viernes, 23 de diciembre de 2022

MEDITACIÓN SOBRE LA VIDA DE SAN SÉRVULO.

 




I. San Sérvulo soportó, con heroica paciencia, una extrema pobreza y una cruel enfermedad. Jamás se le oyó una queja; en medio de sus sufrimientos, pedía sufrir más todavía. ¿Qué respondes tú a este ilustre mendigo? Compara tus aflicciones con las suyas, tu paciencia con su paciencia, y cesa de quejarte de tu pobreza y del menosprecio de que se te hace objeto. ¡Avergüénzate! Jesucristo ha sido pobre, ha sido humilde (San Pedro Crisólogo).

 

II. Este santo sobreabundaba de alegría en la tribulación: el gozo de su corazón resplandecía en su rostro y se reflejaba en sus palabras. No cesaba de rezar a Dios y de celebrar sus alabanzas. Todas las aflicciones, por grandes, por penosas que fueren, te serán agradables si pides a Dios que te dé la fuerza necesaria para soportarlas, y si piensas en las promesas que hace Jesús en el Evangelio, a los que se resignan. ¿De dónde proviene que tan a menudo te veas agobiado de violenta pena, sino de que no piensas en Dios que puede consolarte, ni en el paraíso que espera a los que sufren con amor?

 

III. La muerte de San Sérvulo es aún más dichosa que su vida: nada teme y espera todo; al morir sólo deja dolores y miserias para tomar posesión del remo de los cielos. Pobres que estáis afligidos, consolaos: la muerte vendrá a trocar vuestros dolores en alegría. ¡En cuanto a vosotros, los felices de este mundo, la muerte vendrá a cambiar vuestros gozos en dolores! Ancianos, ella está a vuestra puerta; jóvenes, ella os tiende asechanzas por doquier (Guerrico).

 

Practicad la paciencia.

Orad por los enfermos.


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