viernes, 31 de marzo de 2023

MEDITACIÓN SOBRE LA MEZCLA DE BUENOS Y MALOS. Y una breve reseña de la vida de Santa Balbina, virgen.

 




Vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos;

y los arrojarán en el horno del fuego.

Allí será el llanto y el crujir de dientes.

(Mateo 13, 49-50)

 

I. En este mundo, los buenos están mezclados con los malos. Así lo ha permitido Dios para que los malos puedan aprovechar los ejemplos de los buenos, y para que los justos tengan ocasión de ejercitar su celo y su paciencia soportando a los pecadores y trabajando en su conversión. No imites a los malos, pero tampoco los desprecies: acaso lleguen a ser más grandes que tú en el paraíso; acaso tú cometas faltas más graves que ellos, puesto que no existe pecado que no puedas cometer, si Dios te abandona a tu propia flaqueza.

 

II. En esta vida el bien está mezclado con el mal, y el mal con el bien. No existe hombre tan desgraciado que de tanto en tanto no tenga consuelos, ya de parte de Dios, ya de los hombres; como tampoco hombre tan dichoso que no tenga alguna pena. Por lo tanto, no esperemos felicidad completa en este mundo. Nuestra única felicidad consiste en conformarnos con la voluntad de Dios. Es el secreto para vivir felices. Los santos lo han sido en medio de la pobreza, de las lágrimas y de las enfermedades, porque sabían que tal era el beneplácito de Dios.

Son pobres y aman la pobreza, lloran y aman sus lágrimas, son débiles y se regocijan en su debilidad (San Salviano).

 

III. En el día del juicio, los malos serán separados de entre los buenos; éstos serán colocados a la derecha y destinados para la gloria; aquellos, pospuestos a la izquierda y condenados al infierno. Se verán entonces los crímenes de los réprobos y las virtudes de los santos. Hipócrita, ¿qué dirás, qué harás tú? ¡Todo lo bueno estará en el cielo, todo lo malo en el infierno, y así quedará por toda la eternidad! Piensa en esto y sé precavido mientras tengas tiempo todavía.

Pluguiese a Dios que fuesen sabios e inteligentes, así pensarían en sus postrimerías (Deuteronomio).

 

El pensamiento del juicio.

Orad por la conversión de los pecadores.

 

 

SANTA BALBINA,

Virgen

 

Dios, para castigar al tribuno Quirino por la prisión que había hecho sufrir al Papa Alejandro, permitió que su hija Balbina, que era de notable belleza, se viese cubierta de llagas y horriblemente desfigurada. Quirino acudió al santo pontífice, quien sanó a Balbina con sólo tocarla con sus cadenas. El tribuno, convertido por el milagro, murió mártir con el mismo Alejandro, pasado algún tiempo.

Balbina consagró a Dios la belleza que le había devuelto, y mostró con su conducta que el cristianismo puede conciliar dos cosas aparentemente difíciles de unir: una rara hermosura y una gran pureza.


miércoles, 29 de marzo de 2023

Santos Jonás y Baraquisio, hermanos, mártires. 29 de marzo (+327)


 



   Al tiempo que Sapor, rey de Persia, perseguía cruelísimamente a los cristianos, vivían en una aldea llamada Jasa dos hermanos llamados Jonás y Baraquisio, los cuales llegando a la villa que se llama Bardiaboth, fueron a visitar a los cristianos que estaban presos y hallaron nueve que estaban ya condenados a muerte. Y viéndolos muy atormentados y maltratados, les dijeron:

–Hermanos, no temamos cosa alguna; en nombre de nuestro Jesús crucificado, sustentemos una batalla para alcanzar la sempiterna corona –

   Animados con estas palabras los santos presos, padecieron el martirio y recibieron la palma y vestidura inmortal de la gloria.

   Después de esto fueron acusados los dos santos hermanos ante unos crueles magos que hacían oficio de jueces, los cuales les intimaron obediencia al rey, y reverencia al sol, al fuego y al agua.

