EN LA
HABITACION DEL ENFERMO
Se procurará que desaparezcan del cuarto del
enfermo todos los objetos peligrosos, como armas, pinturas poco honestas, y
señaladamente las personas que pudieran serle ocasión de pecado; y a éstas se
les ha de echar y no permitir la entrada en el aposento, aun cuando por otra
parte parezcan útiles para el servicio del enfermo.
Por fin, se irán preparando las cosas
necesarias para recibir con la posible decencia al Señor de cielo y tierra, que
se digna visitar al enfermo y ser su viático para la eternidad.
Las cosas, que se han de preparar, son las
siguientes:
1° Una
mesa cubierta con un paño blanco muy limpio.
2° En el
centro de la mesa un crucifijo.
3° A los lados dos velas
de cera, si se puede; si no, de esperma o cebo.
4° Un vaso
de agua bendita y una ramita verde.
5° Otro
vaso con agua clara, para que el sacerdote se purifique los dedos.
6° Un
platillo con migas de pan y un poco de algodón limpio. Entre tanto que llegue
el sacerdote, se leerán algunas oraciones al enfermo para disponerlo a la
confesión y comunión; y se procurará que en el aposento no se hable de cosas inútiles;
que no entren parientes a llorar y dar gritos; y que los circunstantes se
ocupen en rezar el Rosario con otras preces por él moribundo.
Luego que se anuncia la llegada del
sacerdote, todas las personas, que no sean absolutamente necesarias para el
cuidado del enfermo, saldrán con la cabeza descubierta y con cirios en las
manos, si se puede, para acompañar al Santísimo.
Mientras se administre al enfermo, recen por
él los circunstantes.
Como el demonio
hace increíbles esfuerzos para perder las almas, especialmente en la hora de la
muerte, es de desear que el sacerdote asista al enfermo hasta el último suspiro:
caso que esto no fuere posible, toca a los amigos o parientes del paciente
ayudarle a pasar santamente el tiempo que media entre la recepción de los
sacramentos y la muerte, sugiriéndole algunos actos que le conserven en la
presencia de Dios y en los sentimientos de conformidad con su adorable
voluntad. Bueno es poner a su vista un crucifijo, algunas imágenes de la
Santísima Virgen, del Angel de la Guarda, de San José u otros Santos de su
devoción; presentarle el crucifijo, para que adore y reverencie las preciosas
llagas de nuestro bondadoso Salvador; rociarle a menudo
y todo el aposento con agua bendita, la cual ahuyenta a los espíritus
infernales (1).
(1) Nota.
Es práctica muy recomendable la imposición del Escapulario del Carmen por
un Padre, que tenga facultad para ello.
ASISTENCIA ESPIRITUAL
— A —
LOS ENFERMOS
Con licencia
eclesiástica.
SOCIEDAD SAN MIGUEL PROPAGACIÓN DE BUENOS LIBROS
Buenos
Aires - Sarmiento 1949 — AÑO 1928 —
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