ejemplo (San Euquerio).
II.
El demonio no tiene instrumento más poderoso para perder un alma que un mal
compañero; es el intérprete de su voluntad y el ejecutor de sus órdenes.
Inficiona el entendimiento con sus máximas dañinas; arrastra la voluntad con
sus ejemplos perniciosos. Es
como un pájaro, a quien el demonio mantiene en su trampa, que busca atraer
otros a ella. Opón
tú a sus máximas y a sus ejemplos las máximas del Evangelio y los ejemplos de
los santos.
III.
Abandona lo antes posible esa mala compañía; huye de los habitantes de Sodoma
o, de lo contrario, prepárate a perecer con ellos. Rompe
con esa amistad peligrosa; por más santo que te creas, te asemejarás a quien
frecuentas. Conversa
con las almas santas: insensiblemente te inspirarán el amor a la virtud y el
horror al vicio.
Huir de las malas
compañías.
Orad por la Iglesia.
domingo, 23 de abril de 2023
MEDITACIÓN SOBRE EL PERFECTO SOLDADO DE JESUCRISTO
I.
San Jorge fue fiel a Jesucristo. El emperador no
escatimó promesas, ni amenazas, ni tormentos para relajar su fidelidad; con
todo, nada fue capaz de hacerla vacilar. ¿Cómo
soportas tú los sufrimientos? ¿Si se pusiese a prueba tu fidelidad, preferirías
antes perder bienes, honores y vida, que la fe? ¡Ay! una palabra te espanta, la
prosperidad de un día te hace olvidar a Dios.
¿Cómo
resistirías la cólera de los tiranos, tú que no puedes resistir las burlas de
un amigo? (San
Jerónimo).
II.
El
santo fue tan valiente como fiel, pues no retrocedió ante los más crueles
suplicios cuando se trató de defender la causa de Jesucristo. A
ti la menor dificultad te espanta; quieres ser santo, pero a condición de
sustraerte a las dificultades que se encuentran en el camino de la santidad.
Mucho ardor pones en hacer triunfar tus proyectos y empresas; ¿acaso hay un
proyecto, una empresa más importante que la de tu salvación?
III.
La perseverancia es la virtud que debe asegurar tu salvación. Olvídate, pues,
de las obras pasadas; considera lo que te falta para hacer; piensa en la corona
que te espera, en Dios que es testigo de tus trabajos, en la eternidad que es
la recompensa de éstos, y no te costará tanto sufrir. ¿Cuál
es el santo que ha sido coronado sin pasar por la tribulación?
Indaga,
y verás que todos han sufrido adversidad (San Ambrosio).
La fidelidad a Dios.
Orad por los que son
tentados.
viernes, 21 de abril de 2023
MEDITACIÓN EL PECADO MORTAL MERECE PENA ETERNA
I.
Es artículo de fe que todo hombre que muere en pecado mortal es condenado al
fuego del infierno. Después de millones y millones de
años, esas míseras víctimas de la cólera de Dios estarán apenas comenzando
recién su suplicio. Implorarán la muerte, más ella no acudirá en su auxilio.
Eternidad, ¡qué
espantoso es tu recuerdo!
No
nos pide Dios sino muy poco para que evitemos esta muerte eterna, y no queremos
obedecerle (San
Agustín).
II.
Es
justo que los pecadores sufran suplicios eternos, puesto que ofendieron a una
Majestad infinita. Es preciso que los condenados
sufran tormento mientras perduren en estado de culpa; ahora bien, en él
permanecerán durante toda la eternidad, porque han muerto en su crimen y en el
infierno no hay perdón que esperar. Los
condenados conocieron cuando vivían a qué desgracia se precipitaban pecando;
Dios los amenazó con ella para apartarlos del pecado; no obstante, ellos
prefirieron ofenderle. ¿No
es justo, acaso, que el impío viva siempre para sufrir siempre, puesto que
hubiera querido vivir siempre a fin de poder pecar siempre?
III.
