Día séptimo.
¡Oh Virgen del Carmen,
María Santísima! que diste en tu Santo Escapulario los que devotamente le
visten un firmísimo escudo para defenderse de todos los peligros de este mundo,
y de las acechanzas del demonio, acreditando esta verdad con tantos y tan
singulares milagros.
Ruégote, Señora, que sea mi defensa poderosa
en esta mortal vida, para que en todas las tribulaciones y riesgos halle la seguridad,
y en las tentaciones salga con victoria, logrando siempre tu especial asistencia
para conseguirlo, y al presente me alcances de tu bendito Hijo Jesús lo que en
esta Novena por tu intercesión especialmente le pido; que así, Señora, te lo
suplico humildemente diciendo: Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, etc.
Día octavo.
¡Oh
Virgen del Carmen, María Santísima que ofreciste tu especial asistencia en la
hora de la muerte a los que devotamente visten tu Sagrado Escapulario, para que
logren, por medio de la verdadera penitencia, salir de esta vida en gracia de Dios
y librarse de las penas del infierno!
Ruégote, Señora, me asistas, ampares y consueles
en la hora de mi muerte, y me alcances verdadera y perfecta penitencia y
contrición de todos mis pecados, encendido amor de Dios y deseo de verle y
gozarle para que mi alma no se pierda ni condene, sino que vaya segura a la
felicidad eterna de la gloria y al presente consiga de Su Divina Majestad lo
que en esta Novena por tu intercesión especialmente le pido; que así, Señora,
te lo suplico humildemente diciendo: Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, etc.
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