I.
No pongas tu confianza en los hombres, porque muy frecuentemente o no pueden o no quieren
ayudar a los que penan. Tus amigos son
inconstantes y no piensan sino en sus intereses; en el mejor de los casos no te
pueden hacer bien sino en esta vida; no pueden darte el paraíso. A pesar
de ello, ¿cuánto tiempo pierdes en procurarte
amigos en la tierra? Ten cuidado. Procúrate
la amistad de Dios. Pon tu confianza en Él y no te quejes si el mundo te
abandona, pues Dios está presente cuando el mundo está alejado (San Pedro
Crisólogo).
II. No confíes en ti, piensa por lo contrario que eres el más débil de los
hombres. Sin el auxilio de Dios, sólo puedes ofenderlo; ten cuidado Él te
negará ese socorro si pones tu confianza en tus propias fuerzas. ¿No experimentaste ya bastante tu debilidad? Que conozca yo mi fragilidad, a fin de desconfiar de mí;
mas, que también conozca tu bondad, oh Dios mío, a fin de no dejarme llevar de
la desesperación.
III. Ten confianza en Dios, Él quiere salvarte; nada te
negará, puesto que te dio a Jesucristo, su Hijo unigénito. Ten confianza en
Jesucristo, que tanto ha hecho y tanto ha sufrido por tu salvación; ¿crees
que te abandona? Pídele, por los méritos de su
Pasión, las gracias que necesitas. ¿Qué confianza tienes en Jesucristo?
¿Qué le pides? Muchos
hombres piden a Dios tesoros y bienes de la tierra; en cuanto a ti, no pidas a Dios sino Dios mismo (San
Agustín).
Busca la paciencia. Ora por los que os
gobiernan.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.