LIBRO MASÓNICO MUY ANTIGUO
PALABRAS PRELIMINARES (1)
Debemos
congratular a la Compañia Britons Publishing por la reimpresión de estas
conferencias sobre la Francmasoneria por el
Reverendo Monseñor George Dillon, Doctor en Teología. Las conferencias
fueron dictadas en Edimburgo en octubre de 1884, esto es, cerca de seis meses
despues de la aparición de la famosa Carta
Enciclica del Papa León XIII, Humanum Genus, sobre la Francmasoneria. A pedido de muchos que han
escuchado las conferencias y de otros que han leído los textos aparecidos en
los diarios, Monseñor Dillon decidió publicarlas, junto con otra conferencia
dictada ante el mismo público sobre “El
Pillaje de la Congregación de la Propaganda”. El libro fue impreso por la
excelente firma de M. H. Gill e Hijo, Ltda., O' Connel Street, Dublin, en 1885,
pero ha estado agotado desde hace mucho.
En el prefacio
original, el autor señalaba que la conferencia no tenía el propósito de
constituir un tratamiento formal y exhaustivo del tema y que se habia agregado
al libro varios documentos a los cuales solo se habia referido brevemente (o los habia citado parcialmente) en la
conferencia (Cf. Mi libro: El Cuerpo místico
de Cristo y la Reorganization de la Sociedad).
Su objeto era hacer un claro delineamiento
de todas las cuestiones de las organizaciones secretas y ateístas, su origen,
su naturaleza, su historia en el siglo pasado y en este y la unidad del satánico propósito en una maravillosa diversidad de
formas. El autor halló que era necesario hacer esto porque muy pocos
intentos, Si es que han sido hechos, se han efectuado en nuestra lengua para
tratar el tema como un todo. Varios autores
parecen presumir que se conoce aquello que realmente es desconocido por muchos,
y pocos tratan apenas el hecho de la suprema dirección dada a la totalidad de
las sociedades secretas....
Liberalismo masónico de Rousseau-Locke y la
corriente del Socialismo y del comunismo. Implícitamente, sin embargo, sí lo
hace cuando, por una parte, presagia los Estados Unidos de Europa y del
Federalismo Mundial, y, por la otra, cita la infame Declaración de la
Internacional en 1868; Esta Declaración, formulada en el Congreso Internacional
celebrado en Ginebra en 1868 y citada por Monseñor Dillon en su prefacio, vale
la pena de reproducirse, por lo menos en parte.
Dice lo siguiente: “El objeto de la Asociación
Internacional de Trabajadores, como de cualquier otra Asociación Socialista, es
terminar con los parásitos y los parias. Ahora, ¿Qué
parásito puede compararse al sacerdote...?
Dios y Cristo, estos ciudadanos-providencia,
han sido en todo tiempo la armadura del capital y los más sanguinarios enemigos
de las clases trabajadoras. Es debido a Dios y a Cristo que permanecemos hasta
este día en la esclavitud. Es por medio de engañarnos con esperanzas falsas que
los sacerdotes han sido la causa de que aceptemos todos los sufrimientos en
esta tierra. Es sólo después de barrer con toda religión, y después de desgajar
hasta las últimas raíces cada idea religiosa que podremos llegar a nuestro
ideal político y social.
¡Abajo,
entonces, con Dios y con Cristo! ¡Abajo con los déspotas del cielo y de la
tierra! ¡Muerte a los sacerdotes! Tal es el lema de nuestra gran cruzada”.
En una nota de la edición original,
Monseñor Dillon vuelve a la cuestión de la dirección de la
francmasonería, que había mencionado en su prefacio. Dice allí: “La conexión judía con la francmasonería moderna es un
hecho establecido manifestado en todas partes en su historia. Las fórmulas
judías empleadas por la Francmasoneria, las tradiciones judías que acompañan a
su ceremonial, apuntan a un origen judío o al trabajo de colaboradores
judíos... ¿Quién
sabe si detrás de su ateísmo y deseo de ganancia que los impele a urgir a los
cristianos a perseguir la Iglesia y destruirla, no existe una esperanza oculta
de reconstruir su Templo, y si en las oscuras profundidades del complot de la
sociedad secreta no se esconde una sociedad todavía más profunda que busca
retornar a la tierra de Judá y a la reconstrucción del Templo de Jerusalén?”
Estas observaciones pueden servir como punto
de partida para un examen más profundo de la cuestión entera de las sociedades
secretas y su acción, estudiadas a la luz de las encíclicas de los Soberanos
Pontífices, y de la Historia.
El rechazo del orden por Satán
y los otros ángeles caídos era irrevocable. Era una declaración, por todos
ellos juntos, de una guerra perpetua y de un odio implacable hacia la Bendita
Trinidad y la Vida de Gracia Sobrenatural. La caída de la raza humana puede ser
remediada, porque los seres humanos pueden cambiar de idea y la raza humana
vino a la existencia sucesivamente por propagación desde el primer hombre,
Adán. En el rescate de la Caída, sin embargo, Dios permitió un segundo rechazo
del orden.