 –No tengo que ver, dijo Jonás, con el sol, luna ni estrellas, ni con el fuego ni el agua, que son vuestros dioses, ni es Sapor ningún rey inmortal para que se haya de obedecer más que al verdadero Dios. Sólo creo en el Padre, Hijo y Espíritu Santo verdadera Trinidad que conserva todo el universo–

   Mucho se enojaron los magos oyendo esto; y luego mandaron que le atasen un pie a una cuerda y lo pusiesen desnudo al hielo toda la noche. Venido el día siguiente, llamaron a Baraquisio, a quien tenían apartado de su hermano, y le dijeron que

– ¿por qué no sacrificaba a los dioses como ya lo había hecho su hermano Jonás? – San Baraquisio dijo: –Lo que ha hecho mi hermano haré también yo–: –y añadió que mentían en todo, porque la verdad a quien seguía, no le dejaría a su hermano hacer un nefando sacrificio– Irritáronse los mentirosos jueces con esta respuesta, y para que no hablase más, le hicieron beber plomo derretido, y le volvieron a la cárcel donde le tuvieron colgado de un pie. Trajeron luego ante sí a Jonás y dijéronle: – ¿Cómo te ha ido esta noche con la helada? –. Tu hermano Baraquisio ha negado a tu Dios, y tú, obstinado, ¿aún no cambias en tu parecer? – Respondió el mártir: –Creedme, reales príncipes, que jamás mi Dios me había dado noche tan sosegada y tan buena; y sé también para mi consuelo, que mi hermano ha negado al demonio y que ha estado firme en Cristo–.

   Mandaron traer los magos un husillo y prensa y le prensaron como hacen con el orujo, rompiéndole todos los huesos, y de esta manera el invictísimo y glorioso Jonás entregó su bendita alma al Señor, Concluido esto atormentaron de varias maneras a su hermano Baraquisio metiéndole agudas cañas por las carnes, apretáronle después en la prensa, y le echaron pez derretida en la garganta, y con esto alcanzó como su hermano la gloria del martirio.

 

   Reflexión: ¿Has observado como en el combate de estos dos santos hermano, querían aquellos impíos jueces apartarles de la fe con embustes y mentiras? Propias han sido siempre estas armas de los enemigos de Dios; más los fieles servidores de Cristo los vencieron con su cristiana entereza. ¿Por qué, pues, has de hacer algún caso de las falsas razones que ahora vuelven a traer los impíos y herejes para desquiciar a los católicos de la verdadera fe? ¿Por ventura no merece mayor crédito Jesucristo, Señor nuestro, que todos los hombres falibles y miserables de este mundo? ¿No vale más el testimonio de la Iglesia que el de toda la turba de los impíos ignorantes y viciosos?

 

   Oración: Concédenos, Señor, que asi: como reconocemos tu fortaleza soberana en la confesión de tus gloriosos mártires Jonás y Baraquisio, así experimentemos su poderosa intercesión ante el acatamiento de tu divina Majestad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

 

 

FLOS SANCTORVM


MEDITACIÓN SOBRE LA PREPARACIÓN A LA MUERTE



I. Toda nuestra vida debe ser una preparación para la muerte, pues nuestra muerte, de todos nuestros negocios, es el más importante; ¿qué digo?, los demás nada son comparados con éste. ¿Cómo te preparas tú? ¿Vives como un hombre que en breve ha de morir? ¿Acaso miras la muerte como algo muy alejado de ti? En adelante mi principal afán será pensar en este gran viaje a la eternidad, no sea que me sorprenda la muerte.

La muerte, que sorprende a los que no están preparados, debe encontrarnos siempre prestos (San Euquerio).

 

II. Morirás, no lo ignoras. Morirás sólo una vez, y de esta muerte única dependerá una eternidad de dicha o de desventura. No se trata aquí de una pérdida sin importancia, sino de la pérdida del mayor de todos los bienes y, no debes olvidarlo, de una pérdida irreparable.

¡Oh muerte, cuán temible eres! ¿Se puede pensar en ti sin despreciar al mundo y sin darse a Dios?

 

III. Una vida santa es la mejor de todas las preparaciones para la muerte. No te duermas con un pecado mortal en la conciencia. Por la mañana, al levantarte, piensa: Acaso no alcance a vivir hasta la noche; y por la noche, al acostarte: Acaso no me levante ya, y estas sábanas sean mi sudario. De vez en cuando pregúntate si estás preparado para morir.

Nada hay que los hombres vean con más frecuencia que la muerte y nada que olviden con mayor facilidad (San Euquerio).

 

Medita en el pensamiento de la muerte.

