I.
El temor de Dios, es el principio de la
sabiduría. Teme a Dios, porque es omnipotente, ve todo y es soberanamente
justo. Te juzgará con justicia; y habrá de castigarte inapelablemente si
incurriste en pecado. Temes a los hombres, no te atreverías a cometer un crimen
en su presencia. ¡Cuán ciego eres! ¿No ves que a Dios,
es a quien ha de temerse? El temor es la
base de la salvación (Tertuliano).
II.
Teme el infierno, y no digas que este temor
conviene a los grandes pecadores, puesto que Jesucristo te lo propone como
medio de excitarte a la virtud, y los santos, estimulados por él, han avanzado
rápidamente, en el camino de la salvación. El temor del infierno es el que los
desapegó del mundo y los condujo a la soledad. ¡Oh
infierno, si a menudo se pensase en ti, cuán rápido poblaríase el paraíso!
Después de todo, por santo que seas al presente, puedes caer en el pecado. Teme siempre hasta que estés en el cielo.
III. Teme el pecado, puesto que él te hace
enemigo de Dios y víctima del infierno. Los santos
habrían más bien elegido la pérdida de sus bienes, de la vida y hasta el
infierno, si ello fuera posible, antes que el pecado. Es que aun el
menor pecado es un mal más grande que los más espantosos entre todos los
tormentos, puesto que esa falta leve ofende a un Dios infinito. ¿Posees estos sentimientos? Vuelve tu temor para el lado de Dios; todo temor que no
tiene a Dios por objeto es temor malo (San Bernardo).
La
fidelidad a Dios. Orad por la conversión de los pecadores.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.