SÉPTIMO DÍA.
¡Oh Jesús amado! Tan Bienhechor de todos.
¡Tan solo en vuestras penas! ¡Oh vida de mi alma! Profetizó vuestra muerte en
Cruz David, diciendo en vuestro nombre, que se os secó el corazón. Recibid,
Señor, de mi humilde afecto agradecido, las lágrimas de Magdalena, que como
riego amoroso, según San Lucas, lloró a vuestros pies. Ya consideró San Ambrosio
el agua que salió de vuestro Costado, como lágrimas, que habia reservado
vuestro corazón, para llorar difunto. ¡Ea, dulce Piedad! junto con esta agua de
vuestro pecho la de las lágrimas de Magdalena: apague el fuego de nuestro enojo
y nos consiga la Divina Clemencia. Amén.
El séptimo día,
y los siguientes de la Novena se dice todo lo que en el primer día, solamente
se variará la Oración, que para cada día se señala.
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