Ora por las almas del purgatorio.

 

MEDITACIÓN SOBRE LAS BUENAS OBRAS




I. Haz tantas obras buenas cuantas puedas mientras vivas; lo demás carece de valor después de la muerte. No dejes pasar ni un solo día sin que lo señales con alguna acción buena. La vida presente es breve, la futura es eterna. Hay que expiar los pecados cometidos: redímelos haciendo limosna a los pobres.

¿Por qué respetas la efigie del príncipe esculpida en el mármol o acuñada en el oro, y desprecias la imagen de Dios en la persona del pobre? (San Agustín).

 

II. Que sean buenas tus acciones delante de Dios y no sólo delante de los hombres; para ello realízalas para agradar a Dios y tal como quiere Él que las hagas. Cuídate de que no estén viciadas por la vanidad y el amor propio; si así no lo hicieres, no tendrás otra recompensa que la que el mundo te dé.

¡Qué!, mi corazón es tan pequeño, mi vida tan corta, ¿y querré yo partirlos entre Dios y el mundo?

 

III. También tienes la obligación de hacer el bien delante de los hombres; les debes el buen ejemplo. Sin vacilar declárate a favor de Dios, y nadie se atreverá, en tu presencia, a realizar un acto que le ofenda. No te avergüences cuando llegue la ocasión de salir en defensa del Evangelio, y el momento de comportarte como verdadero cristiano; y si acaso rían a costa tuya: regocíjate entonces ¿El mundo no aprueba tus actos? Señal es que tienes el espíritu de Jesucristo.

El cristiano es amado por Dios cuando es maltratado por el mundo (San Ignacio).

 

 

Haced limosnas.

Orad por los que os gobiernan.

 

lunes, 27 de marzo de 2023

San Juan, ermitaño. — 27 de marzo. (+ 718)

 






   Nació el glorioso San Juan ermitaño en Licópolis de la Tebaida, de padres muy escasos en bienes de fortuna, y luego que tuvo edad aprendió el oficio de carpintero; más el Señor, que quería labrarle, le llamó a la soledad, para hacer de él uno de los varones más santos del desierto de Egipto.

   Hízose discípulo de un santo anciano, el cual descubriendo en aquel mancebo una humildad y obediencia extraordinarias, en breve, tiempo le hizo adelantar mucho en el camino de la perfección. Un año entero estuvo regando por obediencia un palo seco, dos veces al día, y procurando mover de su asiento un gran peñasco que muchos hombres no pudieran mover: y el Señor recompensó su ciega obediencia, concediéndole después el don de milagros y profecía.

   Muerto su santo maestro, pasó Juan cinco años en diversos monasterios, y luego se fué a una montaña desierta y abriendo en la peña una celdilla, se encerró en ella, y por espacio de cuarenta años llevó en este linaje de sepultura una vida de ángel, saboreando anticipadamente las delicias del cielo. No había hombre más apacible y agradable en el trato que el santo anacoreta. Jamás permitió que ninguna mujer se llegase a la ventanilla de su celda: se hizo tan notorio su alto don de profecía, que de las provincias más apartadas venían a consultarle como a un oráculo del cielo. ¿Quién no se maravillará de ver a sus pies al general del ejército romano pidiéndole consejo, y oyendo de los labios del santo: «Confía, hijo, en el Dios de los ejércitos, porque con tus escasas fuerzas, vencerás?» Y en efecto, la ilustre victoria que alcanzó de los bárbaros etíopes, acreditó la verdad del vaticinio.

   Consultóle también el gran Teodosio sobre el suceso de la guerra con Máximo; y pronosticóle Juan el glorioso triunfo que había de alcanzar de aquel tirano. Cuatro años después mandó el emperador a Eutropio su ministro para saber el éxito de otra campaña; y el santo respondió: «Ve, y di al emperador que vencerá, pero que sobrevivirá poco tiempo a la victoria.» Todo lo cual sucedió como el santo profeta lo dijo.

   Finalmente, después de una larga vida de noventa años llena de profecías y milagros, sabiendo por divina revelación el día y hora de su muerte, pidió que en tres días nadie le llamase, y pasándolos en oración, entregó su bienaventurado espíritu en las manos del Creador; y el día siguiente fué, hallado su sagrado cadáver puesto de rodillas, y fué sepultado con la pompa y veneración que su santidad merecía, llamándose comúnmente el profeta de Egipto.

