I.
Nadie
sabe en este mundo si es un predestinado o un réprobo. Con todo, hay señales de
predestinación que son casi infalibles. Si Dios te envía aflicciones, y tú las
recibes con sumisión y paciencia, es una señal de que irás al cielo con
Jesucristo, pues llevas su cruz y te conformas con este modelo de
predestinados. Tiembla
pues, tú, dichoso en este mundo, que gozas de los placeres y que todo tienes a
medida de tu deseo: sigues las huellas del rico epulón; vas por camino
contrario al que Jesucristo te dijo que siguieras para llegar al cielo.
Es
menester entrar en el reino de los cielos por muchas tribulaciones (Hechos
de los Apóstoles).
II.
Otra señal de predestinación es el buen
uso del sacramento de la Penitencia. Pecar es flaqueza común a todos los hombres,
pero sólo es de los elegidos el hacer buena penitencia. ¿Te
confiesas a menudo? ¿No te expones a morir en pecado difiriendo tu conversión?
¿No recaes en los pecados graves que confesaste? ¿Los remordimientos de tu
conciencia te dan a entender que tu vida es mala? ¿Los escuchas? ¿Los apaciguas
descargándote lo antes posible del peso de tus culpas?
III.
También
son señales de predestinación el celo por la limosna y las obras de
misericordia corporal y espiritual, la piedad para con Jesucristo moribundo en
la cruz u oculto en la Santa Eucaristía, la devoción a la Santísima Virgen;
mira si hay en ti estas señales de predestinación, todas o algunas por lo
menos. Examínate. Si las hallas en ti, alégrate y ten confianza en la
misericordia de Dios.
Me
parece que reconozco algunas señales de tu vocación y de tu predestinación
(San
Bernardo).
La
práctica de las obras de misericordia.
Orad por las necesidades de la Iglesia.
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