I. Jesús es el camino por
el cual debemos llegar al cielo; hay que seguir la huella de sus pasos. Es
nuestra Cabeza; Él, primero, nos ha abierto el camino del cielo: este camino es el de las humillaciones y de los
sufrimientos; me engaño, pues, si pretendo ir al cielo por otro camino. En adelante quiero, oh mi divino Maestro, seguiros a
todas partes a donde vayáis, al Huerto de los Olivos, al Calvario y hasta a la
Cruz.
II.
Jesús es la verdad; hay que ser impío para
dudar de la verdad de sus palabras. Ha dicho Él que los pobres, los afligidos y
los perseguidos son bienaventurados: ¿lo crees tú?
¿No crees más bien al mundo, que dice lo contrario? Preciso es que uno u
otro se equivoque y quiera hacernos equivocar. No sois Vos, oh Jesús mío; el
mundo es el engañador, ¡y nosotros nos fiamos en
él! O Cristo se equivocó, o el mundo está en
el error (San Bernardo).
III.
Jesús es la vida; ha venido a este mundo
para darnos una vida feliz y rica en toda clase de bienes, no de esta tierra,
sino del cielo. Sobre todo en el adorable
Sacramento del altar es donde nos da esta vida. ¿Cómo
te acercas tú a la santa Mesa? Si tanto
trabajamos para prolongar nuestra vida algunos días, ¡qué no deberíamos hacer
para vivir eternamente! (San Agustín).
Imitad a Jesucristo.
Orad por vuestro Obispo
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.