LA SEÑAL DE LA CRUZ.
Insignia y señal del cristiano
La insignia y señal del cristiano es la
santa cruz, porque en ella nos redimió Nuestro Señor Jesucristo; esta insignia
es de dos maneras: una interior y otra exterior. La interior es la caridad, y
la exterior la santa cruz; de suerte que el persignarse los cristianos tan
frecuentemente con la señal de la santa cruz significa, o equivale, a
confesarse y tenerse por fieles soldados de Cristo.
Es tan antigua la santa y loable costumbre
de persignarse los cristianos, que tiene su origen en el principio de la Iglesia.
Es de institución apostólica: en efecto, los Apóstoles, que estaban revestidos
de la autoridad de Jesucristo, enseñaron a los primeros discípulos del
Evangelio esta práctica religiosa.
La santa cruz es como la insignia y divisa
de nuestro gran Rey Jesucristo y con ella nos distinguimos los cristianos de
todos los infieles y demás enemigos de la fe católica. Los emperadores romanos
tenían por señal o divisa una águila : los reyes de Francia, la flor de lis:
los de España tienen unos leones y castillos: los mexicanos tienen el pabellón
tricolor, en el que está representada la religión por el color blanco, la unión
en el verde y la independencia por el encarnado: teniendo en el centro una
águila sobre un nopal, naciendo éste de una pena rodeada de agua y en actitud
de destrozar una víbora con el pico y las garras ; todo es lo tiene su
significado; pues bien, con estas insignias se distinguen unas naciones de
otras, así como también sus navíos, ejércitos, etc.
De la misma manera hemos de hacer los
cristianos con la santa cruz, insignia o señal de Jesucristo, esto es, nos
hemos de adornar con ella para distinguirnos de los que no pertenecen a nuestra
santa fe.
Los reyes y grandes del mundo acostumbran
tomar por divisa, o armas, las cosas con que lucieron una grande hazaña o las
que la significan; de suerte que el escudo, o armas, son un jeroglífico de una
grande obra. Y como Jesucristo por medio de la santa cruz triunfó del infierno
y de la muerte, redimiéndonos en ella de la esclavitud del demonio y del
pecado, está muy puesto en razón que la cruz sea el escudo, o las armas de
Cristo y de todo cristiano.
Hijos del polvo, la señal de la cruz es una
señal divina que nos ennoblece.
Ignorantes, la señal de la cruz es un libro
que nos instruye.
Pobres, la señal de la cruz es un tesoro que
nos enriquece.
Soldados, la señal de la cruz es una arma
que disipa al enemigo.
Viajeros para el cielo, la señal de la cruz
es un guía que nos conduce.
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Se usa de esta señal de dos maneras: signándose y santiguándose.
Signarse es hacer tres
cruces en la frente, en la boca y en el pecho.
Santiguarse es
hacer una cruz larga de la frente al estómago y del nacimiento del hombro izquierdo
al nacimiento del hombro derecho.
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Para persignarse (signarse)
Se usa de la mano derecha y no de la
izquierda, por ser ésta torpe, y a Dios se le debe dedicar siempre lo mejor.
La cruz se hace con el pulgar y el índice,
poniendo la yema del primero sobre la coyuntura primera del segundo, y los
otros tres dedos se ponen unidos y derechos.
El doblar el índice sobre el pulgar
significa que la Divinidad de Nuestro Señor se abajó, uniéndose con su santa
humanidad. Los otros tres dedos nos recuerdan a la Santísima Trinidad, porque
no obstante ser tres enteramente distintos en tamaño y en nombre (dedo de en
medio, anular y meñique), no forman tres manos derechas, sino una solamente; y
la Santísima Trinidad, siendo tres personas distintas, no son tres dioses, sino
uno.
La cruz se hace en la frente, poniendo la
uña del pulgar en el nacimiento del pelo, bajándola rectamente a la unión de
las cejas, pasándola arriba del ojo izquierdo y luego al lado derecho, en el
mismo lugar…
Se hace en la boca, poniendo la uña del
pulgar sobre el labio superior, bajándola al inferior, pasándola al fin de la
boca al lado izquierdo y luego al principio de la boca al lado derecho.
En el pecho, poniéndola en el principio del
pecho, bajándola al fin del pecho, pasándola sobre el corazon y después a la
derecha a igual distancia, para que la cruz sea perfecta.
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Para santiguarse
Se pone la mano extendida en la frente, se
baja a la cintura, sobre el estómago, se pasa al nacimiento del hombro
izquierdo y después al nacimiento del hombro derecho.
Las cruces se hacen de izquierda a derecha y
no al contrario, porque por la cruz y la ley evangélica fuimos trasladados de
las tinieblas a la luz, del pecado a la gracia y de la muerte a la vida.
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Se hace la cruz en la frente para que nos
libre Dios de los malos pensamientos; en la boca, para que nos libre de las
malas palabras, y en el pecho, para que nos libre de las malas obras.