   Reflexión: Visitó Paladio al santo y apacible anacoreta, el cual le dijo que sería obispo y que había de padecer grandes trabajos: «Yo, añadió el santo, cuarenta y ocho años hace que no pongo los pies fuera de mi celda, y porque en todo este tiempo no he visto mujer ni moneda alguna, no he sentido ni aun el más leve disgusto.» Brevísimo atajo para llegar a una vida llena de divina consolación reprimir la codicia del dinero y los deleites sensuales. Estas son las dos raíces principales de todos los sinsabores de la vida del hombre. El corazón de los malos es como un mar que hierve siempre en tormenta; y es porque está devorado o por la sed de riquezas o por el deseo de goces sensuales. Reprimámoslos, que vendrá sobre nosotros la paz y la alegría que sobrepuja a todo sentido y de la cual gozan aun en esta vida los hombres mortificados.

   Oración: Oye, Señor las súplicas que te hacemos en la solemnidad de tu siervo el bienaventurado Juan, para que los que no confiamos en nuestros méritos seamos ayudados por los de aquel que tanto te agradó. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

 

FLOS SACTORVM


MEDITACIÓN SOBRE LAS PALABRAS


 



I. Un cristiano jamás debe pronunciar una mala palabra; debe evitar con el mayor esmero las palabras deshonestas, las conversaciones demasiado libres, las blasfemias y las detracciones. Nada más fácil que pecar con palabras; difícil es, a menudo imposible, curar las heridas que se infieren con la lengua y reparar el perjuicio que se causa al prójimo con ella, ¿Te gustaría que se hablase de ti como hablas tú de los demás?

 

II. Evita aun las chanzas y las palabras inútiles. Si te habitúas a las burlas, muy pronto se deslizarán en tus conversaciones las palabras de doble sentido y las contrarias a la caridad; y, no pocas veces, preferirás herir la caridad o la modestia antes que callar una agudeza. Rendirás cuenta, en el día del juicio, hasta de la menor palabra inútil que hayas dicho. Concededme, Señor, la gracia de gobernar mi lengua; guardad mis labios (Salmo).

 

III. Para evitar todos estos defectos no has de hablar a menudo ni mucho. Si hablas mucho llegarás a ofender a Dios o al prójimo. Sabio te manifestarás si te callas; hombre de poco juicio si hablas mucho. Muy frecuentemente te arrepentirás de haber hablado, nunca de haber guardado silencio. Habla cuando tengas que decir algo bueno preferible al silencio; mas, cuando sea mejor callar que hablar, cállate (San Gregorio).

 

Amad y practicad el silencio.

Orad por los religiosos.


viernes, 24 de marzo de 2023

San Simón, inocente y mártir. — 24 de marzo. (+ 1475.)


 



   El martirio del glorioso e inocente niño San Simón, lo escribió pocos días después de haber pasado, Juan Matías Tiberino, cuya relación compendiada es como sigue:

