AFECTOS QUE SE HAN DE SUGERIR AL ENFERMO
Las
preces, afectos y jaculatorias, que ponemos a continuación, se dirán con voz
dulce y suave, y no tan alta ni con tanta insistencia, que moleste al
moribundo, ni tan seguidas una tras otra las jaculatorias, que no se le deje
descansar un ratito después de cada una.
DE CONFIANZA
En vuestras manos encomiendo mi espíritu,
porque Vos me habéis redimido, ¡oh Dios
de verdad y de misericordia!
Jesús mío, ¿cómo me habéis de negar el perdón, no habiéndome negado la sangre y la
vida?
¡Oh
Señor y Dios mío! en Vos confío, y no quedarán defraudadas mis esperanzas.
¡Oh buen Jesús!,
ponedme en el interior de vuestras llagas.
Pasión sagrada de Jesús, tú eres mi
esperanza.
Llagas amorosas de mi Jesús, vosotras sois
mi esperanza.
Sangre preciosísima de mi Jesús, tú eres mi
esperanza.
Muerte santísima de Jesús, tú eres mi
esperanza.
María, Madre dulcísima, Vos me habéis de
salvar; apiadaos de mí, pobre pecador.
¡Oh María, Madre de Dios y de los pecadores!
rogad por mí a Jesús.
Glorioso Patriarca San José, interceded por
mí. Por Vos espero que me miren con compasión Jesús y María.
DE CONTRICIÓN
Jesús mío y juez mío, perdonadme antes de
juzgarme.
¡Ah Dios mío! ¡Quién no os hubiera ofendido
jamás!
No, Dios mío, no merecíais Vos, que yo os
tratara con tal ingratitud.
Me pesa, Dios mío, con toda mi alma, y sobre
todas las cosas, de haberos ofendido.
Padre mío amorosísimo; yo me alejé de Vos,
desprecié vuestra gracia, os perdí voluntariamente; mas Vos, perdonadme por el
amor y por la sangre de Jesucristo.
Señor y Dios mío, en la vida que me resta,
sea breve o larga, quiero amaros de todo corazón.
Dios mío, yo os ofrezco los dolores de mi
enfermedad y la muerte, en expiación de las ofensas que os he hecho.
Señor mío, harta razón tenéis para
castigarme, porque os he ofendido en extremo; pero afligidme, Dios mío, en esta
vida, y no me castiguéis en la otra.
¡Oh María, Madre mía!
alcanzadme un verdadero dolor de mis pecados, el perdón y la perseverancia.
DE AMOR
Dios mío, bondad infinita y digno de todo
amor, os amo sobre todas las cosas; os amo más que a mí mismo; os amo con todo
mi corazón.
Señor mío, no soy digno de amaros, por
haberos ofendido; mas por amor de Jesucristo, haced que yo os ame con toda mi
alma.
¡Oh Jesús mío!
quiero padecer y morir por Vos, ya que Vos padecisteis hasta morir por mí en el
árbol santo de la cruz.
Señor mío, castigadme como queráis, pero no
me privéis de poder amaros.
Dios mío, dadme la salvación, para amaros en
el cielo con un amor eterno e infinito.
Jesús mío, yo quiero padecer cuanto Vos
queráis, y morir si ésta es vuestra voluntad.
Señor mío, no permitáis que tenga que
separarme de Vos.
Dios mío, hacedme todo vuestro antes que
muera, para que no pueda perderos jamás. Yo desearía amaros cuanto merecéis.
¡Oh María, Madre mía!
yo os amo mucho y deseo amaros eternamente en el cielo: unidme todo a mi Dios.
DE RESIGNACIÓN
Dios mío y mi Señor, heme aquí dispuesto a
cumplir en todo vuestra santísima voluntad: sólo quiero lo que Vos queráis, deseo padecer cuanto Vos queráis, y
morir como Vos queráis.
Señor mío, en vuestras manos encomiendo mi
alma y mi cuerpo, mi vida y mi muerte. Ora me consoléis, ora me aflijáis, yo os
amaré siempre, y siempre bendeciré vuestro santo nombre.
¡Oh Padre Eterno!
aceptad mi muerte; yo os la ofrezco unida a la de mi Señor Jesucristo.
¡Oh voluntad de Dios!
tú eres mi único amor.
¡Oh
beneplácito, de mi Dios! te lo sacrifico todo.
Señor y Dios mío, desde ahora acepto de vuestra mano con
ánimo conforme y gustoso, cualquier género de muerte, que queráis darme, con
todas sus amarguras, penas y dolores.
DE DESEO DEL CIELO
¡Dios mío! ¿Cuándo llegará la hora en que contemple
vuestra hermosura infinita y pueda veros cara a cara?
Yo os amaré siempre en el cielo. Vos también
siempre me amaréis, y de este modo nos amaremos mutuamente por toda la
eternidad.
¡Oh Dios mío, amor mío y mi todo!
¡Jesús mío! ¿Cuándo podré besar las llagas,
que por mí os abrieron en vuestra dolorosa pasión?
¡Oh
María! ¿Cuándo llegaré a verme a vuestros pies, para no separarme más de
vuestra compañía?
Ea, pues, Señora, abogada nuestra, volved
hacia mí vuestros ojos misericordiosos.
¡Oh Madre mía!
mostradme, después de este destierro a Jesús.
AL DAR A BESAR EL CRUCIFIJO
¡Oh
Jesús mío! no miréis mis pecados, sino lo que habéis padecido por mí.
¡Padre mío y Pastor divino de mi alma!
acordaos de que yo soy una de vuestras ovejas, por la que sufristeis la muerte.
Acepto, Jesús mío, el padecer y morir por
Vos, que habéis padecido y muerto por mí.
Vos os disteis todo a mí, yo me doy todo a
Vos.
Vos, Señor, tan inocente y santo,
padecisteis por mí mucho más de lo que padezco yo, miserable pecador.
Amado Redentor mío, me abrazo a vuestros
pies, como la Magdalena: hacedme conocer, que me habéis perdonado.
Padre Eterno, Vos me disteis a vuestro Hijo
por mi Redentor, y yo os ofrezco mi vida y mi muerte.
Dios mío, perdonadme por amor de Jesucristo.
Jesús
mío, es verdad que he merecido mil veces el infierno, pero Vos perdonadme por vuestra
infinita misericordia.
Señor y Padre mío, Vos, que no os apartasteis
de mí cuando huía de Vos, no me abandonéis ahora, que os busco.
Jesús dulcísimo, no permitáis, que me separe
de Vos.
“SOCIEDAD
SAN MIGUEL”
AÑO
1928
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