Haced .pocos
propósitos: ¡y que estén en relación con
vuestra vida cotidiana y con vuestra vida de confianza! “¡Donde el Señor me ha puesto, seré una santa!”
He allí un propósito bien preciso y
realizable. Estad, en el puesto en el cual os halláis, porque Dios os ha puesto
en él con su sabiduría divina; estad contentas donde estáis y santificaos.
Dios os ha confiado un tesoro, no tengáis
otros sueños de grandeza.
Y luego añadid: creo en Tu amor, vivo de esperanza,
a pesar de mi miseria, pequeña e infiel como soy. Esto señalará un progreso continuo
en vuestro apostolado, puesto que la primera actividad divina en el apostolado,
es un amor fuerte como la muerte: el leitmotiv de todos mis discursos es esta
sola palabra: ¡amar!
El camino del abandono es el grado supremo
del camino de la confidencia y la confianza. Por nosotros mismos no somos
sino...tinieblas y miseria. Nada sabemos, pero podemos apoyamos en otra verdad:
Jesús es la sabiduría infinita y el amor
infinito, que nos persigue porque nos ama.
Lo sabemos en teoría, ¿pero en la práctica?...
Podemos
creer sin amar, mas no podemos amar sin creer. Satanás
cree y no ama: tratemos de no
imitarlo. Me preguntaron en la canonización de Margarita María cuál fué el poder de su apostolado: todo lo que se predica en la Iglesia sobre el Sagrado Corazón, deriva
de la gran revelación de Paray. Santa Margarita
María escribió muy poco y todo nos viene de ella; pero esto se
explica con las palabras: ‘‘¡déjame
hacer, hija mía!” ¡Nada más! ¡Y nada hay en la Iglesia, después de
Pentecostés, que haya conmovido tanto a las almas, como la obra del Corazón de
Jesús!
“¡Déjame
hacer!” “¡Ocúpate de Mí y Yo me ocuparé de ti!”
He aquí una meditación sobre el abandono. Seamos todos como niños: “Creo...me han dicho...”, y El responde:
“¡Déjame hacer!" ¡Ordinariamente nos agitamos demasiado!;
tomamos el lugar de Nuestro Señor, y así echamos a perder su obra. Queremos
ser la fuerza motriz, cuando deberíamos ser
sólo las ruedas: el gran motor es El. Hay que
tener la fe buena, la verdadera fe de sabiduría, de luz. “¡Dejémosle hacer!” Y entonces Él toma la iniciativa, ¡y como es
sabio y prudente, elige su hora y dirige las almas! Dejadle a Él la iniciativa
de todas vuestras obras.
“¡Déjame
hacer!, te amo más que todos”: El suplirá vuestra Insuficiencia en la, vida
y en las obras, Recordemos lo que le dijo a Santa Margarita María: “A ti te hablo, más si me desdeñas me iré y no me verás más”.
Si os abandonáis a Él, os dirá como a Margarita María: “Tú
carecerás de socorro, cuando Yo carezca de poder”. El recompensa al
céntuplo este abandono y esta docilidad: no os enfadéis,
como hacen ciertas almas cuando no obtienen lo que piden.
Yo lo sé bien, porque en mi apostolado Él ha
sobrepasado todos mis sueños.
Abandonaos, pues, en los mil casos imprevistos
de la vida; cuando os sentís en un abismo de obscuridad. La incertidumbre no
turba nunca cuando sabemos que Jesús nos guía. Él no duerme nunca: es la sabiduría
infinita. Una señora decía: “Hace siete
años que pido una gracia, y el Señor no me la concede...” Le respondí: “¡No sea una niña prepotente!"
Dejadlo hacer en los momentos de lucha...
Y en las luchas
interiores, recordad que El conoce el poder del enemigo y vuestra debilidad: ¡dejadlo hacer!
¿Y en
las conversaciones? Hay que pedirle, más aún, exigirle: pero sin turbación,
¡con confianza! Él tiene su hora, y vosotras la apresuraréis con la calma de
quien tiene confianza en El, de quien cree en su misericordia. Ocurrirá con vosotras lo que con aquel protestante que
quería convertirse, y, confiado, le decía a Jesús su repugnancia por
confesarse; herido de muerte, pierde el uso de la lengua: bautizado, sube al
cielo sin tener que confesarse.
Debemos absolutamente abandonamos en Dios;
decirle: cierro los ojos, pero exijo esta alma... Una sola cosa tu gloria... ¡Oh, cómo sonríe Jesús entonces!
No tenemos una idea bastante clara del poder
de este Rey. Con nuestra voluntad infantil, atamos sus brazos. ¡Si lo dejásemos libre de ser nuestro
dueño, veríamos maravillas!
Dejémosle hacer en los problemas de vida
interior: ecce venio! –– me abandono.
–– ¿Y si no encuentro un director? “¡Tu
director soy yo, me complazco con las almas
que me dejan hacer!” sed como
Santa Teresita del Niño Jesús, su juguete, su pelota.
Así ella, con su abandono, fué la obra
maestra de Jesús.
Dejad hacer a Jesús en vuestros proyectos de
apostolado: no le obstruyáis el camino; celo, sí, más el celo que deja hacer al
Maestro. ¡No pretendáis darle lecciones!
Es celoso de la gloría de su Padre. Dejadle la Iniciativa y la dirección de la
iniciativa. Y cuando encontréis piedras en vuestro camino: pax. Y cuando haya tormenta, decid: “¡Gracias! Magníficat", con tal abandono, ¡cuántas gracias! “¡Dejadme
hacer: soy la sabiduría y él;
amor!”, os dice. A Santa Margarita
María la llamaban loca: ¡tuvo
su apoteosis porque lo dejó hacer!
Jesús se nos da en la Eucaristía, como si
cada uno de nosotros fuese su madre. Heme
aquí: os lo doy todo... Jesús
debería hacer un milagro para no venir en nosotros. ¡Tomadle y confiaos a Él, como El, se da a vosotras!
¡Para ser santas!
¡Para ser apóstoles!
P.
MATEO CRAWLEY SS. CC.
Biblioteca
Ascética (año 1941)
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