Venid,
Jesús Nuestro Señor
La Humanidad no tiene fuerzas para apartar
el obstáculo que ella misma ha creado tratando de impedir vuestro regreso.
Enviad a vuestro ángel, ¡oh, Señor!, y haced que nuestra noche se vuelva luminosa
como el día.
¡Cuántos corazones os esperan, oh, Señor!
¡Cuántas almas se consumen en el anhelo del día en que sólo Vos viviréis y
reinaréis en los corazones!
Venid,
Jesús Nuestro Señor
Hay muchas señales de que la hora de vuestro
regreso no está lejana.
¡Oh, María! Vos, que le habéis visto
resucitado, que con la primera aparición de Jesús visteis suprimida la
inenarrable angustia producida por la noche de la Pasión, María, a Vos
ofrecemos las primicias de este día. A Vos, esposa del Espíritu divino, nuestro
corazón y nuestra esperanza.
Pío
XII, Mensaje Pascual de 1957
+ + +
PROLOGO
del P. Julio Meinvielle
Hace apenas unos años, Cruz
y Fierro publicó de Pierre Virion El Gobierno Mundial y la Contra-Iglesia. Allí
aprendimos a conocer los planes novísimos que la Alta Masonería estaba
ejecutando en el mundo occidental para llegar al gobierno mundial, tanto en el
plano económico-político como en el religioso. Un punto oscuro quedaba en la
obra de Virion: ¿Cómo romper la osatura
de la Iglesia Católica romana para hacerla entrar en esta Iglesia Universal de
la Masonería junto con los otros cultos de los que creen y no creen en
Jesucristo, y de los que creen y no creen en Dios? Este nuevo libro de Pierre
Virion viene precisamente a ilustrar este punto y a revelarnos en qué consiste
el misterium
iniquitatis de que habla el Apóstol (II Tes. 2, 7). El misterio de
iniquidad consiste precisamente en que el “Aparato
publicitado de la Iglesia” que debía servir para llevar las almas a
Jesucristo, sirva en cambio para
perderlas y esclavizarlas al demonio. Aquí
está el “misterio
de perversidad”: Que la sal
se corrompa y deje de salar (Mt. 5, 13). Fíjese bien el lector que no
decimos que la Iglesia deje de
llevar las almas a Jesucristo. La Iglesia
es indefectible y durará como tal hasta el fin. Pero la Iglesia de Jesucristo puede no identificarse con el “Aparato publicitado de la Iglesia”. La
Iglesia de Jesucristo puede mantenerse en las almas fieles a la doctrina que se
conservaría en algunos sacerdotes y obispos adheridos a la Cátedra del Pontífice de Roma, mientras que el
Aparato mismo de lo que el mundo
conoce como Iglesia puede seguir otra doctrina y otra pastoral elaborada por la soberbia de los grandes y
publicitados teólogos de la nueva
teología.
El nuevo libro de Virion, que en esta
edición lleva el título de La Masonería dentro de la Iglesia, explica el
mecanismo mediante el cual se ha operado este cambio de la Iglesia de Cristo en
la Iglesia del Anticristo, has Altas Logias de la Masonería han elaborado el
plan al fin del siglo pasado: La ORDEN
CABALISTICA DE LA ROSACRUZ, fundada en 1888 por Stanislas de Guaíta; la ORDEN
MARTINISTA, fundada en 1890 por Papus,
de la que formaba parte la Sinarquía de Saint-Yves
d’Alveydre; y el SIMBOLISMO de Oswald Wirth, que debía tener tan
destacada actuación en las relaciones actuales de la Masonería con la Iglesia a
través del conocido jesuita P. Riquet.
El plan “tan
insensato y tan criminal” (León XIII) de esta transformación de la Iglesia
había de ser expuesto, casi al detalle, por un célebre apóstata, el Canónigo Roca (1830-1893), quien estaba
interiorizado con los planes de las Altas Logias. Pierre Virion expone
cumplidamente los detalles de este plan trayendo citas oportunas de las obras
de Roca.
Pasa luego Virion a mostrar la ejecución del
plan elaborado a fines del siglo pasado. La historia de la ejecución del plan
coincide punto por punto con las relaciones de algunos altos eclesiásticos con
altos dignatarios de la Masonería, y destaca particularmente las conversaciones
de Aix-la-Chapelle entre el P. Gruber y
Mukermann, de la Compañía de Jesús, y altas dignidades masónicas, en 1926;
entre el P. Berteloot y el masón Albert Lantoine en 1938; entre el P. Riquet y los
masones Lepage y Alee Mellor en 1960. Estas relaciones habituales de masones y jesuitas en el nivel
superior de la alta publicidad ha de determinar otro tipo de relaciones en todos
los planos (intelectuales,
publicitarios, pastorales y de toda clase de acción) entre masones,
comunistas e izquierdistas y dirigentes católicos, en una colaboración estrecha
y habitual para forjar y construir el mundo de los hombres. Es claro que esta
colaboración del cristianismo con el anticristianismo de la masonería debe
traer como consecuencia una transformación necesaria de la doctrina y de la
vida cristiana. Esta transformación es
propiamente el Progresismo.
