Di más bien abuso que
uso. Cubiertos con el nombre de usos y costumbres, se han manifestado entre
nosotros una infinidad de preocupaciones tales, que poco a poco han ahogado,
especialmente en la hermosa y cristiana Francia, todos los principios de la vida
religiosa; este trabajo de destrucción ha durado más de un siglo, y ha logrado
hacer casi imposible, bajo las hipócritas apariencias del respeto, toda
práctica de piedad, dejar vacías nuestras iglesias y secar nuestros corazones,
A remediar estos males, a sacudir este polvo, a desterrar estos usos desastrosos
se encaminan desde hace veinte años, todos nuestros trabajos y sacrificios.
Han tocado ya los excelentes efectos
producido por la práctica de la frecuente Comunión un gran número de parroquias,
que han entrado otra vez en el verdadero camino de la piedad por medio da las
santas doctrinas católica y por el ilustrado celo de buenos y animosos sacerdotes.
Conozco algunas comarcas que en pocos años han sufrido una trasformación completa;
viniendo a deducir de todo esto, que tanto para una parroquia como para una
comarca, lo mismo que para un alma, la sagrada Comunión es, sin duda alguna, el
principio y el foco de la vida.
Así, pues, dejando a un lado todos los
respetos humanos, sin pusilanimidad ni cobardía, emprendamos todos por el amor
de Dios la obra de nuestra regeneración, y sacudamos el yugo de la mentira; que
rompiendo la capa de hielo que impide penetren los rayos del sol hasta el agua
viva, salvaremos a estos pobres pececillos, harto tiempo aletargados, y
volveremos a dar la vida y la alegría a una multitud de almas que languidecen,
porque se les niega a Jesucristo.
Cuanto más respetables son los buenos usos, tanto
más peligrosos son los abusos; pero este es el peor entre todos, y al mismo
tiempo uno de los obstáculos más fuertes para la regeneración cristiana de
nuestra patria.
“LA
SAGRADA COMUNIÓN”
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