I.
Nos prohíbe el
Señor acumular riquezas por temor de carecer de ellas en lo futuro. Prevés una larga serie de años; piensas en
mil adversos accidentes que pueden reducirte a pobreza. Estas previsiones de lo porvenir injurian a la divina Providencia que
vela sobre ti; son contrarias al consejo de Jesucristo. No te acongojes,
pues, por el día de mañana, trata de servir bien a Dios hoy; mañana, Dios
proveerá. El Señor me rige y de nada careceré (El
Salmista).
II. Tal vez pronto mueras; ¿para qué
esta aprensión de desgracias que no te alcanzarán? Abandónate generosamente al gobierno de la Providencia divina y no te
apenes de antemano. Las desgracias llegarán
bastante pronto para cansar tu paciencia. No
pienses en el tiempo que durarán tus obras de penitencia: es una tentación del
demonio que quiere espantarte. Tal vez la recompensa está más cerca de lo que
crees.
III.
Piensa en lo porvenir para prever las ocasiones de practicar la virtud; prevé
también los escollos contra los cuales tienes costumbre de naufragar y las
tentaciones a que podrás estar expuesto, a fin de apercibirte contra ellas. Piensa a menudo en tus
postrimerías. ¿Lo haces? ¿Consideras las terribles consecuencias de una vida
pasada lejos de Dios y de una muerte que sorprende en pecado? Si no piensas
en ello a menudo, no escaparás de las desgracias que te amenazan.
Poned tu confianza
en Dios. Orad por la buena educación de los niños.
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