En esta segunda parte de este humilde pero
provechoso curso sobre Penitencia y Confesión se van a tocar los siguientes
puntos.
Condiciones
para una buena Confesión. — El examen de conciencia. — Cómo conviene hacerlo. —
El dolor: clases, necesidad y eficacia. –– Cuando debemos hacer actos de
contrición perfecta. –– El propósito de
enmienda. — Suma importancia de evitar las ocasiones próximas de pecado para
demostrar nuestra buena disposición. — Comentar la última frase del “Pésame”.
–– La Confesión de boca. — Sus cualidades. — La satisfacción de obra.
Condiciones para una buena Confesión
¿Cuántas condiciones son necesarias para
hacer una buena Confesión?
Para Hacer una buena Confesión son
necesarias cinco cosas: 1) examen de
conciencia; 2) dolor de los pecados;
3) propósito de enmienda; 4) confesar al sacerdote los pecados; 5) cumplir la penitencia impuesta por
el confesor.
El examen de conciencia. Cómo conviene hacerlo
¿Qué es examen de conciencia?
Examen de conciencia es procurar con
diligencia acordarse de los pecados cometidos, desde la última Confesión bien
hecha.
¿Cómo, se hace el examen de conciencia?
El examen de conciencia se hace pidiendo
primero luz a Dios para conocer los pecados cometidos, y pensando, en los
mandamiento de la ley de Dios y de la Iglesia y la Iglesia y obligaciones del propio estado.
¿Y si hubiera algún pecado mortal no
confesado por olvido en las anteriores?
Si hubiese algún pecado mortal no confesado
por olvido en las anteriores confesiones, hay la obligación grave de
confesarlo.
1) Hacer examen de
conciencia, quiere decir averiguar los pecados que uno ha cometido. Cuando
queremos recordar alguna cosa que hemos hecho anteriormente, nos ponemos a
pensar un poco; así por ejemplo si nos preguntan: ¿qué hiciste ayer o anteayer o tal otro... día?, reflexionamos un
poco y luego nos acordamos lo que hicimos. También olvidamos fácilmente los
pecados cometidos y por eso debemos hacer el examen de conciencia.
2) El examen de
conciencia es pues necesario para recordar los pecados y para confesarlos con
dolor, porque si uno no recuerda el mal que ha hecho, no puede; arrepentirse
verdaderamente, en cambio si conoce el mal que hizo, se inclina a detestarlo y
verse libre de esa culpa.
A veces los niños y aún personas mayores, no
dan importancia al examen de conciencia y dicen: el confesor me preguntará.
Esto no debe hacerse, en primer lugar porque hace perder inútilmente mucho
tiempo al confesor, principalmente cuando hay muchos que desean confesarse; es
un inconveniente serio para los que esperan y para el sacerdote, que debe
someterse a una fatiga extraordinaria, al tener que estar constantemente
hablando para preguntar, lo que cada uno debía decirle por sí sólo. Además como
el confesor no puede adivinar lo que cada uno ha hecho, se ve obligado a dirigir
muchas preguntas respecto a diversos pecados, que el penitente no ha cometido y
que responderá: ––no padre, no hice eso,
etc. Por otra parte al no hacer el penitente el examen de conciencia, se
expone a confesarse de una manera incompleta, porque no es posible que el
confesor pregunte todo.
3) El examen de conciencia se ha de hacer bien, pero con discreción,
para lo cual hay que tener presentes dos cosas: la primera es no hacer el
examen con toda precipitación y ligereza, sin reflexionar por lo menos unos
instantes, y la segunda es no hacer el examen con demasiada ansiedad y temor,
no quedándose nunca tranquilo y teniendo siempre miedo de olvidarse algo.
Se han de traer a la memoria todos los
pecados cometidos y no confesados. Si algún pecado no se ha confesado en las
anteriores confesiones por olvido y en el examen de conciencia uno lo recuerda,
debe confesarlo. Si se ha dejado de confesar algún pecado por Vergüenza,
entonces las anteriores confesiones han sido malas y se han de recordar todos
los pecados cometidos desde la última confesión bien hecha.|
4) Un método práctico
para recordar los pecados cometidos es el de recorrer cada, uno de los
mandamientos de la ley de Dios y de la Iglesia, y pensar sí se ha quebrantado
alguno de ellos sea de pensamiento, de palabra, de obra o de omisión (no cumpliendo
lo que se debía), Se debe pensar también en las obligaciones del propio estado.
Un niño, por ejemplo, debe pensar en sus particulares obligaciones como hijo,
hermano y colegial. Son muy distintas las obligaciones del propio estado; así
por ejemplo, el presidente, los diputados, los médicos, etc. tienen por razón
de su puesto y profesión obligaciones especiales, que naturalmente no tienen
los que no ocupan esos puestos o no ejercen esa profesión.
5) Para hacer bien el
examen de conciencia debemos ante todo, como nos dice el catecismo PEDIR LUZ A DIOS PARA CONOCER LOS PECADOS
COMETIDOS. Si queremos encontrar algún objeto en una habitación obscura, lo
primero que debemos hacer es encender la luz y, cuanto más pequeño sea el
objeto que buscamos, más luz necesitamos. Así también sucede con nuestra alma:
para conocer aún los pecados más leves, debemos tratar de pedir mucha luz al
Espíritu Santo y de esta manera corrigiendo aún las más pequeñas faltas,
adelantaremos mucho en la virtud.
