miércoles, 11 de enero de 2017

Aprender a Persignarte, a Santiguarte y su significado




LA SEÑAL DE LA CRUZ.
Insignia y señal del cristiano

   La insignia y señal del cristiano es la santa cruz, porque en ella nos redimió Nuestro Señor Jesucristo; esta insignia es de dos maneras: una interior y otra exterior. La interior es la caridad, y la exterior la santa cruz; de suerte que el persignarse los cristianos tan frecuentemente con la señal de la santa cruz significa, o equivale, a confesarse y tenerse por fieles soldados de Cristo.

   Es tan antigua la santa y loable costumbre de persignarse los cristianos, que tiene su origen en el principio de la Iglesia. Es de institución apostólica: en efecto, los Apóstoles, que estaban revestidos de la autoridad de Jesucristo, enseñaron a los primeros discípulos del Evangelio esta práctica religiosa.

   La santa cruz es como la insignia y divisa de nuestro gran Rey Jesucristo y con ella nos distinguimos los cristianos de todos los infieles y demás enemigos de la fe católica. Los emperadores romanos tenían por señal o divisa una águila : los reyes de Francia, la flor de lis: los de España tienen unos leones y castillos: los mexicanos tienen el pabellón tricolor, en el que está representada la religión por el color blanco, la unión en el verde y la independencia por el encarnado: teniendo en el centro una águila sobre un nopal, naciendo éste de una pena rodeada de agua y en actitud de destrozar una víbora con el pico y las garras ; todo es lo tiene su significado; pues bien, con estas insignias se distinguen unas naciones de otras, así como también sus navíos, ejércitos, etc.

   De la misma manera hemos de hacer los cristianos con la santa cruz, insignia o señal de Jesucristo, esto es, nos hemos de adornar con ella para distinguirnos de los que no pertenecen a nuestra santa fe.
   Los reyes y grandes del mundo acostumbran tomar por divisa, o armas, las cosas con que lucieron una grande hazaña o las que la significan; de suerte que el escudo, o armas, son un jeroglífico de una grande obra. Y como Jesucristo por medio de la santa cruz triunfó del infierno y de la muerte, redimiéndonos en ella de la esclavitud del demonio y del pecado, está muy puesto en razón que la cruz sea el escudo, o las armas de Cristo y de todo cristiano.

   Hijos del polvo, la señal de la cruz es una señal divina que nos ennoblece.

   Ignorantes, la señal de la cruz es un libro que nos instruye.

   Pobres, la señal de la cruz es un tesoro que nos enriquece.

   Soldados, la señal de la cruz es una arma que disipa al enemigo.

   Viajeros para el cielo, la señal de la cruz es un guía que nos conduce.

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Se usa de esta señal de dos maneras: signándose y santiguándose.

   Signarse es hacer tres cruces en la frente, en la boca y en el pecho.

   Santiguarse es hacer una cruz larga de la frente al estómago y del nacimiento del hombro izquierdo al nacimiento del hombro derecho.
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Para persignarse (signarse)


   Se usa de la mano derecha y no de la izquierda, por ser ésta torpe, y a Dios se le debe dedicar siempre lo mejor.

   La cruz se hace con el pulgar y el índice, poniendo la yema del primero sobre la coyuntura primera del segundo, y los otros tres dedos se ponen unidos y derechos.

   El doblar el índice sobre el pulgar significa que la Divinidad de Nuestro Señor se abajó, uniéndose con su santa humanidad. Los otros tres dedos nos recuerdan a la Santísima Trinidad, porque no obstante ser tres enteramente distintos en tamaño y en nombre (dedo de en medio, anular y meñique), no forman tres manos derechas, sino una solamente; y la Santísima Trinidad, siendo tres personas distintas, no son tres dioses, sino uno.

   La cruz se hace en la frente, poniendo la uña del pulgar en el nacimiento del pelo, bajándola rectamente a la unión de las cejas, pasándola arriba del ojo izquierdo y luego al lado derecho, en el mismo lugar…

   Se hace en la boca, poniendo la uña del pulgar sobre el labio superior, bajándola al inferior, pasándola al fin de la boca al lado izquierdo y luego al principio de la boca al lado derecho.

   En el pecho, poniéndola en el principio del pecho, bajándola al fin del pecho, pasándola sobre el corazon y después a la derecha a igual distancia, para que la cruz sea perfecta.

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Para santiguarse

   Se pone la mano extendida en la frente, se baja a la cintura, sobre el estómago, se pasa al nacimiento del hombro izquierdo y después al nacimiento del hombro derecho.

   Las cruces se hacen de izquierda a derecha y no al contrario, porque por la cruz y la ley evangélica fuimos trasladados de las tinieblas a la luz, del pecado a la gracia y de la muerte a la vida.

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   Se hace la cruz en la frente para que nos libre Dios de los malos pensamientos; en la boca, para que nos libre de las malas palabras, y en el pecho, para que nos libre de las malas obras.

