I.
La vida de los santos ha estado llena de miserias: han sido
perseguidos y atormentados por los enemigos de Jesucristo; Dios les ha enviado
aflicciones para probarlos y purificarlos; en fin, ellos mismos se rehusaron a
los placeres más inocentes y ejercieron sobre sus cuerpos grandísimas
austeridades. ¿Quieres ir tú a donde están ellos?
He ahí el camino, sigue sus huellas; estos grandes
hombres tenían un cuerpo como el tuyo, pero más valor que tú. No han sido de naturaleza superior a la nuestra, sino de
mayor vigilancia; no estuvieron exentos de pecados, pero hicieron penitencia (San Ambrosio).
II. Los santos a pesar
de sus pruebas, siempre han estado alegres y contentos en esta vida, porque los
consuelos que Dios derramaba en sus almas les quitaban todo sentimiento de los
dolores del cuerpo. Míralos en el patíbulo y en los yermos: aquí,
derraman lágrimas de consuelo; allí, están llenos de gozo en medio de las
torturas. Dios es tan generoso que no quiere
esperar la otra vida para recompensarlos, hasta lo hace en este mundo.
III. Si fueron consolados
en esta vida, que era el lugar de exilio, de sus combates y sufrimientos, ¡de qué gozo no serán colmados en el cielo, su patria y
lugar de su triunfo! Allí poseen todos los bienes que su corazón puede
desear, porque poseen a Dios; no son afligidos por incomodidad alguna. Escucha
lo que te dicen: “Para llegar al cielo no pienses
encontrar un camino más cómodo que el que recorrimos nosotros en pos de
Jesucristo. No busques aquí abajo lo que ningún santo ha podido encontrar, lo
que Cristo mismo no ha encontrado”.
Imitad a los
santos. Orad por la Iglesia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.