Celebra hoy la santa
Iglesia fiesta particular, no sólo de san Miguel que es el príncipe de toda la milicia
celestial, sino también en honra de todos los santos ángeles. Estos soberanos
espíritus, cuya muchedumbre excede, como dicen algunos doctores, al número de
las estrellas del cielo y de las gotas del mar y de los átomos del aire, fueron
criados antes que todas las criaturas o con las primeras de todas, y son
incorruptibles e inmortales. Su inteligencia entiende sin discurso todas las
cosas que naturalmente se pueden saber: su voluntad es tan constante que, según
dice Santo Tomás, nunca
se aparta de lo que una vez escogió; su memoria nunca se olvida de lo que una
vez aprendió; su poder es grande sobre toda fuerza de la naturaleza corpórea, y
su agilidad es tan admirable, que no hay velocidad en la tierra ni en los cuerpos
celestes que con la suya pueda compararse. Enseña el doctor angélico que no hay
ningún ángel que no difiera en especie de todos los demás; y con todo, están
distintos en tres jerarquías, suprema, media e ínfima, y cada jerarquía
dividida en tres coros, como se saca de las divinas Letras y santos doctores.
En la suprema jerarquía hay tres órdenes: Serafines, Querubines y Tronos; en la
segunda hay tres coros, Dominaciones, Virtudes y Potestades; en la tercera,
Principados, Arcángeles y Ángeles. Llámanse todos estos soberanos espíritus con
el nombre de ángeles, porque como dice san Pablo, son ministros del Señor para
bien de los que han de heredar la bienaventuranza eterna. Todos ellos están
vestidos de la estola de la gracia que nunca perdieron, y son la familia lucidísima
de criados que sirven a Dios, y de ministros que ejecutan su voluntad soberana
en la gobernación del mundo y en la particular providencia que tiene de la
Iglesia, y también de cada uno de los hombres, así fieles y cristianos, como
infieles y pecadores, pues todos tienen su ángel de guarda. Por estas excelencias
de los santos ángeles y por los beneficios que de sus manos recibimos, los debemos
honrar, y señaladamente al gloriosísimo príncipe de ellos, San Miguel, que es soberano protector de la Iglesia. Su nombre
significa ¿Quién como Dios? porque
cuando el príncipe de los ángeles Lucifer, envanecido con la grandeza de sus
dones y gracias, se negó a adorar el misterio de la humana naturaleza tan
ensalzada en la persona de Cristo, y atrajo a su rebelión a muchos ángeles, el
fidelísimo san Miguel volvió por la honra de Dios, y de su Unigénito, y con gran
poder arrojó de los cielos a los ángeles rebeldes. Entonces fué exaltado San
Miguel al trono que perdió Lucifer, y recibió el principado de todos los ejércitos
celestiales, y la representación de la divina autoridad en la tierra, y la protección
de la Iglesia de Cristo a la cual defenderá de todos los poderes del mundo y del
infierno, hasta el fin de los siglos.
Reflexión:
Entiendan bien todos los católicos que
esa actual rebelión de los hombres que ensoberbecidos por los progresos materiales,
apostatan de la fe, no es otra cosa que una imitación de la rebeldía de los
ángeles malos, que inspira Lucifer a los pobres hijos de Adán, para que no logren
la dicha de reinar en el cielo con los ángeles buenos, sino que se condenen y
padezcan eternamente con los demonios.
Oración: ¡San
Miguel Arcángel! Defiéndenos
en la batalla: sé nuestra protección contra la malicia y las asechanzas del diablo.
Reprímale Dios, suplicamos humildemente: y tú, oh príncipe de la milicia celestial,
arroja a los infiernos a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan
sueltos por el mundo, para causar la perdición de las almas. Amén.
Flos Sanctorvm
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.