martes, 24 de enero de 2023

San Timoteo, obispo y mártir. (+ 93 de J. C.) 24 de enero


 


Nació este apostólico varón y mártir de Cristo en Licaonia, de padre gentil y de madre judía. Viniendo san Pablo con san Bernabé a Listra, entre otros que se convirtieron a la fe, fué uno Timoteo, cuyos padres hospedaron a los apóstoles en su casa, y les entregaron a su hijo, mozo de buen ingenio y bien inclinado; y el apóstol san Pablo le tomó en su compañía y le tuvo por hijo y discípulo amantísimo, enseñándole aquella doctrina que él había aprendido en el tercer cielo, y llevándole consigo en sus peregrinaciones, como compañero suyo muy amado. Llámale en sus Epístolas, hermano, hijo carísimo en el Señor, ministro de Dios y coadjutor suyo en el Evangelio. Y en algunas de ellas, pone la salutación: Paulo y Timoteo, siervos de Jesucristo, como si fueran aquellas Epístolas de ambos y no de sólo san Pablo. Más aunque san Timoteo fué tal como le pinta el mismo Apóstol de las Gentes, no por eso se descuidaba de sí, antes era más humilde y penitente: y padeciendo mucha flaqueza de estómago y otras enfermedades, bebía agua con tanto rigor, que fué menester que el mismo apóstol le mandase que bebiese un poco de vino, porque así convenía a su salud. Después de haber participado de las fatigas apostólicas de san Pablo en Macedonia, Asia, Grecia, Acaya, Palestina y Roma, fué nombrado obispo de Éfeso en lugar de san Juan Evangelista a quien el emperador Domiciano había desterrado a la isla de Patmos: mas no vivió san Timoteo muchos años en aquella silla: porque haciendo allí una fiesta los gentiles, en la cual, enmascarados, usaban de una bárbara crueldad contra los hombres y mujeres que topaban por las calles, dándoles muchos golpes con unas mazas, y matando a algunos de ellos, pensando que con aquel sacrificio aplacaban a los dioses; el santo obispo les reprendió y procuró apartar de aquella sacrílega locura; y fué tanto lo que se enojaron contra él, que le arrojaron todo lo que les venía a las manos; y asiendo de él con gran crueldad y fiereza, le arrastraron y le dejaron por muerto.

Los cristianos acudieron y le hallaron boqueando, poco después dio su espíritu al Señor.

Su cuerpo fué sepultado en un lugar llamado Pión, con gran sentimiento y devoción de los fieles, hasta que el emperador Constancio, hijo del gran Constantino, trasladó sus reliquias a un templo, que edificó en honra de los apóstoles; y el emperador Justiniano le acrecentó, y le hizo más suntuoso y magnífico. San Ignacio en una epístola que escribe a los de Éfeso, les dice: «Vosotros habéis conversado con Pablo y con Juan y con el fidelísimo Timoteo». Y en otra carta, que escribe a los de Filadelfia, dice «que Timoteo se debía contar entre el número de los santísimos varones, que en virginidad y pureza pasaron su vida».


Reflexión: Con sangre selló el Hijo de Dios su Evangelio, con sangre lo sellaron sus santos apóstoles, con sangré lo sellaron sus discípulos, como el glorioso san Timoteo, y con sangre de millones de mártires se propagó sobre toda la tierra. Parece pues imposible que haya cristianos que adoren la cruz sangrienta de Cristo, y al mismo tiempo los ídolos del interés terrenal y del placer sensual, como los gentiles y los moros. No quieras tú gozar antes de tiempo. Mira el santo crucifijo como modelo de los predestinados, y oye al apóstol san Pablo que dice: Si nos crucificamos con Cristo, reinaremos con Cristo en su gloria.


Oración: Oh Dios omnipotente, mira con ojos piadosos nuestra flaqueza, y pues nos oprime el peso de nuestros pecados, alivíanos de él, por la gloriosa intercesión de tu bienaventurado mártir Timoteo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

 

 

FLOS SANCTORVM


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