IMPORTANTE:
Para las oraciones de todos los días y el obsequio (flores espirituales), ver publicación del 1
de Mayo.
XXV.
María en la naciente Iglesia. — Ayudar a los principiantes en la
virtud.
Del Cenáculo de Pentecostés y de las
primeras predicaciones de los Apóstoles nació por aquellos días la Iglesia de
Dios. Los convertidos fueron inmediatamente muchos, y asombraban al mundo con
el buen olor de sus fervorosos ejemplos. María era el alma de aquella naciente sociedad. Al calor
de sus brazos y al jugo de sus pechos, podemos decir, se amamantó aquella
primera generación cristiana.
Seamos, como la Madre de Dios, ayos y protectores
solícitos de los que dan sus primeros pasos en la virtud. De Job se escribe que entre las infinitas obras
de caridad en que se ejercitaba para con sus prójimos, era la principal hacerse
ojo para el ciego y pie para el cojo. Así debe ser el alma celosa de
la gloria de Dios y del espiritual provecho de sus hermanos. ¡Cuántos de
éstos hubieran tal vez crecido y desarrollándo en la fe y en las prácticas
piadosas, si buenamente se hubiesen encontrado al emprender su camino con un
amigo que les hubiese dado la mano y librado de tropezar, o levantado de sus
primeras caídas! ¡Bien hacen los que no pudiendo merecer en la Iglesia de Dios el
dictado de apóstoles y doctores, se prestan humildemente a ejercer para con sus
hermanos débiles lo que llama el Apóstol oficio de ayos o pedagogos! En todas partes se da campo abierto para
esa acción, en el hogar doméstico, en los públicos concursos, en las escuelas y
en los talleres, donde quiera que un alma pueda influir sobre otra con su buen obrar
o con su buen hablar. María entre los primeros cristianos era el reflejo y el
recuerdo constante de las enseñanzas de su Divino Jesús. El buen cristiano en medio del mundo puede
serlo por medio de su acción y de su conversación perfectamente adecuadas a la
norma evangélica.
¡Oh Reina
de los Apóstoles y más apóstol Vos que todos ellos! Alcanzad de Dios a los
devotos vuestros y a mí muy en particular ese espíritu de ferviente y generoso
apostolado
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