lunes, 27 de marzo de 2023

MEDITACIÓN SOBRE LAS PALABRAS


 



I. Un cristiano jamás debe pronunciar una mala palabra; debe evitar con el mayor esmero las palabras deshonestas, las conversaciones demasiado libres, las blasfemias y las detracciones. Nada más fácil que pecar con palabras; difícil es, a menudo imposible, curar las heridas que se infieren con la lengua y reparar el perjuicio que se causa al prójimo con ella, ¿Te gustaría que se hablase de ti como hablas tú de los demás?

 

II. Evita aun las chanzas y las palabras inútiles. Si te habitúas a las burlas, muy pronto se deslizarán en tus conversaciones las palabras de doble sentido y las contrarias a la caridad; y, no pocas veces, preferirás herir la caridad o la modestia antes que callar una agudeza. Rendirás cuenta, en el día del juicio, hasta de la menor palabra inútil que hayas dicho. Concededme, Señor, la gracia de gobernar mi lengua; guardad mis labios (Salmo).

 

III. Para evitar todos estos defectos no has de hablar a menudo ni mucho. Si hablas mucho llegarás a ofender a Dios o al prójimo. Sabio te manifestarás si te callas; hombre de poco juicio si hablas mucho. Muy frecuentemente te arrepentirás de haber hablado, nunca de haber guardado silencio. Habla cuando tengas que decir algo bueno preferible al silencio; mas, cuando sea mejor callar que hablar, cállate (San Gregorio).

 

Amad y practicad el silencio.

Orad por los religiosos.


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