sábado, 26 de noviembre de 2022

MEDITACIÓN SOBRE LA IMITACIÓN DE JESUCRISTO (II).

 



I. Jesús es el camino por el cual debemos llegar al cielo; hay que seguir la huella de sus pasos. Es nuestra Cabeza; Él, primero, nos ha abierto el camino del cielo: este camino es el de las humillaciones y de los sufrimientos; me engaño, pues, si pretendo ir al cielo por otro camino. En adelante quiero, oh mi divino Maestro, seguiros a todas partes a donde vayáis, al Huerto de los Olivos, al Calvario y hasta a la Cruz.

 

II. Jesús es la verdad; hay que ser impío para dudar de la verdad de sus palabras. Ha dicho Él que los pobres, los afligidos y los perseguidos son bienaventurados: ¿lo crees tú? ¿No crees más bien al mundo, que dice lo contrario? Preciso es que uno u otro se equivoque y quiera hacernos equivocar. No sois Vos, oh Jesús mío; el mundo es el engañador, ¡y nosotros nos fiamos en él! O Cristo se equivocó, o el mundo está en el error (San Bernardo).

 

III. Jesús es la vida; ha venido a este mundo para darnos una vida feliz y rica en toda clase de bienes, no de esta tierra, sino del cielo. Sobre todo en el adorable Sacramento del altar es donde nos da esta vida. ¿Cómo te acercas tú a la santa Mesa? Si tanto trabajamos para prolongar nuestra vida algunos días, ¡qué no deberíamos hacer para vivir eternamente! (San Agustín).

 

Imitad a Jesucristo. Orad por vuestro Obispo


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