I.
Es menester sufrir en este mundo, porque el sufrimiento es inevitable en esta
vida. Somos hombres, es decir, tenemos un cuerpo y un alma que nos
proporcionarán una infinidad de ocasiones de ejercer la paciencia: nuestro
cuerpo por sus flaquezas, nuestra alma por su ignorancia y sus pasiones. ¿Cómo sufres tú las incomodidades de esta vida? ¿No te
impacientas? Recuerda que eres hombre y que no está en tu poder el escapar a
las tribulaciones.
II. Somos
pecadores y en calidad de tales debemos soportar pacientemente los
sufrimientos, que son, por lo común, efectos de la justicia y de la cólera de
Dios. ¡Ah! ¡Cuán agradable te resultarán las cruces
si consideras que has merecido el infierno! ¡Dios mío, hiéreme, castígame en
esta vida, con tal que me perdones en la otra! (San Agustín).
III. Eres
cristiano y debes vivir la vida de Jesucristo, vale decir, continuar su pasión
en tu cuerpo. He ahí a lo que te obliga tu bautismo. ¿Has
reflexionado en las distintas razones que tienes para soportar pacientemente
tus penas? ¿Habría algo capaz de afligirte si estuvieras realmente persuadido
de estas verdades? Puesto que es preciso sufrir necesariamente en este
mundo, suframos con paciencia, suframos con alegría, para hacernos dignos de
nuestro título de cristiano.
La alegría en los sufrimientos. Orad por el Japón.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.