La primera cruz se hace en la frente, porque
la cabeza escomo la fachada del género humano; en ella reside el alma; ésta,
siendo espíritu, no ocupa lugar determinado, está en todo el cuerpo; pero
decimos que principalmente está en la cabeza por residir allí las tres
potencias, memoria, entendimiento y voluntad. Estas potencias representan a la
Santísima Trinidad, porque no obstante ser tres y distintas entre sí, no forman
tres almas, sino una solamente, y la Santísima Trinidad, siendo tres personas
distintas, no componen, o forman, más que un solo Dios.
La segunda cruz se hace en la boca porque en
ella tenemos la lengua y con ella ofendemos a Dios, al prójimo y a nosotros
mismos: a Dios con malas palabras; al prójimo levantándole calumnias y
publicando sus defectos; y a nosotros, con el pecado de lengua, puesto que el
alma por el pecado deja de ser hija de Dios y pasa a serlo de Lucifer. Hacer la
cruz en la boca es como poner freno espiritual a la lengua para que no se
deslice en decir cosas en ofensa de Dios o del prójimo.
La tercera cruz se hace en el pecho porque
en él está el corazón, en el cual se forman las obras buenas y malas, puesto
que allí tiene la voluntad la disposición necesaria para obrar, determinándose
a practicar lo uno o lo otro.
Con la cruz se purifica y fortalece para
poder practicar lo bueno y huir dejo malo, pidiendo a Dios favor y armándose contra
las malas obras.
Cuando se hace la cruz
en la frente se dice: Por la señal de la santa cruz; cuando en la boca, de
nuestros enemigos, y cuando en el pecho, líbranos, Señor Dios nuestro.
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Al santiguarse se dice: En el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Al nombrar al Padre, se pone la mano
extendida en la frente, al nombrar al Hijo se baja al estómago y al nombrar al
Espíritu Santo se pasa la mano del hombro izquierdo al derecho. Con sólo
persignarse se van confesando los cinco misterios siguientes:
1° Unidad de Dios y
Santísima Trinidad.
2 ° Encarnación del
Divino Verbo.
3 ° Pasión de Nuestro
Señor y redención del género humano.
4 ° Resurrección de
Nuestro Señor Jesucristo.
5 ° De la Santa
Eucaristía.
Se confiesa el primero al hacerlas cruces;
al hacer las tres chicas de signarse, el de la Santísima Trinidad, pues se
hacen tres en distinto lugar y se persignó la persona una vez; y el de la
unidad de Dio, al hacer la cruz grande de santiguarse, que abraza las tres
anteriores.
El segundo al hacer la cruz de santiguarse:
primero, al bajar la mano de la frente al estómago, diciendo: en el nombre del
Padre y del Hijo, Jo que significa: que del Cielo, donde está el Eterno Padre,
descendió la segunda persona de la Santísima Trinidad, que es el Hijo, para
encarnarse en las purísimas entrañas de María Santísima, a fin de nacer y
redimirnos ; y después al pasar la mano de un hombro al otro, diciendo : y del
Espíritu Santo, lo cual significa: que este misterio no fué por obra de varón ,
sino por obra y gracia del Espíritu Santo.
El tercero al hacer la cruz, porque en ella
nos redimió Nuestro Señor.
El cuarto al pasar la mano del hombro
izquierdo al derecho, por representar aquél lo malo y éste lo bueno, puesto que
al morir Nuestro Señor, a su derecha estaba María Santísima, San Juan, la
Magdalena y el buen ladrón, San Dimas, y a la izquierda el mal ladrón, Gestas,
y se condenó.
El quinto al hacer la cruz, llevarla a la
boca y besarla.
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La señal de la cruz no sólo sirve al
cristiano para hacer una pública confesión de los principales misterios de la
religión, sino que además es para él como un compendio moral y la regla de sus
costumbres o acciones. Para que lo entiendas, hijo mío, has de saber que
Jesucristo, nuestro buen Maestro, queriendo dar en pocas palabras una idea de
su doctrina, que consiste en seguirlo, nos dijo las siguientes expresiones: “Si
alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y
sígame.” (San Lucas, IX, 23); y en San Mateo añade (XI, 12): “El reino de los
cielos padece fuerza, que hace a las pasiones practicando las virtudes
cristianas, y los que se la hacen, de esta manera lo arrebatan.”
Esta cruz que quiere que llevemos todos los
días es la reunión de todas las penas, trabajos y persecuciones, etc., que
encuentra todo cristiano en el mundo para ir al cielo; y la fuerza que debe
hacerse es aquel esfuerzo con que ha de vencer los obstáculos que se le oponen,
y el sujetar las pasiones desordenadas y los vicios.
Los que son de Jesucristo, dice el Apóstol
(Gal., V, 24), han crucificado su propia carne con todos sus vicios y
concupiscencias.
Y así es como la cruz
presenta al cristiano un compendio de la moral del Evangelio.
“LA
SANTA CRUZ”
José
Vicente Álvarez de Alonso
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