Los
condenados no podrán, mediante ningún sufrimiento, purificarse ni siquiera de
un solo pecado mortal. Tanta
es la malicia del pecado que si Dios lo castigara según el rigor de su
justicia, ni la suma de satisfacciones de todos los hombres, aun cuando
sufriesen penas infinitas durante toda la eternidad, podría expiar una sola
falta mortal: es un Dios el ofendido, y es un hombre el que satisface. En
fin, Dios es justo, y si castiga un solo pecado mortal con una eternidad de
penas, es porque el pecado merece este espantoso castigo.
El pensamiento del
infierno.
Orad por los herejes y
los cismáticos.
Comentario del blog
SMA: Santo
Tomás de Aquino comentando el pasaje de Isaías 38, 10 “Yo dije: en medio de mis
días bajaré hasta las puertas del infierno” nos enseña: “Pues quien desciende
allá (al infierno) frecuentemente en vida con el pensamiento, no es fácil que descienda al morir, porque tal pensamiento
aparta del pecado. En efecto, vemos que los hombres de este mundo se guardan de
cometer delitos por miedo al castigo temporal; por consiguiente, ¡cuánto más ha
de guardarse por miedo al castigo del infierno, que es mayor en duración,
intensidad y número de tormentos! “Acuérdate de tus postrimerías, y no pecarás
jamás” (Eccli 7,40). El Concilio de Trento (1551) definió que es verdadero y
provechoso dolor la detestación de los pecados por temor a la perdida de la
eterna bienaventuranza y el merecimiento de la eterna condenación. Es el dolor
imperfecto o de atrición. El cura de Ars nos dice: que para hacer una buena
confesión de nuestros pecados, es necesario la Contrición de nuestros pecados,
y es Dios quien la da, y es a Él a quien debemos pedirla. El Cura de Ars nos dice que la Contrición es la
firme intención de no recaer más en los pecados ya confesados. Incluso enseña
que existe multitud de confesiones mal hechas por defecto de Contrición.
jueves, 20 de abril de 2023
MEDITACIÓN SOBRE LAS CAUSAS DE NUESTRO RELAJAMIENTO EN LA VIRTUD
I.
Tengamos cuidado de no relajar nuestro fervor en el servicio de Dios. Dios, a
quien servimos, es constante e inmutable; es siempre el mismo, no amengua su
amor por nosotros; imitemos esta constancia. Repasemos en nuestro espíritu los
años transcurridos: ¿no
hemos sido antes más fervientes que ahora?
Acuérdate
de dónde has caído. Haz tus primeras obras, no sea que otro reciba tu corona
(Apocalipsis).
II.
Nuestra
relajación tiene, de ordinario, dos causas: la
primera, es una excesiva confianza en
nuestras buenas obras pasadas. Una vez que hemos confesado los pecados que nos
hacían temer el infierno, ya pensamos que podemos vivir seguros. Más, ¡cuán
infundada es nuestra confianza! Aun en el caso de que estuvieras seguro de
estar en gracia de Dios, ¿quién te asegura que perseverarás en ella hasta la
muerte? Tiembla, y trabaja seriamente en tu salvación.
El
demonio inspira la tranquilidad a fin de que las almas se pierdan más
fácilmente
(San Euquerio).
III.
La otra causa de relajamiento en el servicio de Dios es que nos
cansamos en el camino de la virtud: las austeridades, las
mortificaciones y esta vida que contraría enteramente a la naturaleza,
disgustan al cuerpo. Sublévase el espíritu al pensamiento de una penitencia de
acaso cuarenta y cincuenta años. Más, ¿quién
te ha prometido ni siquiera un día de vida? No pienses sino en el día en
que vives, en la acción que ejecutas al presente. Hazla bien y no te
atormentes de gusto por un porvenir incierto. Pasemos santamente el tiempo de
nuestra vida, ya que tan rápidamente se desliza.
Nuestros
días pasan veloces; plegue a Dios que pasen bien (San
Cesáreo).
Volved al
primer fervor.
Orad por
el aumento de la virtud.