NOTA: Una miembro de
nuestro grupo en Facebook “Santa María
Magdalena…Modelo de penitentes” nos pidió la interpretación de la estrella
de seis puntas. Acá una breve explicación, pues esta publicación no agota todo
el tema.
Esta figura representa el gran pentaclo
cabalístico formado por dos triángulos invertidos y enlazados. Se lo llama
también el Sello de Salomón.
En el siglo pasado,
Eliphas Lévi (ex-abate Constant), ese maestro del
ocultismo, lo había reproducido en su obra “Dogma
y ritual de la Alta Magia”, pero él no lo había creado; lo había recogido,
con algunas variantes, de viejos manuscritos cabalísticos.
Sergio Nilus
a su vez, tomándolo prestada a Eliphas
Lévi, lo había puesto tal como está aquí reproducido en su obra titulada: “Lo Grande en lo Pequeño y el anticristo
como posibilidad inmediata de gobierno”, seguido de un texto de los
Protocolos.
Este pentaclo se llama también: El Macroprosopo y el Microprosopo (gran y
pequeño mirado) de la Cábala. He aquí las significaciones más accesibles al
lector no informado:
l) La serpiente que se
muerde la cola rodeando el hexagrama, es el símbolo de la alta iniciación
ocultista.
Figura también la
universalidad de la ciencia oculta y del poder de los magos conquistando el
universo.
2) El lema “Quod superius
macroprosopus sicut quod inferius microprosopus” es una antigua fórmula hermetista.
Significa: “Lo que está arriba es como
lo que está abajo” (y
recíprocamente). Se debe ver aquí ante todo una falsa analogía que da la
creación visible como la imagen del mundo superior del cual es la réplica.
El iluminismo y la teogonía de las sectas
llegan así a una inversión DE LAS VERDADES FUNDAMENTALES E
INCONTESTABLES DE LA REVELACION, y por lo tanta, de la teología católica.
El
Macroprosopo (superior) coronado por una tiara papal es entonces el Hombre-arquetipo, ideal, divino, el Adam-Kadmon de la Cábala. El Microprosopo (inferior) es el Mago, el ser
“ultra humano” de aquí abajo, del que la ciencia oculta hace “uno de esos seres inverosímiles que no
conservan de la humanidad más que el aspecto exterior socialmente, pero cuyo
espíritu emancipado se eleva a alturas inauditas, donde el hombre se transforma
en semi-dios” (Oswald Wirth). Se podría comparar con las elucubraciones
delirantes de Pauwels y Bergier en “La
aurora de los magos” y su continuación en la revista “Planeta”.
Es por lo tanto también
—y esto es importante— la fórmula de la REGENERACION (o reintegración) del
hombre por la “Gran Obra” del hermetismo, que hace del hombre (inferior) un
dios (superior). La regeneración del hombre por la GNOSIS (conocimiento
esotérico e iniciático) SE OPONE ENTONCES A LA REDENCION POR CRISTO.
3) De los dos triángulos,
aquél, cuya punta está dirigida hacia abajo, representa el descenso de lo
divino —el “Espíritu”— a la materia.
Filosóficamente, es la teoría gnóstica y
hermetista de la INVOLUCION
panteísta.
El triángulo, cuya punta está dirigida hacia
lo alto, representa todo aquello que sube... hacia el “Espíritu”, símbolo del ascenso espiritual. Filosóficamente es la
EVOLUCION neogenética (Noogéneis del griego: Noos “nosotros”, espíritu,
inteligencia; génesis, nacimiento, origen). Leamos a este respecto la
exégesis del ex-canónigo
Roca:
“El Espíritu atraviesa de abajo hacia,
arriba toda la región material y sale del reino de la animalidad, para alcanzar
su plena posesión en el cerebro del hombre, en su inteligencia y su genio,
desde donde se lama radiante hacia la esfera angélica. Una nueva carrera se
abre delante suyo: ESCALA las
órdenes que forman los nueve coros de ángeles; entra así en el NIRVANA armonioso de los mahatmas, que
no es otra cosa, ya lo he dicho, que el seno de Abraham de la antigua ley y,
después del Evangelio, el seno de Cristo glorioso”. Glorioso Centenario, pág. 288.
