¿Por
qué meditar el rosario?
MEDITAR EL ROSARIO PARA ALIMENTARSE
El pedido del rezo del rosario aparece desde
la primera visita de la Virgen: el 13 de octubre de 1917. Esta aparición marca
una etapa muy importante en el ciclo de Fátima. Luego de un año de ejercitación
en la oración y los sacrificios por medio del Ángel, los tres niños van a
pronunciar su FIAT.
“¿QUIEREN
OFRECERSE A DIOS para soportar todos los sufrimientos que les quiera mandar, en
acto de reparación de los pecados por los cuales esta ofendido y por la
conversión de los pecadores?” Libremente y sin dudar, los niños responden “SÍ, lo queremos”. Esta respuesta, este
Fiat, es un acto de devoción, de dedicación absoluta a la misión confiada por
María a los niños: la salvación de los pecadores.
“La
devoción es un acto de la voluntad que hace que uno se entregue con prontitud
al servicio de Dios” dice Santo Tomás. Añade que: “LA CAUSA INTERIOR DE LA DEVOCIÓN ES
NECESARIAMENTE LA MEDITACIÓN O CONTEMPLACIÓN”. Hay entonces un vínculo
directo entre devoción y meditación. Por eso la Santísima Virgen pide la
meditación de los misterios del Rosario. ¡Sí!
Nuestra devoción, nuestra total dedicación a la obra de Redención, nuestro FIAT, necesita ser alimentado. María
nos da para ello el Ave María, aquella oración que repite las palabras que Ella
pronunció el día de su FIAT.
En la meditación de los misterios del
rosario, los pastorcitos encontraron la fuente de su celo para salvar a los
pecadores. Esta devoción de los niños fue indudable pero también fue
constantemente alimentada.
El rosario es la prueba del amor a María y
de la voluntad de imitarla. Es la contemplación de las virtudes y de la obra de
María para la salvación del género humano.
Revista de la Cruzada
Cordimariana –– Octubre - 2014 -
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