DOCTRINA CATOLICA SOBRE EL SANTO SACRIFICIO DE LA MISA
La verdadera Misa católica, según nos enseña
la Iglesia desde siempre, esa Misa que fue codificada (esto es, redactada en forma definitiva, puesto que la Misa se remonta
a los tiempos de Nuestro Señor Jesucristo) por el Papa San Pío V luego de!
Concilio de Trento (desde 1545 hasta 1563) es un Sacrificio que verdaderamente
es ofrecido por el sacerdote que la celebra, por la virtud misma de su
sacerdocio, "in persona Christi”: es decir, en lugar de Cristo que es a la
vez el Sacerdote y la Víctima; esto significa que la Misa es la renovación del
Sacrificio de la Cruz, pero hecho ahora en los altares.
La Misa, en efecto, es el mismo Sacrificio
de la Cruz, con la diferencia de que no es sangriento.
Este Sacrificio tiene cuatro
finalidades: para alabar a Dios, para presentarle nuestros ruegos (se llama fin
impetratorio), para darle gracias por sus dones y favores (es el fin
eucarístico) y para que sea indulgente con nosotros (fin propiciatorio).
En la
Misa, la victima (la Hostia) que se le ofrece a Dios Padre es el mismo Dios
Hijo, Jesucristo, real y verdaderamente presente en su Cuerpo, Sangre, Alma y
Divinidad, bajo las apariencias de pan y de vino. La consagración es el cambio
de las sustancias de pan y vino por el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo: este
es el milagro que citábamos antes,
llamado transubstanciación, y puede realizarlo únicamente un sacerdote, por haber
recibido el sacramento del Orden Sagrado. Con esto entendemos que los fieles
presentes en la Misa no pueden consagrar. Pues bien, según el rito de la nueva misa, el mismo misal
dice que el sacerdote consagra en nombre de los fieles, como presidente de la
asamblea. Esto significa que, si el sacerdote le hace caso al misal, no
consagra, porque es un presidente de asamblea y no un sacerdote. Y, si consagra
el pan y el vino como sacerdote y no como presidente de la asamblea, está
desobedeciendo a su propio misal y se opone a lo que dice la misa nueva.
En el primero de los casos, la “misa” sería Inválida; en el segundo, ilícita.
Pero en ningún caso sería la Misa católica.
LA BULA “QUO PRIMUM TEMPORE” DE SAN PÍO V
Algunos sacerdotes y fieles de buena fe nos
dicen que el Papa Paulo VI, al promulgar la nueva misa, no hizo más que seguir
el ejemplo del S.S. el Papa San Pío V, antes citado. Esto es un gravísimo
error. Paulo VI ha establecido un nuevo
rito, que el Concilio Vaticano II no le obligaba a hacer. En cambio, San Pío V hizo exactamente lo
que le pedía el Concilio de su tiempo, que era el Concilio de Trento: restaurar
la Misa del rito romano a su forma más pura, para que “el Sacrificio se cumpla
según el mismo rito para todos y por todos de forma que la Iglesia de Dios no
tenga más que una sola lengua (...) que los misales sean restaurados según el
uso y costumbres antiguas de la Misa romana” El Misal así restaurado fue
promulgado el 19 de julio de 1570 por medio de la Bula “Quo Primum Tempore”; esta Bula (o Decreto) remarca de una forma muy clara que no se trata de crear
un nuevo rito (como sí es la misa nueva)
sino de conformar “un Misal revisado
y corregido”.
Una importante disposición de esta Bula
acordó para siempre que nadie podrá jamás prohibir a ningún sacerdote celebrar
la Misa tradicional. “Nos concedemos y
acordamos que este mismo Misal podrá ser seguido en su totalidad en la misa
cantada o leída en todas las iglesias, sin ningún escrúpulo de conciencia y sin
incurrir en ningún castigo, condenación o censura y que podrá válidamente
usarse libre y lícitamente y esto a perpetuidad, y de una manera análoga Nos
hemos decidido y declaramos que los superiores, administradores, canónigos,
capellanes y otros sacerdotes de cualquier Orden, no pueden ser obligados a
celebrar la misa de otra manera diferente a como Nos la hemos fijado y que
jamás nadie, quienquiera que sea, podrá contrariarles a cambiar de Misal”.
Luego, no puede prohibirse a ningún sacerdote rezar la Misa de siempre; más
aún, debiera felicitarse a aquellos que rezan la Misa que la Iglesia ha
defendido durante casi veinte siglos.
Es
Imposible prohibir la Misa tradicional. Nadie puede impedir a un sacerdote que
la celebre, ni a un fiel que asista a ella. Ni siquiera el Papa puede
hacerlo... sin embargo, y por la fuerza, ha habido
casos de obispos que echaron a sacerdotes de sus iglesias por no querer cambiar
la Misa. Inclusive han desalojado violentamente a sacerdotes con la policía
mientras estaban celebrando la Misa de siempre.
Varios de nuestros sacerdotes, y muchos
otros sacerdotes amigos de diferentes congregaciones, han sido echados de sus
iglesias sin más motivo que el de ser fieles a la Misa católica, por no querer
cambiar los ritos de siempre de nuestra liturgia. Por no querer modificar las
palabras de Nuestro Señor Jesucristo en la Ultima Cena. Por oponerse a cambiar
el santo altar por una mesa. Por ser fieles a la Teología católica, a las
enseñanzas de todos los santos y de 264 Papas de la historia de la Iglesia.
Pero
quienes echaron a nuestros sacerdotes son los mismos que abren las puertas de
las iglesias de par en par, para celebraren ellas actos ecuménicos, conciertos
de rock o, simplemente, ha cedido el edificio de sus iglesias para levantar en
ese lugar una mezquita musulmana. En Argentina,
nuestro Cardenal Primado, Monseñor Antonio Quarracino, quien le niega a los
sacerdotes de la Fraternidad sus iglesias, ha abierto la Catedral Metropolitana
de Buenos Aires para una reunión “interreligiosa” con el Dalai Lama (budista),
los mahometanos, los judíos, los protestantes y los ortodoxos.
Hoy, quienes echaron a nuestros sacerdotes,
venden iglesias y seminarios para desmantelarlos y construir almacenes y lotes.
Pero
también, hoy, la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, hija fiel de la Iglesia
Católica, compra almacenes y lotes para refaccionarlos y levantar iglesias y
seminarios.
Iglesias y seminarios
para rezar en ellos por toda la Iglesia Católica, empezando por el Papa y los
obispos, y por todos ustedes, la Misa de San Pío V, la tradicional, la
tridentina, la de siempre: la Misa católica.
Fraternidad
Sacerdotal San Pío X.
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