6) En el examen de
conciencia hay que averiguar también el número de los pecados mortales. No
basta confesar todos los pecados mortales, sino que se ha de pensar CUANTAS VECES se ha cometido cada uno
de ellos, para luego confesarlos. Si uno no se recuerda con precisión el número
exacto, debe decir el número aproximado, para lo cual ayuda pensar cuántas
veces se solía caer en ese pecado por día, semana, o mes..
7) Además se ha de pensar
en las circunstancias, que mudan la especie o cambian el pecado de venial en mortal.
a) Mudan la especie del pecado, es decir la calidad la clase de
pecado, porque las diversas circunstancias son causa de que tal o cual acción
viole otro mandamiento o quebrante otra virtud. Así por ejemplo, el que roba
peca contra el séptimo mandamiento; pero si ese robo lo hace de cosas sagradas,
de los bienes de la Iglesia, comete además un sacrilegio, con lo cual no sólo
viola el séptimo mandamiento por el hurto que efectúa, sino también el primer
mandamiento, por el sacrilegio que comete.
Si una
persona desea un mal grave, por ejemplo, la muerte a otra, peca contra el
quinto mandamiento y la caridad; pero si desea la muerte a sus padres, peca
además contra la virtud de la piedad debida al padre o a la madre; ese pecado
se opone al quinto y al cuarto mandamiento. Esas circunstancias deben
declararse.
b) Circunstancias que cambian el pecado de venial en mortal. Este
punto se entiende fácilmente con algún ejemplo: La mentira jocosa por ejemplo,
la que se hace por burla o juego, es pecado, pero venial pues de él no se sigue
un perjuicio para un tercero. Pero si de esa mentira se sigue un perjuicio para
un tercero, la mentira es dañosa y en este caso es un pecado mortal.
Consejo fundamental para hacer siempre bien el examen de
conciencia.
No hay nada más práctico y útil para hacer
bien el examen de conciencia antes de la confesión, que examinarse cada día
antes de acostarse. He aquí las hermosas palabras de un piadoso autor:
“De este examen no debe eximirse ninguno,
porque es medio, no sólo importante para perfeccionarse, mas también para
salvarse, y nos persuadiremos de esto, considerando que es condición de todas
las cosas humanas ir siempre decayendo, y al fin, si no se restauran quedan
inútiles. Una casa va siempre deteriorándose, ahora en una parte, luego en
otra, y si no se repara frecuentemente, vendrá a arruinarse. Una tierra va
siempre perdiendo su fertilidad y si no se abona, quedará reducida a un inculto
erial. Una vestidura cada día se va estropeando, y si no se repara, estará
pronto hecha jirones. Así pasa también con nuestras almas; tanta es la fuerza
de nuestras pasiones, que nos inclinan al mal; tantas las instigaciones del
demonio que nos incita al pecado; tantas las ocasiones peligrosas que nos
inducen al mal, que no es posible que nuestra pobre alma en tantos encuentros
no caiga alguna vez, que con tantas solicitaciones no se rinda en alguna
ocasión. Por lo cual, si cada día no se resarcen estas pérdidas por medio del
examen de conciencia, del arrepentimiento y del propósito, al fin quedará tan
mal parada que vendrá miserablemente a perecer.”
“Como un mercader diligente cada día hace el
balance, esto es; examina cuidadosamente las ganancias y las pérdidas, para
conocer si prospera su negocio, así, dice San Basilio,
si nosotros deseamos adelantar en la
vida cristiana, debemos considerar cada día cómo van nuestros negocios
espirituales. A la noche, retirado en tu aposento, examínate a ti mismo,
diciendo: ¿He ofendido en alguna cosa a mi Dios?
¿He dicho alguna palabra ociosa, o dejado por descuido o por desprecio de hacer
alguna obra buena? ¿He disgustado a mi prójimo en algo? ¿He obrado bien o
mal?...”
“Si
un rey supiese de cierto, decía San Bernardo, que se encuentran en su reino
escondidos sus enemigos, ¿dejaría por ventura de hacer diligentes pesquisas? Y
después de haberlos encontrado, ¿los dejaría vivir impunes? Entiende, pues, que llevas dentro a tu enemigo, a quien
puedes vencer y subyugar, mas no exterminar; son las pasiones, los vicios y las faltas, que de aquéllas nacen: cada
día con el examen de conciencia indaga cuál es tu enemigo, y después de haberlo
descubierto, castígale con dolor, abátele con la firmeza en el propósito, para
que quede, si no muerto, lo cual es imposible a lo menos sin fuerza,
mortificado.”
Después
de esta publicación vendrán 2 exámenes de conciencia muy provechosos.
Consejo:
Cuando hagan el examen de conciencia escríbanlo en un papel, para recordarlos.
Una vez hecha la confesión rompan el papel y tírenlo donde nadie lo pueda leer.
“CURSO
COMPLETO DE RELIGIÓN”
Las
fuentes de la gracia
P.
Mariano Núñez Mendoza
Año
1943
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