A pesar del hecho de que habían sido
repetidamente alertados, por todos los medios, por la letra y espíritu, y
oralmente por los profetas, acerca del modo en que debería tratar al verdadero
Mesías cuando El viniera, los judíos se
volvieron contra él y todo el Plan Divino que El propuso. Cuando
ellos rehusaron obedecer Sus designios, Dios permitió el crimen de Deicidio y
por el supremo acto de humilde subordinación en el Calvario la Vida de Gracia
Sobrenatural fuéle restaurada al mundo. Cumpliendo las profecías al pie de la letra,
Nuestro Señor permitió que se lo llevara a la muerte, pero murió proclamando el
Plan Divino a favor del orden.
Dios quiso que el pueblo Judío aceptara a su
Único Hijo y fuera Heraldo de la vida sobrenatural y supranacional de su Cuerpo
Místico. Les fue así ofrecido a los judíos el glorioso privilegio de proclamar
y trabajar por el único modo de realizar la unión y hermandad de las naciones,
posible después de la Caída. Por causa de su orgullo racial ellos rehusaron
aceptar que pudiera haber una vida más alta que su vida nacional y no quisieron
oír hablar de que las naciones no judías entraran en el Reino del Cuerpo
Místico en el mismo nivel que los judíos. La crucifixión
de Nuestro Señor en el Calvario fue, sin embargo, no solo el rechazo público
por la nación judía del Programa Divino para poner orden en el mundo, sino al
mismo tiempo la proclamación de la determinación de trabajar contra Dios por el
triunfo de otro Mesías. Desde que Nuestro Señor Jesucristo, el
Verdadero Mesías, es la Fuente de Vida Sobrenatural a través de la
participación en su Cuerpo Místico, el futuro Mesías debe ser anti-sobrenatural
o naturalista, y la participación en Cristo debe ser eliminada de modo de
prepararse para el Mesías anti-sobrenatural. Desde que el Verdadero Mesías
Sobrenatural vino a fundar el reino supranacional de Su Cuerpo Místico dentro
del cual pidió el a los judíos que llevaran a todas las naciones, el futuro Mesías
debe ser puramente un Mesías Nacional Judío y su misión no puede tener otro
objeto que imponer el gobierno de la nación Judía a las otras naciones.
La elección que se presentó a la nación judía
por la venida de Nuestro Señor Jesucristo puede ser representada como sigue:
— Sobrenatural y supranacional.
— Reino del Cuero Místico de Cristo.
— La nación Judía instruida por los
profetas.
— Ambición naturalista para imponer el
gobierno de su nación.
La nación judía instruida por los profetas y
figuras del Antiguo Testamento, y, últimamente, por San Juan Bautista, estaba
destinada a tornarse hacia el Dios hecho Hombre, a su llamado, y a poner todas
sus esplendidas cualidades naturales al servicio del Verdadero Orden
Sobrenatural del mundo. En lugar de hacer eso, volvióse hacia abajo, hacia la
esclavitud de una ambición egoísta dictada por el orgullo nacional. La actitud
de Saúl previa a su conversión en el camino a Damasco es típica de las ideas
corruptas concernientes a la misión del Mesías, que se habían apoderado de las
mentes de los judíos y los habían llevado a rechazar a nuestro Señor
Jesucristo. San Pablo vio la verdad acerca del Cuerpo Místico de Cristo despues de
su conversión y trató de que sus compatriotas reconocieran su error; pero
la nación como tal rehusó escuchar. En su alocución de Navidad, en 1948, el Papa Pio XII puso de relieve el
contraste entre las alternativas a que se vio abocada la nación Judía a la
Venida de Cristo: como sigue: “Escuchad,
resonando en la noche como las campanas de Navidad, las admirables palabras del
apóstol de los Gentiles, quien habia sido él mismo esclavo de los mezquinos,
estrechos prejuicios del orgullo racial y nacionalista, que fueran abatidos en sí
mismo en la ruta a Damasco: El (Cristo Jesús) es nuestra paz que ha hecho a
ambos (pueblos) uno.., matando las enemistades en sí mismo. Y al venir El
predicó paz a aquellos de vosotros que estabais alejados, y para aquellos que
estabais cerca”. (Efesios, II, 14, 15, 17) (Traducido del
original Italiano como apareciera en Acta Apostolicae Sedis, enero 31 de 1949)
Con ese estrecho punto de vista nacionalista
dictado por su orgullo racial que, como dijo el Papa Pio XII, habia sido
abatido en San Pablo en la ruta a Damasco, el pueblo judio ha continuado a
través de los siglos. Tal punto de vista ha sido, si cabe, aún más acentuado
con el tiempo.
Por
lo tanto, por encima y sobre el fundamental desorden del pecado original, existe en nuestro mundo caído
y redimido, una fuente adicional de desorden en la determinada oposición de Su
propia nación con respecto al cuerpo del Redentor y fuente de orden.
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