   La primera cruz se hace en la frente, porque la cabeza escomo la fachada del género humano; en ella reside el alma; ésta, siendo espíritu, no ocupa lugar determinado, está en todo el cuerpo; pero decimos que principalmente está en la cabeza por residir allí las tres potencias, memoria, entendimiento y voluntad. Estas potencias representan a la Santísima Trinidad, porque no obstante ser tres y distintas entre sí, no forman tres almas, sino una solamente, y la Santísima Trinidad, siendo tres personas distintas, no componen, o forman, más que un solo Dios.

   La segunda cruz se hace en la boca porque en ella tenemos la lengua y con ella ofendemos a Dios, al prójimo y a nosotros mismos: a Dios con malas palabras; al prójimo levantándole calumnias y publicando sus defectos; y a nosotros, con el pecado de lengua, puesto que el alma por el pecado deja de ser hija de Dios y pasa a serlo de Lucifer. Hacer la cruz en la boca es como poner freno espiritual a la lengua para que no se deslice en decir cosas en ofensa de Dios o del prójimo.

   La tercera cruz se hace en el pecho porque en él está el corazón, en el cual se forman las obras buenas y malas, puesto que allí tiene la voluntad la disposición necesaria para obrar, determinándose a practicar lo uno o lo otro.

   Con la cruz se purifica y fortalece para poder practicar lo bueno y huir dejo malo, pidiendo a Dios favor y armándose contra las malas obras.

Cuando se hace la cruz en la frente se dice: Por la señal de la santa cruz; cuando en la boca, de nuestros enemigos, y cuando en el pecho, líbranos, Señor Dios nuestro.

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   Al santiguarse se dice: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Al nombrar al Padre, se pone la mano extendida en la frente, al nombrar al Hijo se baja al estómago y al nombrar al Espíritu Santo se pasa la mano del hombro izquierdo al derecho. Con sólo persignarse se van confesando los cinco misterios siguientes:

1° Unidad de Dios y Santísima Trinidad.
2 ° Encarnación del Divino Verbo.
3 ° Pasión de Nuestro Señor y redención del género humano.
4 ° Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
5 ° De la Santa Eucaristía.

   Se confiesa el primero al hacerlas cruces; al hacer las tres chicas de signarse, el de la Santísima Trinidad, pues se hacen tres en distinto lugar y se persignó la persona una vez; y el de la unidad de Dio, al hacer la cruz grande de santiguarse, que abraza las tres anteriores.

   El segundo al hacer la cruz de santiguarse: primero, al bajar la mano de la frente al estómago, diciendo: en el nombre del Padre y del Hijo, Jo que significa: que del Cielo, donde está el Eterno Padre, descendió la segunda persona de la Santísima Trinidad, que es el Hijo, para encarnarse en las purísimas entrañas de María Santísima, a fin de nacer y redimirnos ; y después al pasar la mano de un hombro al otro, diciendo : y del Espíritu Santo, lo cual significa: que este misterio no fué por obra de varón , sino por obra y gracia del Espíritu Santo.

   El tercero al hacer la cruz, porque en ella nos redimió Nuestro Señor.

   El cuarto al pasar la mano del hombro izquierdo al derecho, por representar aquél lo malo y éste lo bueno, puesto que al morir Nuestro Señor, a su derecha estaba María Santísima, San Juan, la Magdalena y el buen ladrón, San Dimas, y a la izquierda el mal ladrón, Gestas, y se condenó.

   El quinto al hacer la cruz, llevarla a la boca y besarla.

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   La señal de la cruz no sólo sirve al cristiano para hacer una pública confesión de los principales misterios de la religión, sino que además es para él como un compendio moral y la regla de sus costumbres o acciones. Para que lo entiendas, hijo mío, has de saber que Jesucristo, nuestro buen Maestro, queriendo dar en pocas palabras una idea de su doctrina, que consiste en seguirlo, nos dijo las siguientes expresiones: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.” (San Lucas, IX, 23); y en San Mateo añade (XI, 12): “El reino de los cielos padece fuerza, que hace a las pasiones practicando las virtudes cristianas, y los que se la hacen, de esta manera lo arrebatan.”

   Esta cruz que quiere que llevemos todos los días es la reunión de todas las penas, trabajos y persecuciones, etc., que encuentra todo cristiano en el mundo para ir al cielo; y la fuerza que debe hacerse es aquel esfuerzo con que ha de vencer los obstáculos que se le oponen, y el sujetar las pasiones desordenadas y los vicios.

   Los que son de Jesucristo, dice el Apóstol (Gal., V, 24), han crucificado su propia carne con todos sus vicios y concupiscencias.

   Y así es como la cruz presenta al cristiano un compendio de la moral del Evangelio.

“LA SANTA CRUZ”

José Vicente Álvarez de Alonso

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