lunes, 2 de enero de 2023

MEDITACIÓN SOBRE EL FIN DEL HOMBRE


 



I. No estamos en este mundo sino para amar a Dios, para honrarlo y para alcanzar nuestra salvación. Examina con atención esta verdad; he ahí en lo que debes trabajar durante este año y durante toda tu vida; todos tus otros proyectos son inútiles, peligrosos o criminales. ¿Hasta ahora has empleado tu vida en buscar, honrar y amar a Dios? Examínate, humíllate, corrígete. Busquemos a Dios sincera y únicamente. El alma racional está creada a imagen de Dios: todas las creaturas pueden ocupar nuestra alma, pero sólo Dios es capaz de llenarla (San Bernardo).

 

II. Todas las creaturas son medios que Dios te ha dado para alcanzar tu fin. Las ha creado para que te sirvan, como te ha creado para que Le ames; sin embargo, consideras esas creaturas como tu último fin. ¿Acaso no parece que piensas que el oro y la plata, los placeres y los honores son los que deben darte la felicidad? Dejas a Dios por la creatura; te sirves de sus dones para ofenderlo; los medios que te había proporcionado para ir a Él, de Él te alejan.

 

III. Debo, pues, en adelante, amar lo que me puede conducir a mi último fin. La observancia de los mandamientos de Dios y la práctica de las virtudes son los medios por los cuales lo alcanzaré. El pecado y el mal uso de las creaturas me alejarán de él. No es necesario que sea rico o dichoso en este mundo, siempre que gane el cielo. Preguntémonos, a menudo, a ejemplo de San Bernardo: ¿Para qué he venido a este mundo?

 

Pedid a Dios, y buscad la pureza de intención.

Orad por los herejes.


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