sábado, 10 de diciembre de 2022

MEDITACIÓN: LA VIDA DEL HOMBRE ES SEMEJANTE A UN ARROYO



 



I. El arroyo es el símbolo de tu vida y la imagen de tu muerte; corre hacia el mar como a su centro. Cristiano, Dios te ha creado y debes volver a Él; es el único objetivo que te debes proponer. A Dios sólo es a quien debes mirar, a Él hacia quien debes tender. ¿Qué hay para mí en el cielo, qué he deseado en la tierra sino a Vos, oh Dios de mi corazón y mi herencia para la eternidad? (El Salmista).

 

II. El arroyo no es detenido ni por las piedras ni por las espinas que encuentra; no se para en los canales de metal y de mármol donde se le encierra; no se deja desviar por la hierba y las flores que adornan sus orillas: corre siempre hacia el mar. Como él, no te dejes desviar del camino que conduce a Dios, ni por la adversidad ni por la prosperidad; para esto hay que despreciar las dulzuras de la vida y vencer los obstáculos que se encuentran en la práctica de las virtudes.

 

III. El arroyo siempre está en movimiento: parece que murmura y se queja de estar tan alejado del mar. Vayas a donde fueres, aunque gustes todos los placeres del mundo, nada hay fuera de Dios que pueda llenar tu corazón. Serás feliz en este mundo amando a Dios y a nada más que a Él; pero tu corazón estará siempre inquieto hasta que pueda perderse en el seno de Dios.  Nos hiciste para Vos, Señor, nuestro corazón siempre estará inquieto hasta que descanse en Vos (San Agustín).

 

Conócete a ti mismo.

Orad por la Iglesia.


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