domingo, 11 de diciembre de 2022

MEDITACIÓN SOBRE LOS MALOS PENSAMIENTOS


 



I. Hay tres clases de pensamientos que debemos rechazar, que hasta deberíamos prevenir. Los primeros son las distracciones en nuestra oración; nos arrebatan todo el fruto de nuestras plegarias y, a menudo, nos hacen cometer nuevos pecados en el momento en que deberíamos obtener el perdón de nuestras faltas pasadas. Para ahuyentar estos pensamientos importunos, haz con frecuencia actos de fe; piensa que Dios te ve, que oye tus ruegos y que castigará tu negligencia al no desechar esas distracciones.

 

II. Los pensamientos contra la castidad son mucho más peligrosos todavía: fácil es complacerse en ellos, detenerse en ellos voluntariamente y cometer en un instante grandísimos pecados. Así, vigila, rechaza esos pensamientos poniendo la atención de tu espíritu en otra cosa, ocupándolo con pensamientos graves tales como los de la muerte, del infierno y del juicio. ¿Quieres verte libre de esta clase de tentaciones? Vigila tus sentidos: tus ojos y tus oídos son las puertas que les dan acceso a tu alma.

 

III. El demonio te sugiere, a veces, dudas contra la fe: esas dudas son peligrosas, sobre todo en la hora de la muerte. Las vencerás con la humildad y la oración; desconfía, pues, de tus propias fuerzas e implora el socorro del Cielo. La fe es un don de Dios: Aquél que te la dio te la conservará, siempre que recurras a Él. Si, con todo, esos pensamientos continuaran importunándote, haz actos de fe. Cuanto más te cueste penetrar las verdades de la salvación, más debes reverenciarlas y admirarlas (San Eusebio).

 

Practicad la modestia.

Orad por el Sumo Pontífice.


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