Este Cristo, no debemos
olvidarlo, no es, para el canónigo Roca, el Cristo del Vaticano.
Comparar con la Noogéneis de Teilhard de
Chardin. Primero, su visión de “el Espíritu naciendo en el seno y en función de la materia. El
Espíritu es una dimensión física en constante crecimiento”. (Como yo creo, p.
9). Y luego la evolución: “Creo que
el universo es una evolución. Creo que la evolución va hacia el Espíritu. Creo
que el Espíritu se realiza en lo Personal. Creo que lo Personal supremo es el
Cristo universal”. (Ibid.).
“El
fin del mundo: inversión del equilibrio, separación del Espíritu recién
realizado de su matriz material para hacerlo reposar en adelante, con todo su
peso sobre Dios-Omega” (El fenómeno humano, pág. 320). Lo que el Padre Teilhard de Chardin mismo llama “la génesis cósmica del espíritu”,
justifica plenamente la nota del R. P. Philipp
de la Trinité: “Es, textualmente, LA
EXCLUSION LOGICA DE LA CREACION DEL ALMA” (Roma y T. de Chardin, págs. 51-52). Bien,
sí, pero puesto que al igual que el ex-canónigo Roca, el Padre no identifica el
espíritu con la materia que lo condiciona, entonces ¿de dónde viene el espíritu sino del medio
divino identificado con el Hijo del Hombre? ¿Y qué es entonces ese Cristo
cósmico —medio divino insertado en la materia y emergente—, sino el Espíritu en
un proceso de involución-evolución teogónica que, sin duda, Teilhard no evoca,
pero todo su sistema llama, exige, tanto como el del cabalista Roca? En
buena lógica, el Padre lleva directamente al cabalismo.
El sello de Salomón,
es pues, la imagen perfecta de la creación divinizada, pleromizada según los
gnósticos, los hermetistas y los ocultistas.
En relación con el hombre, es la perfecta
figuración de las palabras del Génesis:
“eritis sicut dii” —seréis como dioses—.
4)
Stela Dei (la estrella de Dios). Estamos aquí en presencia de una de las más perversas
concepciones de las sociedades secretas: la de la androginia divina. El
triángulo negro representa la hipóstasis masculina (Osiris en la teogonía
egipcia) y el triángulo blanco la hipóstasis femenina (Isis de los egipcios).
Es de allí que surgen las inverosímiles doctrinas de las sectas sobre la Virgen
María y sobre una sexualidad espiritualizada, teorías que bajo diversas formas
han tratado de insinuar en el pensamiento cristiano.
5) La Cruz de Malta, es el tetragrama cabalístico (Te Tragramma Ton),
el gran nombre divino, infinitamente misterioso, absoluto (para Claude de
Saint-Martín, fundador del martinismo, es el Impronunciable, Lucifer). En
ninguna forma puede verse aquí un emblema cristiano. Según Eliphas Lévi, es el signo de los misterios de la India (Swastika
y Sauvastika), el Stauros (cruz) de los gnósticos, el Tau de los misterios de
Egipto. Filosóficamente, con sus cuatro elementos, es la unidad substancial
de la divinidad ternaria englobando la naturaleza, particularmente el hombre.
Es el panteísmo. Su sentido esotérico es pues pagano; el fuerte del
rosacrucismo es cubrir ese sentido pagano de una apariencia cristiana:
“El pensamiento rosacruciano aspira a dar al
signo de la Cruz, la fuerza y la magia que Cristo mismo le da, haciendo surgir
de su tallo la flor de los Tiempos nuevos. Por eso es que envuelve la Cruz con
rosas”.
Ed. Schuré. Introducción a la obra: “Los
misterios cristianos y los Misterios antiguos, de Rudolf Steiner, 1908
La Rosa es el emblema de la ciencia:
cristianismo científico, es decir, gnósticos.
“Tomado
de la obra: LA MASONERÍA DENTRO DE LA IGLESIA”
CRUZ
Y FIERRO EDITORES.
Buenos
Aires.
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