Después de una
excursión por la tierra a caza de almas, entró Satanás muy alborotado en el infierno un día, o, mejor dicho, una
noche—porque en el infierno siempre es de noche—y llamó inmediatamente a sus
más adictos y fieles servidores. Reunidos todos en infernal conciliábulo, con
voz de trueno y escupiendo víboras: “Ya
no servís de nada, rugió Satanás, dándose a sí mismo, es decir, dándose a todos
los demonios”.
Ya no me servís de nada; os habéis vuelto
unos diablillos, ni más ni menos. Vengo de la tierra, en la que encuentro que
se os ha olvidado el oficio; que no sabéis tentar, que nadie cae en vuestras
redes, que ni siquiera os tienen miedo ciertas gentes, a quienes no acecháis en
el momento oportuno. Y esto para vosotros es una vergüenza, ¿Qué se ha hecho de vuestra habilidad?
Acordaos de la serpiente del Paraíso,
vuestra hermana; en cuanto vió a Eva descuidada,
se le echó encima; pero no bruscamente, sino con suavidad, con dulzura, con
palabras melosas, y, sobre todo, con malicia. Rara vez deja de conseguirse el
triunfo cuando la tentación va cubierta con estas envolturas. Hay que dorar la
píldora para que el hombre la trague sin recelo, y, sobre todo, espiar el
momento oportuno. En acecho. ¡Siempre en
acecho! En cuanto veáis un resquicio, por allí sin pérdida de momento. Si
no tenéis en cuenta lo que digo, se pierde el tiempo y el trabajo.
Todos los demonios escuchaban aterrados las
palabras de su dueño y señor, cuando Belial
se atrevió a interrumpirle, diciendo: —Encárgame una comisión y prometo
desempeñarla con el celo que siempre me ha distinguido en los asuntos de tu
servicio.
Si—dijo Satanás;
— vas A desempeñar una comisión difícil, muy difícil, pero no imposible para tí
que cuentas en grado eminente con malicia, constancia y oportunidad. Los
hombres dicen: “Plaza sitiada, plaza tomada” Los diablos debemos decir: “Alma,
tentada, alma condenada.”
Una de las cosas que me
han dado más enojo en este mi último viaje a la tierra, ha sido ver un
convento, ninguno de cuyos individuos ha sucumbido hasta ahora, y ni ha sido
siquiera una vez vencido por la tentación. Esto es una mengua para vosotros,
que habéis vencido a tantos que se tenían por invencibles, y ahora no podéis
con unos miserables frailes, Acordaos de aquello que tengo miedo de pronunciar,
y que dijo Aquél a quien, poniendo en juego toda mí sabiduría, no pude hacerle
caer; “No nos dejes caer en la
tentación”, porque bien sabía lo que decía. Caer en la tentación y seguirse
casi siempre la obra culpable, es seguro, segurísimo. Con que tentad, tentad
siempre, y dejad lo demás, que la tentación dará su fruto.
—Vamos, pues, Belial, al convento que te, indico. ¡A ellos! A ver si dentro de ocho días me tientas aunque no sea más
que tres o cuatro frailes.
Y Belial
parte como una flecha a dar gusto a su señor, poniendo en juego todas sus artimañas
y diablescas asechanzas.
A los ocho días volvió al infierno con el
rabo entrepiernas, cariacontecido y con los ojos bajos y todo temeroso y
compungido –– ¡Cómo! –– aulló Satanás en cuanto lo vió y conoció que
venía con las garras limpias, — ¿Qué has
hecho? ¿En qué has empleado estos ocho días? ¿En qué te has entretenido? ¿Es
que se te ha olvidado el oficio? ¿Es que no has puesto cuidado? Habla,
contesta pronto... —Pero, señor —respondió
todo angustiado Belial — ¿por dónde quería vuestra diablura que les
entrara para tentarles? ¡Si aquellos malditos hombres siempre están ocupados!
POR
EL OCIO ENTRA LA TENTACIÒN, POR LA TENTACIÒN EL PECADO Y POR EL PECADO LA
PERDICIÒN.
APRENDAMOS
DE ESTOS SABIOS MONJES A ESTAR SIEMPRE OCUPADOS A FIN DE NO CAER EN TENTACIÒN,
Y ASI EVITAR EL PECADO. PARA TRIUNFAR DE NUESTROS ENEMIGOS.
“LECTURA
DOMINICAL”
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