El Progresismo se centra en el error de
identificar Iglesia y Mundo. Al hombre se le daría una nueva dimensión, la del
mundo. Con ello se suprime la necesidad de un Dios salvador. Cristo no ha
venido a salvar al mundo. La Iglesia no es necesaria para salvar al hombre. La
salvación del hombre viene de la inmanencia del hombre mismo. El hombre es Dios
en lo más profundo de su ser. Por lo tanto no existe una Iglesia, ni un Cristo,
ni un Dios trascendente al hombre. Se puede y se debe hablar un lenguaje teísta
acomodado al vulgo. Pero en realidad no es el mismo sino expresión exotérica de
la total inmanencia de lo divino en el hombre y en el mundo. Esta es la única
realidad esotérica que unifica todas las religiones de la humanidad. Por eso,
el culto del hombre y el de la humanidad, el culto de las logias masónicas, se
ha de imponer como único culto de la verdadera humanidad.
De esta suerte, mediante la nueva religión
del Progresismo, el culto católico se cambia por el culto masónico de la fraternidad
universal. La transformación ha comenzado ya en el alto nivel de la teología
nueva de los grandes teólogos publicitados. No hay dogma que quede en pie. Ni
el del pecado ni el de la gracia, ni el de Cristo ni el de Dios. Todo es
subvertido en nombre de la ciencia y de los principios masónicos. La nueva
teología del Progresismo, elaborada por teólogos de prestigio, invade seminarios,
universidades y casas de formación y configura la mentalidad de las nuevas
generaciones eclesiásticas. Unos años más, y de no intervenir directamente la
mano de Dios, el “Aparato publicitado de
la Iglesia Católica” profesará una religión completamente distinta de la
que nos enseñó Jesucristo y que nos han transmitido los Padres, Doctores y Santos
de la Iglesia doblemente milenaria. De aquí este furor satánico que se ha
desatado contra la Iglesia pre-conciliar.
El libro de Pierre Virion constituye el
testimonio más elocuente e ilustrativo de todo cuanto se ha publicado para aclarar
el fenómeno del Progresismo cristiano. Sin embargo, este fenómeno queda
explicado tan sólo al nivel de la gentilidad. La Masonería es un fenómeno
pagano. Faltaría una explicación en un nivel más alto y fundamental, en el
nivel del judaísmo propiamente tal. Porque es aquí donde se ha tramado la ruina
de la Iglesia. La vieja y secular enemiga de la Iglesia — la Sinagoga— ha
querido destruir para siempre a la Iglesia. Esta es la lucha eterna de Caín
contra Abel, de Esaú contra Jacob. Y para ello los judíos se disfrazan de cristianos.
Nada más aleccionador a este respecto que el libro del judío inglés Cecil Roth, “History of jews marranos”, donde se
nos cuenta cómo los judíos, sin dejar de ser judíos, lograron escalar altas
posiciones en la Iglesia, de cardenales, obispos, dignatarios eclesiásticos y
afamados religiosos, aun en plena Inquisición. Tiene uno derecho a preguntarse:
Si los judíos, en un momento de la Iglesia en que se desconfiaba de ellos y se
los vigilaba y controlaba, lograron burlar el control eclesiástico, ¿qué ha de suceder ahora, cuando, lejos de
perseguírselos, se los estimula y adula? No es nada de extrañar que los
judíos, junto con los masones y los comunistas hayan logrado encaramarse en
posiciones claves de la Iglesia y que
desde allí gobiernen a la Iglesia misma. Esta es la gran realidad. La Iglesia
estaría hoy gobernada en gran parte por judíos, masones y comunistas. Gobernada
contra los intereses de la Iglesia misma. Aquí está el Misterium iniquitatis.
Pero la Iglesia y el mundo están en
definitiva gobernados por Dios. La Providencia permite el mal en vista de un mayor
bien y, sobre todo, del bien de los elegidos. La Historia tiene su razón de ser
a causa de Jesucristo y de su Cuerpo Místico. Por esto, el momento presente de
la Iglesia y del mundo hay que mirarlos con ojos sobrenaturales. Lo esencial es
nuestra adhesión inquebrantable a Jesucristo. A Jesucristo el de siempre. Que
no es ni pre-conciliar ni post-conciliar. Jesucristo
es el mismo ayer, hoy y por los siglos (Hebr. 13, 8).
El libro de Virion se cierra con una
magnífica profesión de fe y de confianza en María, Reina del Universo, en
Aquella en la que el Verbo se ha hecho carne, y no la carne se ha hecho
espíritu de revuelta. María, en oposición a las gnosis orgullosas y perversas,
nos introduce en el conocimiento de la Fe y en el gozo de la Esperanza. La
Virgen salvará a la Iglesia.
P.
JULIO MEINVIELLE.
“LA MASONERÍA DENTRO DE LA IGLESIA”
“LA MASONERÍA DENTRO DE LA IGLESIA”
PIERRE
VIRION
CRUZ
Y FIERRO EDITORES
BUENOS
AIRES
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