I.
Para ser verdadero soldado de Jesucristo, hay que resistir generosamente al
demonio, que es su enemigo capital, oponerse en todas partes a sus designios,
declarar abiertamente la guerra a sus partidarios. ¿Eres
tú enemigo del demonio? Antes bien, ¿no te alistas en su partido? ¿No obedeces
a todos los malos pensamientos que te sugiere? Cuando buscas tus
placeres y comodidades, cuando trabajas únicamente en vista de adquirir gloria,
a ese espíritu soberbio es a quien obedeces.
II. Es menester sufrir las
persecuciones de los hombres sin oponerles resistencia y sin quejarte. Si
quieres marchar siguiendo los pasos de Jesucristo, saldrás victorioso cediendo
en esas circunstancias, soportando con resignación las burlas y los oprobios de
que se te hace objeto. Si amas a Jesús, lo imitarás sufriendo como Él hasta el
fin de tu vida. Si se amase la cruz, se pasaría una vida crucificada (San
Crisóstomo).
III. Es menester que te venzas
a ti mismo: es la victoria más gloriosa, más
difícil y más agradable a Dios que puedes obtener. Hazte violencia en
las cosas pequeñas tanto como en las grandes. ¿No
podrías acaso privarte de los pequeños halagos, que tu molicie te hace buscar
con tanto afán? Sacrifícalos a Jesús crucificado, no sea que te rehuse
Él la gloria preparada para los que llevan valientemente la cruz. Renuncia a ti mismo
para no ser negado por Cristo; huye de ti mismo a fin de ser recibido por
Cristo; piérdete a fin de ser salvado (Salviano).
Pedid la
fortaleza. Orad por los Pastores de la Iglesia
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