martes, 11 de abril de 2017

Temo familiarizarme con las cosas sagradas –– Por Monseñor de Segur




   Este temor puede ser bueno, como puede dejar de serlo. Si por familiaridad entiendes negligencia y rutina, tu temor es justo.

   La rutina es a la buena costumbre lo que el abuso al uso. Conviene usar de las cosas buenas, no abusar; pero tampoco conviene que el temor del abuso nos impida el uso. De otra suerte no se podría hacer nada, porque se puede abusar de todo. Guárdate, pues, cuidadosamente de la rutina en las cosas que son del servicio de Dios.

   Más si por familiaridad entiendes intimidad, unión habitual, tierno abandono y dulce confianza harías muy mal en cerrar la entrada de tu corazón a un sentimiento tan digno de las consoladoras verdades de nuestra Religión.

   Al aconsejar la Comunión frecuente, la Iglesia nos exhorta a la verdadera familiaridad con Nuestro Señor, que es nuestro amigo celestial, y cuyo amor se concilia maravillosamente con el respeto.

   ¿Quién ha profesado más profundo respeto a Dios que los Santos de todos los siglos? Y sin embargo, ¿no le han amado siempre con la más tierna e íntima familiaridad? Y sin remontarnos tan alto, de los cristianos que conocemos, ¿quiénes son los que respetan más de veras a Dios y su ley, y sus sacramentos, sino los que los frecuentan con más asiduidad?

   No solamente no debes temer familiarizarte con Jesucristo, habituarte y frecuentar el divino Sacramento, sino que debes procurar con el mayor empeño adquirir y formarte esta santa costumbre. Los buenos hábitos son tan de desear, como peligrosos son los malos.

   Puédese afirmar que nadie es verdadera y sólidamente cristiano, sino cuando el servicio de Dios ha llegado a ser para él un hábito, una segunda naturaleza; ahora bien, la sagrada Comunión es el centro del servicio de Dios. “Un día sin misa y sin comunión es para mí como un plato sin sal,” me decía una vez un excelente servidor de Dios, protestante convertido al catolicismo: Acostúmbrate a comulgar, a comulgar bien, y para ello comulga con frecuencia. “No se hacen bien, dice San Francisco de Sales, las cosas que no se hacen a menudo, y los mejores oficiales son los más prácticos en las cosas de su oficio.”


“LA SAGRADA COMUNIÓN”


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