El
Padre Gabriele Amorth, exorcista de la diócesis de Roma, la
diócesis del Papa, es el autor del libro “Habla
un exorcista”. En él se habla de la existencia él demonio, cómo se puede
detectarlo, cómo se comporta, cómo se lo combate con los exorcismos, y quién
puede expulsar al demonio, la edición en lengua castellana, publicada por Planeta-Testimonio, que incluye una
introducción del padre Cándido Amantini
y un documento de la Congregación para la Doctrina é la Fe, fue presentada
recientemente en Madrid. En esa ocasión el padre Gabriele Amorth efectuó las siguientes declaraciones:
–– ¿Por qué el satanismo se está implantando
en todas partes y, en cambio, el exorcismo se convierte en un tema tabú?
–– Cuando disminuye la fe aumenta la
superstición. El ocultismo siempre ejerce una gran fascinación. Atrae sobre
todo con lo que promete: satisfacer las tres grandes pasiones, la ambición
(éxito, poder), la riqueza (poseer todo lo que se quiera) y el placer (sexo,
gula).
El exorcismo se ha vuelto tabú porque ya no
se cree en la existencia del demonio, como se presenta en la Biblia. Ya no se
cree en las posesiones y los maleficios, pensando que son males psíquicos a los
que tiene que responder la medicina. Esto conduce a creer que el exorcismo es
cosa del pasado, imposible de aceptar en la sociedad actual. Incluso muchos
sacerdotes tienen ignorancia o confusión acerca del exorcismo e incluso hay
incrédulos en el tema.
–– ¿Quitar a la Iglesia
los exorcismos no es una manera de quitarle signos de salvación?
–– Sin duda alguna los exorcismos realizados
por Jesús eran un signo de que había comenzado el Reino de Dios y que el reino
de Satanás había sido derrotado. Son un signo de la divinidad de Cristo, porque
los demonios se ven obligados a obedecerle. Un signo de la felicidad futura,
porque Cristo ha derrotado a Satanás y las consecuencias de los daños
introducidos por él: el pecado, el sufrimiento y la muerte.
–– ¿Es necesario para
un cristiano conocer el poder de las tinieblas?
–– Si, para combatirlo con la fortaleza de
la fe. Todos estamos sometidos a las tentaciones del demonio; Jesús mismo
aceptó esta condición humana. San Pablo afirma que nuestra lucha es contra los
demonios. El conocimiento del poder de las tinieblas es útil para comprender el
mal que hay en el mundo.
–– ¿Dónde se ve al
diablo?
–– Hay el riesgo de pensar que no existe,
que muchos sostienen hoy, pero también el peligro de verlo en todas partes,
ante cualquier enfermedad, por pequeña que sea, o cualquier contrariedad. Pero
quien tiene ideas claras sobre el demonio sabe distinguir lo que depende de él
de lo que no depende de él.
–– ¿No puede crear
falsos miedos hablar del diablo, de los exorcismos, de posesiones?
–– Los brujos y magos son falsos sustitutos
de los exorcistas. (NOTA
NUESTRA: Se debe entender los falsos brujos y magos actuando como como
curanderos. Pues existen como el mismo Padre lo afirma brujos y magos
verdaderos que trabajan con el demonio) En la mayoría de los casos son simples mentirosos, pero cuando están
unidos a Satanás pueden causar graves maleficios. Ciertamente no pueden hacer
nunca el bien; quienes recurren a ellos para ser liberados de sus males, sólo
pueden agravar su condición.
–– ¿Es decir que los
brujos y magos son seudosustitutos de los exorcistas?
–– Cierto. Se ha conseguido que los
cristianos se olviden de que, además del Reino de Cristo, hay otro reino. El
centro del mensaje evangélico es la persona de Jesús, único salvador y único
maestro. Sólo gracias a Él se vence el mal. Muchos cristianos hoy se dejan
guiar por sectas, gurúes, religiones orientales. Y de esta manera dejan el
Reino de Dios, abandonan la Iglesia, pierden la fe.
–– ¿Quiere usted decir
que han olvidado que frente al Reino de Dios existe otro reino?
–– La violencia y la crueldad manifestadas
en nuestro siglo tienen un componente satánico. Es evidente en personas
particulares (Stalin, Hitler, Pol-Pot) y en movimientos enteros. Por ejemplo
las atrocidades a las que llegó el nazismo o el stalinismo no tienen
explicación humana. Pablo VI, en su famoso discurso sobre el diablo, el 15 de
septiembre de 1972, enumeró algunos signos de la influencia satánica: cuando
hay una radical y sutil negación de Dios, que llega a predicar “la muerte de
Dios”; cuando el amor ha desaparecido y reina el egoísmo frío y cruel; cuando
el nombre de Jesús es atacado con odio consciente y cruel; cuando el espíritu
del Evangelio es tergiversado y desmentido. Detrás de todo esto está el impulso
del diablo.
–– ¿Cómo exorcista
oficial de la diócesis de Roma ha tenido usted experiencias directas con él?
¿Posee tanta maldad el diablo como dicen algunos?
–– Su
malicia es inmensa porque es un espíritu puro, con una inteligencia no
condicionada por lazos materiales. En mi libro cuento muchos ejemplos de ello.
–– ¿No es el pecado
mortal la máxima posesión diabólica?
–– Debemos distinguir entre el mal moral
hecho para arruinar un alma y una posesión corporal. En el primer caso sólo
puede tener lugar con el consentimiento del hombre, y la salvación sólo llega a
través de la conversión. En el caso en que el diablo toma posesión de un cuerpo
o es causa de maleficio, el alma no da su consentimiento. De aquí se deduce que
debemos temer más al pecado, que depende de nosotros y es una entrega del alma
a Satanás, que temer los males que el demonio puede causar a nuestro cuerpo.
–– ¿Cómo es el oficio
de exorcista?
–– El ministerio de exorcista es una tarea
comprometida y fatigosa. El sacerdote que lo cumple está espiritualmente alerta,
se siente en contacto con el mundo invisible y esto ayuda a la fe, además de la
posibilidad de hacer mucho bien. Las más de las veces basta con dirigir a las
personas afectadas hacia una vida cristiana comprometida. ¡Son tantos los que
hoy se profesan creyentes, pero no practicantes! En los casos en que hay una
influencia satánica, se libera de males terribles a las personas atacadas por
el demonio.
Fuente: (AICA)
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