Amigo, ¿ocupas un puesto de alguna importancia en
la, sociedad? ¿Eres industrial, comerciante, banquero, médico, abogado,
político o militar? Entonces ya fuiste con toda seguridad invitado a entrar
a la Masonería. O serás en breve solicitado por la propaganda masónica.
Te hablarán de las inmensas ventajas que los
masones de todo el mundo te ofrecerán en tus negocios, de la protección que te
darán en tu empleo, de las facilidades que tendrás en los empréstitos o en los
viajes, del apoyo que se dará a tu
propaganda, etc.
Te dirán que la Masonería es una institución
esencialmente caritativa, filantrópica, filosófica y progresista; que tiene por
objeto averiguar la verdad, el estudio de la moral y la práctica de la
solidaridad; que quiere trabajar por la mejora material y social de la
humanidad. Te harán ver que la Masonería reconoce y proclama la existencia de
Dios, la superioridad del espíritu sobre la materia y que, por esto, ningún
ateo o materialista puede ser masón.
Te inculcarán que la Masonería no va de
ninguna manera contra la religión, y menos contra la católica; que no hay
ninguna incompatibilidad entre la Masonería y el Catolicismo; que ella proclama
la tolerancia y el respeto a las convicciones religiosas y políticas de los
demás, la autonomía de la criatura humana, el amor a la familia, la fidelidad a
la patria y la obediencia a la ley; que tiene a todos los hombres como
hermanos, libres e iguales, cualquiera que sea su raza, nacionalidad o
creencia; que sus leyes, constituciones y reglamentos prohíben expresamente
hablar o discutir sobre política o religión, Te dirán que aun obispos, sacerdotes y religiosos ilustres pertenecen a
la Masonería sin ver en ello ninguna dificultad para su fe y convicciones
católicas. (NOTA: Esta parte no es mentira, existe una masonería eclesiástica o
apóstata.) Te mostrarán leyes y rituales en los que se exige que el
verdadero masón sea virtuoso, ejemplar, de buenas costumbres, muerto al vicio,
sin errores ni prejuicios, que guarda la ley, que es patriota, cumplidor de su
deber, que hace el bien, que es sabio, inteligente, progresista, libre,
tolerante, sincero, caritativo, desinteresado, generoso, pacífico, hermano de
todos, protector de las viudas, abogado de los oprimidos…
Admitirán ser, por desgracia, verdad, que la
Iglesia Católica condenó la Masonería; pero que, fue porque los obispos estaban
mal informados u obraban de éste modo por otros motivos inconfesables; que, con
todo, de parte de la Masonería no ha habido reacción contra la Iglesia, que la
Masonería continúa a mirar a la Iglesia, y a Sus sacerdotes con admiración y
simpatía, viendo en ella una de las mayores ayudas sociales, de la nación; que
la Masonería nunca se entrometió y no sé entromete en la vida de la Iglesia,
sino cuando es solicitada para hacer el bien; y que por lo tanto es injusta, muy
injusta, la acusación de que la Masonería combate a la Iglesia Católica…
Pero,
amigo, antes de Creer en estas conmovedoras, lindas y atrayentes afirmaciones,
difundidas por la propaganda masónica, pido tu benévola atención, sólo por unos
momentos, que consideres también las razones que tuvo y tiene la Iglesia para prohibir a sus
fieles ingresar a la Masonería.
No
puedo negarte la libertad, física de entrar en la Masonería; pero, antes de que
te decidas a dar un paso tan importante, te pido qué pienses bien en el gran
número de incompatibilidades profundas y radicales que se introducirán en tu
vida desde el momento en qué libremente éntres a formar parte de la Masonería.
Estas diferencias y cambios serán motivo
para otra publicación. Por ahora bástenos estos dos datos:
El canon 2335 del
Código de derecho canónico de 1917 establecía que “los que dan su nombre a la
secta masónica o a otras asociaciones del mismo género que maquinan contra la
Iglesia o contra las potestades civiles legítimas, incurren ipso facto en
excomunión simplemente reservada a la Sede Apostólica”. La
condena explícita de la masonería por la Iglesia católica se fundaba
principalmente en su carácter secreto y en que conspira contra la Iglesia y los
legítimos poderes civiles.
Trad.
Antonio J. Colom. S.J. FUNDACIÓN Carlos A Sacheri
ENCÍCLICA
HUMANUS GENUS (Contra la Masonería) S.S.P. LEÓN XIII (Fragmento)
…Ahora bien: es principio capital de los que
siguen el naturalismo, como lo declara su mismo nombre, que la naturaleza y
razón humana ha de ser en todo maestra y soberana absoluta; y, sentado esto,
descuidan los deberes para con Dios o tienen de ellos conceptos vagos y
erróneos. Niegan, en efecto, toda divina revelación; no admiten dogma religioso
ni verdad alguna que la razón humana no pueda comprender, ni maestro a quien
precisamente deba creerse por la autoridad de su oficio. Y como, en verdad, es
oficio propio de la Iglesia católica, y que a ella sola pertenece, el guardar
enteramente y defender en su incorrupta pureza el depósito de las doctrinas
reveladas por Dios, la autoridad del magisterio y los demás medios
sobrenaturales para la salvación, de aquí el haberse vuelto contra ella toda la
saña y el ahínco todo de estos enemigos.
Véase ahora el proceder de la secta masónica
en lo tocante a la religión, singularmente donde tiene mayor libertad para
obrar, y júzguese si es o no verdad que todo su empeño
está en llevar a cabo las teorías de los naturalistas. Mucho hace mucho tiempo
que trabaja tenazmente para anular en la sociedad toda influencia del
magisterio y autoridad de la Iglesia; por esto proclaman y defienden doquier el
principio de que “Iglesia y Estado deben
estar por completo separados” y así excluyen de las leyes y administración
del Estado el muy saludable influjo de la religión católica, de donde se sigue
que los Estados se han de constituir haciendo caso omiso de las enseñanzas y
preceptos de la Iglesia.
Ni les basta con prescindir de tan buena
guía como la Iglesia, sino que la
agravan con persecuciones y ofensas. Se
llega, en efecto, a combatir impunemente de palabra, por escrito y en la
enseñanza, los mismos fundamentos de la religión católica; se pisotean los
derechos de la Iglesia; no se respetan las prerrogativas con que Dios la dotó;
se reduce casi a nada su libertad de acción, y esto con leyes en apariencia no
muy violentas, pero en realidad expresamente hechas y acomodadas para atarle
las manos. Vemos, además, al Clero oprimido con leyes excepcionales y
graves, para que cada día vaya disminuyendo en número y le falten las cosas más
necesarias; los restos de los bienes de la Iglesia, sujetos a todo género de
trabas y gravámenes y enteramente puestos al arbitrio y juicio del Estado; las Órdenes
religiosas, suprimidas y dispersas… (Recomendamos
la lectura completa de este documento que
lo vamos a publicar.)
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