DÍA TERCERO.
PUNTO DE MEDITACIÓN.
Vuelve o alma mía, a aquel misterioso
huerto, teatro memorable de las agonías y congojas de tu atribulado Jesús, y
considera cuan excesiva, y terrible sería la angustia, y congoja de aquel
deífico corazón, pues con tal fuerza le hizo hervir la Sangre, que le llegó a brotar
por todos los poros de su santo cuerpo, y tan copiosamente que corría hilo a
hilo, hasta la tierra. Dime alma: ¿pueden darse mayores pruebas que éstas de
congoja, y agonía? ¿Ha habido hombre jamás a quien haya sucedido cosa
semejante, sin haber perdido la vida? En el entretanto que tú las consideras,
medita como viendo tu amante Jesús la tierra empapada y humedecida con aquella
Sangre preciosísima se vuelve a la misma tierra, y le dice las palabras del
Santo Job arriba citadas: tena ne operías Sanguinem meum. ¡O tierra, y que dichosa
eres; una vez te maldije por el pecado del hombre con lo que quedaste estéril,
y diste fruto de abrojos! Pero ya has quedado llena de bendiciones, después que
con mi Sangre te regué, despues que con mi rostro, espejo de mi Eterno Padre y
rayo de su resplandor, te dí la paz que prometían a los hombres los Ángeles en
mi nacimiento; pues ahora te ruego, tierra mía, que no encubras ni ahogues mi
Sangre, ni haya en tí lugar donde se sepulten mis clamores, para que el hombre oiga
sus voces, y le conste enteramente que la derramé por él, y le dejo en ella un
riquísimo tesoro con que pague todas sus deudas por muchas que ellas sean, y se
liberte de la tiranía en que vive. No la cubras que servirá de saludable baño
para que mis amados los hombres limpien sus almas, y saquen de ellas las
manchas de sus culpas, para que con ella tiñan sus obras todas, y tengan el
fino color y valor de meritorias, y alcancen por ellas el resplandor de la
gloria. No la cubras para que sepan que hallaran en ella todos los bienes
juntos, y que si saben y quieren aprovecharse de su virtud, de tierra (que:
son) vendrán a parecer cielo.
Medita todo esto alma mía con mucho espacio,
y ternura, y aprovéchate de este rico tesoro.
Los tres credos gloriados.
ORACIÓN.
¡O liberalísimo y amorosísimo Jesús de mi
vida! que pródigo de tus finezas has querido darme la más irrefragable prueba
de tu amor, derramando en el huerto tu preciosísima Sangre en tanta abundancia,
que corrió sobre la tierra, manifestando el deseo que tienes de que ésta no la
encubra o esconda; sino que teniéndola siempre patente y manifiesta, acabemos
de conocer los ingratos hombres el inestimable tesoro que en ella tenemos, y
nos aprovechemos de tan saludable medicina para la curación perfecta de
nuestras almas enfermas con las culpas: haz, Señor, que cooperando nosotros de
nuestra parte, logremos tan celestiales efectos; y que meditando continuamente
en tan amarguísima Pasión, ésta memoria nos traiga siempre compungidos y
contritos de haber sido causa con nuestras culpas de tus penas, para que
aprovechándonos de tu derramada Sangre, produzcan nuestras almas obras de tu
sacratísimo agrado; para que cumpliendo exactamente con los preceptos de tu
acertada y santa ley, acabemos la vida en tu gracia, para gozarte en tu gloria.
Amén.
La
Preciosísima Sangre &…
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