   Habitaban, dice, en un barrio de Trento, que está a la izquierda del castillo, tres familias de judíos, cuyas cabezas eran Tobías, Angelo y Samuel, con quienes vivía un infernal y bárbaro viejo llamado Moisés. Estos se juntaron el jueves de la semana santa en la sinagoga y dijeron a Tobías: Tú solo, oh Tobías, puedes satisfacer nuestros deseos; porque tú tienes familiar comunicación con los cristianos, y así puedes con gran facilidad cogerles un niño, y si esto haces, tú vivirás con descanso, tus hijos con grandes medras. Con esta promesa Tobías entró a la tarde en la calle que llaman de las Fosas, y luego puso los ojos en un niño hermoso de dos años y cuatro meses, que estaba sentado y solo sobre el umbral de la puerta de su casa, y mirando el traidor a una y otra parte de la calle, y viendo que nadie le observaba, se llegó a la inocente criatura, y púsole con gran cariño un dedo en su tierna manecita. El niño le tomó el índice, y levantándose le fué siguiendo, hasta que habiendo pasado dos o tres casas, puso el judío una moneda en las manos del Niño, y acariciándole en sus brazos para que no llorase, lo llevó fuera del barrio y se entró en casa de Samuel. Allí le pusieron en la cama, y como llorase e invocase el nombre de su madre, le daban uvas pasas, confites y otras cosillas. Entre tanto la madre andaba desesperada buscando al hijo de sus entrañas, sin poderlo hallar en ninguna parte. A la noche el cruel viejo Moisés con los otros judíos, tomando aquel inocente ángel que descuidado dormía, pasaron al lugar de la sinagoga que estaba en la misma casa, y allí desnudaron aquella inocente víctima dejándola en carnes; y tomando Samuel un lienzo, le rodeó el cuello embarazándole el aliento, para que no se oyesen sus gritos, y teniéndole los demás los pies y las manos. Entonces el viejo Moisés circuncidó al niño para disponerlo al sacrificio. Sacó después unas tijeras y comentó a abrirle desde la barba la mejilla derecha, y cortándole un pequeño pedazo de carne la puso en una fuente que tenía para recoger la sangre. Tomó después cada uno de los judíos las tijeras para hacer por turno la misma sacrílega y sangrienta ceremonia, y en acabando, el infame viejo abrió con un cuchillo la pierna derecha del mártir, y cortó un pedacito de carne de la pantorrilla; y los demás hicieron lo mismo. Luego el viejo levantó en alto al niño, en forma de cruz, y le fueron punzando con agujas todo el cuerpo más de una hora, hasta que el niño espiró, y pasó a gozar de Dios en el coro de los inocentes mártires.

 

   Reflexión: Jamás permitió a los judíos la ley de Dios dada por Moisés, sacrificio alguno de víctimas humanas, a pesar de ser tan usada esta bárbara costumbre entre las naciones y pueblos idólatras. La religión cristiana abolió hasta los sacrificios de animales, y toda práctica de culto sangriento, y así no fué la religión divina la que inspiró a aquellos judíos los nefandos sacrificios de niños que hacían, sino la abominable superstición en que cayeron, después de haber crucificado al Hijo de Dios, y rechazado la ley de su divino Mesías. Los pueblos que dejan la verdadera religión, se olvidan de la ley de la caridad, y se vuelven egoístas, inhumanos y crueles.

 

   Oración: Señor Dios, cuya Pasión santísima confesó el santo inocente niño Simón, no hablando, sino perdiendo por ti la vida; concédenos que nuestra vida pregone con inculpables costumbres, la misma fe que confesamos con nuestros labios. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

 

FLOS SANCTORVM

P. Francisco De Paula Morell, S. J.


martes, 21 de marzo de 2023

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MEDITACIÓN SOBRE LA VIDA Y LA MUERTE DE SAN BENITO (el desprecio del mundo y el amor a la soledad)



 



I. Desde que hubo comprendido la vanidad del mundo, retiróse San Benito a la soledad, y allí mortificó su cuerpo mediante continuas austeridades. ¡Hace ya tanto tiempo que tú conoces los peligros del mundo, y lo amas todavía! ¡Sabes que es infiel, y en él te fías! ¡Estás persuadido de que no hay recompensa para sus adoradores, y ansiosamente buscas sus favores! Engañó ya a muchos otros con sus falsos bienes; mas, los que antes lo honraban lo desprecian ahora. ¿Por qué no lo dejas?

Apenas si tiene el mundo lo que es preciso para engañar; carece de bienes, hasta de bienes frágiles (San Euquerio).

 

II. San Benito despreció al mundo, y el mundo le honra; los reyes, los príncipes, numerosos fieles acuden a verlo en la soledad, para encomendarse a sus oraciones o para imitar su género de vida. Tú amas al mundo y él te desprecia; lo desprecias y él te prodiga sus alabanzas. Pareciera que Dios, impaciente por recompensar a sus servidores, no puede esperar la vida futura para hacerlo.

¡Cuán apurada estáis, oh bondad divina, en glorificar a vuestros santos! (San Eusebio).

 

III. San Benito, vencedor del mundo, lo abandona y muere en una iglesia en medio de sus religiosos, advertidos por él de la hora de su muerte. ¿Te ha sido revelado cuándo y cómo morirás? Mantente siempre preparado. Los religiosos de este santo son sus hijos y su corona. Tus hijos y tu corona son tus obras: ellas te seguirán hasta el trono de Dios, para acusarte o defenderte.

 

El amor de la soledad.

Orad por la Orden de San Benito.