martes, 21 de noviembre de 2017

MEDITACIÓN SOBRE EL RESPETO HUMANO



Colaboradora del grupo.



   I. Ejecuta todos tus actos para agradar a Dios y ten cuidado de que la vanidad no te arrebate todo el mérito de tus buenas obras. Si trabajas para brillar ante los ojos de los hombres o para agradarlos, no esperes de Dios ninguna recompensa. Es por mí, oh mi divino Salvador, por quien vinisteis a este mundo, trabajasteis durante vuestra vida y moristeis en una cruz; por Vos también quiero yo morir.

   II. No te tomes el trabajo de contentar al mundo; es intentar lo imposible. Cada persona tiene su opinión: ¿cómo conciliar sentimientos tan diversos? Que los juicios y las burlas de los hombres jamás te detengan en el cumplimiento de tus deberes. No puedes resistir una palabra de burla, ¿cómo harás para resistir los halagos, las amenazas y los suplicios de los tiranos?

   III. Guárdate, con tus burlas, de desviar a los demás del servicio de Dios. Es hacer oficio de demonio; es privar a Dios de grandísima gloria, y a la creatura de una gracia que le habría sido dada como recompensa de su buena acción. Y si alguien quiere impedirte servir a Dios, míralo como a un emisario del demonio, búrlate de él; haz el bien y deja a los hombres que digan lo que quieran. No te inquietes por sus vanos discursos: la Santísima Trinidad misma no ha podido escapar a la crítica de los insensatos; tampoco tú escaparás (San Gregorio Nacianceno).


   La pureza de intención. Orad por los impíos

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